En realidad mis padres nunca me han entendido
Miércoles. Observé mi reflejo mientras pasaba el cepillo por mi cabello, acomodé mi flequillo y mire el reloj que yacía colgado en la pared. Eran las siete de la mañana, aún era temprano para irme.
La puerta de mi habitación se abrió y mi madre entró. Se sorprendió al verme, fruncí mi entrecejo. Me molestaba que no tocaran a la hora de venir a mi habitación.
—Creí que te quedarías a descansar —negué volviendo a verme. Coloqué un poco de labial sobre mis labios—. ¿Qué te parece si hoy salimos a comer? Puedo llamar a la escuela y decir que surgió algún inconveniente familiar —volví a observarla. Sí, era extraño que esto esté pasando, no eramos tan unidas como para hacer algo así, sentía extraño aún que fuese mi mamá.
—Estoy lista para irme, tengo que entregar algunos trabajos —hizo una mueca de decepción y bajo su vista al suelo.
—Pedí lo que queda de la semana para pasar más tiempo juntas, puedo pasar por ti cuando salgas —tomé mi mochila.
—Voy a quedarme un rato en la biblioteca, tengo que estudiar.
—Podemos estudiar juntas, yo te ayudaré en lo que sea necesario —se estaba esforzado de verdad para que yo aceptara. Solté un suspiro dándome por vencida.
—De acuerdo, te veo en la salida — sonrió. Se había esmerado mucho en tratar de convencerme, sería una de las pocas veces que mi madre me invita a hacer algo con ella.
La entendía, lo que había sucedido ayer tal vez la dejo intranquila. Era la oportunidad de acercarse nuevamente a mí, porque teníamos tiempo sin hablar como madre e hija.
...
Las clases terminaron, no había muchos pendientes, por lo que me podía relajar por hoy.
Esperé a que Ross echara sus pertenencias a su mochila, él y yo no compartimos clases, ni siquiera en los recesos. Solamente está estúpida clase de dibujo.
Él chico sonrió cuando me miro e hizo que mi estómago se revolviera. No entiendo cómo sigue causando este efecto en mí. Le devolví la sonrisa.
—Creí que te quedarías en casa —negué.
—Es lo que menos quiero —tomó mi brazo y lo recorrió hasta llegar a mi mano. Observó mi rostro detenidamente y volvió a sonreír—. ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?
—No —rio. Pasó su mano libre por mi flequillo, jugando con él. No puedo describir como es su mi mirada en este momento, pero me incomoda, no de una mala manera.
—Hola chicos —Estela llegó hasta nosotros sacandonos de nuestra burbuja—, ¿cómo están? ¿Estás mejor, Margot? —ella se veía cansada, incluso llegó sin abrazarnos.
—Mejor, ¿tú cómo estás? —asintió dándonos una sonrisa forzada para responder a mi comentario.
—Estela, ¿pasa algo? —Ross la conocía mucho mejor que yo, pero era más que evidente que algo le sucedía—.Puedes decirme lo que sea.
Ella frunció el ceño, como si no entendiera nada, pero esa expresión le duró poco porque nos abrazo a ambos. Estaba callada y se mantuvo así cuando se separó de nosotros. Negó a la vez que soltaba un suspiro.
—Te llamo más tarde, tengo que irme —salió casi corriendo, ni siquiera le dio al chico tiempo de contestar.
Los dos nos quedamos confundidos, probablemente estaba pensando en ir trás ella al igual que yo. Pero no lo hicimos. Tal vez estaba abrumada por el hecho de que en unas semanas se iría.
Ross me miró, frunciendo sus cejas. Tomó mi mano y sin decir nada, caminó conmigo hasta la salida. Estela ya no estaba cuando llegamos afuera.
—Supongo que esperaré a que llame —asentí—. ¿Quieres hacer algo hoy?
—Me gustaría, pero mi madre me llevará a comer —se acercó a mí y estoy segura que fue con la intención de ponerme nerviosa.
—Entonces, ¿mañana quieres estudiar conmigo?, tendremos día libre —asentí. Era inevitable no sentirme atraída hacia este chico, la forma en la que me miraba me revuelve la panza. Ross tomó mi cara entre sus manos, sonrió cuando se acercó a mí, hice el mismo gesto y esperé a que acortara la poca distancia que nos separaba.
Me dio un pequeño beso y se separó al instante. Es increíble como este chico siga estando conmigo, pese a lo amargada que llego a ser o que estuviese conmigo después de todo lo que sucedió ayer. Hice una mueca evitando sonreír, pero fue imposible.
—Ross... —ambos giramos hacia el auto que había sonado el claxon, interrumpiendo nuestra "escena" romántica. Pude visualizar a mi madre dentro—. Llegaron por mí, ¿te veo mañana?
—Sí, te veo mañana —afirmó. Se acercó de nuevo y me estrechó en un abrazo. Me alejé de él sonriente, pero mi gesto se esfumó al recordar que mi madre vio todo y me cuestionará.
—Hola, Margot. ¿Qué tal tu día? —evité hacer contacto visual en lo que abrochaba el cinturón de seguridad.
—Todo bien —el auto avanzó. Solo se escuchaba la radio de fondo en el silencio incomodo que nos inundaba. Hice una mueca al escuchar como aspiraba para volver a hablar.
—¿Él era tu amigo, Ross? —sabía que sacaría el tema. Rodeé los ojos.
—Es mi... —fruncí el entrecejo y aclaré mi garganta—. Él es mi novio —decidí no voltear para ver su reacción.
—Oh, ¿desde cuándo? ¿Por qué no lo has presentado con nosotros así? —una de las razones era porque mis padres hacen demasiadas cuestiones.
—Luego lo invitaré a cenar —asentí.
—Me alegra mucho que, bueno, estés con alguien —giré para observar su reacción. Ella estaba sonriente, sin mirarme—. Lo sospechaba, aunque creí que él era novio de tu amiga, Estela.
Hice una mueca intentando no recordar eso, quiero decir, al verlo de esa manera, es extraño. O simplemente para mí lo es.
...
Mi madre se estacionó frente a un restaurante, al solo ver el establecimiento mi panza se sintió vacía y me dieron unas repentinas ganas de vomitar. Solté un suspiro cuando me di cuenta que tenia que bajar del vehículo, abrí la puerta y mi madre me animó a salir.
Ambas caminamos a la entrada, se veía que la comida era muy cara aquí. Una chica nos guió a nuestra mesa después de que mi madre dijera que había hecho reservación.
No quería estar aquí, no me gusta este tipo de comidas y mucho menos el ambiente, me da mucha ansiedad salir a este tipo de establecimientos por ciertas razones.
—Si no quieres estar aquí, podríamos irnos —giré para mirarla, estaba sentada frente a mí, me acomodé en mi asiento y negué con la cabeza.
—Estoy bien —no lo estoy realmente.
—Margot, lo que sucedió ayer... —solo observé sus movimientos y como es que bajaba la mirada—. Queríamos darte una linda sorpresa.
—Me pareció como si ustedes intentaran obligarme a hablar sobre Daniel —hizo una mueca.
—No, claro que...
—Es por eso que mi padre dijo todo eso en el consultorio de Tomás —trató de interrumpirme, pero continúe;—. Ya lo recordaba, mamá. Pero solo quería borrarlo de mi memoria, porque no me perdono por lo que le hice a Daniel.
—No fue tu culpa Margot —no me importaba que hubiera gente aquí, yo había comenzado a llorar—. Tienes que ser fuerte, sé que no es fácil, pero por favor, no te sigas torturando así.
—No puedes entender...
—Yo lo entiendo perfectamente, él era mi hijo y no hay dolor más fuerte que perder a tu sangre. Pero tuvimos que salir adelante por ti, Margot, lo hicimos por ti —me quedé callada esta vez. Tal vez siempre había pensado en mí y nunca me puse a pensar en su dolor. Se sentía extraño cuando mi mamá trataba de acercarse a mí, pero es lo correcto.
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