
♡. °୭̥ Capítulo Ocho.
Se sentía como la primera vez. Como cuando llego a aquel juego la única diferencia es que ahora él sabía de que trataba todo y de cuanto era lo que estaba en juego. El conejo abrio sus ojos mientras se sentaba, los cuerpos desmayados de los otros jugadores se encontraban a poca distancia de él. Sabía que estaban vivos porque sus pechos subian y bajaban de forma pausada.
Todo el lugar era rojo, los arboles, caminos, flores, absolutamente todo era rojo y cada hoja tenía forma de corazón. La puerta de metal se encontraba cerrada con espinas alrededor de esta haciendola imposible de abrir. El conejo reconocia ese lugar, estaban en el territorio corazón. El último del juego.
Parecía que ninguno iba a despertar aún y el juego tampoco comenzaria, así que ahí estaba él mirando hacía cualquier lugar con la mirada perdida en aquellos recuerdos que poco a poco dejaban de ser borrozos.
***
Una vez más el pequeño niño se balanceaba con ayuda de su madre en el columpio, ambos buscaban encontrarle formas a las nubes mientras esperaban a que pasara el tiempo. Él quería regresar pronto a casa, era su cumpleaños número ocho y esperaba una gran tarta de su padre.
—Vamos JungKook, ya es hora de regresar a casa. —dijo su madre deteniendo el columpio y ayudandole a bajar.
—Mamá... ¿Por qué ellos no juegan conmigo? —dijo el niño señalando a otros que jugaban a poca distancia.
La madre no sabía que responder ante la pregunta de su hijo, temiendo decirle algo que rompiera su corazón.
—Es porque eres diferente a ellos y muy especial. Para todo hay un momento, estoy segura de que cuando llegue el tuyo tendrás muchos amigos como Alice.
—Pero Alice estaba sola, sus padres no le prestaban atención. Y nadie jugaba con ella.
—Eso es porque no se habían dado cuenta de lo especial que ella era, aún así viste como Alice hizo muchos amigos y estos crearon un mundo para ella.
—Si yo le pido a Alice que cree un mundo para mi ¿ella lo hará?
—Por supuesto que si. —respondio la madre sin saber el peso de sus palabras.
Pues al día siguiente un nuevo mundo se comenzaba a crear. Esa noche JungKook no celebro un cumpleaños como había imaginado. Su padre había regresado a casa más violento que nunca, lo supo cuando escucho los sollozos de su padre y a su padre golpeandola.
— ¡Siempre le creas historias tontas en su cabeza! No es una niña para que le cuentes cuentos y lo pongas a jugar a todas horas. —gritaba el hombre.
—JungKook...él es solo un niño. Yo hay necesidad de atormentar su cabeza tan pronto...dejalo ser feliz. —suplicaba la mujer de rodillas aferrandose a la tela del pantalón de su esposo.
JungKook observaba en silencio desde el marco de la puerta, se preguntaba porque a pesar de que cada noche su madre pedía ayuda esta nunca llegaba. Los vecinos les ignoraban.
— ¿Papá...?
El hombre se giro para observar a su hijo y camino hacía este.
—No se si reír o simplemente llorar al verte. Eres basura, JungKook. Ya deja tus tonterias a un lado y comienza a comportarte como un hombre.
Lo siguiente que sintio fue el golpe en su mejilla y el grito de su madre. El niño cayó sentado en el suelo mientras se tocaba su mejilla y las lágrimas empañaban sus ojos.
—Y ahora vas a llorar.
— ¡Ya dejalo! —grito su madre mientras intentaba evitar el siguiente golpe, uno que llego está vez con demasiada fuerza.
Lo siguiente que el supo fue que su padre caía al suelo sin moverse, un charco de sangre comenzaba a crecer bajo el hombre. Su madre le miraba horrorizada cubriendo sus labios.
—JungKook...
El niño bajo la mirada a sus manos justo donde su madre miraba. Sus manos estaban cubiertas del mismo color rojo que ahora salia del cuerpo de su padre. En una de sus manos un cuchillo se encontraba siendo sostenido, su pijama de conejo había dejado de ser completamente blanco aún así no estaba asustado.
JungKook levanto la mirada hacía su madre y sonrió acercandose a ella para abrazarla luego de soltar el cuchillo.
—Alice me dijo que era un hombre malo y que debía morir.
Luego todo fue oscuridad.
Una semana después todo había quedado en el olvido. JungKook no sabía porque su madre estaba tan decaída, tampoco sabía porque su padre ya no iba a visitarlos. Él extrañaba a su papá, mucho menos entendía porque su madre todas las noches colocaba un seguro en su habitación cuando iba a dormir.
Los cuentos dejaron de llegar, las sonrisas y salidas al parque también. JungKook no hablaba con nadie excepto con ella. Con Alice. En uno de los juegos que se la pasaba jugando había encontrado un usuario asegurando ser Alice, este usuario era: @Aliceishere.
Alice: ¿Cómo puedes estar cansado del mundo si apenas haz vivido en este?
Conejo: Papá ya no viene. Mamá me tiene miedo y no se porque. Tampoco tengo amigos y... Odio este mundo.
Alice: ¿Y si existiera otro mundo? Uno donde puedas hacer en el lo que quieras con todos.
Conejo: ¿Ese mundo existe?
Alice: Puedo crearlo para ti, conejo.
Conejo: Quiero un mundo lleno de diversión y con muchos amigos. No quiero ser olvidado.
Alice: Creare un mundo para ti. Los atraere a todos hacía mi y así nunca serás olvidado. Nos divertiremos mucho en Deathland, conejo.
Conejo: ¿Deathland?
Alice: Será el mundo que creare para ti. Uno lleno de juegos y amigos. Solo ten paciencia mientras olvida todo esto de hoy.
Conejo: ¿Por qué?
Alice: Será más divertido así. Será como conocerme de nuevo en un mundo nuevo. Pero para ello debe ser sorpresa y olvidarlo todo, conejo.
Y eso sucedio, JungKook sello sus recuerdos. Olvido a Alice, a su padre, a Deathland y a la idea de hacer amigos. Hasta el día que Alice cumpliera su promesa y un nuevo mundo fuera creado para él y sus futuros amigos.
***
Para cuando el conejo nuevamente abre sus ojos ya los otros jugadores están de pie, mirando los alrededores sin entender mucho.
—Estamos en mi territorio, el territorio corazón. —dijo el conejo poniendose en pie y aclarandoles la duda—. Alguien debio traernos luego de desmayarnos.
—Entonces significa que estamos en el último juego. A un paso de terminar esta pesadilla. —dijo la reina de corazones.
—Así es. Si le ganamos a Alice regresaremos a casa. —dijo el gato.
—Y si no ganamos, moriremos a manos de Alice. —hablo el sombrerero.
—Para ganar a Alice debemos primero matar y su nombre revelar. —hablo el caballero—. El conejo dijo saber la verdad.
—Así es. Pero quiero jugar una última vez.
El conejo se acerco a paso lento hacía el gato quien le miraba atento.
—Hoy uno solo ganara. Dijiste que solo tú terminarias con mi vida o yo con la tuya. Te tomare la palabra gato, porque soy quien ganara.
Dicho esto el conejo tomo entre sus manos el rostro del contrario y lo acerco hasta dejar un beso en los labios ajenos. Solo un leve toque antes de alejarse.
En ese momento las pantallas se iluminaron mostrando un fondo de color blanco y en letras negras las palabras.
Last Game.
**************************
El último juego está a punto de comenzar jugador.
¿Qué tan listo estás?
Recuerda que debes guiar al conejo blanco hasta el final y derrotar a Alice.
Esta vez no hay acertijo.
Solo un mensaje que el sombrero a dejado para ti:
“Cuando eramos pequeños huiamos de los monstruos, ahora les sonrío y me siento a hablar con ellos.
No me seguían para hacerme daño, sino porque sabían que era como ellos.”
Este será el último mensaje que recibiras. Porque luego de hoy todo llegara al final.
¿Ya quieres regresar a casa, jugador?
Tick Tack el reloj no se detendra.
Tarde, tarde, se hace tarde ya.
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