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Estudiar en equipo no es lo mío

Gracias al cielo hoy las clases duraban menos y salía más temprano. Estoy llegando a la biblioteca para poder estudiar ahora si, sin interrupciones. Hoy me siento de buen humor, al parecer se están dando cuenta de eso porque voltean conmigo y me sonríen. Eso es demasiado raro, no estoy acostumbrada.

Abrí la puerta del lugar silencioso, todos estaban en sus asuntos hasta que vi el lugar en cual yo siempre me sentaba, junto a la ventana, ahí estaba el chico de ayer. Pasé por los pasillos agarrando los respectivos libros que ocupaba para estudiar, solo el que era más importante no estaba. Fruncí mi entrecejo tomando de mala gana otro libro. Caminé a mi respectivo asiento sin mirar al irritante tipo—Hola Amargot rompe-pies —alcé mi ceja, no iba a arruinar mi día, estoy bastante tranquila como para dejar que me saque de quicio—, ¿te comió la lengua el ratón hoy?

—¿Te conozco? —rio exageradamente. Desvié mi mirada en cuanto me senté, ni siquiera me iba a poner a renegar sobre el por qué estaba sentado en esta mesa si ya había más desocupadas.

—Amaneciste de buen humor hoy, se nota —tendió la libreta que antes leía y me la mostró, fruncí el ceño mirándolo. No entendía que es lo que estaba intentando enseñarme—. Estás estudiando para la misma carrera que yo —rodeé los ojos sin darle importancia. Saqué mi computadora, esta vez si me había traído un cargador para estar sin inconvenientes y no caer tan bajo como para pedírselo a este niño chiflado—. Podemos estudiar juntos, supongo —negué, que no piense que estoy para aguantar su voz o que me corrija cuando yo cometa un error. Es por eso que los trabajos grupales los hago yo sola, él no es especial, no me gusta trabajar con más personas, tampoco me agrada que me digan lo que tengo que hacer. 

—No, ni siquiera te emociones —tecleé en mi computadora, por fin iba a terminar mi tarea y quedaría libre para dedicar todo mi tiempo a estudiar. Vi de reojo el libro que tenía sobre la mesa, era un total idiota, había tomado el libro que siempre elijo para mis apuntes. Rodeé mis ojos, ni siquiera eso me podrá de mal humor hoy—. ¿Por qué tomaste mi libro?

—No veo tu nombre en él —entendía que se estaba vengando por como es que ayer le hice pasar probablemente el peor día de su vida, que no me provoque sino quiere que en todas las ocasiones que nos veamos lo este jodiendo. Sonreí sarcásticamente, a la vez que tomaba el libro rápidamente—. Lo tomé yo primero.

—Solo agarro lo que es mío —me miró incrédulo con un toque juguetón. Intentó quitármelo pero yo sostuve con fuerza, nos observamos un tanto retadores, no nos quitábamos la vista y tampoco el agarre que teníamos con el libro.

—También, Amargot, iremos a la misma escuela.

—Tiene que ser una puta broma —solté el libro, lo que menos me importaba era eso, mas bien debo enfocarme por qué demonios él irá a la misma universidad que yo habiendo tantas. No, Margot no hagas nada, relájate, cuenta hasta tres; uno, él sonrió pasando las hojas del libro "leyéndolo", dos, tomó apunte de algo que venía en el libro, tres, estoy frente a él arrancando la hoja de su libreta y haciéndola bolita para seguido arrojarla por la ventana. El chocante chico no dijo nada, solo observó como es que me volví a sentar en mi silla de nuevo.

—Eres una psicópata —al parecer no se podía creer lo que acababa de hacer ya que me miraba estupefacto y un tanto confundido. Por favor, ayer casi le rompía el pie, que no me venga con que no se esperaba eso de mí.

—No me molestes o el siguiente que salga por esa ventana serás tú —amenacé, diez minutos fueron suficiente para que este chico colmara mi paciencia.

—Tienes problemas de ira. ¿Has considerado ir a un psicólogo? —rodeé los ojos observado el trabajo recién terminado. Tenía cero deberes ahora, solo tengo que concentrarme en mi prueba. Abrí uno de los archivos en mi computadora con el que hacía varios apuntes, me gustaba acompañar la información con pequeños dibujos del tema, recuerdo cuando estaba en quinto de primaria, era la niña que siempre decoraba con plumones de colores los títulos de los temas.

—¿Qué me ves? —él rodó los ojos e hizo una mueca.

—Estás loca —no dije nada esperando a que prosiguiera, no me ofendía en absoluto—. Ocupaba esos apuntes.

—Pues entonces ve por ellos —solté una risa burlona mientras rodaba los ojos. Llevé mis ojos de nuevo a la computadora. Busque en la web algún tema que fuera relevante para poder pasarlo a un documento, estaba tan concentrada que no vi al chico frente a mí, agarró mi mochila que tenía alguna que otra libreta y la arrojó por la ventana. Sin ninguna expresión en mi rostro observé por ella y después me paré para encaminarme a la salida e ir por mi bolsa.

Era claro que me lo había buscado, es por eso que no le dije nada o incluso no le terminé de romper el pie—Tú empezaste... —si me llevaba, me tenía que aguantar.

Lo miré, más no le hice caso. Lo ignoré como si ya no estuviera ahí. Ambos bajamos por las escaleras en silencio. Ya afuera tomé mi mochila del suelo y el papel que había arrojado anteriormente—Toma —tendí la bola de papel hacia él, frunció su entrecejo.

—¿Estás bien? —lo que no sabe es que dentro de mí lo estoy maldiciendo, en serio no podía con este chico tan irritante, no había conocido a alguien que me sacara de mis casilla así de rápido.

—No te incumbe —me adentré junto a él de nuevo al instituto. Me quedé en silencio tan rápido me senté en mi asiento otra vez. Seguí trabajando en mi computadora, esta vez intentando no prestarle atención a la persona frente a mí. No me había molestado, lo que pasa es que estoy a punto de arrojarme yo sola por la ventana lo juro, estoy fuera de mis casillas y simplemente así me controlo.

Estaba buscando imágenes sobre el tema en el que estoy haciendo apuntes, en una de ellas estaba una piscina vacía, sonreí, eso me recordaba cuando fui con mi hermano en bicicleta hasta un lugar donde había una pileta sin agua, yo me terminé cayendo dentro y me rompí un dedo de la mano. Pese a todo lo malo que sucedió ese día, fue uno de los mejores momentos que pasé junto a mi hermano—¿Por qué tan... sonriente? —rodeé los ojos observando al tipo frente a mí, quité completamente la sonrisa de mi rostro.

—¿Por qué tan... entrometido? —arqueé una ceja.

—Te conozco, tu no eres de las que sonríe —solté un bufido un tanto burlón, desvíe la mirada llevándola a la ventana.

—Tú no sabes una mierda de mí —era un tarado, no me conocía en nada. No dijo nada más, y menos mal, estaba considerando en ponerme unos tapones en los oídos.

—Uy... —qué se supone que quiere, ¿ser mi amigo? ¿Hacerme la vida imposible? Lo veo muy difícil—. Hoy es viernes —intentó cambiar de tema.

Fruncí mis cejas—¿Y...? —cerró su libreta para meterla en su mochila y sacar otra.

—¿Sales con tus amigos? —ya no sabía si se estaba burlando de mí o simplemente el chico era muy tonto.

—¿Amigos? —reí—. A ti ni siquiera es necesario preguntarte si tienes amigos.

—¿Siempre eres así? —rodeé los ojos—. Ayer empezamos con el pie izquierdo, trato de remendarlo —reí descaradamente, esto ni de broma tenía solución, para mi fue odio a primera vista.

—No te creo, ahora déjame trabajar —ninguno de los dos dijo nada más, él solo se la pasó mirándome de vez en cuando, alcé las cejas por octava vez, miré por encima de la pantalla de la laptop encontrándome con la mirada del chico—. ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?

—No sé porqué me causas mucha intriga Amargot —observé por la ventana, creo que he tenido suficiente, hoy tampoco podré estudiar con calma aquí. No me gustaba estar en casa haciendo mis deberes porque mis padres siempre me distraían. Me levanté de la silla para guardar mis cosas. Y como un día más, acabé de mal humor—. ¿Te irás?

Le di una mirada incrédula, creo que era bastante obvio que estaba por largarme de aquí—Sí. Adiós —me giré para volver a pasar por los pasillos y dejar los libros que siempre ocupaba.

Acomodé mis lentes y la mochila también abriendo la puerta de la biblioteca. Había veces que salía de aquí muy tarde, casi cuando se iban las personas que estudiaban en la noche. No era exagerada, simplemente no me gustaba llegar a casa y que no me dejen hacer mis tareas.

Estoy en la parada del bus como es de costumbre en mi rutina de la semana, menos mal no me había dejado tirada el camión esta vez, solté un suspiro, realmente necesito relajarme.

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