Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 36- Sueños de realidad

El antiguo barco se bamboleaba entre las olas, como una hoja seca que había ido a parar a una alcantarilla; parecía que su casco, anegado por una lluvia torrencial, no iba a resistir las descontroladas fuerzas de la naturaleza. 

Encerrado en la cabina, Gabriel Duarte luchaba, con el motor a toda potencia, para mantenerse a flote. De pronto vio una ola que se elevaba ante el barco: una pared negra, vertical y alta como un edificio, que venía hacia él. El barco levantó la proa y la fuerza del agua lo llevó hacia arriba; cuando llegó a la parte más alta de aquella pared negra, la misma fuerza lo lanzó en caída libre por el otro lado. El timón se soltó de sus manos, y Gabriel rebotó por el techo y las paredes de la cabina hasta quedar tendido en el suelo, sin sentido. Cuando despertó, la tormenta había amainado: afuera el sol comenzaba a asomarse entre unas nubes grises y algodonosas, y él sintió algo tibio que le corría por la cabeza y el cuello. Era sangre. 

Trató de moverse pero no pudo: un violento mareo lo devolvió al piso. Después de un rato  se levantó, sosteniéndose de las paredes y tratando de controlar las náuseas; se cayó dos veces mientras intentaba llegar a su camastro. Así no podía seguir viaje. Pidió auxilio por radio, y un guardacostas lo escoltó a un puerto que estaba a un par de días de su posición. Allá llegaron, barco y capitán, uno a reparaciones y el otro al hospital, maltrechos después de semejante encontronazo con los elementos.

Acostado en una cama que no se bamboleaba como el camastro del barco, y en ese silencioso y pequeño hospital de la ciudad portuaria, Gabriel durmió como nunca, y una noche tuvo un sueño peculiar: dos gatos, uno blanco y otro negro, representando dos fuerzas opuestas, que tenían la misión de buscar a dos muchachos y ayudarlos. El gato blanco había aparecido primero, sucio y flaco, en un callejón, ante un chico que necesitaba tomar una decisión para darle sentido a su vida: seguir los deseos de sus padres o su propia vocación. El segundo gato, el negro, se había atravesado ante un muchacho que iba en bicicleta a gran velocidad y lo había hecho caer. El chico iba a perder a su madre esa noche, y el animal iba a transformarse en su compañero. 

Cuando despertó, a la mañana siguiente, recordó los detalles de su sueño y le pidió a una enfermera papel y lápiz para anotarlos antes de olvidarse. Así nació «Los gatos mágicos», su primera novela, ya que lo único que había escrito hasta entonces eran las crónicas de viaje.

Gabriel inventó el resto; una historia de fantasía que transcurría en dos ciudades distantes y que tenían a los gatos como punto de encuentro. 

—¡Qué interesante…! —Evelyn no se había perdido una palabra de la historia de Gabriel, y Sergio, que se había dedicado a mirar por una ventana mientras terminaba su vaso de vino, tampoco: 

—¿Conocés a un hombre llamado Daniel Correa? —le dijo, de pronto. Gabriel lo miró sin entender mientras Evelyn corría a sujetar su brazo; Sergio se tambaleó: el alcohol le estaba haciendo efecto.

—Creo que alguien se tiene que ir a la cama… —dijo la chica. Cuando intentó tironear del brazo de Sergio para llevarlo a la habitación que el dueño de casa había destinado para ellos, no logró moverlo: Sergio aún seguía con los ojos fijos en su tío, que también se puso serio.

                          ***

Sol le había mentido a Javier: después de que tiró su manuscrito, reflexionó; por suerte no había nada en el bote de basura y cuando, arrepentida de su impulso, fue a buscarlo, lo encontró limpio.

En los días siguientes lo volvió a leer tratando de ser todo lo crítica que podía con su propia obra, y aparte de algunas descripciones, que eran necesarias para poner a los lectores en contexto, y que estaban algo largas y tediosas, no le encontró mayores defectos. El corrector de estilo ya lo había revisado, por lo que no podía alterarlo más.

La chica ya no quería más desilusiones, y guardó el manuscrito en un lugar en donde no tuviera que toparse con él. Después volvió a su trabajo como asistente de Daniel Correa.

                          ***

—Necesito que me firme estos papeles…

—Sí —Daniel miraba a su asistente de vez en cuando, como si dudara de algo—. Gracias, Sol. 

—Mañana por la tarde lo esperan en la radio para la entrevista —le recordó la chica—. ¿Quiere que mande llamar a su estilista para que le corte el pelo? 

—No. Mejor no. —A Daniel se le ocurrió una idea—. ¿Qué tal si vamos ahora? Si lo llamás seguro me arregla un horario para no tener que esperar. Después podemos ir a tomar el té a algún lugar agradable. Tengo ganas de un té completo, de esos que sirven con porciones de torta y sándwiches. ¿Conocés alguno?

Sol escuchó la catarata de palabras de su jefe sin dar crédito: Daniel casi no salía, y ahora no solo le estaba proponiendo una actividad, sino dos:

—¡Está llegando la primavera! —exclamó, ironica—. ¿Al fin se va a decidir a abandonar la reclusión, jefe?

El hombre se rió:

—El clima está muy bueno. Una salida no me hará daño.

Luego de su cita con el estilista, Daniel quedó tan elegante que cuando entró a un salón de té del centro, con Sol del brazo, se armó un murmullo alrededor de los dos:

—La gente lo reconoce, señor —le dijo la chica al oído, mientras una moza los llevaba a una mesa apartada—. Seguramente va a tener que firmar algunos autógrafos.

—Si no son muchos, puedo hacerlo. —Daniel estaba de un excelente humor, y respondió a los murmullos con inclinaciones de cabeza—. No más de diez.

—Muy bien. —La chica asintió con la cabeza—. Solo dejaré pasar a diez personas.

El salón de té se merecía las reseñas que tenía en las redes sociales: Sol había pedido un café vienés y Daniel un té de naranja, y junto con sus bebidas les habían llegado unas bandejas con sandwiches de copetín y algunas masas dulces. La chica tomó una masa seca, bañada en chocolate, que se deshizo en su boca.

—¿Están buenas? —Daniel extendió una mano hacia las masas luego de recibir un gesto de aprobación de la chica, que no pudo responderle porque tenía la boca llena—. A ver… —Era cierto: las masas estaban muy buenas.

Luego de un rato distendido, en el que los dos conversaron de muchos temas, Daniel se preparó para su misión: conseguir que Sol le dijera qué había hecho con el manuscrito de su libro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro