2. Nauseas.
Hi~ Okey, acá vamos con una nueva dínamica. Antes quiero dejar algo muy en claro: este fic incomoda. Sí, porque es bien sincero igual en algunas cuestiones no tan bien aceptadas sobre matrimonio y embarazos en sentido de que se ven ambivalencias, no todo es rosa y maravilloso, hay cosas que superar de a poco. De hecho, hay terapia porque es mi fic~ y puedo hacer terapia de pareja si quiero. Especialmente Eiji estos primeros capítulos, pasa por mucha intrusión sobre no poder amar a su bebé y luego irlo procesando. Así que empatia, si el tema no es de tu agrado probablemente este fic no sea para ti. Eso antes que nada. Ahora sí, estamos en otra dínamica diaria con muchas referencias al canon y un proceso de revinculación matrimonial, so, hit it. Mil gracias a quienes se toman el cariño para leer.
¡Espero que les guste!
«Positivo».
Es positivo.
Está embarazado.
—No puedo estar embarazado. —Sus palabras se juzgan irrealmente amortiguadas en su lengua, es como si cada vocal escurriese clonazepam o zopiclona hacia su saliva y ahora tuviese una sobredosis involuntaria, tiene la cabeza hirviendo y cada extremidad de su cuerpo es de concreto—. No puedo...
—Ei-chan.
—Es imposible. —La desesperación aumenta in crescendo igual que la ferocidad de sus latidos, esto lo remonta a la noche en que Dino lo ató a la cama con Yut-Lung pero es mil veces peor ya que ahora está indefenso y además está arrastrando a alguien más a su vórtice de inutilidad.
A un bebé.
Su bebé.
—Es imposible. —Repite sabiendo que es mentira—. No puede ser verdad.
—No es imposible.
—¡Lo es! —Más que gruñir, solloza—. Lo es para mí, en mi casa van a matarme si estoy embarazado.
—Ei-chan, siéntate. —Pero no quiere sentarse, de hecho, no entiende cómo se las ha arreglado para mantenerse de pie, su respiración sube y baja de manera errática, los ojos le queman y de pronto...la posibilidad de perder a Ash es demasiado real, pero debió prevenirlo ¿cierto? Ha sido la astilla desde el inicio, por su culpa acabó disparándole a Shorter, por su culpa mataron a Griffin, por su culpa tuvo que entregarse a Golzine, es un ancla, ¿un ancla? ¡No! Peor, Eiji es una carga—. Tómatelo con calma, pareces al borde de un ataque de pánico.
—¿Q-Qué voy a hacer ahora? —No se da cuenta de que está llorando y ha caído encima de su regazo hasta que Ibe se agacha a su lado con la intención de abrazarlo, su calor sangra a través de sus ropas pero hace frío, hace tanto frío que cree que se convertirá en una estatua de hielo—. Mi familia nunca va a quererme de regreso así, ni siquiera sabía que podía embarazarme.
—¿Nunca te tomaste el test?
—¡Es obvio que no! —Grita y se arrepiente al instante porque se está desquitando injustamente con Ibe y él no merece esta clase de trato—. Lo siento. —Agacha la cabeza y se siente como un fenómeno ante las miradas curiosas del resto de la empresa, qué vergüenza, está haciendo un espectáculo muy innecesario y con razón Ash le pidió el divorcio si ni con terapia puede mantener su mierda en orden.
—No pasa nada. —Sin embargo, Ibe es comprensivo y no impresiona molesto, sino preocupado—. Estoy a tu lado.
—Ibe-san.
—Estoy acá y no me iré por nada del mundo, ¿entendido?
—No sé. —Pero la mandíbula le tirita, Eiji apenas logra articular un pensamiento—. No sé qué sentir.
—Está bien que no sepas qué sentir todavía. —Lo consuela, acariciándole los cabellos más cortos de la nuca igual que si fuese un cachorro que acaba de orinarse en su cama y temiese ser golpeado bajo el maltrato de su amo—. Lo vamos a descifrar juntos.
—¿No te irás? —Le pregunta apretándolo de los bordes del suéter.
—No me iré.
—¿Me lo prometes? —Lo aprieta un poco más fuerte—. Lo siento, no tienes responsabilidad familiar conmigo, no quiero presionarte. —Lo suelta.
—Ei-chan. —Pero Ibe no lo deja escapar, al contrario, lo sostiene con confort—. Estoy contigo y no te dejaré sin importar qué, es una promesa.
—Pero...
—Puedes decirme lo que te pasa y me quedaré acá. —Y sus palabras son demasiado, así que intenta.
—Estoy asustado. —No está seguro en realidad, busca ponerle nombre a esa emoción que se clava en su pecho y desgarra su corazón, como la etiqueta queda bien, repite:—. Estoy asustado. —Miedo.
—El apoyo de tu esposo podría ayudarte en estos momentos, te aliviará contarle.
Es miedo.
Eiji está muerto de miedo.
—Sé que Aslan puede ser bastante duro, pero te ama y creo que será un buen padre, él es la persona más indicada para apoyarte en lo que sea que elijas hacer y creo que eso te ayudará bastante.
—¿Esposo? —Balbucea, se desconectó durante la conversación y todo lo que hay es miedo—. ¿Ash?
—Así es. —El tono de Ibe es paciente y comprensivo—. Tienes que decirle.
—¿Decirle...? —El fotógrafo asiente—. ¿Por qué?
—Porque también es su hijo.
Cierto.
Este es su hijo.
Un hijo entre él y Ash.
—Ve a trabajar y cuando regreses firma el divorcio.
Un hijo indeseado.
Traga duro e intenta mantenerse aferrado a la realidad pero es en vano, la noticia lo consume dentro de un agujero negro de desesperación y ni siquiera por sí mismo o lo qué irá a hacer con ese pequeño ser humano en su vientre, sino por Aslan. Eiji debe ser el pilar de este matrimonio e inclusive de Ash, ¿cómo se atreve a romper el único trabajo que tenía? Su única tarea era estar ahí para él y ¡sorpresa! Fracasó igual que fracasó con la pértiga y fracasó en su carrera de fotografía, ¡el fracaso se encuentra implícito! Es casi de genética, así que no debería sorprenderle ser un fracaso de pareja y peor porque no sería tan terrible ser una pareja de mierda, pero atar a Ash usando un bebé.
Un bebé no deseado.
Un hijo que Ash no pidió.
Un hijo no amado.
—No puede saberlo, me va a odiar si lo sabe, me va a odiar aún más.
—¿Por qué? Hablas como si él no pudiese esperarlo y un embarazo entre hombres es algo común.
—Le mentí sobre el test.
—¿Eh?
—Le dije que no existía riesgo de embarazo sin corroborar porque me regresaría a Japón, le juré que me había hecho el test y era mentira, no quería que él pensara que era débil, prefería no saber a ser víctima de mi condición, yo le mentí, le mentí porque no quería que se quedara solito, él se veía tan solo. Sé que soy mayor que Ash, pero él siempre tiene que protegerme y aunque estoy bien con eso, oírlo directamente de él...
Regresa a Japón, serás una carga.
—Me hace cuestionarme por qué vine hasta aquí.
—¿Ei-chan?
—No me siento bien.
—Te ves pálido.
—Creo que voy a... —No alcanza a terminar la oración.
Eiji corre al baño de la empresa para volcar hasta sus tripas en el inodoro, la sensación del desagrado se cuela en el fantasma de un aceite negro y pegajoso, se adhiere como si tuviese ventosas sobre su paladar, pasa por sus grietas de dientes, por su garganta y al inicio se dice que se detendrá, que esto es solo un poquito y lo terminará olvidando, pero no ocurre. Lo que ocurre (tal como ocurrió en toda su relación con Ash) es que cada latido y golpe de corazón este aceite se manchita, usa esas ventosas para extenderse cada vez más, sus arterias se lo llevan, las venas lo devuelven, tras cada viaje dentro de su cuerpo deja un depósito de manera que al final todo Eiji se encuentra envuelto por ese cáncer.
¿Eh? Vaya manera de pensar en su futuro bebé.
Un cáncer.
Seguramente será un terrible papá.
Y Ash lo odiará por tener un bebé, va a creer que lo está intentando atar con ese bebé que ni siquiera fue deseado, recuerda que Dino intentó embarazar a Aslan para que se quedase a la fuerza y fracasó, no todos los hombres tienen la capacidad de concebir y suele ser un misterio hasta que se realiza el examen que lo clarifica o la concepción y acá está Eiji, siendo incluso peor que Dino, de pronto posee terribles deseos de llorar porque es mucho, sí, es mucho de pronto ser portador de otro ser humano, es mucho cargar con este divorcio repentino cuando creía que estaban bien, es mucho darse cuenta de que no está tan preparado para la vida, que sigue siendo un inútil y padres inútiles crían hijos con traumas y él no quiere traumar a su pequeño, así que tendría que abortar y ni siquiera decirle a Ash, ¡sí! Problema solucionado. Pero no es así y vuelve a vomitar.
Hay demasiado ocurriendo en su cabeza y a demasiada velocidad, ¿cómo puede llamarse a sí mismo esposo si es consciente de lo mucho que Aslan no quería tener una familia? Se asquea ya que conoce mejor que nadie el nulo control que plació su vida, lo ha escuchado una infinidad de veces romperse bajo las sábanas, suplicando por ayuda, llamando a su mamá y juró respetar sus límites, ser paciente, ser benevolente, mostrarle que es amado. ¿Y qué hace el hijo de puta?
Se preña.
Como Dino Golzine quiso preñarlo a él.
Lo ata aunque le acaba de pedir el divorcio.
Es una carga.
—¡Ei-chan! —La voz de Ibe se escucha lejana en el cubículo, concibe los ojos húmedos y le arden así sabe que está llorando pero no entiende si es por lo sucio del vómito, por aquella certeza de haber destrozado su relación transgrediendo el último límite o por pensar así de su pequeño bebé—. ¡Abre la puerta! ¡Deja que te ayude!
—Lo lamento. —Pero no tiene fuerza para estirarse y quitarle el pestillo de plástico gris.
—Estoy acá, trata de respirar. —¿Acaso olvidó algo tan básico y fundamental como respirar?, ¿acaso es tan inútil que ni siquiera puede hacer eso? Pero efectivamente su pecho sube y baja igual que un pistón de tiempo y no puede moverse del inodoro—. Acá estoy.
—Ibe-san.
—Acá estoy. —Finalmente la puerta se abre y esos familiares brazos lo envuelven.
—Estoy embarazado. —Y finalmente lo azota la realidad y llora desconsolado, tiene un poco más de veinte años pero siente que el mundo se le ha acabado y esa noticia que debería ser pura fuente de felicidad no hace más que generarle pensamientos autodestructivos. Ash le pidió el divorcio. Ash no es feliz a su lado. Ash no debería mantenerse atado a un hijo no deseado—. ¿Qué voy a hacer ahora?
—Shh. —El nombrado lo reconforta, haciéndole cariño desde la espalda hacia la columna—. Un paso a la vez, primero digiérelo.
—No quiero tenerlo, no puedo tenerlo.
—No tienes que resolver toda tu vida en estos momentos, enfócate en respirar, respira conmigo.
—En casa no me van a querer de vuelta estando preñado, no podré terminar mi carrera, me faltaba tan poquito, ¿dónde voy a ir? Ash me va a sacar del apartamento, no quiere vivir conmigo, ¡no tengo dónde ir! Mi bebé, no quiero matarlo pero no quiero que nazca en la calle, ¿cómo le pagaré escuela?, ¿acaso voy a matarlo? Debería abortarlo, pero no puedo, yo no...
—Shh. —Lo abraza con más fuerza—. Tranquilo, estoy acá y no te dejaré solo ni a ti ni a tu bebé.
—No quiero estar embarazado. —Solloza, aferrándose aún más a Ibe, apretándolo con tanta fuerza, desesperación y desconsuelo que cree que lo romperá si lo suelta—. No quiero esto.
—Lo sé. —Le besa la frente—. Pero todo estará bien, de una u otra forma lo arreglaremos.
—¿Cómo...? —Las lágrimas escurren y no impresionan tener final—. ¿Cómo arreglaremos esto?
—Ya lo veremos. —Ibe le presiona otro beso en la frente—. Pero todo estará bien.
—Ibe-san.
—Lo prometo.
Pero nada está bien.
Y nada está bien cuando tiene que volver a esa casa sin amor completamente devastado. Nada está bien cuando su mirada se posa en los papeles de divorcio otra vez, nada está bien cuando choca con los ojos verde pétreos de Aslan.
—Regresaste. —No posee el coraje suficiente para alzar el mentón, se siente un montón de pedazos inconexos que permanecen juntos a la fuerza.
—Regresé. —Musita—. Así es.
—¿Ya firmaste los papeles de divorcio?
—Ash, no quiero seguir con el tema.
—Deberías firmarlos. —Insiste—. Están encima de la mesa.
—Sí, me lo dijiste antes de salir. —Sus rodillas se profesan frágiles, su cara se siente empapada como si hubiese estado en una llovizna o hiciese un calor infernal—. Ya lo sé.
—¿Eiji? —Su voz se suaviza y odia que lo haga—. ¿Estás bien? Te ves pálido.
—No. —El japonés se abraza a sí mismo y retrocede, hay un abismo que resulta irreparable, no ansía que Aslan lo toque además, sabe que es su debilidad y le será imposible rechazarlo si lo hace, jamás ha podido y jamás lo hará—. Quiero irme a acostar, creo que estoy enfermo.
—¿Tú...? —Y esos ojos verdes se llenan de disculpas, como si supiera que este colapso tiene que ver con toda la presión impuesta que ese presunto divorcio planteó—. Lo siento.
—¿Por qué?
—Por todo. —Entonces dice y eso lo mata—. Lo siento por todo.
Yo no.
Yo no lo lamento.
No lo lamento por amarte.
—Debería irme a acostar.
—Sí. —Pero las piernas le tambalean y está a punto de desmayarse—. Te ayudo. —Y claro que Aslan lo atrapa, ¿cuándo no lo ha hecho? Probablemente por eso para Eiji fue tan fácil enamorarse, incluso siendo el villano, Ash se las arregla para ser su héroe.
—Gracias.
El japonés mantiene la atención clavada en el suelo mientras permite que su marido lo arrastre hacia la comodidad de la habitación, le sorprende la naturalidad con la que sus manos se buscan luego de meses de extrañeza y frialdad, permite que encajen a la perfección, eso le resulta repentino. Aunque claro, todo lo relacionado con su pareja apasiona súbitamente impredecible, por eso fue tan sencillo enamorarse una y otra vez, lo tiene atado a la punta del dedo y ahora Eiji puede atarlo también o al menos, eso cree, no se imagina a Aslan siendo un papá desertor después de su crianza y una segunda crianza que Max le ofreció.
—No tienes fiebre. —Su cuerpo se debilita una vez toca el colchón, no siente que le pertenezca ante la cálida palma de Ash rozando su frente y esto es tan cruel, aprieta su pancita por inercia y le asusta estarse encariñando con algo que no puede conservar o peor, algo que deberá conservar y se sellará como condena para su alma gemela—. ¿Eiji? ¿Pasa algo? —Su tono es dócil y cariñoso, ¿para qué si le pide el divorcio?
—Solo estoy enfermo, no te preocupes.
—¿Qué? —Y Aslan se mira tan pequeño tras esa mentirita blanca—. ¿Estás bien? ¿Comiste algo que te cayera mal? —¿Por qué me preguntas eso sino me amas? ¿En qué te afecta? ¿Por qué te incumbe?
—Esas no son preguntas que deberías hacerle a un desconocido.
—¿Crees que somos desconocidos?
—¿No es eso lo que quieres al separarte de mí? —Sus brazos aprietan con fuerza su vientre. No. No. No. No puede hacer eso o se encariñará, pero ya es muy tarde y está encariñado y es un revoltijo.
—Solo quiero... —El más joven aprieta los labios y se traga sus problemas porque sorpresa, no confía en alguien que ni siquiera es capaz de cuidarse y termina preñado, ya no tiene derecho a exigir nada y están a una firma de no ser nada—. Deberías descansar.
—Ash. —Pero el moreno lo frena—. Si tanto quieres el divorcio, ¿por qué no lo firmas primero?
—¿Qué?
—Me escuchaste. —Eiji se mantiene firme, mira los cabellos dorados salpicarse en la iridiscencia de la lámpara y flotar sobre sus ojos verdes, brillantes, son realmente brillantes y están llenos de infinita soledad, ¿siempre estuvo ahí o apareció en un descuido?—. Si anhelas que firme el divorcio lo haré, pero solo si tú lo firmas primero. —Y esto parece frustrarlo, lo nota por la tensión que tuerce encima de su mandíbula y alrededor de sus puños.
—¿Por qué tienes que ser tan irracional? —Casi es una queja.
—No soy irracional, solo... —Su mano navega hacia su vientre y se queda ahí, Ash no lo nota porque está bajo las sábanas, pero una calidez desmesurada empieza a sangrar de aquel lugar—. Tengo que asegurarme de algo.
—Supongo que es lo justo. —Aslan se levanta de su cama, infiere que no se concibe preparado para terminar la conversación y es injusto, él es la clase de persona que huye cuando las cosas se colocan demasiado difíciles y aunque trabajaron ese tema en terapia al parecer alguien volvió a estos hábitos más ariscos—. Tú ganas, Eiji.
—¿Vas a firmarlo? —Y no quiere confrontarlo.
—Probablemente. —Pero tiene rabia—. Antes debo esperar a que mejores.
—¿Por qué? —Tiene pena—. Ya no me amas.
—Tienes razón.
—Entonces, dilo.
Pero Ash no le responde, se limita a arrastrarse hacia el otro extremo de la habitación, mira a Eiji de lejos, siempre manteniendo una fachada craquelada. Y entonces, le sonríe, sí, con esa misma sonrisa que usó para mentirle sobre irse con Max y acabar en las garras de Yut-Lung, con esta misma sonrisa que le dio al brindar en Halloween para luego irse a pelear con Arthur, con la misma sonrisa que usó para decirle: «Siempre deseé haber tenido una vida normal».
Una sonrisa de no-te-merezco y lo-lamento.
Una sonrisa típica de Ash Lynx.
Una sonrisa de sayonara.
Una sonrisa que le da náuseas.
Obviamente hay mucho trabajo que hacer entre estos dos y Ash no actua así porque sí, algo grave pasó y de repente no solo pasa un hecho catastrofico, a veces son muchos que se acumulan y antes de que te des cuenta, la abalancha te cae encima. Pero recién partimos, la primera mitad de este fic es más trabajo que la segunda ya enfocada en el fluff eso así. Mil gracias a quienes me dan cuerda animandome en las dinamicas, son un amor. Espero que les haya gustado.
Nos vemos mañanita~
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