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Capitulo 12 Maratón 2/3

La cocina es tu estudio, la comida es un arte, pero nunca olvides que el principal condimento para hacer una comida perfecta, es el amor.

Esa era la frase que rezaba en el inicio del muy antiguo recetario de su madre, a la cual Lilith no había logrado conocer por haber fallecido poco despues del nacimiento de ambos mellizos.

Agregar 150 gramos de mantequilla, ocho cucharaditas de azúcar, cuatro manzanas cortadas, seis cucharadas de harina de trigo, un huevo...

Lilith usualmente no utilizaba mucho su recetario puesto que lo había utilizado tanto durante toda su vida que ya no era necesario. A la única persona que le había cocinado alguna vez en su vida había sido, aparte de su padre y su hermano a quienes debía alimentar diariamente, era a Draco, quien nunca podría haber diferenciado entre el sazón de Lilith y el de sus propios elfos cuando ella le preparaba algún postre por su cumpleaños o aniversario.

Llevaba en la cocina de La Madriguera cerca de dos horas horneando cantidades exorbitantes de galletas de chispas de chocolate, las favoritas de Fred y George, y al menos tres tartas de manzana para el resto de la familia.

Suspiró pesadamente al recordar, con una pequeña sonrisa, el como había terminado en esa situación:

—¡FRED WEASLEY! ¡BAJAME EN ESTE INSTANTE!

Los gritos de Lilith resonaban en todo el patio de La Madriguera, donde todos reían divertidos al ver como Fred cargaba a Lilith como un costal de papas mientras que George corría en circulo lanzando fuegos artificiales sobre ambos. 

—¡Hazme galletas, hermosa Lils! ¡Anda!—exclamó Fred con diversión sin dejar de dar vueltas.

—¡TE VOY A CONVERTIR EN UNA GALLETA SI NO ME BAJAS!—grito Lilith aferrada a la espalda del muchacho, temerosa de caer.

Fred la ignoró y continuo dando vueltas alegremente mientras George continuaba corriendo a su alrededor. Lilith escuchó otros gritos y vio como ahora Ron cargaba a Hermione sobre su hombro dando vueltas al igual que Harry con Ginny. Todos reían alegremente y por un momento, solo por un instante, Lilith consideró que le gustaría quedarse así por siempre.

Eso si no vomitaba antes por dar tantas vueltas.

—¡Esta bien! ¡Esta bien! ¡Esta bien!—exclamó finalmente Lilith.—¡Haré tus galletas pero bájame!

—¡WUJUU!—exclamo Fred alzando los brazos victorioso.

Con mucho cuidado, Fred bajo a Lilith de sus hombros, quien se tambaleo un poco al volver a tocar tierra y con la visión algo borrosa, contempló como los demás daban vueltas con sus novias. Movió la cabeza lentamente, intentando regular su mareo. 

—¿Galletas?—pregunto Fred.

—Galletas.—asintió Lilith.

De alguna manera que Lilith aún desconocía, aunque intuía que era gracia de Ginny y Hermione, Fred se había enterado de que Lilith era inusualmente fabulosa en el arte culinario, por lo que rapidamente le había pedido que le cocinara sus galletas favoritas, a lo que ella se negó de inmediato y el decidió fastidiarla un poco en el patio.

A decir verdad, Lilith no tenía ningún problema en hacer las galletas para Fred, simplemente se divertía internamente molestándolo, solo no esperaba que este la tomara de las piernas y la hiciera dar vueltas hasta marearse por completo.

—¡Heeermooosaaa Liiilsss!—exclamó Fred ingresando a la cocina con los brazos extendidos y una enorme sonrisa en el rostro.—¿Ya están las galletas?

—No. Largo.—ordenó Lilith sin dejar de mover la mezcla.

—Mentirosa.—replicó Fred haciendo un puchero y señalo las bandejas que estaban en la barra.—ahí hay cerca de cincuenta galletas ya horneadas. Dame un...¡Auch!— exclamó sobándose la mano donde Lilith le había dado un manotazo.— ¿Y eso porque fue?

—No toques hasta que yo diga, Weasley.—ordenó Lilith y lo miro amenazante.—Estoy hablando en serio, toma una de esas galletas antes de que yo te de permiso y te juro que te convertiré en una y te ofreceré de postre a tu hermano Ronald.

—Pero...

—Sin peros.

—Ta bueno.—murmuró sentándose en un banco, cerca de Lilith y lejos de las galletas.

Durante al menos veinte minutos, Lilith continuo mezclando ingredientes, vertiéndolos en moldes y haciendo aún más postres. Quizá pareciera mucho, pero considerando todas las personas que eran y que los Weasley eran de muy buen comer, era apenas suficiente.

De pronto, Lilith resbalo con uno de los trapos de la cocina que se habían caído al suelo y Fred rapidamente la sujeto de la cintura. Se quedaron quietos durante unos minutos donde Lilith sentía la respiración de Fred en su cuello y sus grandes y fuertes manos sujetándola firmemente.  

Con cuidado y con cierta lentitud, ella se paro correctamente, quedando así pegada al pecho de Fred, quien sin soltarla de la cintura la hizo girar para que quedaran cara a cara. Lilith se perdió en los ojos de Fred y antes de darse cuenta, estaba pasando.

Se estaba besando con Fred Weasley.

Era un beso tan ardiente y tan apasionado que Lilith sentía que nunca querría volver a tomar aire. 

Fred Weasley la estaba besando, provocando un desastre en ella. Se sentía en el paraíso pero no sabía si quedarse o huir. 

Pero cuando su cuerpo se movió solo, tomando a Fred de la nuca para profundizar el beso. Lilith se dio cuenta que ya todo estaba perdido.

Su mente ya no pensaba, su cerebro estaba en blanco, su corazón latía desbocado y ella solo podía permanecer ahí.

Con sus labios unidos a los de Fred, con el deseo interior de que todo eso fuera correcto.

(...)

El tintineo de la campana le anunció a George Weasley que su hermano había llegado al negocio. Fred, con un movimiento de varita, sello el local y bajo las cortinas, sonriendo emocionado a su hermano y cuñada, Angelina Johnson, quienes estaban en la barra, viéndolo llegar. 

—¿Cómo estan mis personas favoritas en este mundo?—saludó Fred con una enorme sonrisa.

—Qué tal, hermano—saludó George viéndolo divertido.

—Hola, Fred.—saludó Angelina.—¿Cómo te fue en casa de tu madre? George me dijo que estabas esperando unas galletas.

—Si, aquí estan.—mostró una bolsa grande llena de galletas —y me fue muy bien. Más que bien. ¡Me fue perfecto!

—¿La besaste?—pregunto George emocionado y la sonrisa de Fred se ensancho.— ¡Oh, la besaste! ¡Felicidades, Freddie!

—¿A quien besó?—pregunto Angelina confundida.

—A Lilith Nott.—contestó George.—Siempre le ha gustado y se ha estado acercando a ella estos últimos meses.

—¡¿Le gustas a Lilith Nott?!—pregunto Angelina impactada.

—Gracias por tu voto de confianza, Angelina.—ironizó Fred rodando los ojos.

—No es eso, Fred.—negó rapidamente.—Es solo que...bueno, todas las chicas, no solo las Slytherin, siempre pensamos que Lilith Nott terminaría casada con Draco Malfoy.

—Pues eso no pasara.—dijo Fred con el ceño fruncido.—Ese estúpido hurón botador engaño a Lilith, ahora ella esta soltera y yo poco a poco me he ganado aunque sea un poco de su confianza.

—Vaya...—silbó Angelina aún impactada.—es...sorprendente. 

—Suenas demasiado sorprendida, Angelina.—dijo George.

—Bueno sí, es que, como ya les dije, todos pensábamos eso.—hizo una pausa y miro a Fred.— Draco Malfoy fue...asombroso para ella, su corazón se desvivía por el estúpido de Malfoy. Es solo que jamás, a nadie en realidad, se nos ocurrió que ella pudiera salir con alguien más. El era perfecto para ella, era su todo, Lilith Nott moriría, e incluso mataría, por el. Draco Malfoy fue su todo, la persona más cercana a ella, y fue tan...

Angelina se detuvo abruptamente al notar que el rostro de Fred estaba crispado de furia. Se encogió en su lugar, le dedico una sonrisa incomoda a su novio y se colgó el bolso.

—Creo que...mejor los veo luego, chicos. Adiós, amor.—besó a George y se desapareció.

—Freddie...—llamó George al ver que su hermano suspiraba pesadamente y se dejaba caer en el asiento frente a el.

—No me importa lo que dijo Angelina.—afirmó Fred.—Lilith merece más que un imbécil que solo la quería cuando le convenía y hoy...hoy nos besamos y ella lucía tan feliz...nunca había visto sus ojos brillar de esa manera...se veía tan preciosa...—dijo con el amor palpitando en su voz.

—Entonces no te rindas, hermano.—George sonrió.—Siempre valdrá la pena luchar por amor y aunque Lilith actué como que le irritas, yo mismo he visto que se siente cómoda a tu lado.

—Ella vale mucho la pena.—admitió Fred con una sonrisa.

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