Llevo muy bien todo esto
Hoy es martes por la tarde, no es necesario decir donde estoy. Miré frente a mi asiento y fruncí las cejas, el chico terco no estaba. ¿Habrá entendido por fin que no quiero que me hable? o ¿será que lo asusté ayer que fui amable con él?:
"Salí del consultorio con la finalidad de irme a casa, pero me sorprendí al ver a Ross el engreído recargado en su moto disfrutando de un helado. Me acerqué al chico rodando los ojos—¿Qué haces aquí?
—Te dije que te llevaría —tenía tantas ganas de patearlo en la entrepierna, cómo era posible que se haya quedado una hora esperando por mí, sin embargo, pensé en lo que Tomás me comentó, que tal vez es tiempo de hacer amigos. Que va, soy tan amargada que no tengo ni idea de cómo socializar. Reí falsamente y se notaba bastante.
—!Ja! Quiero golpearte tan fuerte que termines en el suelo —él hizo una mueca—. ¡Bromita! —después de ponerse en marcha y llevarme a casa, solo se despidió como normalmente lo hacen todos y se fue."
Bueno, da igual, hoy no va a estar para joderme a la hora de estudiar. No tenía deberes por lo que pasé directamente a hacer mis apuntes para después repasarlos. Tenía mis manos en el teclado, pero no sabía que escribir, hace un rato en clase, leí el libro que uso para mis apuntes y no puedo acordarme de qué hablaba. Estaba empezando a frustrarme, observé por la ventana, sabía que estaba buscando al chico irritante, pero no entiendo, yo para qué quiero que venga.
Cambie mi expresión al volver a la pantalla de mi laptop, no estaba de humor para ponerme a estudiar, pero necesito esforzarme si quiero entrar a esa escuela y hacer lo que mi hermano. Para eso necesito que mis calificaciones sean excelentes. Escuché la puerta abrirse y volteé al instante, unas chicas entraron buscando con la mirada una mesa disponible. Suspiré girando de nuevo, hoy estoy muy distraída, no puede ser que esté preocupada por el tonto de Ross.
Como sea, no puede ser posible que hasta en mis pensamientos me haga la vida imposible. De cierta manera nadie había tenido el atrevimiento de venir a hablarme con un insulto a mi persona, ya que no me meto con nadie y nadie lo hace conmigo a menos que la ocasión lo amerite.
Mi teléfono vibró alertando una notificación nueva, fruncí el ceño observando que me había llegado un mensaje de él, ¿cómo rayos me había encontrado?, en ningún momento le pasé mi contacto.
Desconocido
"-Hola Amargot, soy Ross. He quedado con unos amigos para comer, no sé si quisieras venir."
Me daba pereza preguntarle de dónde había sacado mi número de teléfono o siquiera responderle. Era obvio que no iría, tengo cosas más importantes que hacer, mi tiempo y mi energía valen oro. Bloqueé el celular dejándolo a un lado para continuar con mis apuntes.
—¡Chicos su atención por favor! —observé al tipo mal vestido que se hacía llamar director, estaba en medio de la biblioteca y al ver que nadie le hacía caso se subió a una mesa agitando las manos. Todo el mundo se quedó en silencio por fin, hice una mueca sintiendo mucha vergüenza ajena—. Bien, hemos pagado mucho dinero para remodelar la biblioteca, los encargados han llegado por lo que les pedimos a todos que abandonen el aula —rodeé los ojos recogiendo todas mis cosas. Este director no tiene nada de profesional, tengo más profesionalismo insultando que él haciendo su trabajo—. Dentro de un mes se volverán a abrir las puertas de la biblioteca —no me jodas, dónde se supone que voy a estudiar, no quiero hacerlo en mi casa.
Salí del lugar tan sumida en mis pensamientos que no presté atención a la chica que estaba frente a mí evitando que bajara las escaleras. La miré ceñuda—¿Tú eres Margot? —sus ojos verdes divagaron por mi cara examinando hasta la más mínima imperfección.
—¿Quién lo pregunta? —se encogió de hombros.
—Me llamo Estela, soy la novia de Ross —hoy realmente me está sorprendiendo este chico o está contratando actores o de verdad tiene amigos e incluso novia, me cuesta creer la segunda opción la verdad—. Antes de que pienses que soy una novia intensa, he venido porque me comentó que te invitó, podríamos irnos juntas si quieres.
—No, hoy estaré ocupada —observé las escaleras con la intensión de que me dejara bajar, estaba de mal humor porque tendría que irme a casa a estudiar, donde probablemente llegué temprano mi mamá y no podré concentrarme.
—Entonces nos vemos luego —sonrió y seguido me envolvió en un abrazo. No correspondí nada porque eso había sido muy extraño, ni siquiera la conozco. Ya veo porque se gustan ellos dos, ambos son muy raros. Ella bajó las escaleras mientras agitaba su mano despidiéndose, no hice nada, nunca me había pasado algo así.
Me marché de las instalaciones para hacer mi rutina de siempre, esperar el bus en la parada. Vi a lo lejos a Emilio hablando con un chico, no quería interrumpir pero sería descortés de mi parte pasar y no saludarlo después de que me llevó la vez pasada. Me miró cuando ya estaba acercándome, sonrió e hice lo mismo.
—A ti te quería encontrar —arqueé una ceja sintiendo intriga.
—¿A mí? —asintió. El chico que estaba junto a él se despidió dejándonos solos.
—Ayer, puede que haya visto mientras salía casualmente... —hizo un ademan con sus manos cambiando la expresión de su cara a una más juguetona—, como es que te montabas en la motocicleta de Ross Navarro —rodeé los ojos desviando la mirada—. ¿Están saliendo? ¿Son amigos? ¿Amantes? Cuéntamelo todo.
—No me jodas —reí fuertemente. Ahora resulta que todo el mundo lo conoce—. Como voy a salir con ese engreído, no es nada mío, solo está molestando. No entiende que no quiero hablar con él.
—Cómo dices eso, él ha sido mi crush desde que entré aquí —puse cara de disgusto. Tal vez si es guapo, pero tampoco saldría con él, no saldría con nadie más bien, no tengo tiempo para esas cosas, ni siquiera para tener amigos. Me encogí de hombros, mirando al chico frente a mí.
—Es un tonto —ambos reímos a la par.
—¿Quieres venir a mi casa? —hice una mueca pensando en qué contestar. Hoy quería estudiar sin interrupciones, no puedo estarme distrayendo más, suficiente tengo con que Ross lo haga.
—Tengo muchos deberes —él asintió.
—Entonces, ¿te llevó a tu casa? —elevé mis hombros asintiendo.
...
Tarareé la canción que estaba sonando de las bocinas de mi computadora. Me encontraba en el suelo sobre un tapete felpudo, tenía algunos libros y lápices regados. Mis padres aún no llegaban, no se me hacía raro, la única que salía temprano de trabajar era mamá, pero esta vez no. Me sentía un poco sofocada por leer diferentes temas a la vez pero tenía que continuar, realmente necesito saber todo esto.
Tomé un plumón azul para anotar un pequeño subtitulo, sin embargo no pude ya que mi mano comenzó a temblar, mi ritmo cardíaco se aceleró y el aire empezó a faltarme. Cerré los ojos intentando tranquilizarme, no podía. Mi rostro se llenó de lágrimas, no sabía qué hacer, había una presión en mi pecho, más no entendía porqué. Me levanté e intenté recostarme en la cama. Era la cuarta vez que me sucedía algo así, pero jamás se lo he contado a Tomás.
Estaba desesperada, no podía quedarme quieta. Me volví a sentar en el suelo, limpié las lágrimas que salían descontroladas de mis ojos. Alguien tocó la puerta de mi habitación y abrieron, me alegré mucho que no haya sido alguno de mis padres, era Emilio, no era de extrañarse que él pudiera entrar como si nada, mis padres y los suyos se conocen de años, hay mucha confianza entre ellos.
—¿Margot? ¿Estás bien? —se agachó junto a mí, movió las cosas que estaban en el suelo para acercarse. Me envolvió en un abrazo, yo no era de tener contacto físico con nadie, no me gustaba pero justo ahora lo necesitaba. Pasé mis brazos al rededor de él, sollocé al estar recargada en su hombro, negando.
—Quiero a mi hermano de vuelta —sentí como su mano acariciaba mi cabello—. Me hace mucha falta.
—Yo sé que lo extrañas... —se separó de mí y me miró a los ojos—, pero él...
—Está muy lejos —desvió su mirada a mi computadora y asintió no tan convencido.
—Margot, me preocupo por ti —tomó mis manos apretandolas suavemente, negué bajando la cabeza—. Eres mi amiga, puedes contar conmigo.
—¿Soy tu amiga? —era la primera vez en lo que llevaba de escuela, que alguien me consideraba su compañera. A veces termino alejando a las personas porque no me gusta distraerme, sin embargo, con Emilio es diferente. Asintió volviéndome a estrechar en un abrazo.
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