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Capitulo 11 Maratón 1/3

—¡¿Te atreviste a terminar con la chica Nott?!

La pregunta hecha por Lucius Malfoy resonó en todo Malfoy Manor. En aquel gran despacho, Draco desvió la mirada enfocándose en la ventana mientras era taladrado visualmente por sus padres. Narcisa suspiró pesadamente y se acercó con lentitud a su hijo, posando una de sus delicadas manos en el hombro de este.

—Cariño.—dijo Narcisa.—¿Por qué te atreviste a engañar a Lilith? Ella siempre...

—¡Por Merlín, mamá! ¡Llevaba con ella desde los nueve! ¡Nada es eterno!—grito Draco molesto.—¡Tenía que cumplir las órdenes de Voldemort por culpa de papá y sinceramente no tenía tiempo para sentimentalismo estúpidos!

Narcisa Malfoy, aquella mujer dulce y amable con su hijo y esposo, le soltó una fuerte bofetada a su primogénito, quien la miró incrédulo. Alisó su vestido y con la frente en alto, salió del despacho azotando la puerta, no sin antes voltearse y decirle a su hijo con frialdad:

—Que bueno que te termino.

Draco permaneció en silencio, con la mejilla ardiéndole y el rostro agachado. Lucius suspiro pesadamente, paso una mano por su rostro y miro a su primogénito con el ceño fruncido. No era quien para decirle a su hijo Draco como hacer su vida, no cuando por culpa de él estuvieron al borde de la muerte durante casi dos largos años, sin embargo, se consideraba con la suficiente autoridad para decirle cuando estaba cometiendo un error.

—Draco.—llamó su padre y él lo miro.—¿Sabes como fue que tu madre y yo nos casamos?

La pregunta sorprendió a Draco, quien no comprendía que tenía eso que ver con el tema de Lilith, pero aún así asintió. 

—A tu madre y a mi nos comprometieron nuestros padres para mantener la supremacía de la sangre intacta. En ese momento ni ella ni yo nos amábamos, pero eso no importaba, yo tenía una esposa sangre pura y joven, y ella un esposo sangre pura y adinerado.—comentó Lucius mirando por la ventana.—Con el tiempo, yo tenía que atender los negocios familiares y las misiones para el señor Tenebroso...hasta que un día quedo embarazada de ti. Ese fue el día más feliz de nuestras vidas.—lo miró.

—¿A que viene todo esto, padre?—pregunto Draco con el ceño fruncido.

—Cuando tu madre quedo embarazada, yo empecé a ser la mano derecha del Señor Tenebroso junto a Severus...pero para ese momento, Narcisa y yo ya nos amábamos. Narcisa, tu madre, tuvo que soportar encuentros donde su vida peligraba porque me perseguían, tuvo que soportar las miradas juzgadoras de muchas personas, tuvo que soportar al mismísimo Señor Tenebroso cuando se quedo en nuestra casa y nos humillo.

»Tu madre no me dejo, Draco.—lo miro con seriedad.—tu madre se quedo ahí a mi lado, apoyándome. Tanto como cuando era joven y éramos recién casados pero desconocidos, como ahora. Ella estuvo ahí cuando lo tuve todo, cuando pelee por tener más, cuando nos arrebataron todo...y en nuestra actualidad. Se quedo ahí, seco mis lagrimas, curo mis heridas, me dio ánimos, me dio apoyo, me brindo seguridad y por sobre todo, me fue leal y siempre me amo.

»¿Sabes porque siempre me gusto Lilith para ti?—pregunto y Draco negó con la cabeza— porque a pesar de que su padre no poseía una gran fortuna como nosotros, ella no estaba interesada en eso. Solo quería ser tu amiga y cuando decidieron iniciar ese joven e infantil noviazgo, pensé que habías encontrado a tu alma gemela. 

»Piénsalo, Draco. Tu bien sabes que no soy un hombre que hable de sentimentalismos, en realidad, no los tolero. También se que no tengo ningún derecho a decirte como debes actuar, en especial despues de todo lo que ha pasado durante y despues de la guerra, pero piensa muy bien lo que has hecho.

»Lilith estuvo ahí en tus días más oscuros, justo como tu madre conmigo...y tu simplemente la cambiaste por una muchachita cualquiera. Incluso tu sabes que lo que hiciste estuvo mal, puesto que nos lo ocultaste. —lo miró con firmeza.— Ahora sal de mi despacho y piensa en lo que has hecho.

 Draco se levantó del asiento y con la cabeza agachada salió del despacho de su padre con un nudo en la garganta. Caminó por los largos y lúgubres pasillos de Malfoy Manor, pasando por el ventanal que daba vista al gran jardín donde solía jugar con Lilith a las escondidas.

Mientras caminaba, no pudo evitar pensar en lo que su padre le había dicho. Era verdad. La persona que siempre había estado ahí para el de manera incondicional era Lilith. 

Cuando se le encargó, por ordenes del Señor Tenebroso, reparar el armario evanescente, Lilith fue quien estuvo ahí para el durante horas y horas leyendo libros oscuros, probando hechizos, encargándose de que el siguiera comiendo, secando sus lagrimas cuando sentía que no podía más y dándole todo su amor cuando se sentía más solo que nunca.

Ella estuvo ahí cuando nadie más lo estuvo. Estuvo ahí a su lado cuando el Señor Tenebroso le hizo la marca, estuvo ahí para detener a su tía Bellatrix cuando intentó lanzarle un crucio, estuvo ahí para defenderlo de Crabbe y Goyle cuando se les subió el poder a la cabeza. Estuvo ahí besándolo y abrazándolo cuando tenía pesadillas.

Astoria solo lo quería porque era rico y sangre pura, incluso con las multas del ministerio seguían siendo la familia más rica del mundo mágico. 

Llegó a su cuarto y se dirigió a su tocador donde reposaba un enorme cuadro lleno de fotos de cada navidad en el baile de su familia donde Lilith y el habían ido juntos.

Siempre juntos.

Tomó una de las fotografías, donde ambos salían sonrientes. Lilith tenía un ligero sonrojo y sonreía levemente mientras el la abrazaba por la cintura y veían a la cámara.

—Perdóname, Lilith.—murmuró con los ojos cristalizados.

En ese momento se decidió.

Iba a recuperar a su mujer.

A su Lilith.

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Una disculpa por el retraso en este maratón, pero es que justo la noche del día que les notifique que lo haría, me llenaron de cosas en la universidad, pero ya esta aquí el maratón. Espero lo disfruten. Los amo!

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