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10.¿En qué se diferencian los sueños de realidad?

  *Bronte*
Correr, mis pies golpean el suelo y la sangre retumba en mis oidos, tengo que alcanzarla como sea. No puedo evitar reír mientras corro en su busca, estoy tan feliz que siento como el corazón me retumba en el pecho con un redoble.
No estaba en su celda, así que corro por las instalaciones abriendo puertas y voceando su nombre.
Su nombre sabe tan bien en mi lengua que río aunque tenga ganas de llorar. Los pacientes me miran por entre las rendijas de las puertas, amenazantes. Con mi trabajo me he ganado el odio de todos ellos, les hago una mueca y río, corro a saltitos, inpaciente y loco.
Loco... La palabra sabe a algo conocido, dulce y hermoso. La locura, bendita sea. No puedo evitar que un par de lagrimas corran por mis mejillas. Lo he sacrificado todo, me estoy enfrentando a mis peores pesadillas, a mis miedos más profundos, derribando todas las barreras que he erigido, aliandome contra todo lo que he luchado durante toda mi vida. Y lo peor de todo es que no me importa, que por primera vez soy libre y me siento bien.
Alicia... Ella, solo ella es la que podía salvarme, solo ella.
Ya es hora de que le devuelva el favor, me digo a mí mismo, es hora de que yo la salve a ella, es hora de volver al País de las Maravillas.
Osito, un paciente cuya celda comunica con la de Alicia, me informó de donde se la habían llevado, cuabdo pregunté cómo lo había averiguado se limitó a señalarme el respiradero por donde se comunican las celdas y dijo con su voz de oso hiberneante:"los presos hablan".
La sala donde la habían llevado se encontraba en el sotano. Volé por los pasillos hasta llegar a la puerta y me avalancé sobre esta, entrando de golpe.
Las paredes de cemento gris, iguales al suelo, se veían desnudas, al fondo había un bulto tapado con una lona negra, era lo único que había en la habitación vacía.
-¡¡¡NOOO!!!-  La desesperación, el miedo, el dolor, la ira, todo se mezclo en mi interior, canalizandose en un grito grave y desgarrador. La sangre me llegó a la lengua al toser. Caí al suelo, roto como un muñeco de trapo,sin atreverme a alzar la vista de nuevo al gran bulto cubierto. Sollocé como un niño, perdido, asustado y profundamente conmovido. Sentía como la vida se me escapaba entre los dedos a cada segundo que pasaba, pero no podía moverme si no era para sollozar y estremecerme, tampoco me veía con fuerzas para volver a gritar.
-Alicia...- Gemí al tiempo, me había hecho un ovillo en el suelo y temblaba incontrolablemente.- Alicia...
-Se ha ido.- Su voz...
Cerré los ojos con fuerza, sintienso su silueta inclinarse hacia mí, se sentó con las piernas dobladas lateralmente, sus rodillas rozaban mi vientre, se inclinó aún más, sus manos alzaron mi rostro. Tenía sangre en los labios que se mezclaba con el carmín, ambos del mismo color. Me pasó el dedo pulgar por el labio inferior, por donde ella tenía el corte que yo le había hecho momentos antes al darle con mi cabeza.
-Bronte...
Sus labios susurraron mi nombre, me estremecí, sintiendome otra vez aquel crío loco seducido con ideales de cordura. Todo comenzó así, ahora lo recordaba.
El Bronte de diecisiete años, desequilibrado, loco. Tirado en el suelo de una celda, atado con una camisa de fuerza blanca, salpicada de machitas rojas de mi propia sangre.
Lo recordaba, no como un recuerdo propio, sino como una película vista tiempo atrás, sin haberla sentido mía hasta el punto de olvidarla, como algo sin importancia, ajeno.
Entreabiertos mis labios, dejé escapar un hilillo de aire, el eco de un suspiro. Ella lo interpretó como una invitación, sus labios rojos rozaron los míos, pálidos y exangües, con su roce se tiñeron de sangre y carmín. Cerré los ojos, temiendo hablar, prefiriendo sus besos a sus respuestas, sabedor de que estás últimas acabarían conmigo.
-¿Lo recuerdas, Bronte?- Susurró ella muy cerca de mí.- ¿Recuerdas nuestro primer encuentro?
Me mordí los labios y cerré los ojos con más fuerza. No quería recordarlo, pero lo recordaba. Recordaba estar atado, recordaba sus manos soltando mis ataduras, hablandome de cordura, de un futuro para ambos. Recordaba decir que sí, que aceptaba venderme para salvarme...
Me estremecí otra vez y lloré en silencio con los dientes apretados"¿Lo recuerdas?" Su voz martilleaba en mi cabeza, la pregunta era:"¿Cómo había logrado olvidarlo?" La respuesta cayó tan rápidamente sobre mí como las estrellas al salir la luna, huyendo al ver al astro mayor relumbreante en el firmamento.
Sus labios, sus labios envenenados me habían hecho olvidar.
Me puse en pie de un salto, con el borde de mi camiseta me froté con vigorosidad los labios hasta hacerme sangre.
-Tú... tú me envenenaste. Tú fuiste la que me hizo olvidar.- Exclamé al caer en la cuenta.
-El Tiempo también ayudó, querido.
El Tiempo me hizo rejuvenecer hasta llegar a antes de conocer a Alicia, entonces me habían traído a este mundo y me habían encerrado, me hicieron olvidar todo rastro de lo que habían hecho, y me habían insertado unos recuerdos de una vida inventada en la que estaba encerrado y Scarlet me acogió bajo su protección, pero Alicia me había slavado también esa vez y habían tenido que volver a borrar nuestros recuerdos. A Alicia la habían encerrado y a mí me habían hecho creer que era psiquiatra, pero nos habíamos vuelto a encontrar y ella me recordó y luego yo la recordé a ella.
Mientras todos estos recuerdos estallaban en mi mente como fuegos artificeantes, Scarlet se había puesto en pie y se había acercado a mí.
-¿Bronte...?
-Scarlet...
-Querido... Perdóname, sabía que sería peligroso, lo sabía... No debí dejar que te acercarás a ella. No debí descuidarte de ese modo...
Sus brazos rodearon mi cintura, pegandose a mí. Las palabras no salían de mi garganta por más que boqueara, sentía la lengua torpe y adormecida, me la pasé por los labios un par de veces antes dec onseguir balbucir unas palabras.
-No... no está.- En cuanto salen estas palabras de mi boca, sé que he desencadenado el principio del fin.
-No.
-¿Dónde...?
Scarlett asiente y uno de los siete guardias con los que ha entrado en la celda se aproxima al bulto cubierto por la lona, el hombre tira de la tela y esta se desliza hasta caer al suelo.
Mis ojos se abren desmesuradamente y caigo de rodillas, tapandome la boca cob ambas manos. No puede ser...
La silla electrica, enorme y brillante por el cuero y el metal, ne mira desde su atalaya de dos escalones. No puedo dejar de contemplar el macabro instrumento.
-¿Bronte...? - Se inclina hacia mí, su rostro frente al mío. - ¿Quieres volver a pintar las rosas blancas de mi jardín?- Otro guardia se acerca por su espalda, acarreando un cubo del que sobresale el mango de un pincel. -Dicen que con sangre se pintan mejor.
-No... no es real...- No quiero creerlo, pero aun menps quiero mirar el interior del cubo, rebosante del espeso líquido rojo.- Es un sueño... Una maldita pesadilla.
Scarlet soltó una carcajada.
-Y dime, querido Bronte, ¿En qué se diferencian los sueños de la realidad?

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Antes que nada, gracias, Muchas gracias por vuestros votos y comentarios, pues ellos han influido enormemente (no sabeis cuanto) a seguir escribiendo.
Siento mucho las faltas de ortografía, escribo en el móvil sin autocorrector (cosa que bien puede ser negativa o positiva, segun se mire) así que acepto críticas constructivas.
También deciros que las palabras en cursiva que aparecen en este capítulo (como ya habreís supuesto) son inventadas para darle el toque del Sombrerero.
Y bueno, gracias de nuevo. ¡¡Espero vuestros proximos comentarios!!😉😉
                           
                            

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