Capítulo 7 - MISTLEOTE
WINTER
Se siente muy cálido, creo que nunca había sentido tanto calor y se siente demasiado bien, tanto en mi cuerpo como en mi corazón, es casi como una hermosa canción de navidad que abraza tu corazón o una taza de ponche caliente para aliviar los manos y corazones fríos. Sonrío. Debe ser por el sitio en el que me encuentro.
Abro los ojos lentamente, la luz blanca y helada cubre el domo encima de la habitación, choco con el rostro tranquilo de Kethan, parece un ángel y por un momento me permito gozar de este sueño. Extiendo mi mano atrapada por su brazo fuerte, toco su mejilla y me sorprendo de lo real que es este sueño, debe ser que mis recuerdos están jugando en mi contra, pero no importa, disfruto demasiado de este sueño, sonrío cuando siento la sombra de su barba.
Es un maldito cretino apuesto.
Sus ojos se abren de pronto y me sorprende que mi sueño pueda captar los destellos de sus ojos verdes y el pequeño aro ámbar al centro de sus ojos.
—¿Qué estás haciendo? —su voz modorra es un aliciente para todos mis deseos más oscuros—, Winny. —una sonrisa de lado se extiende por su mejilla izquierda—, si tú me tocas yo también te puedo tocar.
Siento su fuerte mano aplanarse sobre mi espalda jalando mi cuerpo hacia él. Mis ojos se abren de par en par. ¡No es un sueño! ¡No es un maldito sueño!
Lo empujo como auto reflejo con mis piernas impulsándome más de lo necesario, lo veo caer de la cama estrepitosamente, intento incorporarme para huir de esta pesadilla, pero mis torpes piernas se enredan con las sábanas haciéndome caer al otro lado de la cama, sin tener tiempo para reaccionar, golpeándome con fuerza la cabeza.
¡Carajo!
—Auch —mascullo intentando recuperar un poco de dignidad.
Debería olvidarlo ya, cada que Kethan está involucrado, mi dignidad se esfuma.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —gruño buscando incorporarme, él está haciendo lo mismo.
—Fuiste tu quien me toco y la que estaba sonriendo como una psicópata —ni siquiera me ve, sé queda quieto en el suelo, eleva su rostro para verme—. Yo debería preguntarte qué es lo que te pasa, ¿tan irresistible soy? —sonríe con todo y dientes.
La furia entra por todo mi cuerpo haciéndome ignorar el dolor que recorre mi cabeza, me incorporo tomando una de las almohadas para tirársela encima, esta se estrella contra su cabeza y lo agradezco. Maldito engreído.
—Creía que eras alguien más —gruño dándole la espalda para ir hacia el baño.
Escucho el colchón crujir, no tengo tiempo para analizarlo, cuando mi mano es tomada presa, Kethan jala de mi cuerpo con la fuerza suficiente para hacerme chocar con su cincelado abdomen haciéndome soltar un breve quejido, sostiene mi muñeca con fuerza, sin darme tiempo de reaccionar. Su otra mano toma mi barbilla y mi corazón no debería estar latiendo de esta manera.
Trago saliva, presa de sus ojos, y solo desearía encontrar las palabras necesarias, la fuerza para apartarlo de mí, pero este magnetismo que ha fluido entre ambos de una forma misteriosa me mantiene pegada a él, como si perdiera todo mi control, como si simplemente pudiera vivir este momento.
Sus labios se acercan a los míos, siento como mis ojos se abren tanto como pueden y me sorprende que mi pobre corazón que está latiendo como loco, no salga expulsado de mi pecho.
—Repítelo, Winny —su voz, la manera en que dice mi nombre. Siento como mi piel reacciona ante él.
Trago saliva y me maldigo por voltear a ver sus labios.
—Dime, ¿quién creías que era? —su mano aprieta con fuerza mi muñeca y su aliento choca con mis labios, no hay separación, solo basta con que me mueva un maldito centímetro y sus labios serían míos.
Vuelvo a pasar saliva sintiendo la sequedad creciente de mi garganta. Siento mis labios necesitados de los suyos y siento que soy una adolescente hormonal. Maldita sea. ¿Por qué Kethan?
Abro la boca en un intento de soltar el nombre del que es mi prometido, ¡carajo!, ¿cómo se llama?, busco y busco en mis registros sin encontrar más que el nombre de Kethan.
Salta como una maldita alerta.
—Ro —alcanzo a decir antes de que mi espalda choque con la puerta del baño, sus labios rozan los míos y cierro los ojos por inercia y necesidad.
Mi móvil suena en la lejanía y aunque quiero quedarme en el beso, me trae de vuelta a la realidad.
No debo caer por Kethan, debo recordar que él rompió mi corazón, que no es bueno para mí y que esto puede ser una simple aventura para él.
Encuentro la fuerza para empujarlo, corro al buro para tomar el móvil, contesto viendo que es Rob. ¿Cómo pude olvidarlo?, paso saliva poniéndome el móvil en la oreja y encaminándome a la salida.
—¡Rob! —digo con tanta energía que de seguro lo asuste.
KETHAN
Estoy bastante molesto y no pienso ocultar ni poner otra cara que no sea la de pocos amigos que me estoy cargando en este instante mientras visitamos una estúpida panadería.
No solo me confundió con alguien más, sino que me confundió con su estúpido prometido. ¿Acaso mi aspecto empeoro y me salió una estúpida narizota?, solo de pensarlo el asco se filtra por todo mi sistema.
Volteo sobre mi hombro hacia donde la vitrina nos muestra a la gente fuera de la panadería que justo se encuentra en una de las calles principales, andar entusiasmada por fuera con bolsas rojas de regalos y destilando mucha felicidad.
Los odio a todos.
La panadera llega con un par de galletas y bolsas con alguna pasta colorida en verde, rojo y blanco. Casi me da alergia el verlo.
—Creí que les gustaría probar los productos primero y hacer sus propios muñecos de jengibre —sonríe con amabilidad extendiendo una charola a cada uno.
—¡Me encanta! —grita Winter que parece estar en su elemento.
—Les traeré un par de chocolates —dice la señora con más amabilidad de la prevista.
Asentimos. Continuo con mis brazos cruzados, enojado por ser traído a esta maldita pesadilla en donde ella puede confundir este hermoso rostro con el hediondo rostro de ese idiota.
Veo como Winter toma primero la manga con la pasta blanca, comienza a hacer algunos trazos en los brazos de la galleta de jengibre, sonríe y otra vez está resplandeciendo.
—Te está quedando chueco —murmuro.
Ella me ignora mientras tararea una canción de navidad. Que sorpresa. Deja la manga blanca para tomar la roja y ponerle una especie de guantes en las manos. Lo hace con tanta dedicación que me sorprende que sea pésima, ha manchado toda la charola y dejando deforme a la pobre galleta. Coloca la manga negra, para comenzar con sus ojos, hace uno más grande que otro y tengo que reírme de la deformidad del pobre muñeco de jengibre que fácil podría ser el actor principal de una mala película de terror.
Ella levanta la cabeza con enfado, gruñe algo ininteligible, pero es interrumpida por unas campanadas, nos sacan de la ensoñación cuando la señora está sosteniendo la campana y nos ve con una enorme sonrisa, no entiendo que está sucediendo, pero la gente a nuestro alrededor comienza a aplaudir. Veo como Winter levanta la cabeza y se congela en ese momento, volteo de inmediato hacia lo que está viendo para encontrar el muérdago coronando nuestras cabezas.
Ella está a punto de negar con la cabeza, pero yo no puedo dejar pasar una oportunidad más.
Me levanto de mi lugar, echo mi cuerpo delante de la mesa, llevo mis manos a sus mejillas, sosteniendo su rostro con amabilidad, siendo arrasado y dejado en la nada por esos preciosos ojos grises. No lo pienso demasiado, cedo ante mis deseos, choco mis labios con los de ella. Sus ojos ven los míos con sorpresa, para después terminar suavizándose hasta cerrarse. Sus labios reciben los míos y yo tomo todo de ella. Ella abre un poco los labios dándome espacio para introducir mi lengua tan necesitada de ella encontrándome con el regusto de la menta. Necesito más de ella.
Mi corazón necesita más de ella.
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