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2:12


El lugar era demasiado moderno y ridículamente decorado con luces neón de distintos colores y efectos en cada pantalla de plasma que se encontraban pegadas a las paredes.
La pista de baile era demasiado amplia, con focos y parejas que bailaban, la música estallaba llegando a cada rincón de tus oídos, hacía que me quedara sordo, como cuando viajas en carretera y no logras escuchar bien porque tus oídos se han tapado.
Me esperaba algo así en realidad, a Jaehyun y a Mingyu les gustaban este tipo de lugares tan exóticos. Y al perecer, a mi no me molestaría del todo, estaba repleto de chicas demasiado lindas y bien vestidas.

Adentrándome un poco más, ya me encontraba casi frente a la barra de bebidas.

Y fue ese preciso momento en el que mis ojos se toparon con los suyos. Con ese par de ojos profundos cuál noche estrellada.

Sin embargo, esta vez llevaba un uniforme diferente.
Y cuando me di cuenta, inconscientemente ya me estaba moviendo hacia ella, como si estuviese atrapado bajo un hechizo, dentro de un pequeño transe.

—¿Qué voy a servirte?—preguntó actuando como si fuese un completo desconocido para ella.

—¿Perdón?—levante la voz para que me lograra escuchar aún con tanto ruido.

—¿Qué voy a servirte?—repitió de la misma manera, cómo si realmente no me conociera, lo cuál me pareció ofensivo.

«Enserio es molesta» me repitió una voz en mi cabeza.

—Una limonada—respondí tratando de ser natural y demostrar que no le daba mucha importancia a su indiferencia.

Su ceño se frunció lentamente, como si pensase que estaba tratando con un tonto. ¿Qué esperaba? ¿Qué ordenará alguna botella sumamente costosa? ¿De ese espantoso lugar? No, mis papilas gustativas no me lo perdonarían jamás.

—¡Kook, amigo!—interrumpió Mingyu llegando a mi lado—¿Un vaso de agua?—me cuestionó soltando una fuerte carcajada—Tráele una Margarita, nena—le dijo a la chica con una sonrisa coqueta provocando un fuerte suspiró de su parte antes de marcharse a prepararlo—Jeon, vinimos aquí para divertirnos ¿No es así? ¡Emborráchate hasta perder la conciencia y luego tírate a cualquier chica que se te pare en frente!—soltó y el olor a vodka inundó mis fosas nasales—Escuché de tu travesura con Min.

—Lo escuchaste ¿O Jaehyun no logró mantener la boca cerrada?—cuestione burlón.

—¿Jaehyun cuándo mantiene la boca cerrada?—solto con el mismo tono burlesco—Como sea, ¿De verdad? ¿Con esa chica Jeon? Ella es.... temo que termine contagiándote de alguna enfermedad de transmisión sexual—completó divertido—Hay tantos peces en el mar, amigo.

—Si, claro—respondí un tanto serio—¡Creo que bebiste suficiente mi amigo! Ya no razonas.

De pronto la diversión no me sonaba tan divertida.

—Oh por Dios, ¡Mira esa belleza!—exclamó dirigiendo la mirada a una de las chicas en la pista de baile.

Una rubia teñida que llevaba un vestido de lentejuelas arriba de la rodilla, con un escote muy prominente. Era muy linda, eso no se lo podía negar, encajaba perfectamente en los estándares. Sin embargo, aparte la mirada.

Posándola en aquella chica con la que comenzaba a alucinar y no precisamente por su belleza natural.

¿Por qué? No lo sabía exactamente, quizá porque en mi vida me había topado con una persona de tal carácter que me ignorara de tal manera. Alguien que siquiera se atreviese a levantarme la voz.

—¡Una margarita!—exclamó dejando la bebida frente a mi con seriedad—¡Qué la disfruté!—mencionó antes de dejar aquella barra y desaparecer entre la multitud, dejándome completamente estático.

—¡Vamos! ¡La noche es larga amigo!—exclamó bebiéndose la bebida que supuestamente era para mi, y básicamente me arrastro con él a la pista de baile.

Y yo simplemente cedí. Dejando que el tiempo me comiera vivo.

3:13 a.m.

Mi respiración fallaba, la cabeza me dolía, no había tomado una sola gota de alcohol esa noche, había botado esa margarita, y el estar sobrio hacía que necesitara con urgencia tomar algo de aire fresco.
En cuanto salí de aquel sofocante lugar, una brisa fresca me recibió, automáticamente metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta y giré mi rostro admirando la vista, dejando que mis orejas y nariz se tornaran rosadas por tal frió.
Entonces su silueta apareció nuevamente en mi radar, realmente creí mera coincidencia el hecho de volvérmela a topar. Estaba sentada sobando uno de sus tobillos y una mueca de disgusto se formó en su rostro. Sin duda alguna, aquel incómodo zapato la había lastimado.

Me molestó.

Y no solo el simple hecho de que un vil zapato la lastimara, sino que también, la tonta decisión que tomó de no haberse puesto aunque sea una chamarra que la cubriese del espantoso frío que hacía esa madrugada.

Con un enojo y un calor recorriendo mi cuerpo. Caminé con pasos largos y firmes hasta llegar a ella.

Cuándo su mirada viajó hasta mi rostro, incomoda se apresuró a levantarse siendo interrumpida por mi, quien no la dejó hacerlo. La tomé de sus brazos con delicadeza obligándola literalmente a sentarse otra vez.

Me coloqué en cuclillas y desaté mis agujetas, recibiendo una mirada confusa de su parte.
Quite mis zapatos. Luego. Quite los suyos.

—¿Qué es lo que...—guardó silencio atónita cuando se percató de que le había colocado mis tenis en lugar de sus incómodas zapatillas.

—Se que quizá sea parte del uniforme, pero si eres inteligente, deberías traer un repuesto—dije con una voz casi inaudible. Dicho aquello, quité mi chaqueta y la coloqué con rapidez sobre su espalda.

—¿Por qué?—se limitó a decir casi en un susurró—¿Por qué actúas como buen samaritano conmigo de la nada? Tú y yo sabemos, que no eres así.

—Yo no cuidaré a esos aburridos ancianos, sólo por el simple hecho de que la chica experta en ello se enfermó. Si eres observadora, sabrás que solo lo hago por mi—dije dándome la vuelta, dejándola ahí de pie, afuera del establecimiento.

Al diablo mis amigos que se encontraban borrachos ahí dentro. Al diablo una noche de diversión.

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