Tradiciones profanadas
— Aviso para los pasajeros del embarque B32 con el crucero Naglfar, las puertas estarán abiertas en 10 minutos.
— Guesee, vani tou lan tai'hu manada DI-vau-vau tin chaluv Naglfar la fain dirue ex ver-se
— Nenn teu nenita sineuneennev leuleuoio FaDúDá cher nenení dannu Naglfar dinninia ejjer daní DéXú.
Key levanta la cabeza ante el aviso y rápidamente se mueve en dirección al resto de estudiantes, quienes muchos forman una larga fila delante de la puerta correspondiente a su viaje. Así mismo, otros mensajes empiezan a sonar por todo el lugar, haciendo que los distintos grupos se vayan formando dependiendo de su destino final.
Aún con dudas sobre su toma de decisiones, su raciocinio y el significado de su existencia en este frío universo, se posiciona cerca del grupo de docenas de estudiantes vestidos igual que él mientras espera pacientemente a que le dejen entrar en la nave que le llevará hasta un lugar desconocido y hostil, a un planeta primitivo y lleno de peligros...
— ¡¿Por qué diantres elegí el planeta Tierra?! —se lamenta en lo más profundo de su depresiva mente.
Quizás no deba subirse al crucero, los estudios no es que lo sean todo, solo suponen un cambio de oportunidades muy beneficioso que una persona tan inteligente como él no necesitaría. Sobretodo teniendo en cuenta lo ingenioso, listo y hermoso que es...
Sí, quizás pueda librarse de sus cosas, subirse de polizón a alguna nave de almacenaje e irse a algún planeta alejado, donde vivirá como un nuevo hombre, triunfará, se hará rico y prosperará en la vida... Eso en mucho más seguro y probable que pasar el rato con simios semi-evolucionados a la espera de salir entero cuando bien podrían abrirle el cráneo en cualquier instante por simple diversión bipolar.
—Tendré que abandonar mi nombre y mi vida anterior... Pero es innegable que este momento llegaría ¡Desde el día de hoy Keynar Ravidik ya no existe! —piensa decidido mientras levanta la vista determinado.
— Por favor, su identificación para entrar —le pide el hombre de seguridad.
— Ah, sí, tome —le da los documentos de identificación, los cuales son comprobados en dos segundos antes de ser devueltos.
Inmediatamente la compuerta se abre, dejándole pasar mientras el humano le despide con educación.
— Que tenga un lindo viaje y que las estrellas le amparen —le despide cordialmente, haciendo alusión a la religión dominante de su especie.
— Que majo, es agradable saber que hasta en otros sectores la gente se interesa por la cultura de mi plane- ¡Espera! ¿No qué me olvido de algo importante? Ah, sí, tengo que asegurarme de ver si puedo pagar una habitación en primera categoría... Al menos en un crucero tendrán un servicio medianamente suficiente para la chusma. Seguramente pueda sobrevivir las doce horas de viaje en esas condiciones... Hah, como echo de menos usar la nave privada de la empresa... Junto al servicio de agujeros de gusano de primera calidad y todo con mi camita de agua, mi comidita en la habitación y mi estilo de vida humildemente perfecto con el que los pobretones solo podrían soñar mientras inventan cosas como el fuego, la rueda o lo que sea que hagan para mejorar sus poco intelectuales existencias...
Mientras se lamenta sus pérdidas y su vida desgraciada no para nada completamente cómoda desde el punto de vista de alguien verdaderamente desgraciado, recorre junto al resto de alumnos por los pasillos de suelo metálico y paredes talladas a medida que avanzan hacia el navío espacial.
Los estudiantes deben bajar unas largas escaleras hasta llegar al piso inferior, donde les espera un pasillo que acaba en una puerta translúcida. A ambos lados de la misma, dos guardias esperan pacientemente a que lleguen todos los pasajeros, recibiendo un mensaje de notificación al acabar la última autentificación de identidad. Entonces el guardia derecho procede a presionar el botón que abre las compuertas, dejando paso a un túnel de metal que hace de puente entre el vehículo y el asteroide.
La multitud recorre el corredor con calma mientras algunos se paran para observar desde las ventanas del mismo el exterior de la zona de despegue, donde la gigantesca nave espacial descansa mientras recibe suministros y revisiones de mantenimiento.
Deteniéndose unos momentos y mirando de reojo Key se da cuenta de que, a parte de su corredor, solo hay otros 10 repartidos por la superficie visible de la nave. Algo que se le hace sospechoso teniendo en cuenta la información que leyó respecto al programa.
— Somos alrededor de cincuenta los que hemos entrado por esta puerta... Suponiendo que en todas el número es más o menos el mismo, son 11 puertas con casi 50 estudiantes cada una. Sé que el Naglfar es un crucero con 5 niveles de embarque en cada lateral, por lo que si el número de accesos al otro lado es igual, el total de puertas es de 110... —razona con el ceño fruncido.
Pero no tiene tiempo para seguir quieto haciendo cálculos, así que sigue caminando a través del túnel con la duda en la cabeza. Hay algo con el viaje que no le cuadra. Es algo inusual hasta para la incompetente administración humana para prácticamente cualquier cosa.
— 110 puertas con casi cincuenta alumnos cada una son alrededor de 5.500 alumnos... Y eso son pocos alumnos, muy pocos... En este programa habían más de 12.000 plazas para la Tierra, pero parece que no llegan ni a la mitad... —piensa confundido ante la falta de voluntarios para visitar un planeta tan popular como la Tierra.
Ya no es solo que se trate del más reciente en ser contactado y el dueño de un sector entero, sino también uno de los proyectos más arriesgados de VIK-TOMPA en el último ciclo galáctico. Para que haya tan poca gente dispuesta a ir a visitarlo, algo muy malo debe de estar pasando en el planeta.
— ¡Lo sabía! ¡Es que lo sabía! ¡No debí fiarme de la propaganda de la organización! —piensa aterrado por las consecuencias de su estupidez.
Por suerte no ha llegado a la zona de turistas, sino que solo está subiendo las escaleras del interior de la nave. Un poco de velocidad y unos cuantos empujones serían suficientes para poder volver al interior del puerto.
Ya verá que hace después, lo importante es que no puede ir a la Tierra. No sin antes descubrir que ocurre allí y por que VIK-TOMPA lo oculta.
— Mi madre tenía razón. Nos manipulan... ¿Si no, como iban a ocultar algo tan significante a mi especie? ¿A todas las especies? Esto hay que divulgarlo. Ya no solo por mi especie, sino por las demás también. ¡Lucharé por la libertad de-
— [Yo tuve que hacer 3 largos viajes para llegar a Argos, mientras que a ellos los recibieron frente a su planeta con un crucero... ¡Un malditamente grande crucero! Este ancho universo es muy injusto, en serio...] —se queja un individuo a su lado con uno de sus compañeros mientras exclama y gesticula con los brazos de forma muy exagerada.
Y, mientras que el pobre individuo sufre de las quejas de un desconocido que se le ha puesto a hablar de repente y sin razón alguna, Key ve rota su fantasía de ser un libertador de la galaxia y un héroe inmortal.
— Ah... Claro. Por eso utilizaron este tipo de transporte para los que iban a la Tierra. No es para hacer atractiva la propuesta de vivir en un mundo de mala muerte, sino para compensar la falta de puertos en Midgard... Debe haber seguido un trayecto por diferentes planetas para recoger a las Estrellas Verdes y este debe ser el último punto de embarque antes de llegar a la Tierra... —concluye, enterrando lo más profundo de su mente los cinco minutos anteriores.
Una vez ha borrado ese recuerdo para siempre, cruza el pasillo de metal y sube junto a sus compañeros al interior del primer crucero espacial creado por los humanos. Bueno, el primero que no explotó, fundió, quemó ni viajó directo al Sol nada más poner a prueba el piloto automático...
Ciertamente, implantar la tecnología y la cultura de viajes espaciales en la Tierra fue un verdadero reto para VIK-TOMPA.
El interior del crucero es más que nada blanco y metalizado, con estructuras de tres pisos que contienen carriles, tiendas y demás lugares más propios de un municipio que de un crucero. La vista deslumbra a algunos de los estudiantes, probablemente aquellos que nunca habían viajado en grandes naves turísticas, antes de recibir una notificación simultánea que se lleva toda su atención.
En ella está la información pertinente sobre sus respectivas habitaciones y los servicios del crucero disponibles para las Estrellas Verdes, lo que provoca una oleada mayor de admiración y entusiasmo entre ellos.
Al poco se tranquilizan y deciden ir directamente a recoger sus equipajes. Todos menos Keynar, que simplemente paga una tarifa extra para que se lo lleven a su habitación y se va hacia unas escaleras que bajan al piso inferior del crucero.
— Ya lo llevé hasta la zona de enlace... Están locos si se creen que voy a patearme medio crucero con maletas en mano —piensa molesto por tener que pagar por un servicio tan simple siendo una Estrella Verde.
Al bajar se encuentra con un espacio gris y oscuro, donde descansa una enorme cantidad de cochecitos azulados de dos plazas. En las paredes del parking hay unas pantallas con las que Keynar vuelve a gastar dinero antes de recibir por un hueco al lado de la misma una llave de material flexible que Keynar coge con extrañeza.
La observa detenidamente esperando que sea algún aparato mínimamente decente, pero solo es un trozo de material amarillo con una parte dentada y un patrón de cuadraditos cubriéndolo.
— ¿En serio siguen utilizando esto? Por todos los astros, esto es lo más anticuado que me he encontrado en un crucero. Ya ni cuenta como servicio vintage... —murmura impresionado.
Utilizar un programa informático habría sido más fácil, por no mencionar que se habrían ahorrado mucho en materiales para las llaves... ¿No que decían que la era del consumismo humano había tocado a su fin?
— Bueno, no poseen la capacidad de usar tecnología más allá de la binaria. Es comprensible que prefieran depositar su confianza en objetos físicos en vez de programas tan fácilmente hackeables —reflexiona respecto al asunto mientras se acerca a uno de los coches.
El vehículo de cuatro ruedas tiene una estructura redondeada con el nombre de la empresa de transporte a ambos lados. Las puertas se abren cuando la llave entra en la ranura lateral, dejando a la vista un asiento doble de color crema con una pantalla en frente que muestra la versión animada del logo de una estrella fugaz hecha de acuarelas.
En cuando Keynar se sienta en el interior del coche, una ranura se abre debajo de la pantalla, la cual muestra las palabras INSERTE LLAVE en color rojo parpadeante mientras un sinnúmero de flechas brillantes apuntan a la apertura desde varias direcciones.
— No sé si me toman por tonto o es que ellos son muy despistados... —piensa antes de insertar la llave, la cual es tragada por la ranura.
— Bienvenido, estimado cliente. Por favor, escoja su destino —dice una voz robótica desde la pantalla, la cual muestra un mapa de las diferentes zonas y pisos del crucero.
Key hace que su muñequera proyecte sus mensajes más recientes y abre el que le acaban de enviar con el código informático correspondiente a su habitación del crucero. Al hacerlo, acerca la muñeca a la pantalla y de forma inalámbrica la información del lugar deseado se transmite al programa, haciendo que el coche se encienda y emprenda rumbo hacia la salida del parking.
El vehículo recorre la carretera de forma moderada y eficaz sin emitir un solo sonido, permitiendo al pasajero observa indiferentemente el paisaje. Por desgracia para Keynar, en un movimiento mal calculado para acercarse a una de las ventanas presiona la pantalla táctil con el codo, despertando el infierno de cualquier turista.
— Estimado cliente, ha activado usted la Guía del Viajero. Muchas gracias por interesarse por nuestra empresa y desear aprender más sobre el crucero Naglfar...
— ¡Mierda! No, no... —maldice intentado apagar esa molesta vocecilla.
— Estimado cliente, ha activado usted la Guía del Viajero. Muchas gracias por interesarse...
— ¡Apágate! —exclama mientras golpea la pantalla con más fuerza.
— Estimado cliente, ha activado usted...
— ¡Qué te apagues!
— Estimado cliente, ha activado...
— ¡QUÉ!
— Estimado cliente...
— ¡TE!
— Estimado...
— APAGUES!
...
...
...
— Estimado cliente al que demandaremos por maltrato de la propiedad del crucero como siga golpeando la pantalla como un lunático, ha activado usted la Guía del Viajero extendida de 2 horas con comentarios por parte del capitán de la nave y una serie de canciones marineras de fondo. Muchas gracias por interesarse por nuestra empresa y desear aprender más sobre el crucero Naglfar...
— ¡Ugg! —contiene las ganas de insultar en varios idiomas antes de suspirar con fuerza y reposar su espalda en el asiento en un intento de calmar su fastidio.
Últimamente lleva demasiado encima, hasta tal punto que el predecible fallo de una máquina obsoleta, borde y defectuosa llega a alterarlo...
— No puedo seguir así... Se supone que voy a vivir en la Tierra lo que queda de mi adolescencia... ¡No puedo enrabietarme por cada cosa que me sale mal! Debo adaptarme... Recuerda, Key, esto lo haces para cambiar de vida. No puedes seguir comportándote como si todo tuviera que salir como tú quieres... —piensa, tranquilizando su estado de ánimo con una técnica de respiración.
— El crucero Naglfar, construido el 2074 por la empresa nigeriana Nautilus bajo la supervisión del ingeniero Neil Michael Wolowitz, recibe su nombre del navío de la mitología nórdica, creado a partir de las uñas de los difuntos y cuya función era conducir a las tropas del caos hacia la batalla del Ragnarok...
Mientras la guía relata información que no es ni por asomo del interés de Key, este observa por la ventana la estructura de la zona y la compara con la de su mundo.
En su planeta las construcciones son usualmente amplias y cerradas, debido al clima cálido acompañado por una constante neblina, y suelen estar conectadas entre sí con túneles corredores. En cambio, el crucero tiene calles divididas en tres pisos que interactúan de forma independiente los unos de los otros.
El primero es un conjunto de carreteras y aceras con algún que otro parque de por medio y tiendas de todo tipo en los laterales. El segundo piso tiene locales más enfocados para el ocio y la relajación como recreativos, karaokes y cafeterías. Y, por último, el tercer piso posee únicamente negocios y restaurantes de lujo con algún que otro lugar dedicado a exposiciones artísticas, jardines botánicos y librerías para el disfrute de los más adinerados.
Realmente una separación muy cuadriculada y obvia que no se encontraría nunca en su planeta.
— Es que ni se esfuerzan en ocultar las desigualdades que hay en su sociedad... —murmura en voz alta apoyando la cabeza en su mano.
El coche sigue conduciendo ininterrumpidamente hasta llegar a una zona cubierta en donde convergen varias carreteras. Allí, los trayectos se interconectan y conducen hacia vías que suben y bajan en un sistema de cruces es tan complejo y laberíntico que si no fuera por la coordinación entre máquinas, los accidentes serían constantes.
Key es conducido hacía uno de los niveles superiores a través de un túnel débilmente iluminado con el farfullo de la guía torturando su mente. Pero, a pesar de la sensación de eterna monotonía, no pasan ni diez minutos hasta que llega al nivel de su residencia.
— Estimado cliente, se encuentra a menos de 500 metros de su destino —avisa el automóvil, cortando por fin esa insoportable la turística.
Nada más detener se el vehículo, Keynar sale disparado, conteniendo las ganas de besar el suelo y jurando por las estrellas no volver a meterse en uno de esos.
— Estimado cliente, gracias por elegirnos. Esperamos ansiosos su próximo viaje —dice el coche antes de arrancar y conducir en dirección al parking más cercano.
La zona residencial es mucho más alta que el nivel anterior, llegando a albergar varias estructuras cilíndricas de docenas pisos que se alzan como pilares gigantes hasta el techo que simula un cielo celeste. Cada uno de estos estos edificios está separado de sus hermanos por parques y arboledas que embellecen el paisaje y generan oxígeno de forma natural.
— Vale, lo admito, este crucero puede que sea un poco, solo un poco, mínimamente decente si se toman en cuenta ciertas aptitudes... —Esa es su forma de decir "Wow".
Key entra al edificio y descubre que los apartamentos están dispuestos en la zona exterior de la estructura, dejando la zona central completamente vacía de elementos arquitectónicos más allá de una serie de ascensores de cristal dispuestos en forma de pentágono.
— Creo que su cultura lleva demasiado lejos lo de espacios abiertos, esto es un desperdicio de espacio por muy artístico y bonito que sea... Bueno, tampoco es que pueda reprocharles nada, su especie se dice que es muy claustrofóbica —Niega con la cabeza, preocupado por la incapacidad humana de contener sus instintos.
Al llegar al claustro circular Keynar se da cuenta de que el suelo está decorado con mosaico que representa diversas escenas de la mitología greco-románica alrededor de la imagen de un árbol. Este tiene cinco grandes ramas que apuntan a cada uno de los ascensores, dando la impresión de que le está señalando el camino a los pasajeros.
Sonriendo levemente por la obra de arte, se dirige hacía el elevador del fondo. Y mientras sube, nota como el dorado de las vallas de seguridad y el material blanco del edificio reflejan la luz que entra des del techo de forma casi celestial.
— Saben desperdiciar con estilo al menos...
A llegar al sexto piso el ascensor abre sus puertas y se dirije hacia su habitación, a la cual accede gracias al código informático en su muñequera. Esta, enumerada con un sistema numérico tan simplón como puede ser el que proviene de los humanos, consta de una puerta marrón que lleva a un pequeño corredor nacido de aprovechar el pequeño espacio que no es ocupado por el cuarto de baño para darle al residente algún tipo de intimidad y seguridad respecto a la posibilidad de que alguien entre de improvisto.
En términos simples: Si alguien entra mientras haces algo pervertido, tienes tiempo suficiente como para esconderlo antes de que dicha persona cruce los dos metros y medio de bloqueo visual.
— Hah, tengo oportunidades varias de pasarla bien, incluso mi habitación me lo está insinuando... ¡Maldito sea el que dijo que la timidez se iba con la virginidad! ¡Es una mentira! ¡Una pura y burda mentira! —grita nada más cerrar la puerta, sin saber que al contrario que las habitaciones del puerto esta no está insonorizada y, por ende, los residentes cercanos le han escuchado.
Siendo ignorante de que la única razón por la que no ha hecho el ridículo es porque su idioma no es conocido, Keynar observa su dormitorio. Una cama blanca rodeada de paredes blancas, ventanas de marco blanco con cortinas blancas, dos mesitas de noche que si bien no son blancas, son grises...
— Veo que gastaron todo el presupuesto en decoración con lo de afuera —escupe con disgusto al ver tantos colores claros a su alrededor.
A estas alturas empieza a sentir que la raza humana está organizando su funeral al utilizar tantos colores mortuorios. ¿Acaso no conocen otros colores o es que su espectro de visión es tan limitado como su capacidad de pensamiento?
Esperando que con algo de agua pueda sacarse el cansancio, Key arrastra los pies hasta el baño, tan espeluznantemente blanco como el resto del edificio. Pero esta vez él ignora por completo la (horrible) decoración de interiores para centrarse en lo que está en frente suyo ahora mismo... El espejo.
— No... —murmura asustado.
Su piel anteriormente de un sano color caramelo se ha ido esclareciendo hasta tener un color amarillento que lo hace ver enfermizo.
— No, no... —Se toca la cara con horror, incapaz de entender como se ha afeado tanto en tan poco tiempo. No se suponía que su cuerpo cambiase tan rápido.
Y no solo eso, sino que su cabello se ha aclarado hasta ser casi blanquecino. Hace unas horas estaba bien... Estaba con color. Keynar agarra sus mechones con incredulidad, revelando su frente y, con ella, lo peor de todo.
— ¡Mierda! ¡No, no, no! ¡Tú no! —Se apoya contra el lavabo mientras revisa el tatuaje facial de su frente.
Ya no brilla con colores azulados, sino que es de un negruzco sucio. Uno que resalta además en su horrible y pálida piel.
Incapaz de retirar los ojos de su propia fealdad, sus ojos verdes de escleróticas oscuras derraman lágrimas de frustración. Se odia, se odia a sí mismo y odia a todos y cada uno de los miembros de la seguridad de viajes interplanetarios por no permitirle llevar consigo el tratamiento para evitar la decoloración.
La tinta del tatuaje estaba compuesta por un hongo nativo de su mundo. Estaba, porque debido a la ausencia prolongada de su alimento ha acabado muriendo irremediablemente, dejando oscuro el patrón de Keynar.
Que la sustancia de la que se alimentaba el fungi era tóxica, decían... Que una Estrella Verde no podía llevar esas cosas, decían... Todo excusas solo porque su planeta había tenido problemas diplomáticos recientemente.
Y luego VIK-TOMPA se jactaba de su igualdad.
Su plan era esperar a llegar a la Tierra y desde ahí pedir un tratamiento urgente apelando a sus derechos religiosos... Pero ya es tarde, demasiado tarde. No pensó que el aire oxigenado del crucero pudiera acelerar la degradación.
Olvidó que el aire del puerto era neutro y respirable para el 90% de las especies, pero el del crucero no. El ambiente del vehículo es como la atmósfera de la Tierra, corrosivo. Es normal que para una criatura tan extraña como el hongo muriera por intoxicación.
Por eso el daño ya está hecho y ya no se puede volver a colorear.
— ¿Por que no quedó un poco de ti, maldito? ¿Por qué? —Se derrumba en el sitio.
Si tan solo quedase un poco del hongo vivo, se podría proliferar y trasplantar al resto del tatuaje. Pero ha muerto por completo. La colonia criada específicamente para que él la portase se ha extinto.
Y sabe que NUNCA podrá conseguir que la repliquen. No después de tantos años...
— Hah... —suspira con tristeza, sintiéndose una vergüenza para toda su raza, antes de mirar por última vez su reflejo demacrado y dirigirse a la habitación principal.
Se tambalea aturdido con la mirada vacía hasta que se desploma en la cama y se queda en silencio con los pies colgando, sin molestarle el color en lo más mínimo. Es más, lo abraza. Se merece morir por lo que ha hecho.
Con el pasar de los minutos la incomodidad le obliga a quitarse los zapatos. Luego se arrastra cual oruga por encima del colchón y que queda él en posición fetal encima de lo que antes eran sábanas lisas y planchadas.
— ¿A quién quiero engañar? No lo hice para cambiar o mejorarme a mí mismo, solo vine aquí por despecho... Fui estúpido al dejarme engañar por las palabras de ese idiota presuntuoso, fui estúpido por confiar en que ella me entendería, fui estúpido por pensar que podría destacar en el programa de intercambio... ¡Y fui estúpido al pensar que podría vivir por mi cuenta cuando solo soy un inútil!... Porque eso es lo que soy... un estúpido, un inútil, un presumido... y un degenerado... un jodido y pervertido degenerado folla-aliens —piensa entre sollozos mientras esconde su cara entre sus piernas.
El tatuaje en verdad no supone un problema excesivo. Su muerto no es un crimen cultural o un tabú... Pero perderlo ha sido la gota que colma el vaso, el límite para lo que puede soportar...
— [SOCORRRRROOOO] —suena desde fuera de la habitación, llamando la atención de Keynar momentáneamente.
Levanta la cabeza un poco, esperando algún tipo de sonido que le dé más información. Pero dos minutos de silencio después le convencen de que no es nada, así que vuelve a la posición fetal y a auto-compadecerse.
— [AYUDAAAA] —vuelven a gritar, pero esta vez Key lo ignora.
Es muy probable que se trate de una estupidez propia de idiotas sin nada mejor que hacer que alertar a todos los residentes haciéndolos pensar que hay una amenaza en el edificio... Ya se han denunciado ese tipo de actos y él no piensa ser el ingenuo que caiga en la treta... Puede que sea mongolo, pero no tanto como para dejar que el resto lo descubra.
— [NO QUIERO MORIIIIR] —arrojan la tercera molestia. Es entonces cuando la tristeza de Key, su estrés y su mal humor crónico producen un peligroso cóctel de ira.
Por lo que, poseído por la furia y las ganas de hacer pagar a un tercero por sus problemas, se levanta de la cama de un salto mientras se aguanta las lágrimas y camina a zancadas hacia la puerta para decirle unas cuantas cosas al gracioso de turno.
— Ya va a ver... ¡A Keynar Ravidik nadie le interrumpe la depresión! —murmura enfadado con la mano en el pomo. Sin embargo, al abrir la puerta en vez de salir afuera como tenía planeado, es arrojado adentro de la habitación por una gran sombra.
Ni siquiera puede reconocer quien es el responsable. Solo ve como el pasillo se mueve a su alrededor hasta que su cabeza golpea algo y entonces todo se oscurece.
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