Capítulo 9
Los gritos sin sentido continuaron por un rato más hasta que Sofia decidió ponerle un alto a tal tontería.
- ¡Basta! - todos se quedaron callados en cuestión de segundos, incluyendo a la ojimarrón que fulminaba a todos con la mirada mientras abrazaba a su hijo de manera protectora
- ¿Se puede saber por qué todos se están comportando como un montón de críos? - preguntó Lauren viendo directamente hacia los trabajadores
- La señorita mimada esa quiere corrernos a todos. - explicó un hombre de acento extraño haciendo que la ojiverde frunciera el ceño
- ¡Sí! - gritaron todos al unísono
- ¿En serio, a todos? - preguntó la ojiverde a la castaña - ¿Estás consciente que no puedes hacer eso?
- ¿Quién dice que no?
- ¡Tú padre!
- Este sitio ahora es mío, ¿comprendes? Puedo hacer y deshacer lo que quiera, y si quiero que ese hombre - señaló Liam - reciba su liquidación y se vaya a casa, pues recibirá su liquidación y se irá a su casa. - explicó con soberbia - Y el que no esté de acuerdo también puede irse; no es tan difícil conseguir personas que quieran trabajar.
- ¿Estás demente? No puedes hacer eso. - se burló la ojiverde
- ¡Exacto, la única que puede despedirnos es Jauregui! - gritó un trabajador haciendo que todos los demás gritaran en aprobación
- ¿Quién diablos es Jauregui? - preguntó la castaña
Nicholas iba a responderle a su madre pero la ojiverde lo observó negando la cabeza ligeramente y llevándose un dedo hacia los labios haciendo aquella seña tan típica de: silencio.
- Es la única persona encargada de firmar los papeles de despido y liquidación, sin su autorización ningún trabajador pue-...
- ¿No se supone que la encargada de los empleados eres tú?
- No exactamente, yo me encargo de supervisarlos y hacer expedientes; puedo reducirles el sueldo y solicitar los despidos, pero Jauregui debe aprobarlos. - explicó la rubia
- ¿Y sabes que significa eso, Brooklyn? - la ojiverde preguntó con una sonrisa burlona haciendo que la castaña mayor rodará los ojos - Significa que ningún trabajador va a ser removido de su puesto mientras Jauregui no esté de acuerdo con ello.
- ¿Me estás retando?
- Posiblemente. - sonrió de lado
- Ya veremos quién sonríe a lo último. - dejó a su hijo en los brazos de su hermana y se acercó a la ojiverde - Dile a Jauregui que la espero en el despacho de mi padre dentro de veinte minutos, y que si se le ocurre no presentarse, yo misma me encargaré de hacer llegar su carta de despido. - le dió un toque en el pecho con uno de sus dedos y luego se dió la vuelta - Doctor, gracias por atender a mi hijo. Sofia, vámonos.
La pelinegra observó cómo las hermanas Cabello subían a una de las camionetas y se iban a toda velocidad de aquel sitio; negó ligeramente la cabeza sin borrar su sonrisa y volteó a ver a todos los empleados.
- Tranquilos, muchachos, nadie se irá de aquí. - les aseguró ganándose un montón de gritos de agradecimiento - ¿Por qué me miran así? - preguntó a ambas rubias que la observaban
- ¿No dijiste que te presentaste con ella? - cuestionó la de baja estatura llevando sus manos a su cintura
- Sí, lo hice.
- ¿Entonces porque parece no saber tu apellido? - fue el turno de la otra rubia de preguntar y copiar la misma postura que la otra rubia
- Creo que lo olvidó. - sonrió - Tomen un respiro y dejen de mirarme así. Les juro que le dije mi apellido, pero al parecer tiene cosas más importantes que recordar. - se encogió de hombros restándole importancia
- ¿Irás a hablar con ella?
- Claro, no me perdería su cara de sorpresa por nada en el mundo. De seguro se queda helada al verme.
- O quizá te saque a patadas del despacho. - rió Dinah
- Ya lo veremos. - les guiñó un ojo y después se alejó caminando hacia donde estaba el caballo que la misma castaña había tomado de un momento a otro de las caballerizas
* * * * * *
Llevaba al rededor de cinco minutos viendo la puerta del despacho fijamente mientras que con su pie derecho daba golpes seguidos en el suelo con rapidez.
Giró un poco para ver de nuevo el reloj que estaba en la pared y maldijo en silencio a "Jauregui" por tener ya seis minutos de retraso.
Cerró los ojos unos segundos y contó mentalmente hasta diez para no tener un ataque de desesperación. Cuándo terminó de contar, escuchó como tocaban la puerta del despacho, abriendo rápidamente los ojos para después levantarse del escritorio y acomodarse a un lado del mini bar que había a un costado.
- Adelante. - habló lo más tranquilamente posible, tomando el vaso de vodka que yacía a lado
El líquido frío estaba por pasar hacía su garganta cuando vió enfrente de ella a la mujer que había salvado a su hijo de aquella agua infernal y que la había rescatado de un hueco. La reacción instantánea al verla fue escupir el vodka en el suelo.
- Hola, Brooklyn. - saludó la ojiverde con una sonrisa en el rostro
- ¿Qué haces aquí? - dejó el vaso en la barra del mini bar - ¿Jauregui te envió para avisar que no vendrá?
- No, nada de eso. - se acercó hasta donde estaba la morena y tomó el mismo vaso que ella había dejado hace unos segundos - ¿Te importa? - preguntó levantando el vaso en su dirección para después servirse un trago - Vaya, te gustan las cosas de buena calidad. En lo personal, prefiero algo más suave como el redbello número noventa.
- ¿Qué?
- Es uno de los tantos vinos que hay en el repertorio de Pinot Gheeshlod. - le guiñó un ojo - ¿Te gustaría probarlo? sabe delicioso acompañado de un buen filete a medio termino.
- ¿Qué rayos haces tú aquí? - preguntó quitándole el vaso - Te dije claramente que quería ver a Jauregui en el despacho, no a ti.
- ¿Eres muy distraída, cierto, linda? - se dejó caer en uno de los sillones que habían frente al mini bar, disfrutando de ver como las mejillas de la castaña se adornaban de un lindo color rojo - ¿Recuerdas el día que te caiste en las caballerizas? - sonrió
- No. - mintió - Y no vuelvas a llamarme linda o cortaré tus dedos uno por uno. - dijo acercándose a ella amenazadoramente - Ahora lárgate y dile a Jauregui que venga.
- ¿Por qué no puedo llamarte linda? ¿Prefieres Brooklyn? - ignoró el pedido de la morena
- ¡Fuera! - la tomó del brazo con intención de levantarla pero aquello le fue imposible ya que la ojiverde había puesto duro el brazo - Ugh, levántate y ve por Jauregui.
- ¿Por qué tanto interés? ¿Le conoces? - levantó las cejas con picardía
- Le comentaré sobre algunas liquidaciones para trabajadores como tú, que en lugar de estar en su zona laboral, están molestando al prójimo con su tonta presencia.
- Ella no va a despedirme. - respondió con burla - Y tranquila, realmente estoy en mi zona de trabajo.
- No, no lo estás, aquí no veo ningún caballo. - bufó rodando los ojos - ¡Levántate! - volvió a pedir
- Relájate un poco, Brooklyn. Eres muy joven, e incluso hermosa, sería una lastima que tus rabietas hagan que te salgan arrugas. - la boca de la morena se abrió con indignación al escuchar aquello y rápidamente tomó el vaso medio lleno de vodka y se lo vació en la cabeza a la ojiverde, quién se levantó y la miró con sorpresa mientras aquel líquido le escurría por todo el rostro - ¡Eres una chiquilla mimada, Brooklyn!
- Sigue retandome. - respondió cruzándose de brazos - Ahora ve por Jauregui, y lárgate a cuidar animales, ¿quieres, linda? - hizo énfasis en la última palabra haciendo sonreír a la pelinegra por ello
- No, no me iré. - también se cruzó de brazos - Y es bueno saber que me consideras linda. - le guiñó un ojo
- ¡Yo nunca dije eso!
- Sí, lo hiciste, pero tranquila, tu secreto está a salvo. - pasó a lado de ella y entró al pequeño baño que había en el despacho para tomar una toalla y secar su cabeza y rostro - Ahora, dime, ¿de qué quieres hablar conmigo? soy una mujer ocupada, y justo ahora debería estar llenando un poco de papeleo para mandar otra orden de vinos a Nueva York. - dijo saliendo del baño
- ¿Qué? Yo no quiero hablar contigo, ¿quién te crees que eres?
- Uhmm, no lo sé, supongo que soy una veterinaria que también es enóloga. - se acomodó frente a la castaña que la miraba confundida - ¿Qué pasa, linda, no lo entiendes?
- Dej-...
- Sí, sí, que deje de llamarte así. - la interrumpió - Me presentaré nuevamente para que entiendas mejor las cosas, ¿está bien? - se pasó la toalla con la que se estaba secando por los hombros y extendió su mano derecha hacia la morena con una sonrisa - Me llamo, Lauren, Lauren Jauregui. - los ojos de Camila se abrieron de par en par - Y soy la enóloga de Pinot Gheeshlod, ex mano derecha de tu padre, y veterinaria de horario variado. Un gusto.
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N/A:
Les dejo este capítulo en honor a las calificaciones que recibí hoy. ¡Tengo dos 10! No se imaginan lo feliz y satisfecha que me siento; todas esas noches de desvelo y tardes sin comer se han visto reflejadas en esas dos calificaciones, y por ello estoy festejando con ustedes regalandoles este capítulo ✨.
Son unas personitas muy lindas, y merecen todo el amor del mundo; gracias por entenderme.
Besos.
🌹❤.
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