Capitulo 2
<<Si el que peca es el sacerdote principal, haciendo así recaer la culpa sobre el pueblo, deberá ofrecer al Señor un becerro sin defecto como sacrificio por el pecado cometido.>>
Levítico 4:3
Así pues el auto se puso en marcha, en ningún momento Max dejo de ver que iba haciendo el obispo, hasta que esté quito la mano de la palanca de los cambios y busco la mano del muchacho, quien algo temeroso le tomo la mano al hombre mayor.
—En que grado vas príncipe? —dijo el mayor sin despegar la vista de la carretera.
—Solo me queda este año para terminar padre.
—No me digas padre cuando estemos solos, para ti solo soy José —freno el auto y le besó al joven, quien en un principio no respondió hasta que tímidamente logro seguir el paso del beso abrasador que el otro le estaba proporcionando, se separaron por falta de aire después de un rato y el mayor volvió a poner el auto en movimiento.
—Claro José —dijo después de un rato en el que trato de unir las ideas.
—Bien, príncipe tenía muchas ganas de que aceptaras mi propuesta, desde la sacristía no he dejado de pensar que eres muy lindo, aunque si te soy sincero, nunca imaginé que me buscarás tan pronto —después de decir esto se hizo un silencio sepulcral hasta que el menor decidió hablar y preguntar sobre el trato.
—José, creo que ya te han informado de mi deseo de ser sacerdote, pero la verdad aún no se, porque tengo que ayudar a sostener mi casa, no tengo las condiciones económicas para costear mis estudios y si que menos para ir a otro lugar a vivir —soltó la mano del mayor y se puso a ver por la ventana el paisaje que iban dejando atrás.
—Príncipe, no te preocupes, si aceptas el trato todo queda pago, el seminario, tus estudios, la estadía, la alimentación, todo entiendes, además entre el trato está una ayuda económica mensual mientras terminar los estudios y entras al seminario, Max, está oportunidad no se la doy a muchos —al decir esto último busco la cara del joven y lo hizo verlo a los ojos.
—Y que me tocaría hacer para obtener esos beneficios? —pregunto algo temeroso y sabiendo o intuyendo lo que venía después.
—Solo por decirlo de algún modo que suene bonito, dejar que me meta a tu cama y te haga mi amante —ante la cara del joven en mayor saco una sonora carcajada —¡jajajajaja!, No me pongas esa cara, si lo miras desde un punto de vista tienes más beneficios que lo que vas a pagar.
—N-no es eso José, so-solo que no se...
El mayor lo freno de decir lo que estaba diciendo ya que habían parado en un retén.
—Buenas noches, a donde se dirigen, los señores? —pregunto un oficial de policía, viendo hacia el interior del auto, de forma extraña, ya que no era común ver aún joven de apariencia humilde en semejante vehículo y menos con un hombre que daba la impresión de ser refinado y a esas horas de la noche.
—Buenas noches oficial, vamos al siguiente pueblo.
—Entiendo, podrían por favor bajar del vehículo y entregarme sus documentos, usted sabe por protocolo.
—Claro, no hay problema, Max ya oíste al oficial.
Después de esto los dos hombres procedieron a bajarse del vehículo, el mayor de aquel dúo tan extraño le entrego los documentos del auto, más su documento de identidad, mientras que el menor del mismo modo entregó su documento de identidad, el oficial se dirigió a la patrulla para hacer la validación de dichos documentos, cuando se había alejado un poco de ellos el menor hablo.
—Jo-José?
—Tranquilo príncipe, no pasa nada, solo es rutina, igual el hecho de que un joven tan bello esté en un auto a esta hora de la noche y con un hombre mayor es algo raro, pero tú tranquilo príncipe.
Después de decir esto el joven se sonrojo, era la primera vez que alguien le decía que era bonito, siempre le habían dicho que era feo y no tenía gracia, y que este hombre de mundo le dijera eso era muy especial para él.
Después de un rato volvió el oficial hasta donde ellos.
—Señores todo está bien, pueden seguir —dijo tendiendoles los documentos.
—Gracias, Max arriba que se nos hace tarde —dijo el mayor recibiendo los documentos de manos del oficial, cuando el joven se había subido el oficial volvió a hablar.
—Padre, el joven está muy lejos de su casa, igual que usted de la diócesis, tengan cuidado que alguien más lo vea, porque nadie va guardar el secreto como lo hago yo —dijo el oficial de forma irónica.
—No te preocupes hijo mío, Dios sabe recompensar a sus soldados muy bien, y yo soy un enviado de Dios en la tierra —dicho esto el obispo saco la billetera del bolsillo trasero del pantalón y saco varios billetes de alta denominación y se los entrego al policía.
—Gracias padre, que Dios lo acompañe.
Dicho esto el obispo levantó la mano y dio una bendición al aire, que el oficial siguió, el mayor se volvió a subir al auto y prendió el motor, cuando el auto se había alejado lo suficiente de la zona Max hablo.
—Que te estaba diciendo?.
—Nada príncipe, solo que tuviéramos cuidado en la vía, porque hay ganado suelto.
—Esta bien.
El joven guardo silencio y se acercó hasta el hombro del mayor y se apoyó, el mayor al sentir esto le pasó la mano por la pierna y siguió manejando.
—Príncipe, antes de seguir, vas a aceptar si o no?.
—Si —dijo con la voz medio adormilada, el mayor sonrió de lado, el ratón se había metido a la boca del león de una manera fácil y limpia.
Siguieron por un rato más la carretera hasta que el auto se detuvo en un restaurante de comida rápida al lado de la vía, el mayor metió el auto por la zona de servicio en auto y movió al joven para que viera el menú.
—Pide lo que quieras lindo.
El joven se quedó mirando y le llamó la atención varias cosas, pero no tenía la intención de decirle, ya que para él esto era nuevo.
>>Pide lo que quieras, no importa.
Dicho esto se sonrojo el menor y cuando el auto de adelante se fue llegó el turno para hacer el pedido.
—Buenas noches, bienvenido, en que le puedo colaborar? —dijo una voz de mujer por medio de un parlante al lado de la pared.
—Buenas noches, me puedes dar dos hamburguesas, una doble carne con queso extra y tocineta y otra solo son extra de tocineta, papas, dos vasos de gaseosa uno extra grande y un vaso de helado con extra de chocolate, por favor.
—Si señor, siga y en la ventanilla se entregan su pedido, que tenga buena noche.
Dicho esto el mayor siguió y en la ventanilla cómo le habían dicho recogió el pedido y pago, cuando estaba poniendo el pedido en el auto el menor quedó impresionado, eso era más de lo que podía comer en un día en su casa.
—Max, quieres alguna salsa para las papas?.
—S-si por favor.
—Dos de cada una por favor.
Dicho esto y habiendo recogido todo se fueron de hay, Max no cabía de la emoción, iba a comer algo nuevo, al mayor no le pasó ese brillo en los ojos de su acompañante por desapercibido, definitivamente era un cabrón con suerte.
Se estacionaron y empezaron a comer, al principio Max estaba cohibido, no sabía cómo hacerlo, pero al final se terminó comiendo todo gimiendo más de una vez, cosa que al hombre mayor le pareció excitante ganándose así una erección impresionante, pero no quería asustar al niño, al fin y al cabo tenía mucho tiempo para llevarlo a la cama.
Cuando habían terminado en joven voluntariamente, se acercó al mayor y lo besó con ganas, el hombre no iba a pasar eso por alto y siguió aprovechando ese arranque hasta que el joven se separó para poder respirar.
—Gr-Gracias José, nu-nunca había comido esto en la vida —dijo sonrojado.
—De nada, príncipe, esto es solo para que veas que puedes tener a mi lado todo lo que quieras en el mundo —le cogió una mano y saco del bolsillo del pantalón una pulsera en plata, grabada y con varias piedras preciosas.
—No, no puedo aceptarla.
—Tranquilo es un regalo y además —se movió hasta la guantera del auto y saco una caja envuelta en papel de color gris brillante y se la tendió al joven —esto también es para ti.
El joven algo temeroso recibió el primer regalo y le hizo señas para que le ayudará a ponérselo, era ligero y además era muy delicado, el mayor después de abrochar el seguro de la pulsera se llevó el brazo del joven y le besó la muñeca, le dio la vuelta a la mano y le besó el dorso.
>>Eres divino y esto no se compara a tu belleza, ahora abre el otro príncipe.
El aludido algo temeroso, destapó la caja, cuando había quitado el papel quedó sorprendido de ver la imagen de la caja, solo había visto eso cuando los papás de Cristián le habían dado el celular el año anterior pero por lo visto este era mejor, ya que rezaba en la caja ser la última versión del año en la marca.
El joven se quedó mirando al obispo y este le hizo una asentimiento con la cabeza, el menor siguió viendo la caja hasta que le quieto la cinta con la que habían cerrado la caja, ya que se veía que el sello de seguridad de la marca había sido removido, cuando lo destapó vio un celular algo grande de color negro, tenía una especie de lamina en la pantalla sin contar con una especie de vidrio sobre puesto al aparato, lo levanto con mucho cuidado, era la primera vez que tenía algo así en sus manos, le dio la vuelta al aparato y vio la manzana en la parte superior del aparato, se quedó aún más impactado, era la marca más cara del mercado y era suyo, le entrego el dispositivo al obispo y siguió revisado la caja que era algo más grande que la de su amigo, vio el cargador, un manual de uso, una especie de tarjeta que le faltaba un pedazo y reconoció como un chip, los audífonos y cuando levantó la otra solapa de la caja que era más cuadrada, lo que vio lo dejo aún más impactado, era una especie de reloj, negro al igual que el celular, tenía una pequeña pantalla y una pequeña cámara también, cuando lo saco se volvió a mirar al mayor quien había visto todo de forma atenta, esperando la reacción del joven.
>>Es tuyo, mira —le mostró la pantalla del teléfono ya prendida y con señal —ya tiene chip y me tomé la molestia de anotar mi número, también le active un plan de internet, minutos y todo eso para ti, tiene WhatsApp y redes sociales, el reloj también tiene un chip con el mismo número de teléfono y está cargado, son nuevos y son tuyos.
El joven se quedó cayado y una lágrima rodó por su mejilla, tenía lo que siempre había soñado y algo más, recibió el teléfono y le puso una funda que tenía la caja de color negro, se pudo el reloj que se encendió de inmediato con la manzana y guardo el celular en el bolsillo, la caja la puso en el suelo, sin previo aviso se le montó en el regazo al otro hombre y lo empezó a besar.
El otro no corto ni perezoso, le siguió el beso hasta que se dio cuenta que no era el lugar ya que habían varios autos mas estacionado allí, así que lo alejó para que se bajará sin ser brusco.
—José, gracias gracias —decía el menor después de entender que tenía que controlarse.
—De nada príncipe, espero te guste y bueno ahora sí podemos hablar cuando quieras.
Después de un rato llevo al joven hasta donde se lo había recogido, se despidieron con un beso y este arrancó, el menor fue caminado hasta la casa de su mejor amigo con la caja y todo muy feliz, sin tener encuentran que no iba a poder explicar el regalo a la mañana siguiente.
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