Capítulo 31
Actualización extra hoy. 💜
¡ARMY, feliz octavo aniversario!
El pedazo de vidrio temblaba entre los dedos indecisos de Jungkook. Temía lastimar a Jimin en su intento de liberarlo del interior de la criatura frente a él. Sujetó con ambas manos el objeto cortante que había tomado por arma. Su respiración se agitó y gritó:
—¡Libera a Jimin, monstruo!
El médico comprendió la disyuntiva a la que se enfrentaba su pareja. Aprovechó la disminución de su aprisionamiento cuando este levantó ambas manos e inyectó con precisión, velocidad y destreza, el contenido de una jeringuilla con el medicamento que había preparado, directamente en la yugular de su agresor.
—Jungkookie. —Una voz tranquilizadora invadió los sentidos del sicario—. Estoy bien. Gracias por intentar protegerme. —Trató de ganar tiempo.
La paz interior momentánea traída a Jeon por esas palabras hizo que sus erráticos movimientos se detuvieran y su respiración se calmara. La medicación se desplazaba a gran velocidad por su torrente sanguíneo, dejando su campo visual libre de ilusiones y falsedad.
Un par de gotas de sangre, provenientes de las manos heridas de Jungkook, cayeron sobre el rostro de su pareja, que le acarició la mejilla con suavidad y con una gran sonrisa le demostró que todo estaba bien.
—Jimin.
Los ojos del menor percibían la realidad ahora. Estuvo a punto de lastimar a la persona más importante en su vida. Se odiaba por estar en esas circunstancias, por no poder hacer nada para cambiarlas, por recibir esa mirada de amor y comprensión a pesar de no sentirse merecedor de ella. Se levantó con movimientos torpes, corrió al baño y cerró la puerta. Jimin fue tras él.
—Jungkook, sal de ahí. —Movió la manija; fue inútil. La puerta estaba cerrada—. Tengo que tratar tus heridas.
—¡Vete! ¡Déjame!
—No podría abandonarte.
—No quiero... lastimarte. —Sus palabras parecían un ruego.
—No lo harás. Los medicamentos están haciendo efecto, todo está bien. Tú no tienes la culpa, es algo que escapa a tu control.
—¡Precisamente! Si no puedo controlarlo, nada garantiza que no intente herirte otra vez.
Jungkook era torpe para expresar sus sentimientos. En las últimas semanas se había comportado más cariñoso y expresaba con palabras lo que pensaba y sentía. Jimin sabía que lo hacía por él, para darle tranquilidad, confianza y seguridad. El leve sonrojo que aparecía en las mejillas de Jeon con cada frase romántica demostraba que se esforzaba al máximo por hacerlo feliz y darle la relación de ensueño que las circunstancias habían obstaculizado. El castaño siempre fue el eslabón débil; el que debía ser defendido. Quería retribuir, al menos un poco, todo lo que había recibido.
—Jungkook, ¿confías en mí?
—¡Claro que lo hago! —respondió sin dudar.
—Entonces, déjame ayudarte. Recuerda que soy tu médico. No puedo dejarte encerrado ahí estando malherido. —No hubo respuesta desde el interior—. Déjame... ser yo quien te proteja esta vez.
Las palabras se quedaron prisioneras en la garganta de Nochu. Ese era Jimin, su Jimin. La amabilidad desbordada en cada palabra se lo corroboraba. La tranquilidad que el castaño le transmitió fue suficiente para vencer sus inseguridades y retirar el seguro para dejarlo entrar y ser estrechado en sus brazos con inmediatez.
—Lo... siento.
—No te disculpes. Gracias por confiar en mí. Haré cuánto esté en mis manos para que salgas de esto. Lo prometo.
—Te amo.
—Yo más. —Depositó un pequeño beso en los labios de Jungkook, que comenzaba a mostrarse somnoliento por el efecto de los sedantes.
Los síntomas fueron disminuyendo progresivamente con el paso de los días. Las ilusiones y alucinaciones dejaron de mostrar abominaciones tan horrendas como las previas, evitando que Jungkook continuara haciéndose daño a sí mismo o a los demás. Jimin estaba feliz, ver ese progreso lo tranquilizaba.
Una llamada de Kim Jongin entró al celular de Park. Se le había hecho costumbre comunicarse casi diariamente con su colega para informarle los avances de la investigación, así como para preguntarle por el estado de esa persona importante que le mencionó. Si proteger la salud de ese individuo era crucial para el castaño, también constituía para él una prioridad.
—Habla Jimin. ¿Qué ocurre, Jongin?
—Buenas noticias, Park. Oficialmente, comprobamos que a falta de un antídoto, el método de desintoxicación que usamos fue el correcto. No hay riesgos de recidivas.
—¡Qué alivio! Estoy tan feliz por el buen progreso. No sé qué hubiera hecho si aparecía una complicación después de esta gran mejora.
—Jajaja, imagino tu estrés. Sin embargo, esta no es la única buena nueva.
—¿Ah, no? Cuenta, cuenta.
—Logramos hacer una estimación bastante acertada de la relación entre la duración de los síntomas respecto a la dosis administrada. Si mis cálculos no fallan, los efectos deben desaparecer hoy o mañana.
—¿En serio? Esta es la mejor noticia que podría recibir. —Las lágrimas estaban a punto de abandonar sus ojos.
—Si yo fuera tú, no estaría tan tranquilo.
—¿Por qué no?
—Recuerdas cuál es el efecto original de la droga a dosis controladas, ¿cierto?
—Si la memoria no me falla, es un afrodisíaco que aumenta... la líbido. —Su voz tembló, tragó en seco y un leve carmín comenzó a aparecer en sus mejillas al comprender el significado de las palabras de su amigo.
—Cuando dices que es una persona especial para ti, imagino que es porque tienen "esa" relación. Espero que tu cuerpo resista, jajaja.
—¡Idiota! —El rubor del castaño se había adueñado de todo su rostro.
—Nos vemos. Ten algunos analgésicos a la mano.
—¡Cállate, idiota! Adiós. —Colgó.
La nueva idea instaurada en su cabeza tenía a Jimin nervioso. Su imaginación estaba volando demasiado lejos, tenía que pensar con racionalidad. Entró a la habitación, Jungkook estaba dormido. Un pequeño suspiro de alivio, extrañamente mezclado con decepción, abandonó sus labios. Se sentó en un buró que había llevado a ese cuarto para trabajar en los papeleos del hospital y estudiar mientras cuidaba de su novio. Esperaría que despertara para evaluar su condición.
Los sueños de Nochu tenían bastante perturbado su descanso esa tarde. Si bien desde que fue drogado no había podido dormir tranquilamente, a excepción de cuando el efecto de los medicamentos se lo permitían, este sueño traía a flote recuerdos y sentimientos complicados de manejar. Sentimientos a los que debía enfrentarse y superar. Tenía que dar una respuesta que le permitiera continuar su vida de una vez por todas.
—Jungkook. —La misma voz retorcida que acompañaba la figura demacrada de su madre, la que había aparecido en sus sueños una vez, se encontraba frente a él.
Un espacio totalmente oscuro, el carmesí de la sangre bajo sus pies y un silencio aterrador eran, una vez más, lo único que podía distinguir. Esta vez era distinto. Tenía claro lo que deseaba y lo que tenía que hacer. No dudaría. No más.
—¿Qué quieres? —Su voz era fría, no mostraba compasión o empatía por quien estaba frente a él.
—¿Cómo puedes hablarme así? Soy tu madre —dijo con voz triste.
—No lo eres. Solo eres una materialización de mi miedo a mi propio pasado, a mi debilidad —admitió.
—Reconoces que eres débil. No pudiste protegerme, me abandonaste y, aun así, ¿te niegas a venir conmigo? No te odio. Quiero protegerte. No dejaré que sufras más. Traeré a tu amado Jimin también, así podrán estar juntos. Ven conmigo. —Le extendió su mano.
—Soy débil, lo sé. Sin embargo, para volverse fuerte solo se necesitan dos cosas: reconocer la debilidad propia y... tener alguien importante a quien querer proteger. —Su mirada se suavizó—. No iré contigo, Jimin tampoco. Me volveré lo suficientemente confiable como para poder defenderlo de todo, y él me protegerá también. —No había dudas en sus palabras.
Un corto y extrañamente cómodo silencio se instauró entre ellos.
—Hijo... —lo llamó, en esta ocasión con la voz de quien lo trajo al mundo; la que recordaba de su niñez.
—Si en verdad eres mi madre, confía en mí. Esta vez no fallaré. Lo protegeré hasta mi último aliento. Puedes estar tranquila. —Cerró sus ojos y una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Sus sentimientos habían sido transmitidos y una voluntad inquebrantable había sido expresada.
Un cálido abrazo lo envolvió, tan amoroso y delicado como recordaba. Abrió sus ojos ante el nostálgico contacto y no pudo contener sus lágrimas. Su madre, con la hermosa imagen que recordaba y la cálida sonrisa que la caracterizaba, lo estrechaba entre sus brazos cariñosamente, brindándole ese calor que tanto extrañó y añoró por años; ese que pensó jamás volver a sentir.
—Confío en ti, Jungkook. Me alegra que ames a alguien así. Se feliz. Abandona las sombras, lo mereces. —Unió sus frentes—. Tienes razón, ya puedo irme tranquila.
El azabache no pudo contenerse más y correspondió al abrazo con fuerza, intentando grabar en su piel el contacto. Sus brazos temblaban y sus lágrimas brotaban inconteniblemente. Saber que la despedida tras ese efímero encuentro estaba llegando le robaba el aliento y las palabras; mas había algo que debía decir, hay sentimientos que deben expresarse con palabras:
—Te amo, mamá. Gracias por traerme a este mundo, por protegerme, por desear mi felicidad, por estar a mi lado; por... amarme.
—Gracias a ti por haberte convertido en la luz de mi vida. Adiós, Jungkook. —Le sonrió enternecedoramente por última vez.
La figura de la señora Jeon se desvaneció lentamente, dejando un grupo de pequeños destellos que se elevaban titilando cual hermosas luciérnagas. Las luces se expandieron y convirtieron en brillo y claridad sin fin la oscuridad que anteriormente envolvía el lugar, impregnándolo con una calidez que abrigó el cuerpo y corazón de Jungkook; una que perduraría para siempre.
Los ojos de Nochu se abrieron. Estaba tan lúcido que él mismo se sorprendió. Recordaba a la perfección la conversación con su madre en su sueño. Por un instante dudó si tomar esa plática como real. Sin embargo, esa idea quedó descartada de inmediato. La calidez en su interior era real. Las sensaciones evocadas por ese abrazo eran reales. Cada una de sus palabras fue verdad y estaba totalmente seguro de que si su madre estuviese viva, esas serían las palabras que le dedicaría.
Se sentó en la cama, acción que llamó la atención del castaño, que dejó sus papeles en el buró y se dirigió rápidamente a su lado.
—¡Jungkook! ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?
Un par de lágrimas se deslizaron por las mejillas de Jeon.
—Jimin… —Lo abrazó.
—¿Qué sucede? —Estaba confundido. No sabía si esa reacción formaba parte de los efectos residuales de la droga o había algo más de por medio.
—Todo está bien. No me pasa nada, solo estoy feliz de que estés aquí conmigo. —Lo abrazó más fuerte.
No permitiría que las inseguridades se apoderasen de sus pensamientos o acciones nunca más. Ya no albergaba dudas en su interior, su determinación no flaquearía. Poseía fuertes motivos para no rendirse y seguir adelante a pesar de los contratiempos; una vida y un futuro para compartir.
—Yo también estoy feliz de que estés conmigo y estés bien.
—Te amo.
Sus rostros se acercaron hasta que sus labios se rozaron. Los pequeños y delicados besos se fueron profundizando cada vez más hasta que una búsqueda desesperada de contacto comenzó a primar entre los dos. El indescriptible placer provocado por el juego de sus lenguas en sus bocas era embriagante y, a su vez, insuficiente. Necesitaban más.
Los sentidos de Jungkook comenzaban a nublarse, el calor crecía cada vez más y la necesidad de llegar más lejos le arrebataba la calma. Si bien era cierto que deseaba tener a Jimin entre sus brazos, el deseo que experimentaba en ese instante era tan grande y descontrolado como nunca antes en su vida. No parecía tener control sobre sus acciones. "Sexo", esa era la palabra que dominaba su subconsciente.
El menor se separó, se puso de pie dándole la espalda y se alejó de la cama. Se sentía tan fuera de sí que estaba asustado de sí mismo. Pensaba ir al baño a enfriarse cuando sintió la mano de Jimin sostenerlo por la manga de su camisa.
—No te detengas, por favor. —Ya una vez Jungkook había entregado todo de sí para darle placer, ahora era su turno.
La expresión lujuriosa y de aprobación que acompañó esas palabras fue suficiente para que Jeon tirara su autocontrol a la basura y lo atrajera hacia sí, uniéndose en un nuevo beso apasionado que parecía daría paso a mucho más.
Pobre Jimin. Espero pueda volver a sentarse XD. Mañana subo el próximo sin falta jsjsjs.
Esto es todo por hoy, ha sido un día lleno de emoción en que las lágrimas de felicidad y nostalgia no han dejado mis ojos, es maravilloso que nuestros chicos lleven ya ocho años trayéndonos arte.
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Chao chan 😘
Hasta la próxima actualización.
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