Capítulo 35
Resignada a que le siguieran picando los mosquitos, la castaña caminó con decisión hacia la camioneta en donde los había ido a recoger la ojiverde y se adentró en ella para tomar su bolso y buscar el repelente. Desde hace ya varios minutos había estado tolerando a esos molestos e infernales insectos tratando de succionar su sangre y ya estaba harta.
Mientras colocaba repelente en sus brazos, Camila volteó ligeramente en dirección a su hijo y suspiró al ver como la ojiverde se acercaba a él.
Una hora antes de que Camila diese por finalizada su jornada laboral del día, Lauren hizo acto de presencia en su despacho y habló con ella. La ojiverde estaba cien por ciento segura que podía hablar con Nicholas y tranquilizarlo con respecto a esa idea estúpida que le había metido su padre en la cabeza, así que le aseguró a la castaña que hablaría con el pequeño ojimarrón en la noche. Por su puesto, a pesar de que Lauren le había prometido que no le diría nada a su hijo con respecto a la extraña relación que tenían, Camila estaba un poco ansiosa de que a la ojiverde se le escapase algo y Nicholas se diera cuenta de todo.
- Confía en ella, Camila. Simplemente confía. - se murmuró a si misma mientras mordía su labio inferior con nerviosismo y miraba a lo lejos a la ojiverde y a Nicholas
Mientras Camila se carcomía de los nervios; la ojiverde estaba del otro lado a punto de morir de miedo sin razón aparente. Es decir, Nicholas tenía ocho años, no podía hacerle gran cosa, ella era una mujer adulta y tenía el triple de su tamaño; sin embargo, la ojiverde sentía la necesidad de explicarse ante él porque el pequeño ya se había ganado su corazón y le pondría demasiado triste que la continuase tratando como lo venía haciendo desde su encuentro en la piscina, y es que, desde aquel momento, Nicholas parecía decidido a ignorarla.
Cuando había ido hace una hora a recogerlos a la hacienda, la ojiverde se acercó con felicidad hacia el niño con la intención de saludarlo como siempre hacia, cargándolo y dándole vueltas, pero en lugar de que eso sucediera, Nicholas pasó de largo de ella y se metió a la camioneta sin siquiera haberla saludado antes, cosa que en definitiva le dolió.
Lauren trató de eliminar los nervios de su cuerpo y se acercó lo más que pudo a Nicholas, sentándose en el pasto, a la par del enorme telescopio color plata.
- ¿Qué hay de nuevo en el cielo? - preguntó la pelinegra con timidez mientras se flexionaba para abrazar sus piernas a su pecho sin dejar de mirar al pasto
Ante el sonido de la voz de Lauren, Nicholas se separó del telescopio y miró hacia abajo, donde yacía la ojiverde sentada; entonces, antes de hablar, frunció ligeramente el ceño y después acomodo sus anteojos.
- La luna está en el cuarto menguante. - respondió ligeramente antes de volver a pegar su cara en el telescopio y seguir indagando por el cielo
- Jamás entendí las fases de la luna. - admitió - Cuando iba en la escuela y mi profesora de Geografía tocaba el tema de las lunas me era muy difícil entenderla.
- Luna. - corrigió Nicholas - No hay lunas, solo existe una luna, lo que se explican son las fases. - alejó su cara del telescopio y se encogió de hombros - El abuelo dice que la Luna siempre será el satélite más hermoso de admirar pero más difícil de entender.
- ¿La luna no es una estrella? - la ojiverde volteo a verlo sin entender
- No, y tampoco es un planeta. Es un satélite, y es increíble. - dijo con una sonrisa - Cuando sea grande seré astronauta. Viajaré a la luna. - contó
- ¿En serio? Eso suena maravilloso, campeón. - alagó - ¿Has hablado con tu mamá sobre tu futuro? - Nicholas negó - ¿Por qué?
- No lo sé. Una vez le conté a papá... - su voz se apagó
- ¿Y qué te dijo él?
- Papá dice que son sueños tontos que todo mundo tiene a mi edad y que pronto me olvidaré de eso. - la ojiverde sintió su sangre hervir; realmente tenía ganas de torcerle el cuello a la ex pareja de Camila, el tipo era un idiota - Él quiere que sea doctor.
- ¿Te digo algo?
- Sí.
- Los sueños que uno verdaderamente anhela muchas veces es muy difícil hacerlos desaparecer. - estiró su mano y dio unos golpecitos al pasto para que Nicholas se sentara a lado de ella, cosa que hizo con sumo cuidado - Cuando tenía tu edad y mi papá nos abandonó a mi y a mi madre, lo único que quería hacer era consumirme en mis propios pensamientos, pero entonces un día llegue de la escuela y la encontré llorando. - Nicholas la miraba con atención mientras ella hablaba - En esos momentos deseé con todas mis fuerzas dos cosas. Una era un deseo vago y carente de razón. Pero el otro... el otro fue un deseo tan puro y lleno de verdaderos sentimientos que se convirtió en un sueño.
- ¿Y se cumplió? - preguntó con interés el ojimarrón
- Sí. - sonrió recordando lo feliz que llegó a ser su madre antes de morir - Se hizo realidad y desplegó diferentes sueños en mí. ¿Y sabes qué? Con esfuerzo y dedicación he ido logrando cada uno de ellos. - estiró su mano para despeinarlo - Jamás dejes detrás tus sueños, Nick. Si ser astronauta es lo que verdaderamente sueñas, lo serás. Cuéntale a tu mamá, apuesto a que ella va a estar encantada de ayudarte a cumplirlo.
- Le contaré. - apretó los labios - Lauren... - habló unos minutos después cuando ambos estaban arrancando pedazos de pasto sin razón
- ¿Sí?
- ¿Puedo preguntarte algo? - preguntó jugando nerviosamente con sus manos dejando de lado el pasto
- Claro, campeón. - le sonrió para alentarlo a hablar
- ¿Qué opinas de mi mamá?
Varios pensamientos cruzaron por la mente de la ojiverde en esos momentos. Tenía que pensar perfectamente lo que respondería a esa pregunta, ya que no podía ser cien por ciento sincera con el hijo de la morena y decirle que su madre era la mujer más sexy del mundo entero.
- Bueno... ella es simpática cuando no está mostrando su lado Alemán del siglo veinte. - dijo sin mentir del todo - Tiene un carácter peculiar; tu mamá es una de las mujeres más fuertes y valientes que conozco. También es muy trabajadora y...
- ¿Crees que mi mamá es guapa? - preguntó interrumpiéndola
La ojiverde agradeció a todos los seres celestiales existentes que estuviese oscuro en esos momentos, porque jamás podría explicarle a Nicholas la verdadera razón por la que su rostro se había bañado de la nada de un color rojo intenso.
- Yo... hmmm... - rascó su nuca con nerviosismo - ¿Por qué la pregunta?
- Creo que le gustas a mi mamá. - dijo Nicholas observándola con atención para estudiar su reacción ante lo que acababa de decirle
- O bueno... - abrió y cerró la boca sin saber exactamente que decir - Creo que estás equivocado. Tu madre me enterraría cien metros bajo tierra antes de sentir algo por mi.
- He visto como te mira. Tengo ocho años, soy un niño, no estúpido.
- Nicholas, por Dios. - lo miró con sorpresa al oírlo decir aquella palabra - ¿Dinah te enseñó a decir eso? - cuestionó sin obtener una respuesta - Escucha, te lo digo de verdad, tu madre y yo somos dos personas totalmente distintas, jamás...
- ¿Jamás sentirías algo por ella? ¿Romperías su corazón, Lauren? - la ojiverde negó con nerviosismo - Le gustas, lo sé. Lo único que quiero es verla feliz, y lo estuve pensando toda la tarde. No me importaría que ella me llevase a Brooklyn con tal de verla feliz... - admitió - Nunca la había visto tan feliz antes. Desde que murió mi abuelo y nos mudamos a Pinot Gheeshlod hay algo distinto en ella.
- Ella jamás te mandaría a Brooklyn, te ama con su vida, Nick. - dijo la ojiverde - Se volvería loca antes de alejarse de ti. Nunca vuelvas a decir algo como eso. Su felicidad principal eres y siempre serás tú. - lo señaló
- Podrías formar parte de esa felicidad.
- ¿Qué?
- Mi mamá merece ser feliz, y si dices que yo la hago feliz, al parecer no es lo suficiente. Algo hace falta en la vida de mi mamá y no soy yo, porque a mi ya me tiene.
- ¿De qué hablas?
- Ella no ama a mi papá. Necesita amar a alguien más aparte de mi para alcanzar por completo la felicidad, y si tu eres esa pieza faltante, no me opondré. - se levantó del suelo - Fue una buena charla, Lauren. Me agradas. - habló con diplomacia - Iré a buscar a mamá, ella está aún en el auto con el repelente y necesito un poco. Quizá después pueda prepararme un vaso de leche con chocolate y me lleve a dormir. Con permiso.
Sin entender del todo lo que acababa de suceder, la ojiverde observó como Nicholas se alejaba poco a poco hasta llegar a la camioneta gris, donde Camila lo recibió con un abrazó.
En todos sus años de vida, Lauren jamás había tratado con un niño tan inteligente como lo era Nicholas. Es decir, el pequeño era muy astuto sin perder ese toque de inocencia. Se había plantado frente a ella y había tocado el tema sin que ella misma lo obligase, entonces le había dado su visto bueno con respecto a los aparentes sentimientos de su madre y la había invitado inconscientemente a completar la felicidad de la morena.
Sin mentir, Lauren no podía creer lo rápido que trabajaba la mente de Nicholas y lo pequeña que se había sentido al ser enfrentada por él.
Borrando la impresión de su rostro, la pelinegra se levantó del pasto con una sonrisa y comenzó a desmontar el telescopio para después llevarlo hasta donde estaban Camila y el pequeño castaño abrazados. Sin interrumpir el momento madre e hijo, Lauren abrió la cajuela de la camioneta y guardó el telescopio. Antes de cerrar la cajuela, la ojiverde meditó nuevamente la conversación que acababa de tener con Nicholas y entonces soltó una carcajada. Nick era increíble y lo amaba, en verdad amaba a esa niño.
Finalmente, luego de oír la voz de Camila llamándole, la pelinegra cerró la cajuela y se subió del lado del conductor encontrándose con la sonrisa de la morena, la cual la hizo sentir todo un zoológico dentro de su estómago.
Sin decir nada, Lauren arrancó la camioneta y comenzó a conducir rodeando los viñedos hasta llegar a la hacienda, donde primero bajó ella para abrir la puerta de la entrada y después se acercó para ayudar a Camila a bajarse.
- Espera, déjame ayudarte. - dijo antes de que la castaña se bajase y la tomó de la mano bajo la atenta mirada somnolienta del ojimarrón - Listo.
- Gracias, Jauregui. - le guiñó un ojo sin que su hijo se diese cuenta y después se alejó de la mano de su hijo, quien ya se había bajado, mientras sonreía por haber visto que había sonrojado a la ojiverde
- Mamá, mi telescopio. - dijo Nicholas deteniéndose un momento para señalar la camioneta
- Ve a la cocina, ahora te alcanzo. - aseguró la castaña
- Claro. - asintió - ¡Hasta mañana, Lauren! - gritó el castaño antes de desaparecer por la puerta principal de la hacienda
Asegurándose de que su hijo ya no estuviera cerca, la morena comenzó a caminar en dirección a Lauren, quien la observaba recargada en la camioneta con los brazos cruzados.
- Hola. - dijo cuando estuvo frente a ella
- ¿Disfrutas de sonrojarme? - preguntó Lauren separando sus brazos para tomar a la morena de la cintura y pegarla a su cuerpo
- Bueno, es muy difícil ver a la señora egocentrismo sonrojarse, así que... sí. - colocó sus manos en los hombros de la pelinegra
- Hable con Nick. - dijo mientras acariciaba la cintura de Camila
- Eso vi. - hizo una mueca - ¿De qué hablaron?
- Bueno, al parecer es muy listo y sabe lo mucho que su madre se muere por este increíble y sexy cuerpo. - se señaló a sí misma ganándose un golpe - Está bien, lo siento. - rió
- Es en serio, Jauregui.
- ¿Sabes? Jamás me habías guiñado el ojo... - sonrió de lado - Normalmente soy yo quien hace ese tipo de cosas, ¿te estás volviendo más atrevida, preciosa?
- No lo sé, creí que sería divertido.
- La divertida de aquí soy yo, se supone que tu eres la amargada sin corazón que solamente tiene sentimientos cuando me ve. - la castaña abrió la boca indignada y le pegó nuevamente
- Eres una imbécil. - trató de alejarse de ella pero la ojiverde apretó su agarre para que no escapara - Suéltame y saca el telescopio de mi hijo.
- Primero dame un beso. - pidió
- No. - hizo su rostro hacia un lado cuando Lauren se acercó para besarla
- Vamos, Brooklyn, solo un beso.
- No. - repitió - Siempre arruinas todo, suéltame.
- Está bien, pero acepta salir a otra cita conmigo.
- Estás demente si crees que aceptaré después de esto. - la ojiverde hizo un puchero lo que hizo que Camila dejase escapar una carcajada - No funcionará, no aceptaré.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro