Capítulo 1 ✧♡✧ Aquí inicia todo
09 de Marzo, aquí inicia todo
Una noche de luna llena, en un mundo cruel del cual no pertenecemos, nos encontramos mi familia y yo, viajando por más de ocho horas desde Francia a Londres en nuestro auto lujoso Bentley Mulsanne, nos dirigimos hacia nuestro nuevo hogar.
Somos los Zakrem y para mi mala suerte somos vampiros.
Sí, para mi mala suerte me tocó está vida, odio ser una chica vampiro. Los vampiros somos inmortales, estamos obligados a vivir por toda la eternidad en este mundo cruel. Tengo ochenta años y mi apariencia es de una adolescente, porque gracias a mi maldito destino, me mordieron a mis diecisiete años.
Les había pedido a mis padres desde que tengo uso de razón, respetar mi decisión de no querer ser como ellos, siempre quise vivir como un humano normal, tener mi niñez, la adolescencia, ser adulta hasta envejecer poco a poco y lo más importante, poder morir algún día ¿Para qué carajos quiero ser eterna si la vida es demasiada injusta?
Aquella noche nunca podré olvidarla, vivíamos en Inglaterra. Un grupo de Vampiros se adentraron en mi hogar en horas de la madrugada, todo sucedió muy rápido, solo recuerdo que uno de ellos me mordió en el cuello y desde ese momento todo cambio.
Extraño mi vida de antes y siento envidia por los humanos. Me gustaría poder convivir con los demás sin secretos de por medio. Ir a esas fiestas de adolescentes y tomar alcohol hasta embriagarme, comer comida chatarra como me gustaba, extraño tanto la pizza, las hamburguesas, el pollo frito y el helado de chocolate era mi favorito.
Ahora solo me toca alimentarme con sangre de mamíferos aunque odie todo esto.
Después de un largo viaje, mi padre estaciona el auto en la parte delantera de nuestra nueva casa. Observo a través de la ventana desde el asiento trasero donde me encuentro, no voy a mentir, mis padres tienen buen gusto. Es una casa en color blanco, con árboles pequeños crecidos a su alrededor. Sí que parece el hogar de una familia normal.
Se abre la puerta del auto, haciéndome salir de mis pensamientos y provocando que observé a mi hermana, hasta el momento me doy cuenta de que ya se bajó del carro y es quién ha abierto mi puerta.
—¿No te piensas bajar?
Está vestida en color rosa y justo ahora me observa con sus preciados ojos marrones. Hace semanas cumplió sus ciento cincuenta años y su apariencia es de una mujer de veintinueve con los mejores atributos que un hombre puede desear. Lo diré en pocas palabras, mi hermana Adrienne es el orgullo de la familia, es una abogada igual que mi padre y una mujer sofisticada y delicada igual que mi madre, todo lo contrario a mí.
—Apartarte de mi camino.
Dibuja una sonrisa en sus labios como burla porque me conoce, sabe bien que los modales no van conmigo y por fin la veo quitarse.
Me bajo de mala gana y llevo la mirada sobre mis padres, los cuales también se han salido del auto y ahora se encuentran abrazos. Mi madre tiene su espalda pegada al pecho de mi padre y él la rodea con sus brazos, ambos sonríen mientras observan la casa.
Un matrimonio feliz de ciento noventa y nueve años, ambos están a gustos con la vida que les ha tocado. Mi padre Edwardo Zakrem tiene cuatrocientos ochenta años y luce de cincuenta. Mi madre Silac, tiene doscientos cincuenta años y su apariencia es de cuarenta.
Hago un suspiro, porque aquí empezamos de nuevo aparentar que somos humanos.
—¿Por qué es que siempre te quejas tanto? —me pregunta mi hermana. No la estoy mirando, pero ella a mí sí, incluso estoy segura de que no me ha quitado sus ojos de encima ni un segundo.
—No tengo deseos de hablar. —respondo sin agregar muchas palabras.
—Alisson y Adrienne —dice mi padre, continúa pegado a mi madre sin apartar la mirada de la casa—. ¿Les emociona su nuevo hogar?
—Sí.
—No. —soy la última en responder.
—Alisson ahora no es tiempo para tus berrinches. —me regaña mi madre, me conoce, sabe el genio que tengo.
¿Berrinches?
—No entiendo por qué tanta felicidad. —respondo, mientras observo la casa—. Pasará lo mismo de siempre, estaremos aquí hasta que un vecino descubra nuestro secreto y nos veremos obligados a abandonar esta ciudad.
Ninguno responde.
—Como pasó en New York, luego en España, después en México, más tarde en Rusia, no olvidemos lo que pasó en Corea y si menciono lo de Itali...
—¡Ya cállate! —me grita mi hermana, interrumpiendo mis palabras.
—Nuestra vida es una mierda. —finalizo.
—Alisson presta atención a lo que te voy a decir. —habla mi padre, logrando toda mi atención. Lo veo separarse de mi madre y posar su alta figura frente a mí—. Quiero que por primera vez te comportes como una adulta, vivirás en esta casa con una sonrisa en el rostro, harás todo lo que sea necesario por esta familia y asistirá a la preparatoria como si fueses una adolescente.
No soy una adolescente normal, ni siquiera soy una adolescente.
Siempre es lo mismo en todos los lugares que nos mudamos, me toca estudiar y estudiar para que no descubran nuestro secreto, solo porque estoy encerrada en el cuerpo de una adolescente.
—No soy una niña, no quiero asistir más a clases. —lo miro fijo a sus ojos oscuros, intentando poder leer sus pensamientos, pero es imposible.
Los vampiros de nuestro origen contamos con la virtud de un poder, pero no todos, por eso en esta familia solo mi padre y yo tenemos un poder en especial.
El poder de mi padre es la hipnosis, puede alterar la manera de alguien pensar, sentir y hacer. Y el mío es la telepatía, con solo mirar a los ojos puedo leerle los pensamientos a cualquiera, menos los pensamientos del hombre que tengo frente a mí ahora, porque mi poder no funciona con él, al igual que él, no puede hipnotizarme porque sus poderes no funcionan conmigo.
—Dime una cosa Alisson ¿Qué es lo que quieres?
Se acerca mucho más a mí, hasta sentir su respiración sobre mi rostro.
—¿Quieres que descubran que somos vampiros? —me susurra.
Para los humanos los vampiros no existen, pero para los que si han escuchado las historias piensan lo peor, que somos unas sanguijuelas que nos alimentamos de su sangre y esperamos el momento preciso para atacar, quizás sea cierto, pero está familia no es así.
No atacamos a los humanos.
—No puedo pasar toda la eternidad estudiando en una escuela. —por fin respondo, sin apartar la mirada de su rostro—. Eso es muy injusto.
Escucho risas de fondo, risas de burla y sé muy bien de quién son. Mi hermana y yo nunca nos hemos llevado bien, aunque yo nunca me llevo bien con nadie.
—Hija, lamento decirte esto, pero si no te gusta, entonces vete y vive sola a tu manera.
Su respuesta obtiene que mi hermana detenga sus risas de burla.
Aparto la mirada de sus ojos y la llevo hacia donde se encuentra mi madre, la miro directo a los ojos. Ella está tranquila, se mantiene sin responder una sola palabra, sin mostrar ningún gesto de molestia y menos tristeza por mí, está haciendo lo posible para que no lea sus pensamientos.
Volteo el rostro hacia otro lado, para no seguir mirando lo hipócrita que puede ser mi madre. Ahora mi atención se la lleva la casa del frente, parece un castillo por su forma, adornos delanteros y color. Leo el letrero que se encuentra a un costado del portón de la entrada…
Familia Johnson
Se nota que nuestros nuevos vecinos son adinerados
—Te estoy hablando.
Sus palabras me obligan a regresar la mirada sobre él, mi padre siempre ha tenido un gesto frío e intimidante en su rostro. Lo conozco, si decido marcharme, quizás nunca saldría a buscarme para que regrese.
—Como quieras. —le contesto y veo lo rápido que se dibuja una sonrisa en su rostro.
—Buena decisión. —se aparta de mi lado—. Solo espero que no arruines nuestra estadía aquí en Londres como hasta ahora lo has hecho en los demás lugares. Alisson espero que como siempre no lo arruines.
Observo todos sus movimientos, camina de regreso hacia donde está mi madre, al detenerse a su lado sostiene su mano y regresa la mirada sobre mí.
—Alisson Zakrem, me encantaría estar orgulloso de ti.
Y con esas últimas palabras termina sus represalias hacia mí y se dirige con mi madre hacia la entrada de nuestro nuevo hogar, mientras mi hermana sigue sus pasos detrás de ellos.
Los veo abrir la puerta y entrar emocionados, dejándome atrás, apartada de ellos como si fuese la oveja negra de esta familia.
—A mí también. —susurro para mí—. A mí también me gustaría estar orgullosa de mí.
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