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all mine.

Nayeon siempre ha sido una niña mimada. Básicamente nació en cuna de oro, siendo sus padres unos empresarios exitosos y teniendo más de una casa más grande de lo que necesitaba en verdad.

Ella no necesitaba trabajar, ni tampoco le interesaba. Tenía toda su vida resuelta, su hermano mayor era el verdadero heredero que quedaría al mando algún día.

Pero nada de eso le impidió enamorarse de una de las socias de su familia.

Myoui Mina no tenía ningún defecto a su paracer. Era guapa, adinerada e intimidante. La había visto en varias de las fiestas elegantes que los Im hacían, siendo Mina la que más llamaba la atención de Nayeon.

Se había quedado charlando con ella más de una vez, descubriendo que tenía 25 años y que ya estaba haciéndose cargo de los hoteles originarios de los Myoui. Era una mujer demasiado atractiva por su elegancia y mirada fría.

Y Nayeon aún recuerda como se besaron con hambre en el elevador a las habitaciones de aquel hotel donde era la nueva fiesta. Mina era ruda y demandante, mordiendo sus labios, usando su lengua y tocando con sus manos todo lo que podía.

El anuncio de que se había enamorado de ella no fue una sorpresa para sus padres y hermano. Se la pasaban muy juntas todo el tiempo, saliendo en uno de los muchos autos de Myoui.

Después de dos años decidieron mudarse juntas. Mina compró una casa que Nayeon quería, espaciosa y en un barrio cerrado sin muchos vecinos molestos. Estaba totalmente loca por ella.

Nayeon tenía ahora la edad de Mina cuando la conoció. Y aunque fue mimada siempre, le gustaba más cuando su novia lo hacía.

Mina le compraba collares, anillos, vestidos, zapatos, maquillajes, perfumes, todo lo que Nayeon mirara más de dos segundos. Complacer a su bebé era su especialidad.

Mas últimamente Mina era muy pedida en la oficina, y Nayeon se quedaba sola con las mucamas. Se servía copas de vino y esperaba impaciente a que la japonesa volviera.

Una noche no llegó a la hora de la cena, Nayeon había pensado que le llamaría para avisarle pero no lo hizo. Así que, sin comer ella tampoco, le pidió a una de sus empleadas que recogiera todo.

Se fue a la habitación y se quedó en su gran y cómoda cama, puso Netflix en la pantalla grande y buscó algo con lo que entretenerse.

Después de dos capítulos de una serie que le gustó vió como Mina aparecía en la habitación.

─ Tardaste mucho. ─ se quejó rodando los ojos.

─ Perdón, bebé. Un socio me invitó a cenar, le pedí a mi asistente que te llamara, ¿no lo hizo?

─ Esa perra te tiene ganas y me odia, por supuesto que no lo hizo.

Mina soltó una risa y se acercó a ella, Nayeon estaba enojada y fingía no mirarla.

─ Es buena en su trabajo, no puedo despedirla así como así.

─ Pues no te costó despedir a tu empleado que me miró de más cuando fui a visitarte.

─ Él no era tan bueno con los números como parecía.

─ Ajá.

Mina comenzó a besar sus mejillas y cuello, y acariciaba su cintura con lentitud. Nayeon siempre cedía con aquello.

─ ¿Y sí te pones bonita para mí? - pidió mirándola a los ojos. ─ No he visto que usaras ese vestido rosa que compré la semana pasada.

─ ¿Hay acaso una ocasión especial? Ni siquiera he cenado.

Mina frunció el seño, acariciando ahora con sus manos una de las mejillas de su chica. Quien quería volver el tiempo atrás.

─ ¿No cenaste?

─ ...

─ Bebé... - murmuró viendo el puchero que se le formó. ─ Lo lamento mucho, no pensé que tardaría tanto, debí llamar yo misma.

─ Sí, debiste.

─ Lo siento. ─ tomó una de sus delicadas manos y dejó besos en esta. Miró los anillos plateados de sus dedos y sonrió internamente por aquel que le compró hace mucho tiempo cuando recién se conocían. Nayeon tenía miles de accesorios, pero ese era su favorito.

─ Te perdono, no quiero que se repita.

─ Nunca más. ─ prometió volviendo a mirar sus ojos. ─ Estoy cansada ahora, así que mañana me dedicaré a ti. No trabajo, no asistente, ni socios. Sólo nosotras.

Nayeon sonrió y asintió, recibiendo el beso de su novia. Mina de verdad estaba cansada, así que permitió que el beso fuera lento y tranquilo, sólo disfrutando el momento después de no verse en casi todo el día.

Mina cumplió su palabra. Desde la mañana estuvo siendo la consentida, con besos y caricias, palabras bonitas y teniendo a su novia totalmente para ella. La japonesa rechazó todas las llamadas, quedándose en casa con su bebé.

Tal vez Nayeon debía de sentirse mal por hacerle eso, pero no lo hacía. A Nayeon le encantaba la atención de Mina y no le importaba cómo viniera.

De noche utilizó su vestido rosa, ese que Mina mencionó antes. Y fueron a cenar fuera, a algún restaurante caro que no quería recordar. Lo cierto es que cuando se puso bonita, Nayeon en realidad pensaba en formas de hacer que Mina le quitase todo con los dientes.

Después de tantas reuniones y tiempo en la oficina, esa parte de su relación había quedado de lado. Tal vez pasaron dos o tres semanas, y eso era algo que afectaba a Nayeon y, sabía, a Mina también.

Después de verla vestir una camisa blanca y pantalones negros, con cadenas en su cuello y el cabello suelto, Nayeon se había arrepentido un poco de querer irse de la casa. Ella quería estar en la cama, quería que estuvieran desnudas y que Mina le follara la boca. Amaba su polla con locura, siempre se encargaba de recibirla bien.

Mas logró llegar al restaurante con Mina. Se sentaron en una zona vacía, supo enseguida que su novia había pedido eso, quería estar a solas. Y cada vez que eso sucedía terminaba con ciertos dolores placenteros.

─ El filete de aquí es delicioso. ─ comentó Mina mirando el menú de la noche.

Nayeon casi hace un puchero por creer que era la única que tenía cosas sucias en mente. Si tan solo supiera que Mina ya se imaginó mil escenas de como hacerla llorar y pedir más por ella.

A Nayeon le encantaba lucir así de bonita, con diamantes encima, con perfume dulce. Le encantaba verse como una maldita perra cara. Y sonreía al saber que tenía el cuerpo perfecto para enloquecer a cualquiera.

Eso hacía que Mina amara tener a esa chica para ella, toda para ella. Verla arrodillada a sus pies, con ojitos llorosos pidiendo cosas demasiado sucias para decirlas en voz alta.

Mina cruzó las piernas. Nayeon igual.

─ Bien, entonces pediremos eso y el vino... éste está bien, gracias. ─ habló la mayor al chico que las servía esa noche.

Nayeon se paró de la silla, moviéndose hasta el balcón lista para disfrutar de las vistas de la ciudad. Rápidamente sintió las manos posesivas en su cintura y un aliento en su cuello.

─ Este perfume es mi favorito.

─ Lo mejor para ti.

─ Eres la mejor para mí, bebé.

Ah, Mina hacía que se sintiera hermosa. Su plan comenzaba poco a poco, ella quería jugar. Sintió los besos en su mejilla.

─ Mmh, Mina. ─ habló en un suspiro. ─ Ha pasado tiempo.

─ Lo sé. Y no te das una idea de todo lo que pasa por mi mente en estos momentos.

─ ¿Ah sí? Dime.

─ Llevarte a casa, romper este vestido tan bonito, que me mires a los ojos mientras te toco y escucho esos sonidos que me encantan.

─ ¿Por qué salimos entonces?

─ Me encanta la idea del peligro, hacer algo aquí y que luego me ruegues que termine lo que empecé.

Junto a sus palabras, Mina usó sus manos para acariciar a Nayeon, sintiendo la molestia de la tela rosa en el camino. En ningún momento dejó de estar detrás de su novia, así que no podía ver como Nayeon se mordía el labio ante las imágenes mentales.

Mina levantó el vestido un poco cuando llegó a sus muslos, peligrosamente tocando el interior de estos y sintiendo un verdadero placer porque su bebé no se estaba resistiendo.

─ ¿O es demasiado para ti? ¿Te preocupa que ese idiota venga a molestarnos? ¿Crees que puedes esperar a llegar a casa?

Nayeon no podía evitar derretirse ante los besos en su piel, ante la voz gruesa que Mina estaba usando y ante los toques en esa zona. Ella era demasiado débil. Nayeon quería tenerla por completo.

─ ¿Mmh? Responde, bebé. Sabes que yo no haría nada que no quieras. Pero, justamente esto me dice que estás de acuerdo. ─ tocó la ropa interior, donde podía sentir un poco de calor y humedad, no mucha pero la suficiente para empezar.

─ Mina...

Baby Nayeonnie. ─ dijo en su oreja con lentitud y una buena pronunciación.

─ Mami. ─ gimió al sentir más toques donde quería. ─ Mommy Minari.

No, no podía esperar, ella lo quería todo, ahora.

La habitación se había puesto demasiado calurosa. Desde incluso antes de entrar, Nayeon ya estaba atrapada en los labios de Mina, besándola con fuerza y deseo.

Se tomó su tiempo jugando con su boca, y metiendo las manos en la camisa blanca, Nayeon empezó a tocar los músculos duros de la piel de Mina. Su piel era tan suave y besable.

Por su parte, Mina la giró contra la puerta, sosteniendo sus muslos de forma de que estuviera en el aire con las piernas a sus lados. Nayeon no pesaba demasiado y era fanática de tenerla así.

Los besos pasaron al cuello de Nayeon, Mina se tomó el tiempo de morder y lamer, dejando varias marcas. Nadie más podía tocarla de esa forma. Era suya, toda suya. La enloquecía.

─ Ahh, mami. ─ gimió al sentir una dura presión contra ella. ─ Ya estás preparada para mí.

─ Siempre para ti, sólo para ti, bebé.

Pronto ya no estaba contra la dura madera, sino en el suave colchón. Mina tomó la delicada mano de Nayeon y la condujo hasta su entrepierna.

─ Eres una bebé muy sucia, mira lo que provocas.

Nayeon apretó un poco, la polla de su novia era de un gran tamaño, y escuchó el pequeño gemido de Mina. Sonrió con los dientes en sus labios, amaba eso, amaba ese sonido que ella causaba.

Los besos continuaron, usando lengua y dientes. Mordiendo y dejando labios rojos e hinchados. Nayeon empezó a desabotonar la camisa de Mina, quería verla sin eso. A la vez, Mina subía más la parte baja del vestido.

─ No me lo quites. ─ detuvo sus manos cuando quiso tirar la camisa de su lugar. ─ Me gusta cuando lo hacemos así.

─ ¿Con ropa?

─ Sí. ─ besó sus labios una vez más. ─ Amo tu cuerpo desnudo pero este vestido te queda tan bien. Déjame hacerte venir una vez y luego si quieres te lo arranco.

Nayeon asintió contenta. Fuera como fuera, que Mina la llevara al orgasmo era suficiente.

Los besos ya no estaban en sus labios, bajaban de su cuello a sus clavículas. Las manos de Mina comenzaron a bajarle la ropa interior, su encaje negro se retiró. Y los besos bajaron hasta ahí, a sus muslos tan blancos y gruesos, donde Mina siguió con sus marcas y mordidas. Hasta que llegó donde quería.

─ Ahí, mami. ─ suspiró al sentir la lengua de su mayor en el mejor lugar posible.

Mina jugó un poco con su bebé, siendo lenta y cuidadosa. También utilizó sus manos para estimularla, deslizó un dedo entre toda esa humedad y al oír su gemido se concentró en seguir con lo suyo con la boca y prepararla mejor.

Nayeon usó una mano para enredarla en el cabello negro de Mina mientras que con la otra se ocupó de apretar las sábanas blancas a su alrededor.

Pasó un tiempo en el que ya no sólo necesitaba la lengua de Mina, pero no pudo quejarse cuando sintió un dedo entrar en ella. Y sin aviso se agregó otro.

─ M-ma- mami. ─ llamó entre quejidos.

─ Te escucho, bebé.

─ No- no quiero- mmh. ─ Mina iba cada vez más rápido. ─ A ti, te q-quiero a-a a ti.

─ ¿Segura? ─ sus movimientos no se detenían por nada. ─ ¿Estás lista?

─ Ahh, sí, mami, sí.

Y como la mimada que era, Nayeon dejó de sentir los dedos dentro suyo y miró como Mina se ponía a su altura, quitándose el cinturón y bajando un poco sus pantalones.

─ Mírate, todo un desastre. ─ molestó. ─ No aguantas estar sin mi polla adentro, bebé. Y yo me vuelvo loca sin tenerte para mí.

─ Yo sólo te quiero a ti adentro, nadie más.

─ Nadie más. Eres mía, toda mía. ─ no se resistió y volvió a besarla. Con su mano libre tomó su rostro una vez separadas y la obligó a mirarla. ─ No veas, vas a sentir todo de una vez.

─ Pero, mami. A mí me encanta ver como entras.

Mina sonrió. ─ Para la próxima ronda.

Sin aviso alguno, Nayeon se sintió llena. La polla de Mina se había metido muy rápido y la sensación no fue para nada incómoda, de hecho le había gustado tanto que abrió los ojos en grande ante la sorpresa. Quiso mirar hacia abajo.

─ Mírame, Baby. ─ una vez más agarró sus mejillas y las mantuvo firmes. ─ A mí, sólo a mí.

Entre gemidos y jadeos, Nayeon era penetrada una y otra vez. Al principio con un poco de lentitud, hasta que Mina comenzó a ser más brusca y sucia. En la habitación el obseno sonido de sus pieles chocar era la única música, acompañada de los ruidos de sus gargantas.

─ Ahh~ Mami, m-más fuerte.

─ Eso es, bebé, pide, pide.

Nayeon echó la cabeza hacia atrás, totalmente ida por el placer. Hasta había cerrado sus ojos.

─ Esos ojitos en mí, sólo en mí. ─ volvió con sus acciones brutas. Mina sabía que a Nayeon le gustaba rudo. ─ Vamos, bebé, vamos.

Luchando contra todo lo que podía, Nayeon no dejó de mirarla a los ojos y gemirle en la cara. Hasta casi sentía como la baba se le escapaba de la boca de tanto tenerla abierta.

Mina sentía sus uñas recién hechas en la espalda, con arañazos y marcas que sabía que le dolerían más tarde, pero ahora no importaba. Estaba con la mente demasiado ocupada.

Su pene se sintió atrapado y Nayeon comenzó a gritar más, lo que significaba que estaba cerca. Mina le hizo caso, siendo más rápida y más dura, luego usó su mano para acariciar su clítoris en buaca de ayudarla con su liberación.

Mina también se sintió cerca cuando Nayeon le mordió los labios en un intento de callarse. Pero sabía que Mina amaba escucharla.

─ Tú puedes, bebé. Es hora.

Nayeon llegó al orgasmo poco después, cumpliendo su palabra de no dejar de verla. Mina se concentró en dar más estocadas hasta liberarse también. Las dos tenían los pechos bastante agitados y al seguir con ropa sentían más calor aún.

─ ¿Ahora sin ropa? ─ propuso la menor.

Mina ni siquiera había salido de ella cuando escuchó esa pregunta, así que riendo dijo:

─ Por supuesto.

NO SÉ Q HICE NO ME JUZGUEN
estudié para hacer esto, espero
q al menos algo saliera bien pls

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