10. Compras.
Hi~ Bueno, ahora que ya pasó lo más intenso podemos enfocarnos un poco más en el proceso de cambio que la relación de Ash y Eiji tendrá y en el mismo proceso de paternidad (en paralelo con la sanación obviamente) así que los capítulos se ponen lindos progresivamente partiendo por este.
¡Espero que les guste!
Aslan se alisa el suéter frente al espejo del baño, las arrugas azuladas no tardan en plancharse contra la suavidad de sus dedos, recorre desde el cuello redondo hasta la franja celeste estampada al medio con una serie de patrones simétricos otoñales y detalles rojos, compró la prenda cuando fingió yacer bajo la identidad de Christopher Winston, el hijo ñoño de Max, aunque se quejaba del contraste que le generaba con sus playeras blancas y sus jeans rasgados, era de sus prendas predilectas para asistir al campus, cree que este habría sido su estilo si Griff se hubiese quedado en Cape Cod en vez de irse a Irak. Le gusta el tipo de ropa mullida y reconfortante (por ende en secreto no aborrece a Nori Nori) pero algo en el espejo luce...roto, feo, hueco, incorrecto.
Luce mal.
Jodidamente mal.
Le da risa, Dino solía galardonar su belleza como si fuese extraordinaria, de la misma forma lo vendía a sus clientes. Jamás se ha sentido inseguro de su apariencia física, incluso en su anorexia él entendía que la distorsión corporal no iba gatillada por las expectativas del resto o de lo cultural sino de aquel trauma tan profundo que su cuerpo despertaba sobre ser algo ajeno y desconocido, por esto mismo, por lo que su antigua psicóloga llamaría "estímulos familiares" (es decir, los gatillantes) tanto toques furtivos, piropos, chiflidos y halagos le revuelven las tripas al punto de vomitar.
Nunca es un simple: «eres muy atractivo», siempre hay un precio implícito debajo y lo recordó mejor que nunca la noche donde todo este caos despertó.
Así que sí, se siente un poco mierdoso e inseguro en su cuerpo, más luego de haberle contado a Eiji.
Eiji, carajo.
Le contó a Eiji lo sucedido en el hotel.
—Te amamos.
¿Por qué? ¿Por qué aún lo ama? ¿Esa clase de trauma hecho padre quiere para su hijo?
No tiene sentido que le haya dado esa respuesta adorada, ni que lo haya abrazado con tanto cuidado si su cuerpo...y no lo reprochó, no le preguntó por qué estaba ahí ni por qué no luchó más fuerte, ni siquiera si lo pidió, no lo miró con asco ni lo privó mortificado de la crianza de su hijito aunque estaba en su derecho a raíz del "engaño", sino que lo acunó igual que lo hizo esa vez que Fox lo violó adentro de la bodega y estaba temblando tanto, cree que Eiji es el único que puede sostenerlo de esa manera y tal como ocurrió esa vez, sus ojos se desenfocaron vidriosos mientras las emociones llegaban todas de golpe. Nunca lo juzgó ni reprendió. Eiji no estaba enojado con él, ni lo culpó, ni llamó puta, ni dijo que fue su culpa, le dio comodidad, le hizo un hogar, a pesar de toda la mierda del divorcio y lo cruel que debió pasar estas primeras fases del embarazo solo, le dio esto que perdió a los seis años cuando Griff se fue, le dio eso que sintió el día de la boda, le dio eso que lo salvó en su carta.
Es que ha sido lastimado más veces de las que puede contar, se han aprovechado tanto que inclusive Aslan ha dudado ser un humano. Pero nada de eso importó ya que Eiji estaba ahí, validando su dolor y protegiéndolo aunque fuese un solo instante, Eiji estaba ahí y no tuvo que hacer o decir gran cosa, de hecho, no tuvo que hacer más que...estar ahí para Ash.
Se quedó a su lado.
Se quedó a su lado sin esperar nada a cambio.
No es justo, piensa. Porque le es imposible seguir fingiendo que desea un divorcio si Eiji no se la hace fácil y no le permite dejarlo de amar. Supone que Max tenía razón en ese sentido, más allá de lo frío, duro y mierdoso que fue aceptar una violación de nuevo, lo más terrible de todo fue ver que Eiji aun así se quedó a su lado, embarazado, lastimado y muy herido, pero ahí tirando su plan de anteponerlo por su propio bienestar al caño, ya no se puede apartar, no después de eso, no con su bebé en medio y ni siquiera es porqué el bebé sea el pegamento de su relación, no, pero Aslan desea permitirse esa fantasía sobre formar una familia y poder criar un hijito con su marido, quiere arreglarlo y arreglarse.
Hijo de puta.
Tremendo hijo de puta que es Eiji porque no lo deja ahogarse en paz y lo hace querer ser mejor.
—¿Ash? —Y como si lo hubiese atraído con su mente aparece por la puerta del baño, está vistiendo una de sus camisetas a causa de lo abultado que se ha tornado su vientre y es una imagen tan bonita que podría llorar, lleva su cabello esponjado de pluma de pájaro bebé desordenado tras su oreja, es sublime, le ha sentado de maravilla el embarazo—. ¿Estás bien?
—¿Qué podría haberme pasado en el baño? —Se ríe para quitarle importancia a su propia situación.
—Te demoraste y me preocupé. —Pero Eiji nunca lo hace y eso resulta demasiado para su corazón—. ¿Estás bien? —Repite—. Si te sientes enfermo podemos cancelar, no te sientas obligado a ir.
—Estoy bien.
—Ash.
—Lo estoy. —Baja la cabeza con el afán de esquivar sus ojos cafés, entiende que no debe subestimar la transparencia con que Eiji lo vislumbra y aun así, es en vano, porque en el suelo ya se encuentran acomodados dos pies pequeños frente a él. Hijo de puta que lo convierte en una plasta rosada gay.
—Mírate. —Sonríe—. Eres un desastre, cariño. —Traga duro, crispándose ante el eco de viento que las manos del japonés arrojan cuando las eleva hacia su cuello—. Estás todo desordenado.
—Me estaba terminando de arreglar. —Medio gimotea.
—¿Puedo?
—¿Eh?
—¿Puedo acomodarte la camisa? —Y no debería sorprenderle que Eiji se preocupe por su intimidad incluso en este nivel tan detallista—. La tienes doblada.
—Puedes. —Se lo permite, aguanta su respiración cuando esos dedos suavecitos pasan a las solapas de su camisa para alisarlas y doblarlas, siente la calidez fantasma sangrar hacia su piel hasta erizarle los vellos y es francamente acogedor, extrañaba la sensación de ser atesorado pero ni siquiera logró desglosarlo hasta este momento, teniéndolo al alcance de su palma—. Gracias.
—No es nada. —Ash alza el mentón, sabe que Eiji sonríe mientras sigue con su labor y no se pretende perder de eso—. Hace mucho no te veía usar estas ropas. —Confirma sus sospechas al chocar contra la expresión más adorable del mundo, seguramente no tiene ni la menor idea del estrago que causa.
—Las dejé de usar cuando... —Frunce el ceño, busca en los baúles mentales con respecto a su propia historia pero no lo consigue precisar, ¿cuándo fue?, ¿cuándo se involucró en los casos?, ¿cuándo las pesadillas resurgieron?, ¿o fue antes?—. No lo sé, creo que dejé de ponerle empeño en algún punto.
—¿Empeño a qué?
—A todo, a mi propia vida creo.
—Ya veo. —Se odia a sí mismo por hacer que Eiji esboce esa mueca de preocupación que impresiona solo estar dirigida hacia Aslan. ¿Dónde la ha visto antes?—. Perdón por no darme cuenta. —Ah, sí...
Es la misma mueca que vio cuando regresó del instituto de salud mental con un ridículo traje médico que le quitó a Max, se quedaron a solas en el techo luego de que discutiera con Sing, se sentía sucio, vacío, frío, luego de los experimentos como si su piel se estuviese escarchando con esa primera capa de lo que constituiría su carcasa congelada. Pero entonces Eiji le dijo algunas palabras, se paró frente a frente y lo envolvió, llevándose el cansancio físico y mental entre aquel mullido abrazo, él recuerda haber besado la ternura de su cabello presionando su mejilla, con el aroma a detergente aun pegado a sus ropas, ese fue el primera abrazo que Ash le devolvió y sus ojos le dieron esa mirada: me-alegro-de-que-estés-bien.
Y luego de la pelea de Arthur en Coney Island incluso empapado por sangre vio esa mirada de nuevo, y luego cuando lo rescató de las garras de Dino Golzine y otra vez (¡otra vez!) cuando supo que Aslan estaba enfermo porque llevaba semanas sin comer nada, cuando trajo una lata de sopa y una manta, cuando quiso enseñarle japonés y le dijo que deseaba ser más confiable.
—Ash...Estás a salvo. Menos mal...
Una mirada de eso.
Una mirada de «mi alma siempre estará contigo».
—Ash. —Y en estos momentos, cuando termina de alisarle la camisa y plancha con sus palmas todas las rugosidades se la vuelve a dar—. Te ves guapo. —«Guapo», piropo que hace alusión a su belleza, busca poner posesión y marcar una línea entre ellos dos, es la clase de cosas que sus clientes decían todo el tiempo—. Más que guapo, creo que te ves hermoso. —Y para variar, un estímulo que debería resultarle desagradable y ser sumamente reactivante.
—Gracias. —Si lo dice Eiji no lo es, pero así lo rehabilitó de las fotografías ¿verdad? Si bien, entiende que el progreso es solamente suyo, fueron las imágenes de su esposo las que le mostraron un nuevo ángulo de sí mismo y le hicieron perderle el miedo al sonido del flash, porque ahora no es arrastrado a la sonrisa grotesca de Froggy ni los toques de Marvin, sino a casa, siendo recién despertado por el chico más bonito del mundo y el mundo más bonito dentro de su alma—. Eiji.
—¿Sí?
—¿Estás seguro de querer hacer eso? —Hay miedo en su voz y no es consciente hasta que las letras se rompen en el aire, sus manos están temblando, su respiración se ralentiza, joder, está angustiado.
—¿Por qué no estaría seguro? —Entonces le pregunta con unos pestañeos curiosos de lechuza y ¿es que no tiene instinto de autoconservación?
—Bueno... —¿Acaso es masoquista?, ¿acaso no es consciente de que es un conejito entre las fauces de un lince?—. Ya sabes.
—No, no sé. —Tararea a conveniencia—. Explícamelo con claridad.
—Hace mucho no vamos a una cita.
—Así es.
—Y podría ser incómodo. —Pero el japonés se encoge de hombros y tiene las pelotas para lidiar con esto—. Podría ser muy incómodo.
—¿Y qué? No nos vamos a morir de incomodidad.
—Lo sé. —Traga duro—. Pero aun así ¿qué tal si no sabemos de qué hablar? ¿O si te digo algo tonto?, no quiero que me creas tonto, pero no es a propósito, mi cerebro solo hace corto circuito contigo y se traba para hacerme quedar mal, por eso dudas de mi IQ, no es justo ese autosabotaje.
—Ash.
—Además, ¿qué tal si te sientes mal y no sé qué hacer? No tengo experiencia con embarazos, carajo, ni siquiera sabía que podías embarazarte pero tampoco puedo pretender salvar nuestro matrimonio si no nos hablamos, solo que estoy nervioso y tengo miedo de arruinarlo porque no quiero arruinarlo más de lo que estamos, estoy muerto de miedo y preferiría quedarnos dónde estamos, no podemos, lo entiendo, solo que esto es un caos, vamos a terminar como el viejo y Jess peleando por la custodia.
—Ash.
—Maldición envejeceré tan mal, no quiero terminar siendo un viejo decrépito como Max, creo que...
—¡Ash! —El aludido parpadea, Eiji lo sostiene con fuerza de los hombros, está respirando con Aslan en un ejercicio involuntario que surge cuando se encierra en su cabeza—. Estaremos bien.
—Pero... —Balbucea—. ¿Por qué necesitamos hacer esto? No entiendo. —Y claro que lo comprende.
—La terapeuta dijo que necesitábamos conductas de cambio, ¿verdad? —Entorna los ojos, sí, sí, con el objetivo de cambiar la dinámica que prevalece en su comunicación y el impasse del silencio deben retomar conductas que fueron excepcionales y efectivas antes de que su relación cayese en el tema del divorcio e ir a citas es una de esas, incluso antes de ser novios, Ash adoraba llevarlo con la excusa de "vigilarlo" ¿hola? No necesitaba pasarle el brazo por los hombros y abrazarlo para "vigilarlo" y es tan obvio que le estaba coqueteando—. Estoy optimista. —Pero ahora es diferentemente caótico.
—No me siento para nada optimista.
—¿Por qué? —Entonces le arroja una sonrisa coqueta y mierda, no la había visto en mucho tiempo, por eso siente sus mejillas calentarse y sus piernas fallar—. ¿Estás oxidado?
—Yo no...
—¿Nuestro hijo debería llamarte abuelo en lugar de papá?
—¡Eiji! —Grita absolutamente indignado—. Eso no es para nada lindo.
—No estaba tratando de ser lindo.
—Bien, porque no lo eres. —Bufa amurrado—. Además, esa debería ser mi línea, tú eres el viejo de la relación.
—Pero tú eres el que le teme a una inocente cita.
—No tiene nada de inocente si te pones los jeans que te resaltan el trasero. —¿Y su filtro de mente?
—¿Acaso estabas mirando?
—Yo no. —Pero Eiji lo está mirando muy atento, ya no se puede retractar—. Sí, se te ven grandiosos.
—G-Gracias. —¿Acaso ha hecho al señor terquedad tartamudear?—. Me siento raro, ya sabes. —Su mano navega hacia su vientre y lo entiende puesto que la inseguridad en su iris es clara cual cristal.
—Te ves precioso. —Entonces se lo dice, lo toma del mentón para mirarlo al rostro porque es cierto, Ash no puede mentirle a esos ojitos cafés, vaya ironía considerando que es un asesino.
—No lo estoy. —El tozudo intenta zafarse—. Es raro ver a un hombre embarazado, no soy precioso.
—Lo eres. —No lo logra—. Nuestro hijo te hace lucir aún más despampanante. —Sus pupilas brumas se cristalizan tan inesperadamente que Aslan lo suelta de golpe, se siente como si recién lo hubiesen abofeteado, está asustado de haberse equivocado—. ¿Dije algo malo? No quería pasarte a llevar.
—No es eso. —Pero Eiji está sonriendo—. No estaba esperando que lo llamaras «nuestro hijo».
—¿Te molesta?
—No. —El japonés se abraza el vientre con una expresión indescifrable—. Fui al primer ultrasonido sin ti ¿sabes? —Y aunque lo presentía algo en la confesión le hace trizas el corazón—. No quiero que te pierdas más momentos de su vida aun sino ha empezado.
—Lo entiendo. —Traga duro—. Vamos.
Siendo sincero, nada de esto se siente completamente real puesto a sus resistencias para reelaborar su propio trauma y a fin de cuenta, su historia. Piensa en las palabras de Jessica, del año que le tomó recuperarse, en lo impotente que debió haberse sentido Max, en las grietas que surgieron alrededor del matrimonio y en cómo Michael quedó atrapado en medio, piensa en lo jodido que Max quedaba cuando Jessica despertaba repitiendo una y otra vez las mismas tres palabras «no me toques, no me toques, no me toques» Piedad. Se pregunta si su vida con Eiji será de esa forma y le da pena, porque si bien, nunca ha sido el predilecto de Dios, el mensaje se corrobora en un ciclo perpetuo, es burlesco a esas alturas, lo entiende, ¡Sherlock! Probablemente si hubiese sido decisión per-ce de Dios habría muerto desangrado en la biblioteca, pero acá sigue, con Eiji, vivo, habiendo sobrevivido otra vez los golpes de la vida, teniendo que levantarse por millonésima y una vez y es una basura.
Al menos debe admitir que contarle a Eiji sobre lo sucedido y verbalizar el evento fue clarificador en relación a su mente, siendo honesto era el balde de agua fría que necesitaba, al menos, de esa forma logró enlistar una serie de objetivos y metas compartidas en terapia:
I. Quiere intentarlo de verdad en terapia de parejas y según este avance indique, considerará en retomar la individual si su vieja terapeuta lo recibe de regreso.
II. Está muerto de miedo sobre la idea de ser papá porque la intrusión es fuerte e involuntaria con respecto a ser una copia de Jim y aun así, no lo paralizará. Quiere ser padre, es deseado.
III. Quiere mandar al diablo el divorcio, ama a Eiji, nunca ha dejado de amarlo y Max tenía toda la razón con respecto a que era una excusa para esconderse de su cobardía.
IV. Quiere apoyar a Eiji en el embarazo.
V. Quiere estar bien.
VI. Quiere dejar de tener miedo, últimamente tiene demasiado miedo con respecto a sí mismo y toda la desesperanza que esto implica, odia no poder hablar con Eiji porque teme herirlos aún más, odia no poderlo tocar por sentirse indigno, odia no dormir en la misma cama, odia esta distancia y odia pensar que pasará por todo este proceso de nuevo y que más adelante todavía exista la posibilidad de ser abusado otra vez. Odia eso. Acepta ese odio.
Por ende si debe hacer conductas de cambio y someterse a una hora de tortura semanal que así sea porque un hijo es una cuestión trascendental.
Un bebé.
Un bebé entre Eiji y él.
Diablos, ni siquiera se había dado la oportunidad de procesarlo, y sí, debería haber reprochado a Eiji por esconderle semejante información, es algo que él usualmente haría, no obstante es abrumadora la felicidad y más al vitrinear juntos en el centro comercial, igual que sus días de enamorados, bravo, ahora su voz mental suena igual que Max, ¿en qué momento se hizo viejo? Aslan se concibe a punto de tener otra escalada catastrófica cuando su mirada es atrapada por el mameluco que sostiene Eiji.
No.
Definitivamente no.
—Sobre mi cadáver le comprarás eso. —Es la primera cosa adorable que suelta en una cita, vaya, es todo un Don Juan.
—¿Por qué no? —Pero Eiji no luce molesto con su carácter agresivo, de hecho, las veces que se mira molesto no es por el carácter de Aslan sino por la autodestrucción que conlleva—. Creo que es lindo.
—¿Lindo? —Alza una ceja y se cruza los brazos contra el vientre, están en una tienda infantil repleta de otras familias, hay música de siesta sonando por los altoparlantes y el ambiente es raro—. Tiene un estampado de Nori Nori en la panza.
—Exacto. —El moreno parpadea—. Es lindo.
—Si esa es tu definición de lindo me estoy preocupando. —Balbucea y eso lo hace enfadar.
—Tú usas estampados de Nori Nori, no deberías quejarte tanto.
—¿Qué?
—Así es. —Su esposo le da la espalda como si lo hubiese ofendido pero vamos, es su deber salvar al pequeño de esos abominables pájaros—. Lo usas todo el tiempo.
—¡Es mentira! —Se pone rojo hasta las orejas tras elevar la voz—. Yo nunca usaría esa cosa fea.
—La usas.
—¡No la uso! ¿Dónde se supone que lo llevo?
—En la espalda.
—¿Eh?
—Tienes camisetas con el logo en la espalda. —Ash abre los ojos de golpe y deja caer la mandíbula.
—¿Cuánto...? —Vacila—. ¿Cuánto tiempo me has hecho usarlos? —Casi se lo imagina, el imponente líder frente a sus subordinados usando ese grotesco estampado y siendo el hazmerreír de la mafia.
—No mucho. —Miente y apesta mintiendo—. Desde que comenzamos a vivir juntos más o menos.
—¿Qué? —Se cubre la cara con las palmas y contiene un grito—. ¿Hablas en serio? Sabía que me ponías esas cosas en secreto pero no pensé que desde hace tanto, ¿cómo veré a los chicos a la cara?
—Oh vamos. —Pero el japonés solo le da un golpe juguetón en el hombro y eso es mil veces peor—. Bones y Kong pensaron que te veías lindo.
—¿Bones y Kong? —Adiós al respeto de sus subordinados.
—Incluso Ibe-san se sorprendió la primera vez que te las vio, pero dijo que lo hacías ver rudo. —Ash traga duro, la bilis le quema la garganta y de pronto se haya a sí mismo sosteniendo otro mameluco con un estampado de Nori Nori e imaginándose paseos familiares a conjunto, si bien, la idea le gusta, la mirada desorbitada del pájaro le da escalofríos.
—No. —Lo tira a la cesta de oferta—. No vamos a comprarle eso.
—Yo soy el embarazado. —Entonces proclama, enrollando su mano alrededor de su vientre, hábito que ha aumentado en estas últimas semanas—. Y por ende, yo decidiré qué ropas ponerle.
—Vamos. —Negocia—. No quiero que nuestro hijo sea la burla de los chicos.
—Los chicos pensarán que se ve lindo. —Debe haber alguna carta que aún no haya usado para...
—¡Yut-Lung! —Se odia por recurrir a ese comodín—. Estoy seguro de que estará en desacuerdo. —El japonés frunce el ceño, entrecerrando la mirada, acercando el mameluco hacia su rostro como si estuviese analizando hasta la última fibra con detalle, es de un color pastel adorable, incluso bonito.
—Lo aprobaría.
—¿Eh?
—Yue lo aprobaría.
—Estás mintiendo.
—No. —Dice eso y desvía la mirada—. Claro que no.
—¡Por favor! Se viste como toda una diva.
—Una diva que adora a Nori Nori.
—¿Cómo te las arreglaste para esconderme un embarazo? —Entonces gimotea, apretándolo de las mejillas para regañarlo y no se percata de lo mucho que ha pasado desde semejante cercanía hasta tenerlo entre sus manos—. Debes ser el peor mentiroso que existe en la faz de la tierra, no entiendo cómo me engañaste tan bien sobre tu condición.
—No sabía. —Le confiesa en apenas un susurro y si no fuera por la brisa fantasma en sus labios, Ash no lo hubiese escuchado—. No sabía que podía embarazarme. —Su estómago burbujea en náuseas.
—¿No sabías?
—Nunca me tomé el examen y... —La insistencia de Dino por embarazarlo lo abofetea, ¿si él hubiese sabido que Eiji podía concebir vida habría...?—. Perdón. —El corazón se le encoge dentro del pecho, le duele, le duele siquiera imaginarse a su solcito atado a un bebé nacido de una violación, lo lastima lo solo que se habría sentido, lo ambivalente y frustrado que lo pondría su hijo y de repente los ojos le queman y quiere llorar, porque se imagina lo poco amado que se sintió estando con Ash.
—Lo siento. —Y lo lamenta—. Lo siento por haberte dejado solo en esto. —El mameluco cae al piso.
—N-No fue gran cosa. —Balbucea con la voz rota.
—Por favor, perdóname.
—Ash.
—También los amo. —Le besa la cabeza—. Te amo.
Entonces lo abraza, lo abraza con fuerza, el toque de Eiji es distinto al de todos los demás, es mucho más suave, es delicado, es atesorable, Ash lo estrecha con dureza contra su pecho, no mucho porque hay una barriguita en medio, solo lo suficiente para que se fundan y pueda esconderlo dentro, ansía darle un refugio contra todas las tormentas y explosiones, anhela transmitirle el amor incondicional, irracional e irreal que Eiji le dio tras contarle lo sucedido. Se quedan acá, le acaricia los cabellos más cortos de la nuca, lo siente tiritar y tiritar, no puede parar y de pronto el suéter se moja con un débil llanto de animalito herido, su corazón late con fuerza mientras sus uñas se enganchan en su espalda y tiran de Aslan haciéndolo saber de lo mucho que lo necesitaba.
—Quería que estuvieras ahí. —Entonces Eiji solloza sin poderse mantener de pie por sí mismo, pero ya no tiene que hacerlo, Aslan no se irá—. Quería que estuvieras ahí en el ultrasonido. —El nudo en su garganta se acrecienta como si le salieran espinas, lo mata verlo así.
—Lo siento por no estar ahí.
—Ash...
—Pero estoy aquí ahora. —Intenta articular—. Y no los dejaré.
—¡Aslan!
El japonés corresponde con brusquedad del toque, busca aferrarse con desesperación de su espalda y se lo permite, lo siente elevarse en la punta de sus pies para poder hundir su carita llorosa en aquel lugar que queda entre el cuello de Ash y su hombro, su hueco especial, lo escucha aspirar su perfume como si lo hubiese echado de menos y de repente, se encuentra a sí mismo también llorando contra la ternura de Eiji. Porque ambos han sobrevivido, aun si deben acarrear con las secuelas y pasar por todo un proceso nuevo están vivos, acá, juntos, con una vida nueva, con un bebé, un bebé entre Eiji y él, su bebé y eso es más de lo que jamás podría haber pedido. E incluso si fue abusado... no quedan más Dino, ni Barba Azul, ni Fox, ni ningún fantasma que le haga daño, no van a apartar a Eiji lejos de su lado, no lo drogarán más, no volverá a dispararle a Shorter, no escuchará que Griff ha muerto, ni va a tener que enterrarlo, no más sangre, no más muerte. Ya basta. Y sí, es cierto que la vida resulta impredecible y así como se levanta puede caerse una vez más, pero ahora, en estos momentos está abrazando a su esposo, un esposo que pudo haberlo dejado, un esposo que podría odiarlo y en lugar de eso, pone de su parte porque quiere salvar esto también.
No puedo creer la suerte que tengo.
Es el sentimiento más feliz del mundo.
—Nunca quise divorciarme de ti, jamás. —Comienza, se atreve a despegarse lo suficiente para poder mirarlo a los ojos, procura mantener los toques en su nuca, es gentil, Eiji siempre es gentil con Aslan y él desea devolverle un poquito de dichosa ternura—. Pero estaba aterrorizado de que tú...
—Nunca te dejaría por eso. —Eiji también lo sostiene con firmeza, es irrelevante las miradas que los comensales les arrojan, es esperable, nada importa además de sus ojos cafés—. Jamás.
—Y eso era lo que me aterraba. —Entonces confiesa, necesitando ponerlo en palabras, sino lo hace ahora no cree poderlo hacer más—. A veces me siento presionado a estar bien y a veces estoy muy cansado, no quiero seguir esperanzado sobre recuperarme ni nada, era más fácil cuando estaba mal y todo era una mierda y podía quedarme en esa posición, es duro tener que iniciarlo otra vez y más cuando habíamos avanzado tanto, yo por fin tenía un cuerpo que sentía que podía ofrecerte y ahora me siento tan sucio.
—Ash. —Eiji lo acuna de las mejillas—. No necesitas ofrecerme nada a cambio. —Le recuerda—. Me quedo a tu lado porque te amo.
—Por mi culpa dejaste terapia. —Entonces lo confronta—. Por mi culpa estabas descuidando incluso tus clases. —Y el moreno parece sorprendido de que ponga el tema o más bien, lo haya notado.
—Eso no estuvo bien. —Baja la cabeza y se obliga a subirla—. No estuvo bien, lo sé y fue una excusa para seguir cargando con todo, no fue porque te hicieras muy pesado tú, yo no podía...me sobrepasé con tanto y anteponerte era una forma de no hacerme cargo de mí mismo.
—Odio eso, odio sentirme como una...
—Carga. —Completa—. También lo entiendo. —Los dedos del japonés tiemblan alrededor de la tela, es una mímica trémula y vulnerable que debe acoger—. Debí acercarme a aclarar las cosas antes en vez de permitirte llegar tan lejos, sabía que estabas pasándola mal solo, pero colapsé con el divorcio.
—Perdón. —Traga duro, su corazón se encuentra sangrando en la manga, está asustado—. Pero me daba miedo que me odiaras, debí decirte lo importante que eres para mí, que te amo y lo siento, yo lamento mucho todo lo que pasó, pero tenía tanta vergüenza de que me vieras la cara luego de eso.
—Nunca podría odiarte. —Claro que no podría, es el chico que ve bondad donde los demás aprecian un homicida.
—Estoy avergonzado de mí mismo. —Entonces lo dice y se tiene que limpiar las lágrimas para poder sostener el contacto visual, Eiji se alza en la punta de los pies igual que esa tarde en el techo, juntan sus frentes y respiran—. Siento que te engañé, por eso lo dije, sé que no fue consentido, comprendo en un nivel racional que soy la víctima, pero en cierta parte de mí mismo...siento que te traicioné.
—No me traicionaste. —Se lo aclara con suavidad—. Y estoy acá, a tu lado, todavía. —Eiji va un poco más lejos con esas palabras y envuelve la palma de Ash para dejarla justo encima de su estómago—. Estamos acá. —Corrige y usa el plural a propósito, porque es transparente cuando se trata de este terco y es afortunado. Gracias por quedarte a mi lado, te amo, eres maravilloso.
—Gracias por seguir acá. —Se permite decirlo, mostrándose más compasivo, sube sus manos hasta la espalda del moreno y lo estrecha con fuerza—. Gracias.
—Te amo. —Entonces Eiji le repite—. Te amo y no sé qué haría sin ti.
—Eiji.
—Mi americano idiota.
Oh Eiji.
Te extrañé.
Se acunan entre sus brazos con el corazón abierto, siguen aterrados, son conscientes de lo drenador que será pasar por esto, es normal, han pasado por mucho y recién lo están pudiendo abrir, así que se quedan acá, balanceándose entre los brazos ajenos, con la luz artificial empapándolos bajo todas las miradas curiosas de los clientes y la ropa de bebé arrimada a montones, con unas risas nerviosas chocando en el cuello del contrario sin razón aparente y un bebé en medio de ellos dos, un bebé, su bebé, su hijito dándoles fuerza.
Se abrazan recién entendiendo que serán padres e irónicamente, sintiéndose más niños que nunca.
Finalmente se rompió el impasse medio incómodo que tenían estos dos con esta conversación y ya puedo respirar, no sé, siento que se derrumbo ese muro que podía quedar todavía entre ellos dos así que ando muy contenta con esto. Espero que les haya gustado y ya vamos a 1/3 oficialmente del evento, muchas gracias, hacer estas dinamicas siempre me deja peor que el meme del chupado, pero a fin de cuentas nada sería tan motivante y lindo sino estuvieran acá, es gracioso, siempre me dicen que los hago sentir seguros o acogidos cuando es al contrario, yo me siento super segura, acogida y agradecida acá, así aque muchas gracias.
Nos estamos viendo mañanita~ See ya!
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