-Repite conmigo: No es real.- La mujer articuló las palabras gesticulando exageradamente.- Re-pí-te-lo.- Separó incluso las sílabas para darle más énfasis a sus palabras al tiempo que me trataba como si fuera un niño pequeño. Parapadeé un par de veces en un gesto de profunda inocencia, la mujer se abalanzó sobre mí, me agarró del pelo con una mano y me golpeó, me reí. Otro golpe, esta vez más fuerte, una risilla de mi parte, otro golpe. El sabor metálico de la sangre me empapó la boca y me tiñó los dientes, un risa gutural que desembocó en una carcajada en forma de estertor se escapó de mis labios, la saliva sanguinolenta salpicó la bata blanca de la doctora. Esta respiró agitadamente.
-Estás loca, completamente demente. Nunca saldrás de aquí.- Su rostro estaba a unos centímetros del mío, su aliento mentolado me hizo estremecerme de frío.-Te prometo que te pudrirás encerrada entre estas cuatro paredes.
-Doctora...-Me acerqué más a su rostro.- No prometa cosas que no será capaz de cumplir...- Mi voz era un ronroneo, e incluso maullé al final de la frase. Efecto felino conseguido. La doctora se apartó de mí. Se giró hacia la pared del fondo, donde aguardaba su ayudante. Un chico joven, con el cabello largo recogido en una coleta. Se me acercó cuando hubo salido la doctora. Sus movimientos eran torpes e inseguros, sin lugar a dudas un novato.
-No deberías de haber hecho eso.- Su voz era ronca y su tono bajo, como un cantante de rock de los ochenta.
-¿Por qué?-Inquirí, quería saber que opinaba un novato de la escena que acababa de presenciar.
-Porque no pareces... esto... bueno tú... tú no... tú no pareces estar así... tan...
-¿ Loca?- Tragó en grueso y se inclinó para limpiarme con un pañuelo la sangre de los labios.- Puedes decírlo, no importa.- El joven asintió y bajó la vista.- Y le he dicho la verdad, no voy a morir aquí.
-Si sigues comportándote así, lo dudo.
-Confía en mi palabra, saldré de aquí y encerraré a esa zorra en mi celda.
-Habitación, aquí no tenemos celdas.-Me corrigió.
-Pequeños tecnicismos sin importancia. No impota el definidor sino la definición.
-¿Disculpa? Creo que no te entiendo.- Arrugó la nariz en lugar del ceño a la hora de mostrar confusión, entrecerré los ojos con picardía.
-Si entendieras a una loca ¿Eso no significaría que tú también estás loco?
- No importa el definidor sino la definición ¿No es cierto?- El joven sonrió.
-Así es.- Sonreí y me relamí. Bajé el tono de voz.- Tal vez en un tiempo acabes aquí como yo. Y puede que yo te psicoanalice así como tu estás intentando hacerlo en estos momentos. ¿No sería realmente divertido?- Sonreí mostrando todos mis dientes.
El joven se estremeció ante mi deslumbrante sonrisa, no quitaba la mirada de mis ojos desorbirtados, la locura se percibía a kilómetros.
-Me caes bien ehh...
-Alicia, me llamo Alicia.- Saqué mi mejor sonrisa del gato Cheshire.- Y creo que ya nos conocemos lo suficiente como para dejar de fingir... Sombrerero.