Capítulo 10 - Baby its could outside
WINTER
Y de ese modo, el sueño húmedo que tuve durante un año con Kethan, se esfuma, me observa a los ojos primero con dureza, el asiente y hace un sonido aprobatorio, pero termina impulsándose para dejarme ahí, con la vida escurriéndose de mí, siento que con eso se llevo mi alma y ahora se aleja como si no pasará nada.
Se quita los patines sin cuidado mientras mantiene una conversación con mi madre, como si en verdad nada de lo que acaba pasar, fuera real, y así de la nada es como regreso a mi realidad y a lo que es, Kethan y yo soy una soñadora muy torpe que quiere creer en que él es su amor verdadero.
No hay forma.
Me siento para sacarme los patines, ignorando el dolor entre mis piernas, me muerdo el labio en un intento por contener todos los insultos que podría propinarle, pero no lo hago, porque esta hablando con mi madre, que, en realidad, preferiría que Kethan fuese su hijo soñado y no el desastre particular que le toco como hija.
—Lo sé, sé que es un riesgo, pero apuesto mi carrera entera por ese libro, si fracasa, entregaré mi renuncia inmediata —lo escucho desde la salida de los anaqueles.
Mis ojos se abren y lo busco con la mirada.
¿Tanto así confía en ese libro?, ¿pues que libro es?
Baja un poco el móvil, me busca con la mirada hasta donde estoy.
—Tenemos que ir al hotel —murmura en una orden.
Y de verdad quisiera no haber enrojecido patéticamente como lo estoy haciendo, pero una pequeña parte de mi o quizás una gran parte, deseo que ese apuro del hotel fuera por terminar lo que habíamos comenzado.
Claro que no, la realidad es porque tenía que seguir convenciendo a mi madre de que su nuevo autor vendería. Y bueno, Kethan es un hombre de negocios, sin embargo, nunca lo he visto arriesgar su empleo por ningún autor. Así que supongo que debe ser una verdadera obra de arte.
Salimos del lugar, tomamos un uber que nos ayuda a acelerar el proceso sobre llegar al hotel, aun así, Kethan no suelta el teléfono, sigue hablando con mi mamá, asiente y niega y da unas cuantas razones de peso cuando son necesarias. Cada vez me siento más intrigada por ese libro.
Todo parece llegar a término cuando él dice:
—Tenemos un trato —sonríe con la satisfacción de haber logrado lo que deseaba.
—Te vi defender tan apasionadamente ese libro que ahora necesito leerlo —las palabras salen de mi boca sin que se los permita.
Se supone que estamos enfadados con él, cerebro, controla a boca, por favor. Gruño internamente cuando me imagino a mi cerebro resoplando de amor por este tonto.
—Lo leerás cuando sea su estreno, serás la invitada especial —me regala un guiño de ojo.
Trago saliva y el calor se filtra por todo mi cuerpo. Maldito fanfarrón.
—¿Es de un autor que conozco? —enarco una ceja evitando cualquier tipo de palabras o acercamiento que me hagan sudar más de la cuenta.
Tengo que alejar estos malos pensamientos sobre él, no puedo dejarme llevar. Carajo tengo un prometido y Kethan es, Kethan es... ¿mi amigo?, ¿mi examante?
El dolor crudo me recorre las venas. Kethan no es nada de eso.
—Una sorpresa, Winny —sonríe con suficiencia como siempre.
Asiento con lentitud, perdida en el hilo de pensamientos caóticos que se desencadenan causando caos en todos mis pensamientos.
¿Qué es Kethan para mí? Y más importante, ¿qué soy yo para Kethan?
No soy consciente cuando llegamos hasta que Kethan me abre la puerta y ofrece su mano para que la tome y de ese modo, salir, asiento, trago saliva, carajo, ni siquiera sé que hago.
KETHAN
Tengo la mano de Winter unida a la mía, pero a pesar de la cercanía la siento realmente lejos, como si ya se hubiera puesto a construir muros para evitarme, como lo ha hecho cada que me acerco de más a donde no quiere que me acerque.
No pasa nada, lo solucionare. No importa cuantas veces ella construya muros, yo los destrozaré uno a uno, con mis manos, con herramientas, hasta provocaré un temblor de ser necesario, pero no pienso perderla.
Cuando llegamos a la recepción el agradable señor nos recibe con una enorme sonrisa de oreja a oreja, creo que ya sé le paso el shock inicial de saber que era el amante de la querida Winny.
—Señorita Laufey —se acerca con tanta alegría que siento que en cualquier momento saldrá una banda a cantar con él, el himno a la alegría—, buenas nuevas —ladea su cabeza y noto que evita el contacto conmigo. No lo culpo. Puritano de mierda—, una habitación se ha desocupado, así que tenemos listas las dos habitaciones.
Oh no, no, no, mierda, no.
Aprieto la mano de Winter, pero ella no reacciona, sonríe y asiente como si le hubieran dado la mejor noticia del mundo.
—Gracias —ella ladea la cabeza para regalarle una sonrisa de oreja a oreja.
El señor que ahora se ha convertido en mi gran enemigo público, nos da la tarjeta de la nueva habitación.
—En un momento ira alguien a ayudarle con las maletas.
Asentimos ambos, yo más a regañadientes, que Winter.
Caminamos en silencio hasta la que hace poco era nuestra habitación, deslizo la tarjeta cuando estamos frente a la puerta, la abro y dejo que Winter se deslice primero, la calidez de la calefacción nos atrapa primero, paso una vez ella está dentro.
—Creo que a ti te iría bien la nueva habitación —dice por fin cuando está cerca de la puerta.
Asiento, aunque no quiero.
—Sí, recogeré mis cosas —digo, aun cuando no es eso lo que quiero decir.
Ella asiente y hace un sonidito de afirmación.
—Es —dice, pero no termina nada—, estaré en la ducha —concluye después de un rato.
Es mi turno de hacer ese ruidito de afirmación mientras acomodo las pocas cosas que había sacado de mi maleta.
¿Qué carajo paso?
Todo estaba bien hace apenas unos segundos y ahora pareciera que todo está torcido de vuelta. ¿Hice algo? Niego con la cabeza mientras cierro la maleta.
¿Eso es todo?
Los suaves golpes a la puerta me regresan a lo que estaba haciendo, lo abro para ver al amable botones que toma mi maleta, solo entro un momento, veo la puerta entreabierta del baño y las ganas de entrar me pican en los pies, pero no, no puedo, si ella no quiere yo no puede.
A la mierda, tomo mi portátil para marcharme. Cierro la puerta de golpe tras de mí. Me traslado detrás del botones sin dejar de ver a la habitación que acabo de dejar con la necesidad de verla salir detrás de mí, pero no.
Llego a mi habitación, el botones entra deslizando mi maleta, se marcha tras unos segundos, el lugar aun esta algo frio, pero acomodo la calefacción, me saco la camisa y el pantalón quedando en boxers, azules, claro. Tal vez es momento de replantearme mi obsesión.
Los toquidos de la puerta me hacen volver a la entrada, posiblemente olvide algo, la abro sin fijarme o preguntar de quien se trata para encontrarme con Winter con la cabeza gacha, envuelta en una bata blanca de baño.
—Ha —dice casi inaudible—, hace frío sin ti —dice casi en un murmuro.
Carajo, no sé qué decir. Veo como se hunde de hombros.
Abro la puerta y me hago a un lado para dejarla pasar. Ella se detiene en el pasillo, aun con la puerta media abierta, recarga su espalda en la pared, eleva un poco su rostro y veo sus mejillas enrojecerse.
—¿Podemos pretender? —pregunta.
—Pretender, ¿qué?, exactamente.
Carajo Kethan, solo cállate y bésala, pero no, me gusta complicar las cosas.
—Que, que —baja su mirada al piso. Alcanzo a ver como muerde sus labios.
No es bueno, no nos puedo hacer esto. No me puedo hacer esto, ilusionarme con algo que no es.
Me aproximo a ella, acuno sus mejillas en mis manos para levantarlas, mis labios rozan los suyos y la necesidad que sentimos se puede oler.
—¿Qué soy tu amante, Winny? —las palabras me duelen.
Ella niega con la cabeza, sus ojos se abren tanto como pueden y me ven, me están viendo.
—Que solo somos Winny y Kethan, que no ha pasado nada, que nos estamos conociendo —pide.
Y caigo en su red.
Beso sus labios con necesidad exigente.
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