♡「Capítulo II」Una Verdad a Medias ♡
「Después de mucho tiempo dormida, vuelves a parpadear inconscientemente. Con una flor en mano te recibiré, entre más veces mires tu hogar volverás a recordar todo lo que perdiste.」
—Presiento que algo cambiará después de que ella llegue al Reino—murmuró un chico rubio viendo una ventana con un paisaje hermoso—. Algo en mi interior me lo dice.
—¿Por qué crees eso?—dijo una persona que se acercaba atrás del muchacho—Ya ha pasado mucho tiempo desde que ella desapareció. Nada nuevo ha pasado desde entonces.
—Ten esperanza Alfred. Yo sé lo que digo, ella está aquí. Algo en este mundo cambiará.
° ~ ° ~ ° ~ ° ~ °
Después de un tiempo vagando por un vacío oscuro, Alice despertó con la cara apachurrada contra el suelo tal como había sido en la mañana, salvo con la diferencia de que esta vez si tenía control de sus ojos y en vez de su cama, su rostro estaba en el suelo de un lugar desconocido.
"¿En dónde estoy?" pensó mientras parpadeaba viendo cómo aquel camino era de un color rojizo.
Pronto Alice se incorporó y se sentó al instante viendo a su alrededor.
—Esto no parece la casa de Arthur—dijo mientras movía su cabeza lado a lado—. Esto no debe ser real, quizás se trata de un sueño o una broma de mal gusto. ¡Que ganas tengo de volver a Londres!
Alice se levantó y sacudió su ropa, la cual había cambiado drásticamente. Su vestido de estilo marinero pasó a ser un vestido corto y pomposo de color azul, un delantal blanco con botones dorados cuya parte de arriba recordaba a una camiseta sin mangas, medias blancas con un par de broches y decorados en colores rojo y negro junto a un par de zapatos que parecían de muñeca. Su atuendo parecía una especie de Alicia en el País de las Maravillas del siglo XXI.
—¿Desde cuándo mi ropa es así?—se preguntó mientras veía su atuendo y daba una vuelta.
La muchacha intentó tomar uno de sus mechones de cabello, sin embargo ésta se percató de que su largo cabello estaba arreglado en un par de voluminosas coletas acompañadas por dos lazos negros.
—Ahora si soy Alice in Wonderland—murmuró Alice apenada poniendo su mano en la mejilla—. Si Arthur me viera así, se burlaría de mí hasta que muriera de pena.
Un poco confusa, Alice comenzó a caminar en busca de alguna ayuda. Se trataba de un lugar extraño con un aire diferente como si se tratara de un lugar de fantasía. Una leve punzada invadió el pecho de la rubia causándole un ligero dolor, como si se tratara de un Deja Vù doloroso. Cada paso que daba le daba una sensación extraña, parecía conocerlo y a la vez no. Un aura misteriosa recorría el lugar, su cuerpo estaba cubierto de una sensación igual de extraña, era algo que parecía no tener un nombre ni una palabra que Alice pudiera usar para describirlo. Aún así, un poco confundida y con algo de indiferencia, la chica siguió caminando en busca de una ruta para poder salir de ahí.
—Que cosa tan extraña—murmuró Alice viendo a su alrededor—. Parece que esto no tiene una salida... Cada que camino siento que alguna vez estuve aquí. Es tan extraño, el pecho me duele...
La chica se sentó en un lugar viendo el cielo que estaba completamente despejado, todo estaba cubierto de árboles y maleza, parecía un lugar completamente inhabitable. Desolado más bien. Alice pensó en casa, en Arthur y los pocos conocidos que tenía. Recordaba discutir con el inglés cada que éste entraba a su cuarto, que el viento le pegara en la cara cada que tendía las mantas y aquel paisaje que parecía lejano y fuera de la civilización.
—Encontraré una salida—se dijo a sí misma viendo las nubes que pasaban lentamente—. ¡La encontraré!
Alice se levantó y siguió su trayecto buscando un camino entre aquel bosque marchito hasta que al fin pudo divisar un lugar cercano; un reino de color rojo que se levantaba conforme las ramas se alejaban.
Alice sonrió en cuanto vió el lugar y las ramas se alejaron de ella.
—Vee~—una voz conocida se hizo presente mientras un chico castaño pasaba a su lado— Oye bella ragazza...¿Qué te trae por aquí?
—S-Solo venía de paso—murmuró Alice un poco asustada—. No era mi intención entrar aquí... Solo busco una manera de llegar a mi casa en Londres, ¡Lo juro!
Alice volteó a ver al chico repasando sus rasgos los cuales parecían ser conocidos: Cabello castaño y ojos que parecían estar siempre cerrados, un rostro juvenil y una sonrisa grande adornando aquella pálida piel. La chica conocía a alguien así pero aquel lugar le resultaba tan extraño que dudaba de cualquier cosa.
—¿Feli? ¿Eres tú?—preguntó viendo al chico de pies a cabeza.
—¿Feli? No conozco a nadie así, ¡Yo soy el Joto Rojo!—contestó aquel personaje con enorme satisfacción.
Alice soltó una risita.
—Querrás decir Jota, ¿O Sota quizás?—respondió Alice haciendo referencia a las cartas de la baraja.
El chico sonrió en respuesta, parecía que Alice le agradaba un poco. Sin embargo se tomó el tiempo de repasar su aspecto.
—No pareces ser de aquí—dijo el chico viendo el atuendo de Alice—, ¿Cuál es tu nombre?
—Alice.
—Dijiste que venías de Londres, ¿No? ¿Esa es tu casa?
—Sí. Vivo en un lugar apartado con mi hermano.
—¿Cómo llegaste hasta aquí?
—Este...¡La baraja!—Alice dio un pequeño salto viendo el suelo cuyo rastro de cartas parecía una cama— ¡La baraja! Las cartas me han traído aquí como Alice in Wonderland... Así como Alicia y el Conejo Blanco.
—La baraja de la Reina Blanca—dijo el chico viendo las cartas y tomando una—, ¿Cómo puede ser que tú la tienes?
—Mi hermano la tenía en el ático—murmuró Alice en respuesta—. Yo solo la encontré cuando estaba limpiando, la examiné y llegué aquí. Te puedo jurar que es la verdad.
Un pequeño silencio invadió a los dos, los cuales se vieron a los ojos. No sabían qué decir.
—A todo esto, ¿Cómo te llamas?—preguntó Alice con tal de romper el silencio.
—Vee~ Mi nombre es Feliciano.
"No puede ser más estúpido" pensó Alice viendo cómo el chico parecía estar tranquilo.
La rubia se sintió estúpida, no sabía si la estaban tratando de tonta o era la verdad; sin embargo, ella tenía el pretexto de ganarse la confianza de aquella persona con tal de que la ayudara a salir de aquel lugar.
—Por cierto Feliciano—Alice señaló los edificios que se divisaban a los lejos—¿No sabes que es ese lugar exactamente?
—¿Hablas del Reino de Corazones? ¿O de Cardverse?
—¿Reino de Corazones? ¿Cardverse?—se preguntó Alice en voz alta—Me suena a que alguna vez estuve aquí, en un sueño. Un lugar fantástico que parece real y a la vez no. No sé, no lo recuerdo bien, fue un sueño pasajero.
—¿En serio?—preguntó Feliciano extrañado—Oye Bella, ¿Qué tal si vamos al castillo real y hablamos? Quizás eso te ayude.
—Supongo que sí.
Alice asintió y se giró un poco para recoger las cartas y se percató de que había una mochila detrás de ella, con un poco de incertidumbre, la tomó.
—¿Qué es esto?
Había una pequeña tarjeta que sobresalía en el contenido, aquella rezaba un pequeño escrito en letras cobrizas:
"Al fin cumpliste tu promesa. Decidiste regresar a tus comienzos, entre azucenas blancas vuelves a renacer.
Un nuevo milagro comienza. Es hora de volver a donde comenzaste."
Alice decidió abrir la mochila con curiosidad, su contenido parecía ser un kit de sobrevivencia; con algo de comida y agua, un libro y una pequeña muda de ropa. Parecía que alguien había planeado todo esto.
—Todavía no lo termino de entender—dijo Alice viendo la tarjeta—, ¿Seré una especie de viajera o algo importante?
La cabeza de Alice estaba confundida, sin embargo, pensó un poco y suspiró. Si estaba en un reino desconocido y existía alguien que tuviera la salida, ella iría por él.
—Vamos Feli, voy a salir de aquí—dijo Alice viendo al chico que lo acompañaba.
° ~ ° ~ ° ~ ° ~ °
Desde un castillo un chico de cabellos negros observaba a lo lejos cómo Feliciano guiaba a una chica rubia por los caminos que poco a poco se teñían de carmesí, ambos con una sonrisa despreocupaba viendo el paisaje que se asomaba poco a poco.
—¿Cómo es posible que Alice, la Reina Blanca esté viva?—gritó el chico girándose de forma brusca con tal de no ver al par— ¿Cómo es posible? ¡Si yo maté a esa bastarda! ¡Es imposible!
—Su Majestad, tranquilícese por favor—murmuró una persona con una voz serena—. No se ha puesto a pensar, quizás sea una persona con un gran parecido al de la fallecida Reina Blanca.
—¡Es imposible!—gritó el chico de nuevo—Debe de tratarse de la mismísima Alice, ella es la única con la llave para escapar de ese lugar. De seguro fueron los Reyes de Picas, esos bastardos tienen el control de la magia de ese lugar.
—Tranquilo, deberías pasar página—murmuró una segunda voz de forma más seria—. Si ella vuelve no es asunto de nuestra incumbencia.
El chico resopló, estaba claro que no quería saber nada de la Reina Blanca. Cardverse pasó por mucho después de que aquella mujer desapareció de la existencia del mundo. Al final, lo único que aquel personaje decidió fue quedarse en silencio en el recinto, en su soledad, en su cólera y en aquellos recuerdos cuando existía un mundo de fantasía que se tiñó de carmesí.
° ~ ° ~ ° ~ ° ~ °
El italiano condujo a Alice por el camino de losas rojas hasta llegar a la civilización, un reino donde predominaba todos los tonos de rojo carmesí. Alice se moría de la pena cada que veía alrededor, usar semejante vestido pomposo le ponía la cara roja, sin embargo, eso no le parecía preocupar a Feliciano, quien la tomaba de la mano como si de su hermana menor se tratara.
... O como algo más, según los ojos de los habitantes del reino.
—¡Vamos! ¡El castillo queda cerca!—dijo el castaño alegremente mientras subía y bajaba la mano de Alice—¡Vamos Alice! ¡Vamos!
Feliciano desprendía una alegría inocente, ambos corrían y saltaban por las calles principales del reino, Alice observaba su alrededor sorprendida, las calles llenas de tonos rojizos y unos rosados, gente con lindos vestidos decorados con el símbolo representativos del reino.
Corazones.
Todo estaba lleno de corazones.
Siguiendo un camino rojo intenso, el par llegó a la entrada del castillo. Un enorme palacio se erguía entre los matorrales de rosas dignos de un cuento de hadas.
"No me quiero imaginar lo que hay dentro" pensó Alice para sus adentros.
Alice solo sintió una punzada en el pecho mientras veía el enorme palacio, se tocó el corazón con la mano mientras daba un paso atrás y soltando la mano de Feliciano. ¿De qué se trataba? ¿Algún recuerdo perdido? ¿Un Deja Vu? Era muy raro.
"¿Por qué siento que he estado en un lugar así?" pensó Alice mientras se quedaba inmóvil.
—Veee~ ¿Te sucede algo niña?—preguntó el chico mientras cambiaba su sonrisa inocente a una mueca de preocupación.
—Vaya vaya, ¡Que hora de llegar!—dijo una voz con desdén—Pensé que iría con los reyes de Tréboles, no que traerías a una niña estúpida.
—¡Su Majestad!—dijo Feliciano sorprendido volteando a ver al chico que se acercaba—¡No era mi intención! Verá, he encontrado a esta chica en los bosques, no sé si puedan ayudarla. Dice estar perdida.
—Pues claro que no-
—Perdone si le interrumpo—murmuró Alice con timidez—, pero he llegado a este lugar y quisiera volver a casa. No sé como regresar.
—¿Regresar?—dijo una segunda voz acercándose—Tal como lo dijo la Reina de Picas.
—¡Rey!—gritó Feliciano nuevamente con una sonrisa un tanto temblorosa—¡Apacigue a la Reina! Esta chica solo les pide ayuda.
—¿Ayuda? ¿Quién crees que somos? ¿El Reino de Picas?—inquirió el chico pelinegro. Tenía una expresión seria.—Ya son muchas las chicas que piden ayuda pero ninguna son esa Reina de la que tanto hablan esas historias-
"¿Reina?" pensó Alice para ella misma. "Pero si es un chico... y uno muy malomurado"
—Kiku—un hombre rubio se acercó a él poniendo una mano sobre su hombro—, parece que todavía tienes esa manía con aquella mujer, ¿O me equivoco?
—Ludwig—murmuró Kiku con un poco de desdén—. Sabes que nosotros no tenemos el poder necesario para ayudar a esta mocosa. Deberías de entenderlo.
—Lo sé—dijo el rey—, aunque no poseamos grandes poderes podemos ayudar de alguna forma. ¿No sería mejor que pasara y nos contara su historia?
Kiku resopló, por fuera daba la fachada de ser un chico tranquilo y sereno con facciones asiáticas enfundando en un kimono de tonos rojizos adornado con motivos de corazones, aquella figura que adornaba todo el lugar. El hombre que se hacía llamar rey parecía ser lo contrario; un hombre recto y serio con unas fuertes facciones europeas y el cabello rubio recogido hacia atrás. Vestía ropas dignas de un rey de fantasía con los mismos tonos y motivos.
Alice agradeció con una sonrisa, mientras cruzaban la entrada y los recibían arbustos llenos de flores rojas y el gran palacio que parecía llegar al cielo. Tal como lo había dicho, Feliciano la había ayudado un poco.
—Cada vez más siento que estoy más cerca de casa—murmuró Alice para sí misma sonriendo mientras veía el palacio—, lo siento en el interior.
Feliciano corrió hacia ella tomando su mano y llevándola adentro del castillo.
—¡Muchas gracias reyes! —gritó el italiano de forma alegre—¡Vamos Alice! ¡Vamos a buscarte una habitación!
Nuevamente, como la vez que llegaron, el par desapareció entre bailoteos y risas dejando a los reyes solo. Ludwig solo sonreía.
—¿Por qué lo hiciste Ludwig?—murmuró el asiático con desdén.
—Por nada—respondió—, solo es una corazonada. Mira el lado positivo, Feliciano se ve contento con su nueva amiga.
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