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El inicio, si se le puede llamar así: se desencadena al apogeo económico de varias familias al rededor y fuera del territorio de Sunshine Golden Kingdom.

Que antes de la expansión solo eran pequeños puestos de mercancía local. Pero que se transformaron en grandes fábricas exportadoras de toda clase de objetos en todo Asia.

Teniendo como mejor exponente a los Min, su tienda de calzado ahora era una de las más reconocidas a nivel nacional. Y contribuían a un modesto porcentaje de la economía en el Reino.

Misma razón que hizo que Yoongi: el único vástago de la familia, fuera hasta Europa con  15 años de edad y millones de sueños en sus bolsillos.

La gente lo adoraba, como si fuese una clase de dios; decían que era un ángel, porque claramente asociaban su arribo con el buen augurio, con la riqueza y la abundancia.

Era blanco como las nubes, con ojos de océano y una cabellera tejida de oro. Inteligente y sobre todo un buen hijo.

A Jimin le agradaba pese a que no lo conocía. Sus padres eran grandes amigos de los reyes, así que por supuesto había crecido escuchando sobre Yoongi. Además de haber visto muchas fotos de las postales venidas desde Europa.

— Príncipe, su traje está listo. Me tomé la libertad de escoger los zapatos y accesorios.

— Gracias Yuna, ¿Podrías ayudarme con la corbata?

— Por supuesto.

Aseguró, claro que Jimin era grande: pero siempre se le dificultaban algunas cosas tan simples como esas.

Pronto habría de convertirse en el nuevo Rey y para eso debía contraer matrimonio; por lo cual no se extralimitaba en negarse a las costumbres de su familia.

De todas formas, ese era su destino: ese había sido el destino de su madre y de todos los que pertenecieron alguna vez al gran palacio.

Al menos esperaba llegar a sentir algo especial por su futura pareja.

Jimin colocó la corona sobre sus cabellos, con puntas talladas en oro, plata y toques con diamantes. Haciéndolo lucir bien, parecía más joven con unos tres años menor; en realidad a punto de los 20.

— Príncipe, el señorito Jung lo espera abajo.

— Si, gracias. Dile que enseguida voy.

Lastimosamente, tuvo un contratiempo de camino hasta el auto, apenas había logrado llegar antes de que lo dejara.

Así, manejo un kilómetro, los carros de lujo con distintas etiquetas ya se encontraban a los alrededores del establecimiento.

— Mira toda esa gente, son como 200 personas.

Y que lo diga, Jimin se mostró bastante sorprendido ante el hecho.

— ¿Cómo crees que sea?

— ¿Quién? Yoongi. Lo has visto en fotos ¿No?

— Me refiero a su personalidad, sé que sus padres son muy amigos de los míos. Pero necesito verlo con mis propios ojos para no equivocarme.

No quería admitir que le causaba mucha curiosidad, aunque ya lo había dicho muchas otras veces. Ninguna frase definía a la perfección sus sentimientos para Yoongi.

Era como si se tratara de una celebridad, una con la que vivió desde que era muy niño. Mediante historias y anécdotas por parte de sus progenitores.

— Pero hoy vamos a comprobarlo. No te preocupes, solo trata de disfrutar la fiesta Tae y yo estaremos contigo toda la noche.

— Casi parece como si fueras mi cuidador: estaré bien, ya soy un adulto.

— Si como no, entonces es tiempo de que dejes de llamarme para que sea tu chófer personal.

Eso hizo que Jimin riera, si bien con amplitud podía deducir de antemano: que Hoseok prefería saber dónde estaba a todas horas.

El flujo abundante de los súbditos era evidente al rededor de aquel sitio, todos parecieron alarmarse con el llegar de su auto o más bien el auto de Jung. No podían creer tal vista espectacular sobre el príncipe con corona de plata y oro.

Un poco más bajo que el promedio, aún era muy joven y tenía unos meses más, antes de convertirse en un adulto. Pero vaya que era muy atractivo, no faltaron las doncellas como pequeños pichones, cantarines a sus espaldas.

Atravesaron el portal antes de encontrarse con la señora y el señor Min, luciendo vestimentas finas. Yeonji con un vestido rojo hasta el suelo, y la cara pintada sutilmente: mientras que Junho llevaba un elegante smokin color marino.

— ¡Jiminie!

La mujer saltó casi tan sorprendida como el resto de las personas, incluso el mismo estaba sorprendido de estar ahí. Se abrazaron cálidamente, al igual que Hoseok y el padre del cumpleañero.

— Que alegría, vamos pasa. Siéntate dónde más gustes cariño.

— Hey, Tae dijo que nos aparto una mesa.

Asintió en un aura de gusto, dejándole un gran beso en la frente a la dulce señora. Alagándola por su porte tan fino, le recordaba mucho a Yoongi.

Se tardaron unos segundos en encontrar al hijo menor del Conde, este se encontraba sumido en un total silencio y tranquilidad, claro: hasta que pudo ver a Jung Hoseok, las cuencas verdes se le iluminaron como dos luceros. Se podía sentir amor en el ambiente, ojalá y él encontrará algo así algún día. O al menos alguien con quien pudiera tener un compañerismo mutuo.

Debido a su condición como príncipe, mucho antes había asistido a cientos de reuniones para "encontrar" a la que por seguro habría de convertirse en su futura reina.

Y dichosa la mujer con tal augurio, todas las doncellas del reino blandían sus vestidos. Tratando de captar su atención, pero Jimin no parecía muy entusiasmado ante tal hecho.

— Míralas, parece como si fueras un trofeo ante sus ojos.

— No me interesa, solo ignóralo. Quiero disfrutar de la noche al menos un poco ¿No te parece Taehyung?

— Por supuesto príncipe, para eso estamos aquí. No dejaremos que nadie interrumpa su estadía durante y después de la ceremonia.

Que cabe recalcar aún no comenzaba, estuvieron 30 minutos de esa manera. Riendo y conversando sobre el palacio del padre del próximo conde Kim. Las cortinas se balanceaban con un tenue brillo, mostrando la oscuridad presente y como el sol se escondía tras el horizonte.

Se escucharon un par murmullos, música de flauta y el tintineo de unos zapatos. El sonido era peculiar, tenía cierta delicadez; Jimin se mostró curioso y levantó su mirada cuando anunciaron aquel nombre "Min Yoongi"

Era sin duda el ser más bello jamás visto, ni siquiera las fotos le hacían justicia a su hermosura. Blanco como las nubes y con ojos celestes cuál cielo en verano.

—Nube—

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