Capítulo 14
- Señorita Cabello, bienvenida. - le dijo una de las señoras que trabajaban dentro de la hacienda tan pronto como cruzó la puerta
- Gracias. ¿En dónde está Sofia? - preguntó la castaña
- Su hermana se encuentra en el comedor de la cocina esperando por un poco de la comida que esta preparando Cleo, ¿gusta acompañarla?
- No, no, iré al despacho de mi padre.
- Si gusta puedo llevarle un poco de comida ahí para que no se quede sin comer. - ofreció regalándole una cálida sonrisa
- Supongo que eso estaría bien, gracias. - se acomodó bien su bolso - Iré arriba, voy a dejar entre abierta la puerta, con permiso.
- Propio, señorita.
Antes de avanzar hacia las escaleras, Camila miró hacía atrás en dirección a la puerta abierta y frunció el ceño al observar a la ojiverde hablando con una mujer y como si suerte fuera nula la pelinegra la atrapó mirándola y le guiñó un ojo, cosa que la hizo rodar los ojos y después desviar la mirada para continuar con su camino.
Cuando llegó al despacho de su padre suspiró antes de abrir la puerta y después entró. El lugar se veía aún más triste de lo que se veía cuando fue lo del velatorio y entierro de su padre, sin embargo a pesar de la sensación melancólica, Camila abrió las cortinas y dejó entrar el sol para después sentarse y recargar sus manos en el escritorio.
Cerró un momento los ojos y recordó el día en el que su padre le enseñó a andar a caballo. Aquel día fue totalmente lleno de felicidad para la castaña, jamás había sentido tanta adrenalina y paz en su vida como la que sintió cuando iba cabalgando. Aún podía recordar la sensación del viento golpeando contra su rostro como una caricia suave. Después de ese día, ella y su padre hicieron de salir a montar una linda rutina cada que Alejandro terminaba sus labores en la hacienda con sus trabajadores, y a pesar de los múltiples regaños de Sinuhe, ambos disfrutaban de estar juntos como padre e hija haciendo algo que ambos amaban.
Para Alejandro Cabello no había nada más importante que su hija, ella era todo para el, su princesa, la niña de sus ojos, su mayor tesoro, etc. El vinculo que había entre ambos era sumamente especial, ambos compartían las mismas ambiciones y los mismos sueños; Camila quería ser como su padre cuando creciera, pero todo cambió cuando el divorcio apareció en sus vidas. Sinuhe se encargó de alejar a la castaña de aquella vida que tanto detestaba, destruyendo y acabando así con aquellos sueños y ambiciones; le prohibió a Alejandro visitar a sus dos hijas y se dedicó personalmente a moldear a Camila justo como siempre había querido hacer, alejada de toda la naturaleza, libertad y de su padre.
- Nos destrozaste. - susurró la morena a la nada pensando en todo lo que había hecho su madre, en como la había alejado de una vida llena de felicidad y como le había hecho creer todos estos años que su padre no la quería, cegándola con un odio innecesario
La castaña se levantó de la silla de piel y rodeó el escritorio hasta situarse frente al enorme cuadro que había a espaldas de la silla. El cuadro mostraba a una pequeña Camila abranzando dulcemente a una versión bebé de su hermana menor. A pesar de que su padre no había convivido más que unos meses con Sofia, él la había amado tanto como a Camila.
- ¿Señorita Cabello? - la voz de la misma señora que la había recibido la sacó de sus pensamientos y se dijo a si misma que no debía pasar tanto tiempo dentro del despacho de su padre porque la hacía ponerse demasiado melancólica y paranoíca
- Adelante. - se acercó rápidamente a la puerta y abrió
- Aquí le dejo su comida. Es un poco de sopa, un filete y verduras salteadas. Su hermana le manda este pedazo de tarta que acaba de hacer Cleo, dice que debe de probarlo. - explicó rápidamente la señora mientras colocaba la bandeja de comida en la pequeña mesa de centro que había dentro del despacho
- Gracias. - sonrió levemente
- Cualquier cosa no dude en llamarme, señorita Cabello.
- Sí, muchas gracias. - dijo de nuevo y acompañó a la señora a la puerta - Por cierto, ¿de pura casualidad Sampietro está por aquí? - preguntó la castaña con esperanza
- Oh no, él ha salido está mañana para concretar la compra de tres cabezas de ganado en compañía de el señor Ogletree.
- Está bien.
- Con su permiso, señorita. - se despidió
La morena recogió la bandeja y la llevó hasta el escritorio. Normalmente no comía demasiado, sin embargo todo lo que estaba frente a ella se veía demasiado rico y su estómago no podía negarse a semejante comida. Se acomodó la servilleta en sus piernas cubriendo gran parte del dobladillo de su vestido color crema y justo cuando estaba por llevarse un bocado de comida a la boca la puerta del despacho se abrió de golpe.
- Brooklyn. - la boca de la ojimarrón se cerró y dejó caer la cuchara en su lugar con delicadeza - No creí que llegarías a comer, la verdad. Disculpa tardar en reunirme contigo pero estaba ocupada hablando con la hija de los Issartel.
- ¿Qué diablos haces aquí y por qué entras sin tocar? - preguntó frustrada
- Reunirme contigo, obviamente. - respondió con diversión acercándose al escritorio hasta llegar a las sillas y dejarse caer para después subir las piernas al escritorio
- ¡Baja las piernas, mal educada! - gritó la castaña indignada golpeando las botas de la ojiverde con sus manos - Maldita sea, ¿qué no ves que ensucias?
- Lo siento, la costumbre. - sonrió - En fin, Brooklyn, te decía...
- No, no, no. - se levantó de su lugar rodeando el escritorio para tomar a la pelinegra de la camisa y levantarla de la silla - Estoy comiendo, no me molestes, ya suficiente tuve con viajar en la misma camioneta que tu hace unos cuarenta minutos.
- Hey, tranquila, reina del universo. - se soltó de su agarre - Arrugas mi camisa, se un poco más amable con mi ropa, por favor. - pasó sus manos por donde la castaña la había agarrado
- Solo lárgate de aquí, me atormentas.
- No vine a atormentar, vine a hablar contigo sobre lo de Bailey.
- ¿Quién rayos en Bailey? - gruñó
- ¿Hola? ¿El hombre pelirrojo que quiere comprar el viñedo y la hacienda de tu padre? ¿Lo recuerdas? - le respondió rodando los ojos con diversión
- Oh, ese hombre.
- Oh, ese hombre. - la arremedó
- Te lo juro, eres un jodido dolor de cabeza. - escupió la morena con irritación
- Y tú eres demasiado guapa como para arrugarte muy joven. - le recordó - No te enojes, Brooklyn, yo vine en son de paz.
- Tu significas todo menos paz, eres insolente, imprudente, grosera y metiche, sin contar que eres demasiado molesta y sonríes mucho. - se cruzó de brazos
- Bueno, tu eres una persona demasiado malhumorada, irradias cero diversión y eres muy delicada. - contraatacó - Sin embargo yo no me estoy quejando. - se encogió de hombros
- ¡Sólo dejame tranquila, quiero comer!
- ¡Y yo quiero hablar sobre el patrimonio que construyó tu padre con tanto esfuerzo y que está siendo acechado por un maldito rufián con traje!
- Creí que me tenías en un concepto diferente, Jauregui. - dijo alguien desde la puerta llamando la atención de ambas mujeres - Buenas tardes, soy Phill Bailey. - se presentó mientras entraba y se acercaba a ellas - Usted debe ser Camila Cabello, es un placer por fin poder conocerla en persona. Llevo buscándola desde hace varios días.
- ¿Usted es quien quiere comprar Pinot Gheeshlod?
- En efecto. - sonrió con malicia - Me gustaría hablar con usted a solas y plantearle una propuesta muy jugosa.
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N/A:
¿Alguna vez les he dicho que lxs amo demasiado y que son unas personas muy preciosas?
🌹❤.
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