13. Contracciones.
Hi~ Ya, aprovechen estos dos capítulos que nos quedan antes de pasar a lo más intenso, el de hoy es bien rídiculo igual que el de ayer no más, pero en un nivel más tolerable, al menos hoy que fue un día cargado de estres y trabajo a pesar de ser sabado me hizo muy feliz, así que espero que les guste. Eso no más, tenemos de regreso a un personaje iconico y muy necesario.
¡Espero les guste!
—Aslan, mira. —Eiji aprieta su palma mientras el doctor descubre su pancita, el corazón le repercute contra los tímpanos, presionándole toda la cabeza, posee la lengua pesada, hay un resqueme a natto francamente desagradable, más, no permite que lo distraiga, porque esta es la primera ecografía en donde puede acompañar a su marido y...—. Está frío. —Ash conoce este sentimiento.
¿De dónde lo conoce?
Ah sí.
—Ahora soy feliz, porque sé que al menos hay una persona que se preocupa por mí, y no espera nada a cambio. No puedo creer la suerte que tengo.
Es el sentimiento más feliz del mundo.
Es ese sentimiento.
—Papá pronto te va a ver, pequeño, no te pongas demasiado exaltado. —Eiji le habla al bebé y Ash...
Apenas consigue contener el llanto, aprieta la mano de Eiji entre sus dos manos, construyéndole un refugio si así lo ansía pero ni siquiera es necesario, al contrario, las dos manos de su esposo disfrutan de una cabida perfecta en una sola de las suyas, pero en estos instantes, viendo cómo el doctor alza el mullido suéter color crema hacia su pecho, auscultando diversos aparatos junto al monitor donde verá a su hijo, sintiendo el gel filtrarse entre sus dedos mientras Eiji, Dios, su valiente y deslumbrante Eiji le da una mirada de puro amor, es Aslan quién se profesa demasiado vulnerable.
—Me hace cosquillas el gel. —Lo escucha reírse de los puros nervios entre dientes, tiene demasiadas ganas de besarlo y podría comérselo a besos en este instante—. Es raro, no me acostumbro todavía.
—Estoy acá. —Entonces le dice, presionándole un beso en los nudillos—. Estoy acá, cariño, estamos en esto juntos.
—Ash.
—Nunca más estarás solo en esto, te amo.
—Oh Aslan.
Y hay muchas cosas que anhela decirle, desea disculparse por no haber estado ahí antes, por haberlo dejado solo durante los primeros ultrasonidos, por no haber tenido las pelotas para contarle lo que ocurrió en el hotel con...por la soledad que debió sentir cuando conoció al bebé, por no haber estado ahí para discutir las opciones posibles y tirarle toda esa carga en los primeros meses, perdón, Ash no cree poder perdonarse eso a sí mismo. Es increíble lo mucho que Ash ama a este bebé si aún no lo conoce, pero lo hace, joder, recibiría una docena de disparos con tal de protegerlo porque...es su hijito, el hijito de Eiji y él. Mierda, es afortunado.
Es jodidamente afortunado a pesar de todo lo que le lanza la vida y en estos momentos, presionando sus labios contra los nudillos de su esposo, sintiendo el roce del anillo aun entre su boca, escuchando lo violento que late su corazón y mirando cómo el gel cae en su vientre, cree que puede contra todo.
—Te amo. —Le dice, presionando beso tras beso encima de sus nudillos, sintiéndose especialmente esperanzado y vaya que eso no es común en Ash—. Te amo tanto. —Se jura al borde del llanto y no exagera, por alguna razón Eiji tenía miedo sobre saber el género del pequeño, han estado aplazando las ecografías por lo mismo (pero como lo conoce especula que la primera vez que vino debió pasarlo increíblemente mal)—. Te amo y lo amo a él.
—También te amamos. —La sonrisa de Eiji le da mil años de vida—. Te amamos mucho, Aslan Jade.
—No puedo creer que de verdad vayamos a tener un hijo.
—Se le ocurrió aparecer en el momento más oportuno, ¿no crees?
—No fue tan oportuno. —Se defiende.
—Nos mandó a terapia, prácticamente salvó nuestro matrimonio. —Entonces Aslan ríe de verdad—. Probablemente sabe que su padre es un idiota que tiende a acarrear con demasiado y necesita que le recuerden de vez en cuando lo extraordinariamente amado que es, apuesto que tiene 200 de IQ.
—Probablemente. —Sonríe con las mejillas rojas y vibrantes—. Probablemente tienes razón.
—Siempre la tengo.
—Sí. —Ash musita, inclinándose hacia el rostro de Eiji para presionar sus labios contra su frente, no es un toque imponente ni demandante, es inocente y lindo, la clase de beso que Ash jamás se creyó merecedor y mucho menos imaginó que daría pero acá está contra el destino—. Esto es perfecto.
—Lo es.
—Antes de continuar. —El médico termina de esparcir el gel en el vientre de su esposo, se endereza, acomodándose los guantes de plástico y mirándolos—. Necesito que se quede el padre del bebé.
—Ya lo escuchaste, Lynx. —Bueno, casi perfecto—. Ve, yo me quedaré con Eiji de ahora en adelante.
—Yo soy el padre del bebé. —Fuerza su sonrisa para no espantar al doctor, da un gigantesco bocado de aire, sintiendo cómo el oxígeno cruza por cada sistema, recorre cada órgano, pasa por su torrente sanguíneo hasta finalmente relajarse en sus músculos, está calmado, está en el estado de pleno zen.
—El donador de esperma no es el padre del bebé. —Respira, se pone en posición de mindfulness al recordar sus viejas habilidades de terapia, deja su mente vacía, su mente es un lugar feliz con buenos deseos y pensamientos, entonces repite mentalmente su mantra de yoga: «OM». Paz y tranquilidad, alto, ¿acaba de llamarlo donador de esperma?
—¡Oye! ¡No soy el donador de esperma!
—Vaya, ni eso puedes hacer bien, tienes el pene de adorno.
—Digo que no soy solo el donador de esperma, también soy el padre. —Yut-Lung rueda los ojos con una actitud sumamente altanera y petulante que destroza cualquier mantra o respiración posible.
—Yo por el otro lado... —Entonces el hijo de puta se atreve a presionarle un beso a la otra mano del japonés con sus labios repletos de veneno y es genial, ahora tendrá que vacunar al bebé—. Soy un padre orgulloso porque he estado en cada una de esas ecografías, citas médicas y compras de ropas.
—Eso no te hace el papá de mi hijo. —Gruñe, envolviendo posesivamente a su pareja—. ¿Por qué viniste?
—¿Crees que me perdería otra ecografía de mí pequeño? —Carcajea indignado—. Puedes estar con ellos porque llevan tu ADN, pero me reconocerán a mí, serán mis pequeños Lee.
—Ni de joda.
—Uy, no los quiero cerca de alguien con boca tan sucia. —Entonces se atreve a poner ambas manos sobre el vientre de Eiji como si pudiese taparle las orejas a su bebé—. No lo escuches, mi amor.
—¡Eiji! —Gimotea y el nombrado luce irritado—. Yut-Lung está destruyendo nuestro momento feliz.
—Yo no estoy destruyendo nada, tú lo destruiste cuando decidiste ir a comprar cigarros a la esquina y no volver.
—Eso suena a algo que Max haría, no yo. —Gruñe defensivo—. Además yo no podía venir sino sabía de su existencia o del embarazo.
—¿Y por qué fue eso? —Yut-Lung se pasea con un impresionante histrionismo por el box médico, el eco de sus tacones retumba por doquier y le crispa la mandíbula, es un sonido desagradable, incluso se atreve a tirarse el cabello para atrás y abofetearlo con la coleta, ¿por qué diablos usa su pelo así?
—Estábamos pasando por momentos difíciles en nuestro matrimonio. —Alto, no necesita explicarse con el papanatas—. Casi atravesamos un divorcio.
—Gracias a que alguien estaba llorando encerrado en su cabezota, qué sorpresa. —Su risa le taladra el cerebro como si pudiese agujerearlo y revolverle los sesos, definitivamente odia a este tipejo.
—Sal del box.
—Sale tú. —Se enfrentan en medio de la sala.
—¡Es mi hijo!
—¡Eres un simple donador de esperma!
—¡Yut-Lung!
—Salgan los dos. —Entonces el médico ordena—. Están alterando al embarazado, vayan a resolver su conflicto poliamoroso a la sala de espera.
—¡Pero...!
—Que salgan o llamaré a seguridad.
Salen del box médico.
Hijo de puta.
Es que Ash no tolera el carácter tan exagerado, rencoroso y chillón que tiene Yut-Lung, de hecho no le cabe en la cabeza cómo ante el mínimo descuido acabó poniendo a Eiji de su lado, ¿amistad? Pues no le parece mucha amistad si Eiji tiene que pasar solo otra vez por un ultrasonido porque el maldito petulante no supo cerrar la boca y entender la indirecta, ¡ni siquiera invitaron a Ibe! ¿Por qué diablos iban a quererlo ahí? Además altera la paz mental, recuerda que en terapia para fomentar la sanación del politraumatismo fue necesario enfocar sus recursos en un lugar seguro, se imaginó algo parecido a Cape Cod pero con Eiji, Griffin, Max, Jess y todas las otras personas que amó ahí, pues invocar este centro de paz y armonía con Yut-Lung es como rezar al lado de Satán.
Okey, tal vez está siendo demasiado duro y el tipo es un par de años menor que él después de todo, de hecho, hubo un tiempo dónde se sintió extraordinariamente identificado con Yut-Lung Lee y toda esa sed de venganza implícita en sus planes, el problema con la venganza final es que es...vacía. Ash lo comprobó cuando vio a Dino arder en las llamas, no hay sentimientos, ni una pizca de satisfacción, no hay nada y ese vacío es mil veces peor. Cierto, Aslan lo llenó con otras cosas como la universidad, la pandilla, leer, escribir y con seres amados por supuesto. Sin embargo, el resentimiento era lo que movía única y exclusivamente a Yut-Lung, no quedó nada tras la masacre, no se calmó el dolor, a fin de cuentas eso era lo que ambos buscaban, que pagaran por el dolor, quién sea. Pero en algún punto Ash dejó de pensar de esta manera, se permitió amar y ser amado.
Eiji.
Eiji hizo tanta diferencia.
Y no solo Eiji, sino que también la hicieron Shorter, Skipper, Max, Griff, Jessica, Michael, Kong, Sing, Alex, Jennifer, Nadia, Charlie, Jenkins, Ibe, sus compañeros de clase, su terapeuta, colegas, las amas de casa, incluso Bones. Ash ha sido afortunado.
Ha conocido a personas malas, realmente malas.
Pero también, ha conocido a personas buenas.
Y va a ser papá.
Mierda y está acá afuera dando vueltas como un león enjaulado porque quería saber el género, Ash odia las sorpresas porque no puede predecirlas, la última sorpresa que hubo tenía cabello esponjado y grandes ojos cafés y acabó casado con esa sorpresa así que...quizás no sean tan malas.
—¿Puedes sentarte un rato? —Entonces Yut-Lung gruñe sacando los colmillos—. Me pones ansioso.
—¿Ansioso de qué?
—Pues obvio, Eiji es mi alma gemela.
¿Alma gemela?
No acaba de decir eso.
—¿Qué dijiste? —Ash clava las suelas de sus converse en el piso del pasillo, los focos le queman bajo el flequillo y su frente gotea, ya tiene la cabeza caliente, no necesita que se la calienten aún más.
—Lo escuchaste. —Pero el desgraciado no retrocede, al contrario, impresiona extraordinariamente satisfecho mientras más irritado se muestra—. Eiji puede ser tu esposo pero es mi alma gemela.
—Retráctate. —Lo amenaza—. Te lo estoy advirtiendo por las buenas.
—¿O sino qué, Edward Cullen?
—¡Ya basta de las referencias a crepúsculo! —Gimotea, dejándose caer encima de una banca negra y plástica—. ¿Cuál es tu obsesión con esa novela? Ni siquiera está bien escrita, no es literatura.
—Tú eres el que se esmera en actuar como el papanatas de Edward, apartándote una y otra vez del terco de Eiji porque te consideras a ti mismo... —Yut-Lung hace comillas en el aire—. "Peligroso" no es como si tuvieras una bomba pegada al culo ¡¿qué te hace tan peligroso de todos modos?! Además odio que apenas te laves la cara y tengas la piel reluciente, no es justo, apuesto que ni siquiera tienes tu rutina de skincare facial pero no, tienes tu maldita belleza de vampiro, por eso soy team Jacob o mejor dicho, team Sing.
—Así que sabías de su enamoramiento con Eiji.
—Para defenderlo, Sing debe tener un enamoramiento con todos los chicos que conoce.
—¿Qué?
—Sí. —Yut-Lung resopla sus uñas, acomodando una de sus piernas encima de la otra—. Estoy seguro de que tiene un crush conmigo, contigo y que tuvo uno con Shorter. —Algo en su expresión enciende sus alarmas mentales—. No deja de hablar de él ¿sabes?
—Tú. —Y no debería indagar si sabe que será una molestia y tendrá que profundizar—. Shorter y tú nunca tuvieron la oportunidad de conocerse.
—No realmente. —El más joven ríe y de repente, no se mira como el chico que los vendió a Golzine, sino como algo mucho más frágil e...inocente, deben ser ideas suyas, se dice—. Pero tuvo las pelotas para amenazarme, incluso con el chantaje de mis hermanos intentó clavarme un cuchillo cuando se enteró de mis verdaderas intenciones y se quedó con Eiji hasta el final, te era muy fiel, lo sabes ¿no?
Claro que lo sabe.
No por nada Shorter era su mejor amigo.
—¿Por qué...? —Ash mira el piso de la consulta, constipado, sus palmas están mojadas, le pesan aun si las tiene apoyadas encima de su regazo, sus latidos se han vuelto más estruendosos pero arrojan un eco lejano y lento, está angustiado, es fácil precisarlo—. ¿Por qué me dices esto? No entiendo.
—No sé. —Lo escucha tragar duro—. Pero creo que él estaría muy contento de verte libre del amor de Dino.
¿Es libre del amor de Dino?
La pregunta le cae como una pelota de concreto en medio de las entrañas, piensa en el concepto de amor que tenía Dino y los años que él pasó cuestionándose si ese era el tipo de amor que se merecía, permitiendo que la candidez de Griffin pasara a ser una memoria tan lejana que incluso se cuestionó si era perteneciente de otra vida. Para Dino era un mero objeto y solo podía actuar acorde le placiera ya fuese teniéndolo en una jaula de oro o destruyéndolo completamente. E Inclusive cuando él trató de morir por su cuenta o más bien, permitió que la anorexia lo comiera, Dino no lo toleró, no porque haya necesitado de él, sino porque el cerdo adoraba tener el control y hasta la muerte de Ash debía quedar a su merced. No. Eso no es amor.
—Allí haremos oficial, tu adopción.
Aslan Jade Golzine.
Qué broma más grotesca.
—Te amo, sweetheart.
Dino quería poseerlo, eso es cierto y sin embargo, eso no es "amor", los juegos retorcidos a los que Barba Azul lo sometía porque lo "amaba" tampoco lo eran, los te amo que los clientes le daban bajo el éxtasis de sus violaciones tampoco lo eran, los "te amo" de Marvin mientras grababa sus películas pornográficas o cómo Froggy apenas recordaba que era humano, «te amo» era algo sucio para decir, algo que las personas usaban para excusar su maldita crueldad, todos los que lo lastimaron le dijeron esas dos palabras en algún punto y aun así, ninguna se sintió como el amor se supone que debía ser.
¿Qué es amor entonces? Ash se interroga y piensa en...
Piensa en suéteres mullidos y tazas humeantes, en ensaladas de aguacates y camarones, en regaños porque no se ha quitado las zapatillas y ha dejado embarrado, piensa en alguien que desea almorzar a su lado sin importar lo que se demore porque sabe que Ash se salta las comidas solo, piensa en lo mierdoso que fue una recuperación mental y emocional, en lo incondicional que fue su apoyo, libros de leopardos, diccionarios de plaza sésamo, estampados de pájaros, cámaras que no lastiman, saltos de pértiga, cartas de amor ensangrentadas, pasajes de aviones, anillos de matrimonio, besitos entre las sábanas, toques inocentes y primeros besos millonésimos y miradas de mi-alma-siempre-estará-contigo.
Siempre.
Te amamos.
Eiji.
Eso es amor, no Dino. Y aunque Ash es lo suficientemente afortunado para hacer esta diferencia por haber disfrutado del sentimiento genuino, probablemente Yut-Lung no lo sepa.
—Al principio no lo entendía ¿sabes? —Es su acompañante quién ha quebrado el silencio, el matiz amarillento del poste se torna aún más opaco tras el titilar, son los únicos en esta área, cerca de una máquina expendedora de chatarra—. No concebía porqué te empeñabas en salvarlo, era absurdo.
—Yut-Lung.
—No tenía sentido, eran completamente opuestos, lo veía como una carga y tú estabas dispuesto a sacrificarlo todo con tal de mantenerlo a salvo. —Ríe, tirándose levemente los cabellos de la frente, mostrándole una expresión quebrada aunque suave—. Ahora veo que Eiji también estaba dispuesto a sacrificarlo todo por ti, probablemente eso te dio miedo. —No necesita una confirmación—. ¿No?
—Me aterró. —Pero se la da de todas maneras—. Eiji puede ser implacable cuando algo se mete en su cabeza y se enfrentó tantas veces a la muerte estando a mi lado. —El nudo de angustia se hunde aún más profundo en sus entrañas, remeciendo sus sentimientos en una marejada grisácea.
—Pero ahora lo veo. —Yut-Lung frunce la boca, relamiéndose antes de continuar—. Hay algo en Eiji que te obliga a amarlo, es como un cachorro molesto que te sigue hasta que le hagas cariño. —Una sonrisa adorna sus mofletes al pensar en esa metáfora.
—Es verdad. —Le sienta de maravilla, concluye finalmente—. Es justamente así.
—No quería arruinar ese ultrasonido. —Entonces confiesa, dejándolo aún más pasmado que antes, sus manos se crispan sobre sus rodillas, juguetea con las aperturas de sus jeans antes de mirarlo, es un tema difícil tratar con este histriónico considerando su pasado, pero supone que a fin de cuentas Blanca tenía razón y no es una mala persona y supone que no era tan imposible acabar de la misma manera sumido por el odio—. Pero tampoco quería quedarme fuera, lo siento.
—¿Te acabas de disculpar?
—¿Qué?
—¿Te acabas de disculpar? —Entonces repite.
—¡No! —Yut-Lung se pone rojo hasta las orejas—. ¿Por qué diablos necesitaría disculparme? —Sus brazos se cruzan como muros impenetrables por encima de su pecho, ha apretado los párpados con tanta fuerza que se le marcan las líneas del entrecejo y de repente, es divertido molestarlo.
—Sí tienes un corazón ahí dentro.
—Vete a la mierda, Lynx. —Gruñe—. De todas maneras tu hijo me va a querer más a mí que a ti.
—Te escuchas bastante seguro.
—Claro que estoy seguro, siempre quise un hermano menor.
—¿Un hermano menor?
—Sí, ya sabes, toda esa mierda de sé el adulto que siempre necesitaste de niño, yo quiero ser aquel hermano que necesité pero nunca llegó.
—Oh.
Silencio.
Se quedan en un silencio fatigoso porque esto se ha vuelto demasiado personal y Aslan francamente está incómodo teniendo que consolar al chico que literalmente le pidió que se suicidara disparando una bala en su propia cabeza, pero a fin de cuentas, ambos usaron el dolor como arma y ni siquiera, ambos usaron la maldición que es su belleza como un arma.
—Estamos en terapia de pareja. —Así que dice esto aun sino tiene control de cómo lo recibirá—. En un par de semanas voy a contactar a mi vieja psicóloga además para iniciar mi terapia individual, ya me dio el alta, pero pasó algo...malo, algo realmente malo y necesito entrar de nuevo.
—¿Puedes hacer eso? —Ash arrastra sus zapatillas hacia los soportes de la máquina expendedora, sintiéndose muy pero muy vulnerable en el pasillo de espera.
—Supongo. —Se encoge de hombros—. Es una terapeuta muy buena, al principio no acepté ayuda de ningún tipo y era bastante defensivo, pero entablamos un buen vínculo, supo escuchar y además, me dio herramientas que no tenía sobre mi politraumatismo, ahora es distinto y espero que maneje de nuevas herramientas para ayudarme porque estoy muy jodido.
—Tú... —Yut-Lung luce a lo menos confundido—. ¿Por qué me dices esto?
—Porque puedo pasarte su número.
—¿Me estás diciendo que vaya al psicólogo? —Claro que no debería sorprenderle que el señor «yo lo resuelvo todo con una botella de vino» se tome mal su buena intención.
—Solo digo que el estrés post traumático es una perra descorazonada.
—Tengo medicación para eso.
—Qué debe estar prescrita y tomarse según la indicación del psiquiatra y acompañada con terapia, no cuando estés aburrido o quieras darte un viaje más intenso con el alcohol.
—¿Por qué te importa?
—Porque no quiero a mi hijo cerca de una bomba de tiempo, si quieres estar en su vida tendrás que hacer esto. —El más joven se congela en su mueca de reticencia, tiene la boca arrugada, el entrecejo tenso y la nariz crispada, como si hubiese olido algo grotesco (natto por ejemplo).
—Entonces quieres que seamos amigos de enfermedad mental.
—No dije eso.
—¡Sí! Quieres que seamos, ¿cómo lo dicen ustedes los yankis? Bros de trastornos mentales.
—Estoy seguro de que ese concepto no existe. —Gruñe irritado, sintiendo el tic en su ojo palpitarle en el cerebro.
—Me gusta, eres mi bro de enfermedad mental.
—¡Para! —Ash enrojece por lo tonto que lo hace sonar—. ¡No! ¡No lo digas así! —Gimotea, bajando las defensas y ¿cuándo el temerario líder de pandilla actuó así con su némesis?
—Aww, quieres que seamos amigos de terapia. —¿Y cuándo el venenoso Yut-Lung Lee realmente se comportó como un niño?—. Me encanta la idea, podemos juntarnos afuera del consultorio para compartir traumas mentales, ponernos de acuerdo sobre quién paga los pañuelos e inclusive sobre emborracharnos en conjunto antes de la sesión, ¡ah! Ya que me aceptas en tu familia debería asistir a terapia de pareja, después de todo soy el tercer padre del bebé y no quiero perderme de la acción.
—¡No eres su papá!
—Yut-Lung junior se pondrá muy contento al verme tan involucrado.
—¿Yut-Lung junior? —Escupe.
—Pues claro. —Dice con malicia, cepillando su larga cabellera negra—. ¿Cómo más se va a llamar?
—¡Sobre mi cadáver tendrá ese nombre! —Pero el más joven le está tomando el pelo, no lo consigue disimular más y suelta una estridente carcajada que...—. Qué raro. —Se le sale el pensamiento, Ash da parpadeos de lechuza curiosa sin quitarle la mirada de encima a Yut-Lung—. Te ves casi normal.
—¿Eso qué quiere decir? —Aunque usualmente se tomaría como una ofensa el comentario.
—Te ves...normal. —No lo hace—. Como alguien de tu edad, eso quiero decir.
—Oh. —Yut-Lung baja la cabeza, avergonzado—. Gracias.
—Sí. —Musita—. No es nada.
Y tal vez, tener a Yut-Lung en su vida no sea tan malo.
Cuando Eiji sale de su cita médica está...raro. Si bien, Aslan no consigue precisar por qué lo presiente, conoce bien a su esposo y más allá de que Eiji es un terrible mentiroso su instinto jamás le ha fallado, por eso era tan fácil predecir que jamás lo mandaría de regreso a Japón. Pero se mantiene paciente, quiere respetar su espacio y probablemente siga enfadado por el desastre que fue su ecografía, por ende, se limita a apretarle la mano muy fuerte hasta llegar al apartamento, apenas se encierran bajo la comodidad de su hogar el japonés se planta ante Aslan, abraza su estómago con fuerza y lo libera:
—Son dos.
—¿Eh? —Al principio cree que escuchó mal, así que ladea la cabeza y le da una sonrisa floja.
—Son dos, Ash. —Entonces le repite—. Por eso mi vientre está tan grande porque vienen dos bebés, debemos estar atentos a las contracciones de ahora en adelante, el doctor dijo que... —No oye más.
Dos.
Dos bebés.
Dos hijos.
Dos hijos de Eiji y él.
Mierda, mierda, mierda.
—¡Eiji!
Aslan no puede evitar semejante felicidad, su corazón burbujea con efervescencia, su cabeza repite una y otra vez esas palabras, alza a su esposo entre sus brazos y le da vueltas por la habitación como si fuesen todavía una pareja enamorada, Eiji ríe y mierda, su risa siempre ha hecho estrellas pero en esa carcajada se las arregla para pintar una constelación entera, presiona un beso contra su vientre, lo gira, lo gira y ríe y no puede creerlo, mierda, es tan afortunado. De repente tiene ganas de sollozar y se odia por haberse vuelto viejo y sentimental, es todo un Max, sin embargo no puede evitar sentir que todo ha valido la pena hasta acá, que abuso tras abuso por muy cruel que hayan...está aquí, con Eiji, con dos pequeños en camino, está vivo y gracias, gracias por esto, Dios.
—No puedo creer que serán dos. —Finalmente dice, volviendo a acomodar a Eiji en el piso, su rostro sigue de un rojo brillante a causa de su propia risa, su cabello está desordenado y ya da igual la pelea antes de la ecografía—. ¿Cómo nos enteramos ahora? ¿No deberíamos haberlo sabido?
—Le pedí al médico que no me diera muchos detalles antes, estaba nervioso y no sé, estuve un poco más seguro hoy. —Se han parado frente a frente, Eiji envuelve su cuello como si estuviera hecho de plumas suaves mientras que las manos de Ash se han aferrado a su cintura, trazando círculos ahí.
—Me alegra que lo hicieras. —Bailan sin música y si bien, Ash sabe perfectamente cómo imitar esos elegantes bailes de salón cree que balancearse torpemente en el comedor es mil veces mejor, puede escuchar la música mental mientras flota entre los toques de Eiji, siempre le ha gustado la capacidad que tiene para resignificarlo todo, incluso su vida, es afortunado, está tan contento.
—Te vi con Yue.
—Ah sí. —Arruga el ceño—. Ahora somos bros de enfermedad mental. —Y se le sale el pensamiento.
—¿Qué? —Pero vale la pena hacer el ridículo si Eiji ríe—. ¿Qué es eso? —Si Eiji sonríe así, el mundo puede seguir girando y nada más importa—. Sabía que se terminarían llevando bien.
—Quería ponerle su nombre a nuestro pequeño.
—Bueno, ahora sabemos que son dos, podríamos...
—No. —Las manos de Eiji se deslizan con picardía hacia los cabellos más cortos de su nuca, se acerca, dejando descansar su mentón contra el pecho de Ash, acelerando su corazón con una facilidad única y exclusivamente suya, su pelo negro le hace cosquillas bajo la nariz, por eso lo besa—. Tenías razón.
—Tengo razón sobre muchas cosas. —El japonés tararea—. Pero ¿a qué te refieres específicamente?
—Esto de tocarnos de a poco.
—Oh. —Ash no sabe desde cuándo se ha convertido en un romántico empedernido, más si se toma en cuenta el nivel previo de disociación, pero supone que una de las ventajas de conectarse y poder enfrentar las cosas como una persona "normal" es esto—. Tienes razón. —Es poder sentir el aliento de Eiji quemarle debajo del mentón y erizarle la piel, es sentir su corazón volverse loco y calmarse a la vez, porque sabe que es este terco quién lo toca, quién lo ama y lo ama de verdad, no ese "amor" que encubre la obsesión y excusa la crueldad.
—Lo siento si te sentiste presionado con el tema del sexo.
—No. —Eiji se acurruca debajo, maldición, es hermoso—. Me alegró hablarlo en terapia.
—¿Recuerdas lo que nos dijo en nuestra primera sesión? —Sus dedos tiemblan en la cintura de Eiji, la estática hierve en su sangre y su estómago burbujea, le gusta bambolearse así, como si nada más importara—. Eso sobre la escala, nos pidió que enumeráramos nuestra comunicación del 1 al 10 con el 0 como no existe comunicación y el 10 un escenario idílico.
—Lo recuerdo. —Tararea y Ash se derrite bajo ese tonito—. Te puse un dos en comunicación.
—Fuiste generoso. —Bufa—. Yo nos puse un tres. —Se recuerda—. ¿En qué nivel crees que estamos ahora? —Están más cerca de lo que deberían, su pecho y sus caderas se presionan, a pesar del ardor esto es algo íntimo, algo tierno y dulce.
—Un siete. —Ash sonríe y siente a Eiji sonriendo contra él—. ¿Tú?
—También.
—Me alegro. —Eiji se aparta de su hombro para poderlo mirar y no es justo que sus ojos sigan siendo constelaciones de puro amor—. Ash... —Y aunque parece imposible que puedan acercarse más, ahí está Eiji, apretando sus brazos alrededor del cuello de Ash como sino pudiese dejarlo ir, tocando tan pero tan cuidadosamente su nuca que lo hace cuestionarse si sus pelos se habrán convertido en oro y él en una especie de tesoro—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Ya me estás preguntando algo, onii-chan. —Entonces lo hace poner un puchero y eso lo flecha, lo ama, lo ama tanto. Y aunque el amor siempre ha sido una palabra pesada considerando el amor que le dieron antes...se permite esta posibilidad nuevamente con Eiji—. Puedes, ¿qué es?
—Yo... —Lo mira tragar duro, su respiración se ha acelerado y eso sin duda enciende sus alarmas.
—¿Qué ocurre?
—Quiero... —Eiji se muerde el labio, sus ojos oscuros reflejan toda la luz del alba como si estuviesen llenos de estrellas, separa ligeramente su boca, se mira suave y rosada, tan dulce, ni siquiera debería atreverse a pensarlo considerando lo mucho que lo lastimó—. Quiero besarte. —Pero si Eiji dice eso entonces lo que Ash anhela no puede ser tan malo.
—¿Eh? —Los dedos del japonés se crispan encima de su camisa, tiene las mejillas espolvoreadas por un brillante carmesí y entonces lo repite.
—Quiero besarte de verdad. —Lo repite y diablos.
—Yo también quiero besarte. —Ambos se ríen nerviosos—. ¿Puedo?
—Sí.
Así que se inclina hacia adelante y lo besa, Eiji no se aparta, al contrario, lo envuelve con sus fuertes brazos y sonríe a pesar de la inocencia del beso, sus mejillas se sienten calientes, Aslan se queda sin aliento, pero en lugar de apartarse, se inclina, plantándole otro beso y otro y otro, por el mero placer a poderlo hacer. El dulzor impregnado a sus labios lo deja mareado y ansioso, tanto que podría caer pero no lo hace, porque una de las manos de Eiji ahueca su mandíbula y presiona su mejilla mientras se ríe y se besan como si fuese un primer beso adolescente y no llevaran años de relación, extienden esta caricia lo que debería haber sido una infinidad, es relajante, reconfortante y tan familiar.
—¿Eso estuvo bien? —Eiji le susurra, juntando su frente contra la de Aslan, su tímida sonrisa resalta el brillo de sus ojos cafés y no puede mentirse ni contenerse ni engañarse.
—Quiero besarte más. —Traga duro—. ¿Puedo?
—Todas las veces que quieras.
Juro que ya corto las referencias ironicas a crepusculo, perdón, es que se me escapan solitas. Mañana, aprovechen mañana porque luego se nos vienen dos días bien intensos por los promps y cómo accidentalmente terminaron escalando los capítulos, ops. Pero conseguimos un desarrollo de personajes bakanes viendo lo positivo, a puros putazos eso si. Muchas gracias a todos los que se tomaron el cariño para leer.
¡See ya!
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