WINTER

El silencio se volvió como un castigo en la habitación que me hacía sentir apenada, ni siquiera sabía cómo actuar, ¿qué debía hacer?, ¿debía huir?, probablemente es la mejor solución, pero con la nieve cayendo por montones afuera, solo conseguía aislarme en este sitio con él.

Un cuento de terror en navidad, eso es lo que estamos viviendo.

Levanto la vista del computador para lanzarle una rápida mirada; tiene la portátil en sus piernas, lleva sus anteojos circulares para cuidar su vista, mientras esta tan inmerso en lo que sea que está haciendo.

Su risa me toma desprevenida, es tan espontánea y... real que casi no lo puedo creer, volteo a verlo con más detenimiento observando esos hoyuelos causados por lo genuino de su sonrisa.

—¿Qué es tan gracioso? —me animo a hablar, aunque siento mis mejillas tan calientes que siento que voy a explotar.

Tal vez debí mantener esta ley del silencio entre nosotros, no es como que hablemos demasiado, en realidad.

—Es una escena que envío uno de los escritores —ni siquiera me ve. No hay contacto visual.

Aun así, torpemente asiento, como si él pudiera ver lo que hago.

Continúo trabajando en las actividades programadas para los escritores.

—¿Cómo vas con las actividades? —cuestiona y escucho el sillón crujir.

Entro en pánico cuando veo que se está incorporando. Solo me salen muletillas de la boca y siento que no puedo formular nada más allá de un "si, no, ajá, mmh"

—Bien, estaba pensando que los escritores podrían ganarse medallas de chocolate si completan algunas frases de las películas navideñas más famosas —murmuro centrada en el ordenador que tengo en mis piernas.

Siento su presencia a mí lado, no quiero voltear a verlo, pero casi puedo adivinar que está leyendo lo que hay en mi ordenador, con los brazos cruzados sobre su pecho musculoso.

—¿El hermano de Santa? —pregunta con duda peculiar.

Volteo de inmediato hacia él, no creyendo su pregunta.

—¡¿No has visto esa película?! —un gemido lleno de tragedia sale de mi boca.

Él niega con la cabeza y ahora que lo pienso, Kethan podría hacerle de Fred, el hermano de Santa, tan enojado y furioso con la navidad.

—¡Dios, tenemos que arreglar eso! —me recorro sobre la misma cama, palmeo el sitio que acabo de dejar libre para indicarle que él se siente.

No me espero a ver si lo hace, entro en la plataforma de streaming necesaria para ver la película, no demoro en dar con ella, la dejo en pantalla amplia y deslizo el ordenador frente a nosotros.

—¿En qué se ha convertido esto? —Kethan suelta a modo de queja, pero su rodilla roza ligeramente la mía haciendo que mi corazón comience a latir enloquecidamente.

Trago saliva e intento encontrar la forma de no sentirme de este modo ante el maldito ególatra por el que todos caen y más importante, el maldito ególatra que rompió mi corazón.

—Es una intervención navideña —me hundo de hombros cuando suelto aquello.

—Vaya, el duende de santa ataca. —suelta una risita burlona—, solo falta que me estires los ojos para que no los cierre —continua su burla.

—No es mala idea, aunque ahora mismo quisiera que te callaras.

—Oh, una mujer pariendo, super navideño —se burla y casi quiero soltarle un golpe.

Volteo para verlo con la furia encendiendo mi sistema.

—Aprecia lo que estoy haciendo por ti, Grinch de cuarta —gruño soltándole un codazo directo a su estómago encontrándome con la dureza de sus músculos. Carajo. Maldito hombre.

—Si sabes la verdadera historia del grinch, ¿verdad?, dime que leíste el libro —continúa hablando mientras la película se desarrolla.

—Es un estereotipo, hombre, no todo es literal, ahora cállate y ve la maldita película —gruño poniendo en claro las reglas.

Kethan es apuesto, demasiado para su propio bien, ni siquiera se merece ser así de apuesto, pero lo es, aunque en realidad eso no es lo que te atrae de Kethan, lo que en realidad convence a tu sistema de que es el mejor chico del mundo es justamente su inteligencia y su conocimiento sobre tantas cosas que quisieras engullir cada neurona de su cerebro.

Es así como me atrapo, pero eso se acabó.

KETHAN

La historia no es mala y en realidad ya la había visto, he visto cada una de sus películas favoritas, y sí, la mayoría son navideñas. Tiene tres películas favoritas; "Como perder a un hombre en 10 días", "Last Christmas" (y ha llorado con ella), por último, claro "El hermano de Santa Claus" y también tiene un top 10 de películas favoritas de navidad que cambia constantemente porque siempre están saliendo nuevas películas. Así que sí, he visto cada una.

Me río en los momentos correctos, refunfuño cuando tengo que hacerlo, digo lo absurdo que es toda la situación y mi opinión que ella escucha atentamente sin enojarse.

Me centro en la película antes de que mis pensamientos me lleven a pasajes en donde no puedo estar. Estamos cerca del final ya que Fred está movilizando a todos los duendes para lograr entregar los juguetes a tiempo.

Las películas de navidad son muy sencillas y todas contienen lo mismo; magia, amor, milagros de navidad y alguien tiene que salvar la navidad.

La cabeza de Winter choca con mi hombro y el corazón se me detiene. ¿Qué demonios está haciendo?

Bajo la mirada ignorando a mi errático corazón para ver su rostro dormido y apacible.

Esta siempre es la cosa con Win, es demasiado fácil enamorarse de ella, de todos sus encantos, de su sonrisa. Es una luz en la oscuridad, miel para las abejas, comida para los famélicos. Desearía que ella notará todo lo valiosa que es, la magia que desprende, el cómo enamora a la gente.

Pero también estoy feliz de guardar este reluciente tesoro para mí, no me importa si soy egoísta.

La tomo con cuidado entre mis brazos para lentamente comenzar a acomodarla en la cama. Ha sido demasiado en un solo día y de verdad necesita descansar.

Saco la portátil de la cama, le acomodo el edredón encima, cuidando no despertarla. Estoy a punto de irme al sillón, pero no puedo dejar de ver ese apacible rostro y es un momento en el que puedo volver a contar sus pecas.

Me deslizo a su lado, su cálido aliento se estrella contra mi mejilla mientras comienzo a contar las pecas esparcidas como polvo de hadas por su nariz y mejillas. Solo será un momento, en un rato más me iré al sillón.