Capítulo 7: Hechizos sobre aromas y rechazos indirectos
Seguía tan quieto sobre mi lugar en su pelvis y Yoongi solo podía observarme como si no pudiera o fuera imposible apartar sus ojos de los míos.
¡Dioses y flores!
¿Cuantas veces tendría que decirlo para que el finalmente me besara como era debido?
No quería forzar a Yoongi a hacer cosas que no quisiera, pero estaba fuera de mi mismo y no podía comprenderlo completamente y al parecer él tampoco era capaz de decidir qué hacer en este momento.
—No puedes hacer esto —dijo y yo solo pude recostarme en su cómodo pecho, mientras con mis manos me encargaba de acariciar su rostro y cabello —. Eres un muy bello hombre y omega, pero...
—No lo digas —callé sus palabras antes de que estas siquiera pudieran salir de sus encantadores labios rosa —. Creo que lo sabes mejor que yo, pero mi lobo me dice que no debes decir cosas como esa.
Ante mis palabras, Yoongi se quedó en silencio un momento. No me sentía incómodo, pero sí un poco triste, porque sabía muy bien lo que quería decir incluso cuando no había dicho nada.
Era triste, porque a pesar de que pasara la mayoría del tiempo conmigo mismo, había aprendido a leer a Yoongi perfectamente, lo conocía más que a mi, y podia identificar que lo amaba mucho por toda su amable consideración, su intelecto, y todo lo que lo conformaban, lo hacía ser un hombre espectacular al que no cambiaría por nada del mundo.
—Actúas por tus instintos, no podemos hacer eso, somos personas, tenemos raciocinio. No te permitiré hacer algo de lo que después te arrepientas, estando en este estado.
¿Instintos?
No lo creo.
Actuaba así porque quería y porque mi lobo y yo somos uno solo y siempre lo hemos sido.
—Acabo de llegar a la conclusión de que definitivamente siento algo por ti... mas grande que el sentir agradecimiento. Mucho mas allá de eso, te amo —le dije.
Mis manos seguían recorriendo las hebras de cabello de su cabeza, era suave, muy esponjoso, su pelo negro era enigmático de alguna forma, sentía que mis dedos querían hundirse y vivir acariciando su cabeza.
—¿Cómo estás tan seguro? —me preguntó con sus mejillas completamente rojas.
—Porque me estas cuidando, Yoongi.
—Jimin, eres una persona muy sencilla.
—No, tu no lo entiendes —respondí moviendo mis dedos ahora sobre su brazo —, cuando eres una persona como yo, todos te tratan de menos por ser como eres, yo creo en la magia y los mundos que existen fuera de este. Cuando estaba en casa con mis padres, mi madre solía golpearme, según ella solo así podría regresar a la normalidad, pero tu eres diferente.
—¿En qué sentido? —Yoongi ahora estaba tranquilo, incluso podía sentirlo imitar mis acciones, tocando mi cabello y la piel de mis brazos que tenía al descubierto.
—Eres amable conmigo, considerado y muy atento —le respondí, recordando muy vagamente los momentos que pasamos juntos en este medio año —. Eres justo lo que le he pedido a la madre luna que me conceda desde que era niño.
—Mientes, cuando estaba en mi forma de Copito, dijiste que cuando eras niño fuiste incluso peor de lo que eres ahora.
—Bueno, sí — contesté despreocupado, con una pequeña sonrisa de vergüenza floreciendo en mi rostro —, pero no, siempre me dije a mi mismo que como es común ver en esta sociedad, todos los omegas deben casarse al llegar a cierta edad de forma obligatoria, que si eso llegase a pasar, mi pareja fuera alguien que me quisiera con el paquete de enfermedades que tengo.
—Pero yo no...
—Guarda silencio, te he dicho — me erguí en mi puesto sobre su pelvis, dispuesto a no dejarme vencer por su testarudez, lo escuche sacar un sonido extraño por su garganta que envio miles de descargas eléctricas por todo mi cuerpo, pero no importó, me acerqué y le di un corto beso, al parecer él se quedó buscando por más de mis atenciones, pero no le daría ese gusto tan pronto —. Se lo que quieres decir, pero, si lo llegas a decir en voz alta... moriré.
Ante mis palabras, él silencio reinó en la habitación y entonces liberé un poco de mi aroma, si el me hechizaba con sus feromonas irresistibles, ¿Por qué no podía hacer yo lo mismo?
Podía sentir a Yoongi respirar pesadamente bajo mis atenciones, y eso era algo que no me incomodaba y al parecer a él tampoco.
¿Lo amaba?
Probablemente sí.
Con todo el corazón.
Nunca en mis casi dieciocho años había amado como ahora estaba seguro de amar a Min Yoongi, como nunca lo hice con nadie, ni siquiera con mi hermana a quien toleraba un poco más que a los demás miembros de mi familia.
—Sí lo sabes, ¿Por qué me obligas a corresponderte? —me preguntó, pero definitivamente no se veía para nada molesto.
Moví un poco mis caderas por sobre su pelvis levemente hinchada y el saco a relucir más de aquellos sonidos que para mi significaban la gloria misma.
—Se que no sabes esto, pero te lo diré —susurré en un limbo extraño que me sumergio en el sentimiento de querer más de aquellas sensaciones extraordinarias —. Mis feromonas no pueden ser más que solo un olor de esos perfumes que utilizan los betas para llamar la atención de la persona que les gusta.
Los perfumes artificiales, eran usados en este mundo por los betas, ya que ellos no tenían feromonas por las cuales llamar a una potencial pareja, así como los omegas y alfas que exudaban feromonas y eran capaces de arrastrar a la casta contraria para ser sus parejas.
Yo tenía feromonas, pero nadie era capaz de sentirlas a profundidad, se podria decir que eran más como ese perfume de los betas que era solo para llamar la atención, más no para encontrar pareja.
Los alfas y omegas usaban sus feromonas para atraer y amarrar a sus destinos o aunque no lo fueran, atar a ellos a sus parejas y formar una familia.
Con mis feromonas, nunca podría hacer lo mismo que hacen ellos, ya que me hacía falta un ingrediente para ser un Omega y lobo normal como los demás: el celo.
Después de experimentar el primer celo, un lobo podia completar su transformación en adulto y dejar de ser llamado cachorro, pero yo todavía era uno, un cachorro que no había sido capaz de alcanzar su adultez por medio del celo.
Normalmente, el celo en los lobos sanos, pasaba a los catorce años la edad más temprana y la tardía a los quince, por lo que la mayoría a esa edad ya eran adultos normales capaces de cumplir con las normas impuestas por la sociedad lobuna en las manadas.
Sin un celo, ninguna feromona impactante y sin haber experimentado siquiera una transformación a mi lado lobuno, no era considerado más que un cachorro enfermo mentalmente.
—Pero, puedo olerte —murmuró Yoongi irguiendose y oliendo directamente de mi cuello —. Puedo sentirte... por completo.
¿Puede sentirme?
Eso era muy raro, nadie era capaz de sentir mi aroma, más que solo yo y aquellos que tuvieran un olfato envidiable en mi familia, los mas afortunados, podian sentir solo uno de mis dos aromas, pero no eran capaces de describirlo.
—¿Cuál es mi aroma? —le pregunté, realmente muy curiosa.
Él respiró mi cuello nuevamente, pero esta vez más profundo que la otra vez y luego, suspiró murmurando contra mi oído.
—Hueles a naturaleza —me dijo y eso era verdad, esa era mi verdadero aroma, pero también tenía algo extra —, y a rosas.
¡Exacto!
Esos eran mis aromas, ahora la verdadera cuestión era esta, ¿Por qué él podia sentirme?
—Creo que somos compañeros —le dije y el me vio a los ojos nuevamente.
—No puede ser.
—También puedo sentirte.
Sabía que él no podía negarse esta vez, era más que obvio que ambos nos sentíamos a plenitud.
—No podemos seguir, Jimin.
Con manos delicadas, Yoongi procedió a quitarme de encima y con sus mejillas completamente rojas, me miró y sonrío un poco avergonzado.
—No te vayas —le dije tomando su mano cuando él ya iba fuera de la habitación en una suplica —. No me dejes solo.
Yoongi entrelazó nuestras manos y se sintió tan correcto y luego se acostó junto a mi y me acarició la cabeza, la paz y la tranquilidad del momento era único y me encantaba lo bien que encajabamos juntos.
—Debo admitir que tu aroma me ha hechizado, Jimin —dijo con su ronca voz, cerca de mi oído haciendo que un sonido extraño saliera por mi garganta —. Pero, dame más tiempo, necesito comprenderte mejor, además, eres aún mucho menor que yo.
—No me importa la edad —susurré en mi letargo.
—Lo sé, pero yo soy el Alfa rey y mi manada espera...
—Algo mejor que yo.
Me sentía muy triste ahora, pero era evidente, una manada que se estaba recuperando, pierde repentinamente a su luna o Omega madre por una invasión y luego, viene un extraño a querer ser el nuevo compañero del Alfa rey y para colmo un Omega que tenía mucha deficiencias.
—Eres muy bueno, Jimin —dijo para mantenerme feliz y brindarme consuelo—, cualquier persona puede ser capaz de aprender en esta vida, se que tu lo harás y serás un buen Omega padre un día.
Un día.
O sea, que podría no ser el Omega de su manada sino que de alguna otra y pareja de otro que no fuera él; en pocas palabras, me estaba rechazando rotundamente.
No dije nada, me quedé en silencio y lentamente cerré los ojos, podía sentir su mirada fija en mi, pero no me importaba.
¿Por qué nunca era suficiente para nadie?
¿Por qué mi hermana si fue lo suficientemente buena?
Y entonces, la triste respuesta a esas preguntas llegó a mi: ella era normal.
El mundo de los lobos estaba hecho para lobos normales, yo no encajaba para nada, quizás los demás mundos solo estaban en mi cabeza, tal y como todos decían.
Quizás la magia no existía tampoco.
Incluso, yo quizás estaba destinado a no existir.
—El mundo no existe —susurré para mi mismo.
Y entonces, quizás eso era verdad porque al abrir mis ojos nuevamente, me encontraba solo en mi enorme habitación.
NOTA
Se que dije que actualizaria esta historia, pero no me convencía el capitulo y tuve muchas cosas que hacer en esta semana que paso.
Espero que les guste y cualquier cosita me la hagan saber.
Si les gusta, recomienden. Por fis.
Nos leemos 💕
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