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Capítulo 56

Ezra estaba allí. De alguna forma, Ezra estaba allí. Había vuelto, lo había hecho y aunque habían pasado ya cuatro días desde entonces, Brooke apenas lograba comprender como aquello era posible. En realidad, estaba bastante convencida de que ni si quiera los chicos lo sabían; lo ocurrido había sido una sorpresa para todos.

Escapar de prisión no era algo que ella creía que fuera posible, al menos no en el mundo real, en el suyo... pero al igual que estaba pasando con todo, la vida no paraba de sorprenderla.

No sabía hasta que punto la presencia de Ezra era buena en aquel momento, ni los problemas que ésta pudieran darles pero no le importó. No podía importarle, no porque aún seguí viendo el rostro de sus amigos al verle, la forma en la que éstos se habían iluminado. Pensó en Aaron y en como a pesar de su aspecto siempre más rígido y controlado no había podido evitar correr hacía él, con lágrimas en los ojos. Pensó en Cory y como pareció que sus ojos siempre tan vacíos recuperaban algo de vida, como apretó la mandíbula tratando de contener las lágrimas y como, al final, su boca se curvó en una enorme sonrisa, la sonrisa más bonita que ella jamás había visto. Y luego, por supuesto, pensó en Paul. No había dejado de pensar en Paul en todos esos días y es que, la expresión que adoptó su rostro al ver a Ezra era una que a Brooke le gustaría guardar para siempre, poder recordarla durante el resto de su vida. Era el simple retrato del amor, de una persona totalmente enamorada. En aquel momento Paul resplandeció más que nunca, como si todo este tiempo hubiera habido algo apagado en él, como si no hubiera estado completo hasta que aquel chico había vuelto a él.

Ella se había hecho a un lado, sin saber realmente que hacer en el momento en el que los tres se abalanzaron a su amigo. No pudo evitar sentirse una intrusa, como si realmente no tuviera que estar allí. Ni si quiera hablaron, tan solo se limitaron a abrazarse como hacía tanto tiempo que no hacían. Brooke pensó que había algo hermoso y al mismo tiempo triste en aquella escena.

Y después de lo que pareció ser una eternidad, los chicos se separaron y la mirada de Ezra cayó en ella. Sin duda, Paul no exageraba cuando le hablaba de lo guapo que era. Entonces, un absurdo temor la asaltó, ¿qué pasaba si Ezra la odiaba? ¿Qué pasaba si el chico creía que había estado reemplazando, que quizás ella había ocupado un lugar que le pertenecía a él? ¿Qué pasaba si ahora que él había vuelto, ella tuviera que irse?

Pero entonces, Ezra sonrió y entonces Brooke entendió el porqué Paul una vez le dijo que era el chico más dulce que jamás había conocido. Había algo en la sonrisa del muchacho, algo a pesar del dolor que guardaban sus ojos, que la hizo sentir un agradable calor recorriendo su cuerpo; como si ella no fuera una desconocida para él.

-Así que tú eres la famosa Brooke.

-Y tú eres el famoso Ezra.

Algo en el simple hecho de que ambos supieran de la existencia del otro sin apenas conocerse los hizo felices y la sonrisa de ambos lo reflejó.

-Y dime, ¿se han metido en muchos líos mientras no estaba?

Brooke se mordió el labio pues durante un instante estuvo a punto de echarse a reír pensando en que si tan solo él supiera...

-Digamos que unos cuantos, sí.

El silencio los envolvió a los cinco durante unos segundos. Al final, Ezra soltó un ligero suspiro.

-Supongo que todos tenemos cosas que contar.

-Sí, está claro que sí. -respondió Aaron que ya había tomado asiento, como si en cualquier momento fuera a derrumbarse.

Estuvieron hablando durante horas, tanto tiempo que por la ventana pudieron ver la luna iluminando el cielo y después ésta siendo reemplazada por el. No habían dormido, ni si quiera se sentían cansados. Tenían tantas cosas de las que contarse, tantas ganas de pasar tiempo juntos que el descansar dejó de ser una necesidad. Ezra les habló de como ni si quiera él sabía como lo había conseguido, de que aún no podía creer lo fácil que todo había sido.

Todo había comenzado con una visita al médico que ni él si quiera sabía que tenía. Ezra juraba encontrarse perfectamente; ningún dolor ni malestar. Pero el guardia había insistido, sin darle ningún tipo de información. Por supuesto, él no tuvo otro remedio que hacer lo que pedían. Recuerda que lo metieron en la furgoneta, que condujeron y que entonces, el vehículo paró. Ezra no pudo ver el motivo por el cual esto sucedió, el guardia que lo vigilaba salió para ver lo que ocurría y de un momento a otro se quedó solo, sin vigilancia... y entonces, se dio cuenta de que había dejado la puerta de la furgoneta abierta. Ezra esperó, esperó unos minutos a que volviera, pero nadie lo hacia y lo único que podía ver era esa puerta abierta, algo que tan solo significaba libertad. Así que, con cuidado, salió por ésta, observó a su alrededor y vio como un fila de varios coches cortaban el paso de la camioneta; los guardias estaban ocupados con ésto. Era la distracción perfecta, así que la aprovechó. Sabía que aquella sería la única oportunidad que tendría. Así que lo hizo; salió a correr, corrió como nunca había y lo mejor de todo fue que no le habían seguido, que nadie había echado a correr tras de él.

Escucharon su relato con fascinación pero a pesar de toda la emoción, también había algo que les inquietaba, que los inquietaba a todos. Había sido demasiado fácil.

-No lo entiendo, ¿dejaron la puerta de la furgoneta abierta, así sin más? -preguntó Aaron, con el ceño fruncido. Ezra asintió. -¿Y tampoco te esposaron? -Sacudió la cabeza.

-Al principio pensé que todo había sido obra de Cory. -admitió.

-Me encantaría decirte que así ha sido pero... odio estar de acuerdo con Aaron, pero tiene razón; aquí hay algo que no está bien. -temió Cory.

-¿Qué queréis decir, que me han dejado salir? ¿Por qué iban a hacer algo así? -quiso saber con incredulidad Ezra.

Tras esa pregunta, Brooke, Cory, Paul y Aaron se miraron los unos a los otros, con rostros serios. Sabían que era momento de contarles a Ezra todo lo que estaba sucediendo, hacerle saber que quizás ahora estaba menos seguro de lo que había estado en prisión.

Y así lo hicieron; comenzaron con la noche del asesinato en la cabaña, donde todo empezó, y entre los cuatro siguieron narrando todo cuanto podían recordar; desde las fotografías, el incendio en la casa de Cory, sus padres, Bryan, la mansión, aquel hostal horrible, la dolorosa traición de Paul, Meg, la nueva pareja de su madre... todo. Y mientras lo hacían, el rostro de Ezra fue palideciendo más y más, hasta quedar totalmente blanco.

-Joder. -fue lo único que pudo decir tras unos instantes en silencio. Entonces, alzó la mirada y miró a Brooke. -Cuando te he preguntado si se habían metido en líos, no me esperaba esto para nada.

-Bueno, ya sabes como somos,cariño, siempre nos ha gustado hacer las cosas a lo grande. -añadió Paul, que aún seguía observando a Ezra como si fuera a perderlo de un momento a otro. Y eso es lo que temía; ya lo había hecho una vez, no soportaría volver a hacerlo.

-¿Y qué piensas hacer ahora? -le preguntó Aaron. -Estarán buscándote, ahora mismo eres un fugitivo.

-Lo sé... la verdad es que esa parte no la había pensado. Lo único que tenía en mi cabeza era reunirme con vosotros.

-No puedes quedarte aquí. -intervino Brooke, -Si te están buscando, esta es tu casa, este será el primer lugar donde empiecen, de hecho, me extraña que no hayan venido aún.

-¿Y donde se supone que puedo ir? No tengo nada.

-¿Qué hay de tu hermana? -propuso Aaron, aunque al decirlo se dio cuenta de que no era una buena idea.

-No, no quiero que ni ella ni mi madre tengan problemas por mi culpa. Iré a verlas en algún momento, pero no puedo quedarme con ellas.

-Puedes venir a mi casa. -dijo ahora Paul, haciendo que todos le miraran, con cierto toque de pena en sus rostros. Sabían como era la situación en casa de Paul, sabían que ni él mismo pasaba el tiempo suficiente en aquel lugar. Pero estaba desesperado, lo sabían, desesperado por que todo saliera bien.

-Paul, no te ofendas, pero si tengo que estar en tu casa más de un día, probablemente acabe de nuevo en la cárcel por otro asesinato.

A pesar de la crueldad del comentario, todos rieron. Lo cierto es que Brooke ya se había acostumbrado a ese tipo de humor, a reír incluso cuando todo estaba a un paso de desmoronarse.

-Yo... quizás pueda ayudarte con ello. -habló entonces Brooke, ganándose ahora las miradas curiosas de los demás. -Mi madre tiene una pequeña casa a las afueras; solíamos ir allí cuando queríamos pasar unos días más tranquilos o desconectar...

-Cosas de ricos, supongo. -murmuró Paul alzando ambas cejas. Brooke tan solo rodó los ojos y siguió hablando.

-Lo que quiero decir es que aún tengo la llave. No he vuelto a ir desde que mi padre se fue pero sigue allí y puedes quedarte. Nadie te buscará ahí y aunque está algo alejada, sigue estando lo suficientemente cerca para que podamos ir a verte cada vez que queramos.

Ezra la miró con los ojos muy abiertos, llenos de agradecimiento.

-¿Estás segura de que no te importa? Si pasa cualquier cosa, no quiero que te metas en problemas por mi, yo...

Ella no puedo evitar soltar una ligera sonrisa al mismo tiempo que se encogía de hombros.

-Problemas es lo único que tengo últimamente, por añadir uno más no creo que suceda nada. -bromeó, pero hablando en serio. Ya no le importaba arriesgarse y si se -tenía que arriesgar por él, por una persona a la que querían las mismas personas que ella quería, lo haría encantada.

Ni si quiera se dio cuenta del momento en el que Paul se lanzó hacía ella, apretándola con fuerza hacía su cuerpo mientras susurraba una y otra vez gracias, gracias. Y mientras le abrazaba de vuelta, pudo ver el rostro de Cory que la observaba con una dulce sonrisa mientras que su mirada decía las mismas palabras. Y él deseó poder hacer lo mismo que su amigo había hecho, poder ir hacía ella y abrazarla de la misma forma pero tan solo se quedó allí parado, sin hacer nada más que sonreírle, sabiendo que aquella chica que había parada delante de él era la mejor persona que había conocido nunca y que quizás no lo merecería, que puede que nunca lo hiciese, pero que ella aún así lo miraba a él, sonriendo también y para él era más que suficiente.

-Creía que habías dicho que esta casa era pequeña. -comentó Paul con una sonrisa una vez que pararon en frente del lugar del cual Brooke los había hablado. Ahora podía ver que pequeña no era para nada algo que lo definiese pues era más grande que las casas de Cory, Aaron y Paul juntas. Brooke no pudo evitar sentirse como una estúpida, como si una vez más estuviera presumiendo algo que ellos nunca habían tenido.

-Yo... bueno, supongo que la recordaba más pequeña, no lo sé. -murmuró, con cierto nerviosismo.

-En realidad no es tan grande, a mi me parece bastante enana. -comentó Cory tan solo por complacerla, dándole un pequeño y divertido empujón con su hombro.

-Si lo comparamos con el patio de la cárcel, si es cierto que es diminuta. -agregó Ezra que no podía borrar la sonrisa de su rostro. Lo cierto es que estaba encantado; ya no solo porque estaba en una casa con la que nunca jamás habría soñado, eso le daba igual, sino porque estaba de nuevo con ellos y, por supuesto, con su Paul.

-Si viéndolo así, ser un fugitivo no está nada mal. -comentó Paul, pasando un brazo por encima de los hombros de Ezra, acercándolo a él.

Pasaron allí los siguientes dos días y de cierto modo, parecían como si todo lo demás no existiese. Era como si fueran las únicas personas del mundo, estaban a salvo, protegidos, ajenos a cualquier mal que pudiera ocurrir.

Pero en el fondo, todos sabían que aquello tan solo era la calma antes de la gran tormenta que se avecinaba. 



 * * *

¡Sólo quedan dos capítulos para el final de Aliados! Os recuerdo que habrá segunda parte :) 


Espero que os esté gustando mucho !! Os leo en los comentarios. 


Un besito , sois las mejores !

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