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Estaba dispuesto a detenerla cuando otra enfermera apareció alterada hablando de un paciente cuando recién entrábamos al lugar, la azabache ni siquiera me miró antes de perderse en las escaleras.
—No—interrumpió la secretaría tomándome del brazo para impedirme ir tras ella—Mejor espera a que todo se calme y regrese.
¿Qué rayos acababa de pasar ahí arriba? La curiosidad me mataba, y por alguna extraña razón una preocupación invadía mi ser.
¿Qué había pasado? ¿De quien estaban hablando? ¿Por qué no podía moverme si tanto quería saberlo? ¿Por qué quería ayudarla?
¿Por qué gastaba mi tiempo pensando en ella?
—Joven Jeon—dijo una voz invadiendo mis pensamientos y sacándome de aquel pequeño transe en el que me encontraba sumido—Su celular.
—¿Eh?—solté dirigiéndole la mirada, topándome con una enfermera acomodando libros.
—Su celular está sonando—repitió sonriendo ligeramente.
—Oh, claro—dije apresurándome a sacar el teléfono de mi bolsillo y presioné el botón verde—Gracias—le susurré—Si, diga.
—¡Jeon Jungkook!—gritó al otro lado de la línea haciendo que alejara el celular de la oreja abruptamente—¡Me abandonaste! ¡NOS abandonaste!
—¿Qué quieres Jae? Estoy trabajando—respondí con voz queda observando las cosas del escritorio como si fuese lo más interesante. Luego tomé asiento.
—¡Wow! Escúchate, hablando de trabajo. No puedo creer lo responsable que se volvió mi amigo de la noche a la mañana.
—Deberías aprender de mi. Ni siquiera fueron a la escuela por su tonta resaca.
—Ah, olvídalo. Comienzas a hablar como mi padre—me cortó bufando—Mingyu y yo pasaremos por ti, habrá una fiesta en la casa de Eunwoo.
Era increíble la resistencia de esos chicos, recién iban a una fiesta, cuando ya planeaban ir a otra. Realmente impresionante.
—¿Vendrán?—contesté levantando la mirada observando cómo de pronto la enfermera que había avisado a Yi Seo aparecía en mi campo de visión y tomaba ciertos medicamentos.
—Claro, si irás ¿Cierto?—preguntó.
—Lo pensaré, aún estoy ocupado. Tengo que irme está bien, te marco cuando salga—colgué sin esperar respuesta de su parte.
Me levanté apresurado y camine hasta donde ella se encontraba.
—¿Qué sucede?—me apresuré a preguntar—¿Donde está la enfermera Kim? ¿Está bien?
—Nada importante, tranquilo —respondió, más no le creí—Ahora está algo ocupada.
Su rostro reflejaba todo lo contrario.
—Pero...
—Podrías comenzar a proporcionarles el medicamento a los demás por favor. Luego repárteles el almuerzo, no más de dos galletas por persona—me interrumpió—También, llegará un miembro nuevo, cuando esté aquí, pide a sus familiares que llenen uno de los formularios con sus datos.
—Pero ¿Qué pasará con ella?—me atreví a preguntar.
—Ah, ella—divago pensando en cualquier excusa—Tan pronto terminé, estará contigo—fue lo último que mencionó antes de volver a subir las escaleras.
Sin embargo, no volví a verla por las próximas cuatro horas.
El sonido del lapicero golpeando aquel escritorio se apreciaba por todo el lugar, las manecillas del reloj se escuchaban a todo volumen en mi oído y mi vista se centraba en una esquina de la habitación.
Nombre:__________
Leí en aquel formulario, me acomodé en la silla—Kim Yi Seo—deletreé al mismo tiempo en que escribía con lentitud.
Miré atentamente aquella hoja con aquel nombre escrito en ella.
—¡Esa chica me está volviendo loco!—exclamé botando la pluma—Me ha dejado todo el trabajó. ¿Y el anciano nuevo donde está? ¿Eh? Maldición
Ya algo fastidiado tomé mi celular y me coloqué los auriculares.
A mis oídos llegó Erasure con a little respect. Tomé el carrito con los libros que se debían devolver a la biblioteca, y caminé arrastrándolo. Sin darme cuenta, mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de la música sin importar mi alrededor. Y justo cuando comenzaba llegar a la mejor parte:
—Buenas tardes—interrumpieron levantando la voz en la entrada—Soy Lee Min Su, el es mi padre.
Maldición.
Maldición.
Maldición.
Se repetía en mi cabeza mientras enrollaba los audífonos con rapidez. Estaba muy avergonzado.
—Jeon Jungkook—mencioné al mismo tiempo en que hacía una reverencia—Ah, el nuevo, claro, solo necesita llenar esto—contesté entregándoles aquella hoja.
Después me percaté de que esa hoja ya tenía el nombre de aquella chica escrito.
—Digo, esa hoja no—mencioné quitándosela de las manos algo apenado—Está—corregí cambiando a un formulario nuevo—Luego les mostraré las instalaciones.
Las horas siguieron pasando más rápido de lo que pudo predecirse. No había visto a aquella extraña chica durante el resto del día desde que había salido corriendo, y ahora la jornada ya había terminado.
Qué día tan aburrido, me dije a mi mismo colgando la mochila sobre mi hombro. Acomode los papeles sobre el escritorio y una vez me percate de que todo estaba listo, me dispuse a caminar hacia la salida, donde mi chofer ya me esperaba. Pero entonces, extraños sollozos llegaron hasta mis oídos como si de una melodía se tratase, pero una melodía muy desafinada.
Con la curiosidad invadiéndome por completo, comencé a caminar subiendo las escaleras hasta que poco a poco comenzaron a escucharse más fuertes y claros.
—¿Yi Seo?—pregunté sorprendido observando a la chica tendida en el suelo afuera de una habitación mientras abrazaba las piernas a su pecho —¿Qué haces aquí? Despertarás a la abuela Kim.
Con rapidez se levantó y con brusquedad limpio todo rastro de lágrimas.
—Creí que ya te habías ido—respondió sin mirarme.
—¿Estás bien?.
—Yo...—y sin poder retenerlo más, el llanto se hizo presente—No, no lo estoy.
«¿Qué hago? » Me pregunté en ese preciso momento.
¿Me voy? ¿La abrazo?
¿Debería...? Con lentitud coloqué mi mano sobre su cabeza y comencé a dar palmaditas. Pero no estaba funcionando.
—¿Por qué todo es tan difícil?—espetó con un nudo en la garganta.
Y sin estar cien por ciento seguro, la envolví lentamente en un abrazo, tomándola desprevenida.
Note su respiración cerca de mi cuello, se quedó quieta. Y ahí algo cambio en mi. Pude sentirlo.
—Voy a la escuela por las mañanas, vengo aquí por las tardes, trabajo por las noches, no descanso ni un maldito segundo y no puedo perder mi tiempo llorando, sin embargo lo estoy haciendo y...
—No me cuentes nada—hablé interrumpiéndola sin soltarla—En realidad, si soy honesto, no me importa en lo absoluto.
¿Mentía?. Había estado pensando en ella todo el bendito día, sin embargo, no era capaz de decir algo agradable, siempre estropeaba todo con mi bocota.
—No me es relevante—continúe, ¿Acaso no podía dejar de actuar como un verdadero insensible?—Pero puedo decirte que los corazones no nacen siendo de piedra, con el tiempo se vuelven sólidos, sin amor—suspiré acariciando suavemente su cabello, luego di suaves palmaditas sobre su espalda—No se que te llevó a esto, no necesitas hablarlo, pero esta bien llorar. Desahógate conmigo.
Ahí su llanto aumentó.
—No puedes guardarte todo para ti, hasta que ya no puedas con el peso, pero Yiseo—la separé de mi con delicadeza y miré sus ojos cristalinos— Disfrútalo, no hay muchas cosas que te estrujen el corazón.
El celular en mi bolsillo comenzó a sonar, pero me hice a oídos sordos.
—Si duele de verdad, es porque vale la pena, nunca renuncies a sentir...No lo hagas
Si hay algo que evitamos sentir, huyendo presos del miedo, es sin duda el dolor emocional. Luchamos para no enfrentarnos a situaciones que resultan dolorosas y acabamos por anestesiarnos frente a nuestras emociones.
—Mientras tanto yo, prometo estar para ti siempre que lo necesites...eso hacen los amigos ¿no?
—Supongo—susurró regalándome una sonrisa.
Aún cuándo una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia.
Y ahí me encontraba yo, tratando de hacer que aquella no renunciara a sentir.
Porque yo, ya lo había hecho.
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