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7:12


—¡Miren todos!—gritó alguien en alguna parte del gigantesco lugar—¡Jeon Jungkook está aquí!

Y poca fue mi sorpresa por el gran escándalo que se armó gracias a mi llegada, de alguna manera, ya estaba acostumbrado.

Drogas, música y alcohol.

Esas eran las principales etiquetas para describir el ambiente que se formaba. La chica a mi lado estaba sorprendida, y ahí supe que era la primera vez que venía a una reunión de este tipo.

—Ey, todo está bien—le calme tomándola por encima de los hombros para hacerla relajar—Solo quédate donde pueda verte—dije alzando un poco la voz para que pudiera escucharme, ella asintió y se limitó a sonreír ligeramente.

—¡Aquí estas!—mencionó Mingyu aproximándose a mi, eufórico—¡Eun Woo y Jaehyun están jugando "sorbo sorbo shot" y amigo están vueltos locos!, tienes que verlos ahora

Exclamó llevándome literalmente a rastras de ahí.

—No, espera, Jungkook—exclamó Yi Seo detrás mío.

—No tardaré, regresaré de inmediato—espeté alejándome de ella, dejándola completamente sola.

—¡Sorbo, sorbo, sorbo!—se repetía una y otra vez en mi cabeza como si de un eco se tratase

Estaba borracho.
Si, lo suficientemente borracho como para mantenerme de pie. Por inercia correspondía a aquellas caricias que producían literalmente nada en mi de la castaña al frente mío.

¿Qué demonios estaba haciendo?

Pensé. Pero mi nivel de ebriedad era alto, no podía contestarme, o tal vez si: "Estás actuando como un idiota." Me respondió la parte cuerda de mi cabeza.
Sin dar paso a algo más, me levanté del sofá quitando a la chica de encima.

—¡Jungkook! ¿Qué haces?—preguntó levantándose y acercándose a mi mientras mordía su labio—Escuché que la habitación está desocupada.

Me giré a mirarla, pero al mirar sus ojos, los estupidos bichos de los que todo el mundo hablaba en mi estómago siguieron durmiendo, miré sus ojos y me parecieron iguales a los de cualquiera.

—Esta vez no Young Min—mencioné con suma seriedad.

—Jeon, está vez el director no estará para ponernos un castigo—mencionó colocando sus manos alrededor de mi cuello, las cuales separé inmediatamente.

—Hoy no—sin esperar respuesta de su parte, como pude caminé hacia el pasillo dispuesto a encontrarla

Pero vamos, había un mundo de gente ahí, todos vueltos locos.
¿Cómo había sido lo suficientemente estupido como para decirle que estuviera dentro de mi campo de visión y luego abandonarla?
No. La verdadera pregunta sería...¿Cómo había sido lo suficientemente idiota como para invitarla y no cuidar de ella? Bueno, era Jeon Jungkook, un mismísimo imbecíl.

Seguí caminando, observando por encima de mi hombro, o levantando la cabeza hasta que por fin pude visualizarla en el patio. Pero. ¿Quien era el chico con el que estaba platicando?

Automáticamente mis puños se cerraron, un enojo se apoderó de mi cuerpo, la embriaguez desapareció, y sin esperar ni un solo segundo más, me aproxime a ellos.

—Vamos, ven a bailar—insistió tomándola de la muñeca.

—No me apetece esta noche, pero te lo agradezco—respondía la chica ya algo irritada.

—Vamos, solo bailaremos, una canción y lue...

—¡Suéltala ahora mismo, antes de que te rompa toda la cara!—mencioné detrás suyo interrumpiéndole.

Aquel chico se giró hasta toparse conmigo.

—¿Jeon?—preguntó burlón—¡Creí que Young Min te tenía lo bastante ocupado!

¿Quién era ese tipo? Y ¿Por qué sabía de Young Min y yo? No lo sabía. Y siendo sincero, en ese momento, no quería saberlo, era lo que menos importaba.
No hice caso omiso, mi vista seguía mirando su mano enlazada a su muñeca.

—¡Dije que la soltaras!—repetí.

—¡Y si no quiero hacerlo!—contestó con una sonrisa ladina.

—Yo haré que...

—¡Basta!—interrumpió la pelinegro—¿Creen que soy un objeto por el que pueden pelear?—mencionó soltándose con brusquedad de su agarre—Tú eres lo suficientemente fastidioso como para bailar, y tú—me señaló—¡Me dejaste sola, así que no vengas ahora a defenderme, todos aquí son unos inmaduros!

Espetó molesta caminando a la salida pasándome de largo.
Tenía un carácter del demonio.

—¡Yi Seo, espera!—dije mirando al tipo con fastidio y luego corrí tratando de alcanzarla.

—Olvídalo, me largo de aquí, fue un error el haber aceptado.

—Por favor—mencioné deteniéndola del brazo.

—¡Quiero irme a casa!—soltó con sus ojos cristalinos—Ha sido una noche horrible, no tienes idea de cuántos chicos se me acercaron, no conozco a nadie y estás borracho, el olor a alcohol está destrozando mis fosas nasales, ¡Me dejaste Jeon!, te fuiste para revolcarte con otra mientras yo estaba aquí sintiéndome una completa estupida.

—¿De que estás habla...

—¿Young Min? Te suena. ¿Crees que no he escuchado sobre tu extraña relación con ella?—negando con desaprobación dio media vuelta.

En un acto desesperado volví a tomar su brazo girándola con algo de fuerza. Sus manos se deslizaron por mi cuello para evitar caer, y yo apretando suavemente su nuca con los pulgares le eché la cabeza atrás. Sentí la presión de mis labios contra los suyos, con tal fuerza que le impidió salir lo que fuera que estuviera a punto de llamarle. Poco después, correspondió.

Sus manos bajaron hasta mis hombros, rozaron mis brazos y se posaron en mi región lumbar. Sentí ligeros escalofríos de pánico y placer. Intentó separarse de mi, que para impedirlo, le mordí el labio con delicadeza.

Besarla.

Besarla era como volver a casa, haber nacido, o haber encontrado de pronto una mitad, sus labios eran tibios, suaves, adictivos, tentativos. Hizo temblar el mundo bajo mis pies. De hecho, el mundo había desaparecido, solo estábamos ella y yo.
Con lentitud nos separamos, de un momento a otro ella ya había retrocedido lo suficiente como para mirarle los ojos.
Sus ojos eran dos estrellas que brillaban intensamente, más bien, sus ojos hacían parecer que las estrellan no brillaban.
Eran dos preciosas gemas, puras, como un diamante. Me dejaban sin aliento, me nublaban la vista, me volvían loco y me hacían perderme en la infinidad del tiempo.

—No pasó nada—susurré con la respiración algo agitada—Entre ella y yo, no pasó nada esta noche

Aquella guardó silencio un momento que se sintió eterno.
De pronto, en un movimiento rápido tomó uno de los tantos vasos de plástico regados por todo el lugar, y arrojó el líquido sobre mi.

—Me importa poco lo que haya pasado o no—boto aquel recipiente al piso y luego caminó hasta la salida, dejándome completamente estático.

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