Capítulo 15 - SANTA BABY
KETHAN
Un día, solo un día y todos los escritores llegaran a pasar la navidad. Un día es todo lo que me queda con Winter, porque con toda la empresa aquí, Winny ni siquiera querrá acercarse a hablarme, ya que seguirá con el maldito juego en donde finge odiarme y yo tendré que tomar el papel del hombre que le hace la vida imposible.
La madre de Winter camina a mi lado, mientras Winny y Lyra caminan delante de mí, ambas guardan distancia de nosotros y Winny no parece del todo cómoda con la conversación que están tomando, sin embargo, agradezco demasiado disfrutarla con mi ropa puesta.
—Winter es muy hermosa —la señora Laufey me toma desprevenido.
Asiento con el sonido nasal de una pequeña sonrisa.
—Es una maravilla que se vaya a casar con Rob, es tan excelente partido y lo mejor, la ama tanto para perdonarle un pequeño desliz que tuvo el año pasado.
Tengo que usar todo mi auto control para no apretar mis manos, solo aprieto la mandíbula en un intento por morderme la lengua.
¿Perdonarle un desliz?, por favor. Él había terminado con ella, ella estaba destrozada y ahí estaba yo, listo para decirle todo lo que sentía por ella... hasta que claro... regreso con él sin decírmelo.
Un desliz, claro. Ese siempre será mi sitio. El desliz antes de navidad. El hombre que siempre esperara a Winter.
—Rob es una apuesta segura, no hay complicaciones con él, no es tan agraciado así que Winter no se tendrá que preocupar por mujeres detrás de él, viene de una familia tradicional y acomodada que están encantados con ella. En todos los sentidos, Rob es el príncipe azul.
Asiento con la acidez acomodada en mi paladar.
—¿A qué viene esto, señora Laufey? —voy directo y sin escalas al punto al que ella se niega a llegar.
Ella se detiene, deja de caminar, voltea a verme con la cara de piedra, no oculta su enojo. Simplemente esta ahí.
—A que sé que te gusta... —declara y con eso me toma por sorpresa—, sé que eres ese desliz. Rob me lo contó. —me confiesa. Y entonces dejo de entender.
Me cuesta mucho no perder la compostura, no perderme en lo que esta diciendo.
¿Por qué si sabe que soy yo, no me despidió?
—¿Entonces porque nos hizo venir a este viaje? —pregunto sin negar todo lo que acaba de decir.
La señora Laufey resopla, se voltea de nueva cuenta para continuar dando un par de pasos.
—Bueno, simplemente creí que lo habías dejado atrás, que ella ya te odiaba lo suficiente, pero veo que no. Así que, Kethan, necesito que presentes tu renuncia antes de año nuevo —me pide caminando con una sonrisa, diciendo todo eso como si en verdad no me estuviera despidiendo.
Camino detrás de ella, viendo la nieve que pisamos, sintiendo que mi cabeza está a punto de estallar con tantos pensamientos y recuerdos de todo el maldito año.
He sido el mejor empleado, el que ha conseguido los Best Sellers, el que ha hecho el trabajo pesado para la editorial y ahora resulta que mi trabajo no vale...
Rob es la mejor opción, ¿por qué?, ¿por tener una mamá y un papá?, ¿por ser hijo de uno de los socios del conglomerado más grande de la editorial?
¡Dios! Esto es una mierda.
—¿Va a publicar el proyecto? —pregunto siguiendo sus pasos.
Asiente sin decir nada más. Las risas de Lyra y Winter alcanzan a distraernos un poco de lo que esta pasando aquí.
No importa si soy despedido, solo necesito que publiquen el libro de Winter que su madre ha rechazado tantas veces.
—¡Y llegamos! —anuncia Winny volteando hacia donde estamos—, el taller de santa —sonríe tan genuinamente que mi corazón responde.
Winny abre los ojos con lentitud, me observa a mí y sus mejillas automáticamente se sonrojan, pero no aparta la mirada de mí.
Y a la mierda todo. Camino sin importarme si nos miran, me acerco a ella y a su amiga para comenzar a caminar.
—Vamos al taller —anuncio con alegría tomando la mano de Winny para entrar.
WINTER
La nieve cubre los árboles en la villa de Santa Claus. Aunque he venido tantas veces, la verdad es que es la primera vez que me siento en casa. Mientras Kethan sostiene mi mano y vemos los detalles de la villa con poca gente, que es casi imposible.
Debería preocuparme que Kethan este sosteniendo mi mano frente a mi madre, pero en realidad no me preocupa, simplemente sigo envolviéndome por la música navideña, el frío y el olor a navidad.
No necesito que veamos el mapa, me sé el camino de memoria, sin embargo, dejo que Kethan se detenga a observar el mapa.
Cuando Kethan ha aprendido el mapa, continúa jalándome para que vayamos caminando, entramos al primer parte del taller, que es casi como un centro comercial en donde puedes comprar algunos souvenirs.
Seguimos por la parte del correo postal, donde hay secciones de todo el mundo con cartas de los niños de todo el mundo y estoy por confesar que yo escribí una cuando Kethan suelta mi mano para correr por una postal, escribe algo con rapidez, llega con ella y la mete al contenedor que avisa que llegará en navidad.
Enarco una ceja con confusión. No es que Kethan tenga personas a las cuales enviar detalles.
—¿Y eso? —señalo el lugar donde dejo caer su postal.
—Ah, un regalo para navidad —sonríe de oreja a oreja.
—Y eso es obvio, Kethan... pero creí —no me deja continuar.
—Deja que la navidad haga su magia y por favor —vuelve a tomar mi mano—, no me sueltes, no pienso dejar que el viejo panzón se quede con mi duende navideño de la suerte. —sonríe con todo y dientes.
Me sorprende tanto que mis mejillas se calientan y se encienden. Esta es la versión de Kethan de la que estoy enamorada... en realidad estoy enamorada de todas las versiones.
Nos dirigimos al taller de santa en el que en realidad no hay duendes, simplemente son solo mesas de madera que simulan el lugar de trabajo de los duendes, en conjunto con el controlador del tiempo de Santa. Puedes tomarte fotos y Lyra no tarda en hacerme una con Kethan en una de las mesas de trabajo. Ambos nos miramos y me da miedo romper el espacio que hay entre los dos, porque un solo movimiento me haría besarlo.
No puedo, pero sí quiero.
—Consíganse una habitación, es mi deseo de navidad —se burla Lyra, aprovechando que mi madre esta distraída al teléfono.
—Lyra —reprimo cuando siento que está siendo demasiado obvia.
—Un beso no les hará daño —pide ella alzando la cámara de celular—, vamos —alienta.
Estoy por decir que no, pero siento los dedos de Kethan rozar mi mentón, me voltea con suavidad, choca sus labios contra los míos, tan fuerte, tan dulce, su lengua batalla con la mía. Veo la intensidad de sus océanos azules antes de cerrar los ojos.
Es Kethan quien detiene el beso, quien se aleja y soy yo quien queda aturdida, bajo la mirada para reponerme de lo que acaba de pasar. Elevo la mirada para ver a Lyra que al parecer capturo una muy buena foto...pero es mi madre quien roba mi atención.
—Tu sorpresa de navidad ha llegado —anuncia mi madre.
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