21. Post parto.
Hi~ Yep, subo este capítulo super temprano porque son las dos acá y ya siento que un camión me arrollo por tanta clase el fin de semana, que feo y poco sostenible estilo de vida, así que basicamente usaré el resto de mi domingo para invernar y tratar de no morirme en la semana. Pero el capítulo de hoy es muy dulce, aprovechen bien porque se nos vienen días pesados luego de mañana, están advertidos, gracias por tanto.
¡Espero que les guste!
Eiji no entendía el amor.
¿Qué es el amor?
¿Qué es el cariño?
¿Qué debe tener una relación, un matrimonio, para funcionar?
El «amor» solía ser un concepto etéreo (y casi mágico), al que la mayoría de las personas disfrutaban acceso pero él no y no porque no haya sido amado, agradece la crianza de su familia aun sino fue el tipo de amor que ansiaba, sabe que hicieron lo mejor que pudieron, igual que él hizo lo mejor posible para cumplir con sus roles de hermano, hijo, nieto, amigo, estudiante y Fly boy. En retrospectiva fue "amado" y aun así sentía que el concepto le resultaba ajeno, todos charlaban del amor, lo escuchaba entre los pasillos de su universidad, en el camarín con el equipo de pértiga, de su madre y su carencia que la aqueja, todos querían más amor (al parecer, nadie quería menos), es como si volviese a hojear las páginas de los cuentos tratando de recolectar cualquier pizca de información sobre amor, al final, concluyó que tenía algo que ver con incondicionalidad, y es distinto saber a sentir. Por ejemplo, sabe que ama a su familia porque son su familia así como repite el patrón con su círculo próximo y todavía así, no cree que sea amor genuino, puesto que así como los ama a ellos podría amar a cualquier otra persona que usara susodicho lugar, ama por responsabilidad, ama tal como el principito podría amar a cualquier otra rosa además de la suya.
¿Cualquiera? No. Amar implica domesticación sea de rosas o de zorros.
Recuerda una de sus frases favoritas del principito (si bien a Eiji no le encanta el libro a Aslan sí y por eso lo releen de vez en cuando): «Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante».
Se trata de esta escena donde el zorro le explicaba al principito la importancia de una domesticación, qué diferencia haría y qué era eso que haría a su rosa tan especial luego de entablar vínculos, Eiji no dejó de cuestionarse eso la primera vez que lo miró. ¿Acaso él había domesticado algo? ¿Alguien lo habría domesticado? Ciertamente había invertido tiempo y otros recursos como cariño en su familia y amigos y aun así, no sentía que la cita se refería a esto.
«Eres responsable de tu rosa».
¿Qué tal Eiji?
¿De quién era responsable? O peor, ¿quién era responsable de Eiji?
Durante un tiempo se resignó a no establecer vínculos, así concluyó que el principito era una ficción nada más y que las relaciones humanas, mucho menos en Japón, no funcionaban así de románticas, pero entonces...
—¿Usan niños como ayudantes en Japón?
Lo encontró.
Parecía un ángel más que rosa y se llamaba "lince" en lugar de "zorro". Pero ahí estaba cuando cruzó la puerta del bar acompañado de Ibe y Skip, sosteniendo un palo de billar mientras vestía una camisa negra junto a unos jeans rasgados que le daban una rebeldía juvenil que Eiji jamás había vislumbrado en su existencia junto a otra camiseta a cuadros amarrada en su cintura, ciertamente era más joven de lo que se había esperado, tenía su piel pálida de mármol, cabellos más dorados que el sol a juego con sus pestañas blancas y unos ojos verdes chispeantes que lo hicieron sentir extraordinariamente pequeño. Ash Lynx. Skip le dijo que el apodo era perfecto ya que nadie podía domesticarlo, era libre.
—Qué bebé. Empieza con las preguntas.
Y Eiji sabía lo irracional que era quedarse a su lado considerando la gigantesca brecha entre ambos, Aslan la dejó clara al inicio, tratándolo como si fuese ingenuo con una voz burlona, dejando más que clara sus diferencias con el objetivo de evitar la mayor interacción y aun así...permitió que sostuviera su pistola en el bar. Aun así, le salvó la vida a pesar de ser desconocidos. Aun así, se preocupó cuando estaban en el hospital. Y luego lo llamó a prisión. Y lo besó y no se pudieron separar. Así lo entendió, Ash era una rosa que necesitaba ser protegida y Eiji era el principito encargado de ponerle ese domo para que no se resfriara y estar ahí. Ash era su rosa, es verdad, pero al mismo tiempo, Ash fue quién domesticó a Eiji o quizás, fue mutuo.
Por eso no pudo volver a Japón. Por eso quiso aprender a usar un arma. Por eso se interpuso cuando intentaron dispararle. Por eso se coló a la fiesta e intentó matar a Dino. Por eso nunca le habló sobre sus sentimientos durante el banana fish. Por eso le escribió una carta. Por esto le regaló todo de Eiji, incluyendo su alma.
Eiji es responsable de su rosa.
Y no sabe por qué piensa esto, sin embargo, escuchar a Aslan leerles el principito a sus hijos despertó aquellos pensamientos adormilados con suma facilidad.
—Yo soy responsable de mi rosa. Repitió el principito a fin de recordarlo.
—¿Escucharon eso? Es importante hacerse cargo de sus rosas, la del principito apenas tenía cuatro espinas para defenderse, ¿qué hubiera sido sin sus cuidados? —Ash sonríe con disimulo, sus dedos repasan la cubierta de cartón del libro, se detienen en cada relieve de la ilustración antes de cerrarlo, bajarlo hacia su regazo y mirarlo a través de esos anteojos de montura gruesa que le dan ese aspecto intelectual extremadamente guapo—. ¿Por qué me miras así? Esta vez no te interrumpí.
—Porque es adorable verte recopilar la fábula del capítulo. —El lince tararea y eso lo hace rodar los ojos con falsa molestia—. Veo que has mejorado tu inglés desde que llegaste, onii-chan.
—Ash. —Le advierte, está amamantando a Dawn a su lado en el sillón, tiene su camisa medio abierta y está dolido, si bien, su hija es selectiva a la hora de comer resulta ser una devoradora voraz cuando elige que le da hambre—. No sigas frente a nuestros hijos.
—Pero eso es bueno. —Tararea, dejándose caer sobre el hombro de su esposo—. Comprobamos la eficacia de plaza sésamo y así podemos mostrárselos a nuestros niños ¿no estás contento? Los libros infantiles que te regalé por fin tendrán un uso. —El moreno tensa el ceño e infla las mejillas, mirando a su adorable esposo con todo el resentimiento que sus pucheros le permiten (no mucho la verdad).
—Eres malo.
—Soy el mejor.
—No, eres muy malo.
—No es cierto. —Insiste entretenido—. Soy el mejor esposo/padre que podrían haber deseado aquí.
—Me estás molestando frente a nuestros hijos, eres malo. —La indignación gotea en cada letra igual que en su expresión de labios estirados y párpados tensos, su orgullo está lastimado y no disimulará.
—Soy el mejor. —Aslan se inclina para besarle la mejilla, poniéndolo colorado debido a la exposición extra que le genera tener a Dawn bebiendo de su pecho—. Les accedí a leer otros libros.
—Porque ningún niño en la faz de la tierra querría escuchar a Hemingway.
—Michael gusta de Hemingway.
—¿Si le gusta tanto por qué se esconde cuando ve que traes un libro? —Aslan entrecierra la mirada con un aire pensativo.
—No debe ser por eso. —Insiste—. Probablemente el viejo le haya metido algo en la cabeza.
—No llames a Max así frente a nuestros niños.
—¿Por qué no? Es prácticamente una momia, deberíamos estar buscándole sarcófagos en lugar de camas ortopédicas.
—Si te portas así con él, Jade y Dawn también te dirán viejo algún día. —Su mirada de corazón roto le encoge el pecho, porque su esposo luce absolutamente lastimado con esa posibilidad, como si le resultase inconcebible que sus adorables bebés se transformasen en monstruosos adolescentes y al parecer se ha olvidado de que también llevan su genética transcrita en su ADN—. Será casi un karma.
—No, ellos nunca serán así. —Concluye reticente—. Son tus hijos y tú eres lindo, nunca le has dicho anciano a Ibe aunque ya debe tener unos ochenta años.
—¡Tiene apenas 30! —Gimotea.
—Es lo mismo, ¿qué son un par de décadas de diferencia? —Y Eiji disfruta muchas ganas de patearlo para que se calle, pero no lo hará, a diferencia de cierto lince él sí les dará ejemplo digno a los bebés.
—También tienen tu ADN. —Le recuerda al señor inteligencia superior—. Estoy seguro de que Dawn heredará tu personalidad. —Ash repasa a la nombrada con sus ojos increíblemente brillantes, lo ve retorcerse en los cojines del sillón y dejar el libro en su mesita de café preferida (mueble que se mira más como un cementerio de novelas a una linda mesita de café, muchas gracias, amor) para poderla analizar con una expresión inteligible, se pregunta a qué inferencias lo llevarán sus pensamientos.
—¿Lo dices porque a mí también me gusta chupar ahí? —Entonces el desgraciado apunta a su pecho mientras Dawn succiona y Eiji se pone tan rojo que podría haberle salido humo de las orejas.
—¡Ash! —Jade chilla molesto en la cuna frente al sofá por la interrupción de sus sueños—. No digas cosas raras.
—Es bueno que nuestros hijos sepan que nos amamos mucho. —Eiji rueda los ojos para ocultar toda alegría, siente que Ash le presiona un beso contra su mejilla y no es justo que sea tan galante.
—Eres un tramposo.
—Prefiero llamarlo estrategia. —Dawn succiona con energía, molesta por la falta de atención.
—Lo decía porque tiene personalidad de gato huraño, igual que tú.
—Yo no tengo personalidad de gato huraño.
—Ajá.
—Soy un lince, no un gato. —Lo corrige amurrado porque su apodo es tan genial y ¿cómo se atreve a denigrarlo de esa manera? Skip se reiría si hubiese conocido ese lado más suave de su jefe, le daría la razón además.
—Sigue siendo un felino. —Mece a Dawn para quitarle los gases antes de dejarla en la cuna con Jade (quién la patea al otro extremo de las mantas)—. Solo que más grande.
—Los linces comen conejos, es diferente.
—¿Y qué tienen que ver los conejos aquí? —Eiji cubre a sus pequeños con una manta y los vislumbra con una devoción y gratitud que inundan abruptamente su corazón, ¿eso es amor paternal? ¿o amor de principitos a zorros y rosas? Se ríe por el pensamiento, porque independiente de la respuesta sus hijos son quiénes lo han domesticado—. Estás siendo irracional porque te sentiste atrapado. —Toda su atención regresa a Ash y se sobresalta al percatarse de su propio reflejo en los cristales de lentes.
—¿Hablas en serio? —Le lanza una mueca indignada, acomodándose en el sofá—. Jade recién pateó a Dawn, literalmente.
—Sí pero...
—¿De dónde crees que sacó esas patadas de conejo? ¿De mí? —Pero Eiji se hace el tonto, recuerda que durante uno de sus muchos secuestros Blanca los comparó con linces y conejos para resaltarles la imposibilidad que tenían de ser amigos y tenía razón, son esposos, debería agradecerle o invitarlo.
—No sé. —Claro que finge demencia por el mero placer a irritarlo—. Quizás las heredó de su abuelo.
—¿Ibe?
—Hablaba de Max, pero como quieras.
—¡Eiji! —Gimotea, ama que gimotee y se porte como de su edad—. No pongas imágenes asquerosas en mi mente. Tú eres el conejo acá. —Entonces es el japonés quién le lanza una sonrisa coqueta por inercia y Aslan lo interpreta como una invitación.
—¿Entonces soy un inocente conejito a merced de un feroz depredador? Pobre de mí, soy toda una damisela en apuros. —Aslan sonríe entretenido por el juego, Eiji acomoda su espalda sobre el brazo del sillón, su esposo se le sube encima igual que lo haría un lince implacable acechando a su presa.
—¿Sabes qué es lo más divertido de todo esto? —El rubio enrosca uno de sus dedos en su camiseta medio abierta, tira del ojal y Eiji jadea—. Que los linces comen conejos.
—¿En qué sentido?
—No sé. —Se inclina para ronronearle en la oreja, presionándole levemente los dientes en el lóbulo, llevándolo hacia la locura sin siquiera tocarlo, el aire está caliente—. ¿Quieres averiguarlo, conejito?
—¿Qué esperas para comerme, lince feroz?
Aslan se le abalanza encima, está pesado y su pecho sigue mojado a causa del hambre de Dawn pero eso no parece importarle, lo comprueba cuando le presiona un beso silencioso en el mentón que es tan suave que le da cosquillas, le encanta, sus brazos estrechan a su esposo con fuerza sobre el sillón e incluso tiene la audacia de encerrarle la cadera entre sus piernas, acción que debería desagradarle puesto que el lince tiende a manifestar rechazo por los mimos empalagosos pero en vez de apartarlo solo hace que intensifique el dulzor de sus besos y Eiji se estremezca por la descarga de electricidad que bombea hasta su corazón.
—Me haces cosquillas. —Ríe, la barba fantasma de Aslan lo raspa cada vez que se inclina a otra zona para poderlo besar. Es dulce. Es mágico. Es primer amor. Es amor de mi vida. Es alma gemela. Es ese amor de rosa. Es amor de: te amaré en cada una de mis vidas—. Cariño, necesitas afeitarte antes de ir a la universidad.
—Más tarde me afeito, ahora estoy ocupado.
Sus dedos navegan por la espalda de su esposo mientras se queda tumbado ahí, permitiendo que el depredador voraz se lo coma literalmente a besitos que lo hacen soltar risas entre suspiros, se siente bien tener los labios de Ash presionándole la frente, bajando hacia su nariz, deteniéndose justo bajo su moflete para incluso morderlo y hacer que enrojezca como lo haría una rosa, antes de abandonar sus mejillas para posarse en sus labios. Se siente tan bien besar a Ash, cada beso es distinto, sea por el sentimiento que transmita o sabor. Besos. Hay besos de prisión, hay besos después de pesadillas, hay besos adormilados con sabor a dentífrico en el desayuno, hay besos de ensaladas de aguacates y camarones, besos de novelas, besos de arrullos, besos coquetos, besos inocentes, besos intensos, besos de universos, besos de sayonara, besos con sabor a natto o hot dogs, besos de estoy-orgulloso y me-inspiras-a-tratar, besos de sanación, besos de pena, besos de mi-alma-siempre-estará-contigo.
Besos que gritan «aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado».
Porque diablos, ahí estará.
Así que besa a Ash de vuelta como si fuese la última gota de agua en un desierto infinito.
Lo besa. Lo besa. Lo besa.
Y tal vez, lo besa un poquito más.
Entonces se ríe.
Ash ríe.
Y se siguen besando como dos tontos enamorados.
Una certeza innegable inunda el corazón de Eiji mientras se besan, es que sin importar qué tan duro sea volver a salir adelante y recomponerse en temas de sexo, sanación, resquemes traumáticos o lo que sea, pueden salir adelante, porque esa es la cuestión con la domesticación, incluso si se vuelven a separar no volverán a ser los mismos. Siendo franco, así como Ash dijo una tarde frente al ventanal del apartamento sobre que no se quedaría tranquilo a menos que lo tuviera a su lado, Eiji se concibe de la misma manera, la única forma en que algún día podría regresar a Japón es si Aslan se encuentra en el asiento del lado y sus dos hijitos miran maravillados por la ventana. No queda chance, algunas personas dicen que se golpean por el amor, Eiji no, Eiji cayó por un precipicio antes de que su cuerpo, mente y alma rompieran contra la superficie de un mar donde se ahogó en el amor y aun así, se cree más vivo que nunca (inclusive más que cuando saltaba la pértiga).
Pueden cambiar y empezar a sanar o quizás sanar de nuevo, quizás eso no es partir estando en cero.
Son linces y conejos, son zorros, rosas y principitos, son almas gemelas y almas trágicas, son pedazos completos y pedazos destrozados, son traumas en movimiento y sueños en movimiento, son pájaros que no volverán a volar e infancias que no se recuperarán, son recaídas y sanaciones, son de mundos totalmente diferentes y son mundos diferentes a su vez. Son muchas cosas discordantes en paralelo.
Pero definitivamente no son leopardos, sino humanos.
Los humanos pueden cambiar su destino, tienen sabiduría que los leopardos no. Además, tú no eres un leopardo ¿verdad?
—Te amo tanto que siento que podría morir. —Entonces Ash dice hundiendo su cara contra el pecho de su amante solo para escuchar lo violento de sus latidos—. ¿Qué hubiera sido de mí si firmabas el divorcio? —Eiji cepilla sus mechones dorados y desordenados, son lacios y se sienten como cascadas de oro líquido entre sus yemas, es precioso, tanto amor lo pone tímido.
—No sé, no vi esa película de crepúsculo. —Lo siente gruñir y contiene una risa—. Creo que Bella se queda con Jacob.
—Hacen una pésima pareja.
—¿Entonces sí has visto las películas? —El japonés tararea entretenido, incitando a su amante para que levante su rostro pero no es necesario, el sonrojo se ha extendido hasta sus orejas y así desglosa que lo ha atrapado de verdad—. ¡Ah! ¡Las viste!
—¡No las vi! ¡Leí las novelas! —Hace un esfuerzo sobrehumano para no liberar una estridentemente grosera carcajada frente a sus bebés durmientes, son tranquilos la mayor parte del tiempo (aunque el pediatra ya les anticipó que cuando empiece el destete y les salgan dientes sufrirán más)—. ¡Eiji!
—No me estoy burlando.
—Estás aguantándote la risa. —Entonces dice en un puchero de adulto, mostrándole una mirada de pura indignación—. Hijo de puta.
—Un hijo de puta al que amas lo suficiente para leerte crepúsculo. —Tararea, inclinándose hacia el puchero de Aslan para besarlo y convertirlo en una sonrisa de sol, funciona—. También te amo, Ash.
—Eres imposible. —Gimotea—. Espero que los bebés no hereden tu personalidad, ¿acaso todos en tu familia son así o yo me saqué la lotería? —La sonrisa de Eiji cesa y a Ash le toma un microsegundo notarlo, cambia su posición corporal relajada a una de pura protección, le recuerda a cuándo Blanca le disparó a través de la ventana y su esposo se convirtió en su escudo humano, protegiendo incluso su cabeza con una palma gentil para evitar que se golpeara o le doliera.
—¿Qué pasa? —Es evidente la angustia en sus ojitos—. ¿Ocurrió algo con tu familia? —Eiji se ahoga por la necesidad automática de decirle que está bien e ignorar el tema.
—Mi hermana me llamó hace poco. —No lo hace—. Me estaba retando porque... mi madre todavía no sabe lo de Jade y Dawn. —Ash le da una mueca descompuesta que se transforma en su catástrofe mental, lo ve fruncir el entrecejo hasta formar arrugas, estira su boca tensa e incluso pliega la nariz.
—¿Por qué? —Es lo que finalmente cuestiona.
—¿Recuerdas cuándo te conocieron? —Asiente, escuchándolo con calma y entrega—. Mi mamá dijo que estaba bien con nosotros pero en algún momento se volvió cruel y sañosa, sacándome siempre en cara que te había elegido cuando mi responsabilidad era cuidar a mi papá y todo eso.
—No lo era. —Es lindo que Ash lo valide—. Nosotros pudimos no haber esperado a nuestros hijos y ser papás primerizos pero no hay nada peor que los papás que tienen hijos porque quieren esclavos que los cuiden durante la vejez, eso es egoísta, padres de mierda.
—¿Jim es así?
—No, el viejo sabía que lo tiraríamos a un asilo apenas se nos diera la oportunidad pero bueno, creo que Jennifer se encargará de él y evitará que eso pase. —Aunque lo pronuncia con saña esta sonrisa de campos de trigo y lagos de verano no lo engaña, su relación con Jim sigue rocosa pero mejor que antes—. Incluso fue a mi alta psicológica. —Musita como si leyese su mente.
—Mi madre no cree que los trastornos mentales sean reales. —Irónico considerando que padece de un duelo patológico y de una depresión mayor tan agresiva—. Me llevaría a exorcizar si se entera de que estoy yendo al psicólogo otra vez, casi puedo escucharla: "pero si no tienes ningún problema, ¿qué tanto necesitas llamar la atención?". —Resopla—. Gracias por los traumas, mamá.
—Creo que te contagié mi mal carácter. —Y Aslan luce absolutamente enamorado con sus palabras.
—¿Por qué te miras tan contento?
—Porque me gusta verte maldecir.
—Mal momento considerando que los niños duermen al lado. —Y más si Jade tiene un ojito curioso abierto—. Pero no sé, he estado pensando en eso estos días, en si debería decirle o no, le molestaba que fuera gay y un marica así que siento que decírselo es darle la razón. —Sus dedos juguetean por el cuello de su pareja en busca de distracción, las cálidas palmas de Ash acunando sus mejillas no se lo permiten—. Ya ha sido duro tener que volver a sentir mi cuerpo propio para que ella me tire abajo con una conversación, no pago el psicólogo por eso.
—Aun así. —Ash desliza sus yemas hacia sus mechones brunos—. Te escuchas más seguro que antes y es un alivio. —Se inclina para besarle la nariz—. Estoy muy orgulloso, Eiji.
—Pero...
—Estoy realmente orgulloso de ti. —Su sonrojo no se hace esperar junto a las chispas en su corazón, odia admitirlo pero esas palabras lo hacen sentir como Buddy cuando le rascaban la pancita, es muy agradable.
—No creas que te salvarás de la conversación que tenemos pendiente sobre Cape Cod. —Amenaza porque puede ver sus grandes ojos oscuros en el reflejo de los lentes y es tan vergonzoso percatarse de la clase de expresiones que pone cuando se trata de su esposo—. Iremos a fin de mes. —Entonces su pareja gimotea y se vuelve a hundir encima de su pecho como un gato mañoso.
—Odio todo de ese lugar.
—Buddy está en ese lugar.
—Odio a todo menos Buddy en ese lugar. —Entonces ríe...
El timbre.
Están tocando el timbre. Ash se despega de mala gana de su pecho para mirarlo con una mueca más confundida que la propia (las puede contrastar gracias al reflejo del cristal, benditos anteojos sexys).
—¿Esperamos a alguien? —Balbucea—. Quién sea sufrirá por interrumpir este momento romántico.
—¿Se supone que era un momento romántico? —Ash se levanta de mala gana, se planta en el suelo, lo mira amurrado y no tarda en hacerle un gesto de dedo (muy maduro de su parte por cierto).
—Lo era. —Como Eiji es mucho más maduro no duda en devolverle la cortesía y levantarle también el dedo del medio—. ¿Acaso me estás coqueteando, Eiji Callenreese? Sabes cómo me prende verte maldecir. —El aludido ríe entre dientes.
—Solo ve a abrir la puerta.
Los invitados resultaron ser todos sus amigos. Ash les cierra la puerta en la cara. Eiji lo regaña. Abren de nuevo y los invitan a pasar.
Si bien Ash no deja de chillar acerca de la importancia de la privacidad y lo imprescindible del respeto a su intimidad, en el fondo, le alegra que sus pequeños reciban tanto cariño de parte de sus múltiples (autoproclamados) tíos. Dawn muestra reticencia con tantas personas a pesar de haberlos conocido en el hospital por lo que busca los brazos de su progenitor y permanece oculta en el hombro de Ash, la imagen le derrite el corazón, algo en ver cómo su marido mece a su niña y la arrulla tarareándole canciones de cuna, presionándole besitos en la frente y manteniéndola segura lo enternece al punto de encontrarse a sí mismo suspirando ante el cuadro. Jade por el contrario adora la atención y se lo hace saber con risas y gracias, impresiona disfrutar especialmente de Yut-Lung y se lo transmite tras tirar de su cabello y suavizar su carácter áspero con pompas y palmadas. Ser domesticado y también domesticar es agradable, entonces piensa. Esto también es amor.
—No me dejaste hacerte un baby shower así que no puedo llamarlo como tal. —Se ha sentado con Yut-Lung en el sillón, una copa de champaña pende entre sus manos mientras Jade está en el regazo de Eiji, mirando con sus ojitos verdes y brillantes lo que pasa alrededor—. Es una fiesta postparto.
—¿Era necesario que trajeras dos cochecitos nuevos y tanta ropa?
—Absolutamente, no dejaré que mis niños usen... —Su mirada despectiva viaja hacia el mameluco de Jade, más específicamente hacia su vientre y aún más específicamente al dibujo de Nori Nori con una sonrisa brillante y mejillas rellenas—. Esa abominación.
—¡Yue!
—¡Oh vamos! —El más joven saca de una bolsa de papel (el apartamento se encuentra inundado de bolsas de regalos a estas alturas) un vestido de cuadrille con bordados de encaje—. Esto es divino. —La peor parte es que Eiji sabe que a Dawn le sentará de maravilla cuando crezca más, es femenino, estiloso y bonito, sin duda ni él ni Ash podrían escoger semejantes prendas porque bueno, su único otro referente femenino además de Jessica es su hermana y Masako es más masculina que él mismo.
—Bien, sí es adorable. —Lo admite, rodando los ojos y sintiéndose afortunado de que sus hijos sean tan amados—. Pero no era necesario.
—Patrañas. —Entonces se inclina para sacar una segunda bolsa del mar de regalos y extender ropas de invierno—. Jade se verá muy guapo con este suéter. —El nombrado suelta un hilo de saliva como respuesta que los hace reír a ambos—. ¿Quién es el chico más lindo del mundo? Tú, definitivamente tú lo eres. —Y claro que eso lo complace y lo incita a estirar las manitos hacia Yue—. Se parece a mí.
—Yue, es literalmente una copia de...
—De mí, lo sé. Mi mismo cabello rubio y mis ojos verdes, todo un Lee. —Entonces ambos ríen ante lo absurda que se ha tornado la conversación—. ¿Quién diría que acabaríamos siendo amigos?
—Lo sé. —Eiji abraza a su niño del vientre mientras se hunde en el sillón—. Es extraño considerando nuestra historia. —Su mirada se enfoca en Bones y Kong quienes insisten en tomar a Dawn y al igual que su padre ella les devuelve casi un maullido enfadado, de tal palo tal astilla. Al menos Alex parece paciente acomodando los regalos y los bocadillos alrededor, agradece esta ayuda con la limpieza.
—Les dije que terminarían siendo amigos. —Sing aparece por la espalda de ambos y los abraza.
—O sea, si ambos soportamos a Sing debíamos ser amigos.
—¡Oye! —Claro que luce ofendido.
—¿Qué? Es la verdad ¿crees que es fácil lidiar con tu creciente ego? Creo que tu narcisismo se quedó chico para tu cabezota. —Sing se sienta de mala gana en el sillón, la diferencia corporal es tan grande que incluso los cojines se inclinan hacia su lado como si fuesen un barco hundiéndose por un iceberg.
—¿Yo soy el egocéntrico? —Bufa—. Tú eres el que usa un millón de pasos de belleza porque se ama.
—Eso me recuerda. —Yut-Lung se estira para alcanzar una tercera bolsa—. Traje mascarillas faciales para todos. —Sin embargo, uno de los títulos llama su atención, el contrario lo nota—. Ah sí, esa no es facial, es para tu pobre estómago flácido de postparto.
—¡Yut-Lung! —Sing lo regaña—. No seas grosero con Eiji.
—¿Yo? ¿Grosero? —Carcajea con falsedad—. ¿Acaso tú no lo llamaste panzón antes del nacimiento?
—¡Pero estaba panzón!
—Todos sabíamos que estaba panzón, Sing, no estamos ciegos pero al menos tuvimos la decencia y cortesía de mentirle y decirle que no estaba taaan gordo.
—Los dos están siendo groseros en estos momentos. —Gruñe, considerando echarlos a patadas del cuarto.
—Cómo sea. —Entonces Yut-Lung rompe el empaque de las mascarillas, le quita a Jade de los brazos, descubre su vientre para poderle poner una contra el vientre y se siente tan helado que hasta tirita.
—Huelen bien. —Antes de que pueda decir otra palabra ya tiene una en el rostro—. Son relajantes.
—¿Cierto? —Yut-Lung también le arroja una a Sing—. Póntela, galán en construcción.
—¿Y yo para qué quiero esto? —Le cuestiona mientras Yue se acomoda una mascarilla sobre la cara.
—Todavía te salen granos, puberto. —Sing se traga sus palabras, accede a ponerse una—. No cariño, aun no puedes usarlas. —Consuela a Jade en sus brazos, quién parece increíblemente molesto dada la exclusión de la rutina de belleza facial—. Pero pronto podrás.
—Dios te perdone, Yut-Lung.
—¡Ja! Es Dios quién me pide perdón a mí, Sing.
El resto de la tarde se dedican a abrir la inmensa variedad de regalos (en su mayoría de parte de Yue y se nota que disfruta humillando con su falsa modestia), cocinando (Alex y Kong resultaron ser dúo maravilla en la cocina), viendo películas y charlando de banalidades como derrotar al gobierno Chino y la universidad. Y es acá, mientras mece a sus dos niños puesto que son unos regalones, escuchando a los chicos discutir por la trama que quieren ver en televisión, mirando ese gigantesco apartamento en la Avenida 59, que una gratitud inexplicable arroja raíces a su estómago. Mira a sus niños aún ajeno a la disputa, Jade le tira el cabello con su sonrisa de príncipe dulce mientras Dawn le pide que la ame aunque heredó las espinas de papá, y solo sabe que ha tomado todas las decisiones correctas y que a fin de cuentas Sing tenía razón en el hospital. No puede hacerse cargo de todas las pérdidas sufridas, no en su totalidad. Siente la falta de Shorter cada segundo que comparte con los demás, al igual que la de Skipper e incluso Griff a pesar de no haberlo conocido, pero sabe que están orgullosos porque son una familia de sobrevivientes.
—¡No puedes ponerle esto a unos niños! —Entonces el chillido de Bones rompe su burbuja de calma y lo incita a mirarlo hacia abajo (el sillón no es tan grande por lo que varios se encuentran en el piso).
—Claro que puedo, mis hijos aprecian el arte. —Ash y Yut-Lung se pelean por el control—. Las nieves del Kilimanjaro es una película totalmente apta para bebés.
—¿Cuál es tu maldita obsesión con los leopardos? —El más joven bufa, hundiendo su palma encima del rostro de Aslan para poderse inclinar y quitarle el control remoto—. ¡Los bebés no quieren saber sobre leopardos congelados y esas otras mierdas! No puedo creer que tenga una película.
—¡Es una buena película!
—¡No lo es!
—¡Tuvo un 86% de aprobación en Rotten Tomatoes!
—¡Y un 53% de parte del público porque se quedaron dormidos viéndola! —Eiji no quiere cuestionar cómo es que los dos saben eso—. Crepúsculo por otro lado, tuvo 73% del público mientras la página ignorante le dio solo 49%, es obvio que no saben nada.
—Es obvio que saben mucho si calificaron tan despectivamente esa trama tan burda.
—Tan burda que compraste sus novelas y las leíste.
—¡¿Cómo sabes eso?! ¡Eiji! ¿Le dijiste? —Pero el nombrado ignora vilmente la disputa de estos dos.
—Solo adiviné, idiota.
—¿Idiota? Víbora venenosa.
—Gato mugriento.
—¡Ya basta! —Es Bones quién les arrebata el control para poner el canal infantil—. Plaza sésamo es lo que veremos. —Proclama, sentándose arriba del control remoto y ganándose una mirada atónita de su jefe.
—Yo tengo que usar ese control remoto y tú comiste natto.
—Ups. —Bones usa a Kong de escudo humano—. No me mate si me tiro algún gas, jefe, no frente a sus niños que soy su tío favorito.
—En tus sueños. —Yut-Lung bufa y Jade ríe, dándole completamente la razón—. ¿Ves? El niño sabe.
—Los odio.
—También te amamos, Lynx.
Ash se sienta enfurruñado de regreso a su lado, Jade le extiende sus manos en busca de ser cargado mientras Dawn reposa tranquila contra el pecho de Eiji y Eiji decide acomodar su cabeza encima del hombro de su esposo, ganándose una mirada suave y un sonrojo adorable que lo hace olvidar aquel altercado por Hemingway o Plaza Sésamo.
—Creo que preferiría que mis hijos fueran otakus a que vieran esto. —Eiji deja caer sus labios contra el cuello de Aslan, eso incita una sonrisa bonita y juvenil, de esas sonrisas que le derriten el corazón y lo enamoran sin siquiera intentarlo por lo frenético que se tornan sus latidos.
—Dales tiempo para crecer, todavía no tienen ni siquiera un mes.
—Sí sé, sí sé. —Ash ríe acurrucando su cabeza encima de la de Eiji como si fuesen pingüinos juntando sus frentes—. No fue tan malo tenerlos en esta fiesta supongo, pero estaba más cómodo mimándote a solas.
—Qué no te escuchen decir eso. —Bromea, saborea la risa de su esposo en esta posición, sus manos se buscan por encima del sillón, sus hijos reposan tranquilos.
—No me importa que lo sepan.
—¿No? —Eiji alza una ceja, divertido—. ¿No te importa que sepan que el lince feroz fue domesticado por un inocente conejito?
—De inocente solo tienes la cara. —Carcajea por el descaro para decirle eso y de repente, se percata de que no aprecia más dicha brecha y que de alguna manera sus hijos los han vuelto parte del mismo mundo—. Y creo que lo saben desde hace un buen rato, digo, nos casamos.
—Puede ser.
—Además, Eiji. —El nombrado se remueve con pereza de su rincón seguro para entablar el contacto visual con su amante.
—¿Sí?
—Yo soy responsable de mi rosa.
¿Algún día me cansaré de poner referencias al principito? NO, amo demasiado ese libro y creo que le sienta muy bien a Ash y Eiji en el canon de BF. No me había fijado en algo, sin querer termine haciendo muchas referencias al flufftober del año pasado porque me lo imaginé un poco como secuela del fluff, no lo es, fue una idea que trabajo inconsciente pero si hay tantas referencias similares ya saben que es un guiño a ese fic. Y hablando de esos temas, mañana nos vamos a Cape Cod, el capítulo se me hizo super fuerte a nivel emocional, no tanto de advertencias, así que estoy nerviosa asjas. Mil gracias por tanto.
¡See ya!
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