XXII : Chica ideal
Narra Triana.
Estamos en Cocoa, una de las discotecas más famosas de toda Barcelona. La conozco bien debido a todas las veces que hemos venido con: Nico, Ferran, Sira, Pedri, Eric, Ansu, Cristo y Alma.
Como siempre la discoteca está a reventar, aunque claro como los chicos son famosos pues tenemos reservado VIP.
Eric y Ansu han bajado a por las bebidas mientras que los demás nos hemos quedado hablando mientras vemos a la gente bailar.
Nos bebemos el primer cubata que han traído Ansu y Eric.
- Vamos a bailar que aquí me aburro - dice Sira.
Alma, Sira y yo bajamos a bailar abajo. Nos tenemos que ir moviendo entre la gente para hacernos algo de hueco, entre empujones conseguimos llegar a un pequeño espacio libre.
Un reggaeton antiguo más en concreto, "la gasolina" de Daddy Yanke empieza a sonar por todo el local mientras las luces de colores nos dejan atónitas.
El vestido negro ajustado que llevo no me deja del todo bailar a la perfección, pero me meneo como puedo.
- Vamo a darle hasta abajo - grita Alma y perreamos hasta abajo.
Después de un rato bailando canciones de reggaeton antiguo, que en mi opinión son las mejores para bailar, subimos de nuevo a la zona vip para beber algo porque estamos completamente sedientas.
- Ahora vengo - informa Gavi.
Ha pasado media hora y Gavi aún no ha vuelto.
- Chicas voy al baño - les digo a Sira y a Alma.
- Te acompaño - me dice Alma.
Yo asiento, las dos bajamos las escaleras hasta llegar al baño.
Hago pis tranquilamente, escuchamos una voz de una chica y le hago una señal a Alma para que esté callada.
- Gavi, deja ya a tu novia - dice la chica.
- Dame una semana.
- Solo una semana, no aguanto más, ¿te queda claro?
- Clarisimo.
- Estupendo - dice la chica.
Se escucha la puerta del baño abrirse y al rato salimos Alma y yo. Le he dicho que no diga nada de esto. Al pasar entre la gente, veo a una chica bajita, con el pelo por los hombros y pelirroja.
Está hablando con una amiga y al escuchar la voz me doy cuenta de que es la chica que estaba hablando con mi novio.
- Es esa - le susurro a Alma en el oído.
Subimos arriba de nuevo y cojo mis cosas ante la atenta mirada de todos.
- Amor, ¿dónde vas?
- A mi casa.
- ¿Estás bien? - me pregunta Sira.
- Perfectamente.
- Voy contigo - me dice Gavi y yo niego.
- Quédate con tu amiguita.
- ¿Qué? - preguntan todos desconcertados.
- Preguntarle a Gavi.
- Yo no he hecho nada. - asegura alzando las manos.
- No no no - grito empiezando a llorar.
Siento como me mueven.
- Amor, despierta - susurra Gavi.
Abro los ojos suspirando al ver que todo ha sido mentira. Que ha sido un sueño, o mejor dicho una pesadilla, porque de sueño no tiene nada.
- ¿Estás llorando? - pregunta acariciandome las mejillas.
- Sí - susurro apenas con un hilo de voz.
- ¿Qué ha pasado? - pregunta con preocupación.
- Una pesadilla.
- ¿Me la cuentas?
Le cuento la pesadilla y él no da crédito, está en estado de shock.
- Ya está, amor - dice dándome un beso en la frente.
- Lo he pasado fatal.
- Se nota, mi niña, pero ahora ya tranquila, yo estoy aquí contigo y jamás haría eso.
- Ha sido tan real.
- Ven aquí - indica, me tumbo en su pecho mientras él deja caricias por toda mi piel. - Duerme un poco anda.
Debido a las suaves caricias que deja por mi rostro, me acabo quedando dormida en su pecho.
Me levanto a las cuatro horas, y Gavi no está a mi lado.
Miro por todos lados de mi habitación pero no lo encuentro por ningún lado.
Bajo los escalones para ir a la cocina a beber agua y de paso hacerme el desayuno. Pero mientras voy bajando me doy cuenta de que huele a que están haciendo algo de comer.
Mis padres y mi hermano no están en casa ya que están en Sevilla, yo aún no he podido ir ya que he acabado el curso recientemente.
Y Alma está en Málaga visitando a unos familiares junto a sus padres.
Llego a la cocina sonriendo al ver la cara de concentración que tiene Gavi mientras está haciendo algo de desayunar. Me acerco por detrás y lo abrazo.
- ¿Qué estás haciendo?
- Tortitas.
- Me vayas a quemar la cocina - digo y él sonríe.
- Que no hombre, que tampoco soy tan mal chef. - dice y me pongo enfrente suya para mirarlo. - Bueno si, quemé una vez la tortilla de patatas.
- Hombre que si la quemaste, eso estaba más chasmucao.
- Era porque tu me distraias - me culpa.
- Encima la culpa la tengo yo.
- Si te paseas con una camiseta mía y debajo un tanga, pues me tienes babeando. - dice y yo me sonrojo.
- Venga anda acaba eso que tengo hambre.
- Pues cómeme.
- Mejor de postre - le guiño un ojo.
- Me lo apunto.
Saca las tortitas y menos mal que no están quemadas. Le han salido bien la verdad.
- ¿Quieres que vayamos a la playa? - pregunta mirando por la ventana.
- Sí, que hace mucha calor.
- Pues vamos a prepararnos.
Estamos montados en el coche dirección hacia una cala que descubrimos hace poco tiempo, que es preciosa y que encima no hay apenas gente.
- Pon música si quieres.
- Si pongo música ya sabes a quien voy a poner.
- A Aitana como no.
- Evidentemente, a esa mujer se le reza.
- Me estoy aprendiendo las canciones por ti.
- Ya era hora.
Tarareo las canciones de Aitana y sonrío al escuchar como Gavi también lo hace.
Llegamos a la cala, ponemos las toallas y la cesta que traemos en la arena.
Mientras yo me quito el pareo, Gavi empieza a hinchar la tabla de paddel surf que hemos comprado.
- Esto ya está listo - afirma cogiendo el remo.
- Pues vamos al agua.
Salimos corriendo hacia el agua, y cuando ya estamos a una altura considerada, ósea algo más dentro de la orilla, nos subimos a la tabla.
- Gavi, tío - me quejo cuando vuelca la tabla y nos tira a los dos.
- Es que ya era hora de darnos un buen chapuzon - dice riendo. - ¿Tienes frío? - pregunta acercándose a mí y por inercia enrollo mis piernas en su cintura. - Te quiero - me da un beso.
- Yo más - digo sacándole la lengua.
Pasamos el día metidos en la playa. A los dos nos gusta mucho la playa y ahora que hace calor pues aún más. Ha habido momentos de risas, de tonterías haciéndonos ahogadillas y salpicandonos. Momentos de besos apasionados y hasta secciones de fotos.
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