Emilio es una mala influencia, pero lo quiero
Suspiré por ultima vez antes de observar el techo que solo se alcanzaban a ver algunas siluetas de nubes porque la habitación estaba en oscuridad total. No podía conciliar el sueño solo por estar pensando en mi hermano.
Seguramente ya era de madrugada, pero no tengo noción del tiempo. Mi cabeza me dolía, sentía que en cualquier momento iba a explotar. Decidí levantarme para poder ir al baño, encendí la luz para poder observar hacia donde iba y a pasos torpes llegué al baño.
Al acabar de hacer mis necesidades pasé por la cocina para servirme un vaso con agua, volví a mi cuarto para buscar mi telefono y fijarme que hora era: una treita y nueve de la mañana. Fruncí mi entrecejo al ver un mensaje de Emilio, acababa de enviarlo;
Emilio
-¿Estás despierta?
-Asomate por la ventana.
-¿Qué haces despierto a estas horas?
-Solo ve a la ventana.
No vi absolutamente nada al mirar a través de ella, rodeé los ojos y justo antes de darme la vuelta pude verlo en el tejado de su casa agitando las manos para que lo pudiera visualizar. Sonreí.
Vi que apuntó a su celular y lo pegó a su oreja. Entonces una llamada entrante de él iluminó mi pantalla, rápidamente contesté antes de que mi tono de llamada sonara por toda la casa.
—¿Qué haces allá arriba? —reí viendo directamente hacia su dirección.
—No podía dormir, ¿quieres venir? —comenzó a hacerme señas con las manos, al parecer, para indicarme por donde subir—, en mi patio trasero hay unas escaleras.
—Voy para allá —colgué el telefono y lo guarde en el bolsillo de mi short para dormir.
No me importaba desvelarme con él, a fin de cuentas, esta noche me siento muy sola y no creo que pudiera dormir. Solo estaría dando vueltas hasta que mi sábana se arrugue por completo. Lo que menos quiero es pensar en mi hermano.
Salí por el patio trasero de mi casa para poder entrar a la casa de a lado donde me esperba Emilio. La escalera que te dirigía a su techo no era para nada segura, me tambaleé un poco al intentar llegar hasta donde estaba, pero logré hacerlo.
Al llegar me recibió con una gran sonrisa en su cara, estaba sentado con sus piernas cruzadas y también llevaba su pijama para dormir. Me llegó un ligero olor a tabaco cuando me acerqué a su lado.
—Creí que me mandarías a la mierda —reí. Me senté junto a él y observé las estrellas.
—Ya estamos en la mierda —dejé caer mi cuerpo al rocoso techo de la casa. Seguí admirando lo obscuro que estaba el cielo y como es que la luz de la luna y de algunas farolas ilimunaban donde nos encontrabamos.
—¿Cómo estás? —imitó mi movimiento para acostarse a mi lado.
—Viviendo, ¿tú?
—Exactamente lo mismo que tú, mi querida amiga —llevó su mano a su costado, para después levantarla y enseñarme una pequeña bolsa que sostenía—. La estaba guardando para un momento especial, por algo tú y yo estamos despiertos ahora mismo —giré mi cabeza para mirarlo a los ojos.
—¿De dónde sacaste marihuana? —encogió sus hombros.
—Se la robé a mi ex —aguanté la risa que me había ocasionado—. También esto... —saco una pequeña pipa de su bolsillo. Esta vez si solté una carcajada.
En mi vida me he drogado o siquiera probado el alcohol, pero esta vez no me desagrada del todo esa idea y eso no quiere decir que está bien, simplemete me da curiosidad, es todo. Al cabo de un momento, Emilio me pasó el artefacto con lo que fumaríamos, torpemente lo llevé hasta mis labios con la intención de darle una calada.
—¿Vas a darme lumbre? —alzó una ceja un tanto juguetón.
—¿Cuántas veces has hecho esto ya? —rodeé los ojos y negué.
—Es la primera vez —encogí mis hombros, sonriente—. Eres una mala influencía.
...
—¿Estás volando conmigo? —la voz del chico que estaba acostado a un lado de mí se escuchaba con eco, como si estuviera muy lejos.
No había preocupación de nada ahora, ni siquiera la preocupación que sentía cuando me atraganté con el humo y me estaba ahogando. Mi cabeza hizo una pausa y solo se dedicó a admirar lo lindo que es el cielo cuando es de noche, las estrellas brillando tanto para que nosotros podamos ver su luz, la luna iluminandonos, incluso siento que se ve más grande aún cuando te quedas un rato observandola.
—Eso creo —sonreí. Mi espalda tocaba el techo de Emilio, pero yo me sentía como si estuviera en una nube o como si estuviera en el agua.
—Tengo una idea —el chico se levantó y me tendió la mano para que yo lo hiciera igual. Acepté—, ¿tienes tu teléfono? Hay que bailar.
—Toma —lo saqué del bolsillo pero antes de entregárselo este se me resbaló de las manos y cayó hasta el césped que había en la entrada de la casa de mi amigo, no me importó, por primera vez en toda mi vida, no me importó. Reí a carcajadas junto al chico a mi lado, no podía parar, me causaba tanta gracia—. Escucha, hay que bailar sin música —sin decir nada él empezó a moverse con una canción inexcistente. Claramente a mí yo sobria le parecería una total idiotez, pero justo ahora solo quería bailar como Britney Spears. Reímos mientras cantamos una canción que no recuerdo el nombre.
—Yo bailaba con mi ex esta canción —asentí aún al ritmo de la canción que seguía tarareando—. Creo que ya no podré escucharla de la misma manera.
—¿Quieres hablar sobre eso? —sus ojos comenzaron a crisitalizarse un poco y entonces, paró para poder abrazarme. Me tomó por sorpresa, pero le correspondí.
—Terminé con él hoy en la tarde —su voz estaba entrecortada, así que calló unos segundos para recuperarse—. Él me engañó en una fiesta que organizó con sus amigos y me lo dijo hoy cuando las clases terminaron.
No tenía idea de qué decir, soy mala cuando se trata de consolar—Es un pendejo —fue lo primero que pasó por mi cabeza. Emilio rió, se separó de mí—. Quiero decir, ese idiota no merece tus lágrimas. Nunca he sufrido ninguna decepción así, pero sé que él no vale la pena. Sin embargo, tú mi querido amigo, vales muchísimo.
—Te quiero, Margot. Porque eres unas de las pocas personas con las que puedo ser yo mismo. Si fuera heterosexual por supuesto que estaría detrás de ti, así como Ross y Estela —agaché la cabeza algo timida por lo que acababa de decir.
—Eres un tonto, pero también te quiero —giro su cuerpo para observar la casa que estaba enfrente, paso su brazo sobre mis hombros y me atrajo en un cálido abrazo.
—¿Podemos hablar de lo que sucedió aquel día en tu cumpleaños? —mi estómago se revolvió y unas repentinas ganas de llorar me invadiendo. No quería hablar de eso, pero ya no podía callar más. Suspiré.
—Cuando cierro los ojos, lo veo. Cada noche que voy a dormir, lo veo. Empecé a recordar hace tres semanas, pero yo no quiero —las lágrimas se hicieron visibles en mis ojos—. Me temía que harían algo en mi cumpleaños y nadie pudo entender que simplemente yo no puedo soportarlo.
Emilio limpió mis lágrimas. Me siguió abrazando suavemente, no dijo nada, simplemente sostuvo su abrazo. Dandole vueltas a todo esto, me doy cuenta que de cierta manera Emilio, Ross y Estela me han ayudado a no pasar malos ratos y me siento apoyada con el hecho que se sientan preocupados por mí.
—Tus padres no pudieron rechazar a Ross cuando se presentó a tu casa con decoración e incluso un pastel que él hizo —hice una mueca sintiendo un poco de culpa por no haber siquiera probado su tarta. Entonces comprendí, que todo esto que hicieron mis padres, no lo hicieron para obligarme a hablar sobre Daniel.
—Mis padres me comprenden —acepté por primera vez y me puse en sus zapatos. Comprendo que para ellos tampoco es fácil todo esto y así como yo lo viví, ellos también lo vivieron—... Pero... ¿Crees que piensen que fue mi culpa?
El chico negó—No, Margot, nada de esto es tu culpa —entonces por qué se siente así.
—Aun así, no puedo evitarlo.
—Ellos siempre van a estar para ti al igual que yo —sonreí acorrucandome en su hombro. Hace mucho tiempo que no me sentía tan tranquila, solamente me pasaba esto cada vez que platicaba con mi hermano. Emilio me ha ayudado bastante, quitando el hecho que estoy drogada gracias a él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro