Capítulo 51 (parte 2)
Si la conversación sobrevivió en aquel coche fue gracias a Brooke pues Cory, quien nunca había destacado por ser un gran hablador, prefirió quedarse en silencio, escuchando las palabras que ambas intercambiaban. Se habían sentado los dos en el asiento de atrás, queriendo estar uno al lado del otro, tan solo por si acaso.
Brooke, por otro lado, se había encargado de hacer todo tipo de preguntas a la mujer, quizás para obtener algo de información de ella o simplemente por hacer el camino más llevadero. De momento, había descubierto que se llamaba Amy, que junto a su marido eran los dueños de una pequeña pensión que estaba a pocos kilómetros de allí y que tenía dos hijos pequeños estudiando fuera del país. A decir verdad, a Cory le importaba bien poco lo que esa mujer tuviera que decir de su marido o hijos pero siguió en silencio.
- Y que hay de vosotros, ¿cuanto tiempo lleváis juntos? -preguntó Amy con total naturalidad, como si fuese una pregunta de lo más sencilla, sin saber que había provocado que el corazón de Brooke se parase durante un instante, sintiendo como el calor llegaba a sus mejillas. Una rápida mirada a Cory le hizo ver que él estaba incluso sonriendo, no del todo, no de una manera abierta, pero si que su boca se había curvado un poco y ella le conocía demasiado bien como saber que eso era una sonrisa por su parte.
-Bueno, nosotros no... -comenzó a decir ella, pero entones una voz masculina, la misma que no había escuchado en todo el trayecto, habló.
-Unos cuantos meses. - dijo, haciendo que Brooke le mirase con cierta sorpresa, pero tratando de esconderla. -Muy intensos.
La mujer sonrió abiertamente.
-¡Qué bonito! El amor siendo así de jóvenes es el mejor. -exclamó y Brooke sintió que seguía poniéndose roja, nerviosa. Tan solo el hecho de que pronunciase la palabra amor refiriéndose a ellos y que, además, Cory no dijera nada para contradecirla, hacía que todo en su interior se revolucionase. -Se os ve muy enamorados... él no te quita la mirada de encima, chica. - le dijo ahora dirigiéndose a Brooke mientras le guiñaba un ojo por el retrovisor.
Y ambos se miraron, sus miradas se cruzaron durante unos segundos, de manera nerviosa y absurda, como si fueran dos niños pequeños, como si no llevaran meses uno junto al otro. Y es que, de alguna manera, el escuchar de parte de una completa desconocida decir que se veían enamorados, los había descolocado, como si aquello hubiera sido algo que ambos hubieran enterrado dentro de si mismos y ahora, de repente, hubiera salido a la luz. Ni si quiera se lo habían confesado, no había salido ninguna palabra de amor por los labios de ninguno pero parecía como si así hubiese sido. Era la primera vez que enfrentaban parte de los sentimientos que ambos sentían y ni si quiera habían tenido que abrir la boca.
Por suerte, antes de que la situación se volviera más incomoda para ambos, la mujer comenzó a hablar de como conoció ella a su marido y entonces ambos aprovecharon para relajarse, para intentar calmar sus corazones. ¿Realmente se les veía enamorados? Cory se preguntó si de verdad la miraba a cada rato... lo cierto es que se le hacía inevitable, que sus ojos la buscaban a cada rato si ni si quiera pretenderlo; era como si necesitase hacerlo, como si su cuerpo se lo pidiera para así quedarse más tranquilo. Aún así, estaba convencido de que aquella desconocida estaba exagerando. Además, ¿qué sabía ella? Ni si quiera lo conocía... y aún así, una diminuta parte de él sabía que tenía razón y quizás era eso lo que más le molestaba. De repente, el ambiente en el coche se había hecho pesado, como si a ambos les faltara el aire y ya ni si quiera pudieron escuchar lo que la mujer decía pues mientras ésta hablaba y hablaba, ellos hacían todo lo posible por no cruzar ni una sola mirada. Por suerte, Brooke era mejor que él y asentía cada cierto tiempo y sonreía otro tanto para así hacerla sentir escuchada.
Apenas se dieron cuenta de que habían llegado a la gasolinera cuando el coche paró.
-Os espero aquí, chicos. -les dijo ella y Brooke, que quedarse a solas con Cory era probablemente una de las cosas que menos le apetecía en aquel instante, no tuvo más remedio que salir del coche y seguirle.
-Te has puesto roja. -comentó él, sin mirarla si quiera mientras seguían caminando, y volvió a torcer la boca en ese gesto tan suyo que tanto se asemejaba a una sonrisa.
-Mentira. -se defendió ella aún sabiendo que probablemente sus mejillas habían adquirido el color de su pelo. -Además, la culpa es tuya. ¿Por qué le has mentido?
-¿Qué quieres decir?
-Le has dicho que éramos pareja.
-¿Qué querías que le dijera? ¿Qué en realidad, somos dos estúpidos que vamos detrás de lo que parece ser una secta bastante peligrosa que ha matado a unas cuantas personas y que, además, es bastante probable que también quiera matarnos a nosotros? Decirle que eramos pareja era mucho más sencillo.
-Podrías haberle dicho que éramos amigos.
-Pero es que tú y yo no somos amigos. -soltó él entonces, parándose de repente y mirándola directamente a los ojos y ella mentiría si dijera que no le dolió aquellas palabras, que no sintió un pequeño golpe en su pecho al oírle decir aquello. -Yo no quiero ser tu amigo, Brooke.
Y realmente pareció haber cierto dolor en su tono y lo peor de todo ésto es que ella no supo como interpretarlo, que no tenía ni idea de que le estaba queriendo decir.
-¿Y qué es lo que quieres entonces, Cory? -le desafió ella, manteniendo también su mirada.
Pero entonces, cuando parecía que las barreras de Cory estaban cayendo, cuando creyó que había visto algo tras sus ojos, él comenzó a andar de nuevo hacía la tienda.
-Ahora mismo lo que quiero es un cigarro. - respondió y abrió la puerta y esperó a que ella entrara para seguirla.
-Bueno, tampoco es que yo quiera ser tu amiga. -murmuró Brooke mientras pasaba por su lado, pero supo que él lo había oído y para su sorpresa, el chico sonrió.
-Créeme, me alegra oír eso.
La tienda era bastante pequeña, muy parecida a todas esas que encontrabas en todas las gasolineras y debido a que tan solo tenían un objetivo, sin entretenerse en mirar lo que había a su alrededor, se dirigieron al mostrador donde un joven chico algo aburrido se encontraba esperando. Pidieron lo que necesitaban, explicaron al muchacho la situación y justo cuando creyeron que ya todo estaba hecho, que no habría ningún tipo de complicación, cuando Brooke fue a echar mano a su bolso para así sacar el dinero y pagar, su corazón se detuvo.
No tenía la cartera consigo.
Agarró a Cory del brazo y disculpándose con el dependiente con una nerviosa sonrisa, lo empujó hacía atrás para así alejarse un poco del mostrador.
-No tengo mi cartera. -murmuró, nerviosa pero tratando de no perder la calma,
-¿Cómo que no tienes la cartera? -preguntó él, tensando la mandíbula. -¿Qué llevas entonces en ese bolso enorme?
-Todo, menos mi cartera. -respondió, molesta. -Dios mío, ¿qué hacemos ahora?
-Bueno, tranquilízate. -le pidió él, que por el contrario parecía estar bastante sereno. -Ya pago yo.
Pero entonces, cuando el chico metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, algo en su rostro cambió y Brooke supo de inmediato que algo volví a ir mal. Escuchó como Cory murmuraba una serie de insultos y malas palabras.
-¿Y ahora qué pasa? -preguntó ella, ansiosa, sabiendo que no le iba a gustar la respuesta.
-Mi cartera tampoco está. -respondió, pasándose la mano por el pelo, ahora sintiendo como los nervios comenzaban a florecer en él.
-Quizás las hemos dejado en el coche...
-Ni si quiera recuerdo haberla sacado del bolsillo, ¿recuerdas tú haberla sacado del bolso? -interrogó, sabiendo cual era ya su respuesta. Nada parecía ir bien en todo aquello.
Brooke negó con la cabeza porque no, ella estaba bastante convencida de que ni si quiera había abierto su bolso en las últimas horas.
-¿Qué podemos hacer? -volvió a preguntar ella, sabiendo que si Cory le volvía a pedir que se tranquilizara probablemente acabaría gritándole.
-Solo nos queda una opción... aunque no estoy seguro de que te vaya a gustar.
-¿Y qué opción es esa? -quiso saber, teniendo la sensación de que probablemente sería la opción menos legal existente.
-Bueno, dado que ninguno de los dos tenemos dinero y que necesitamos esa gasolina, lo único que podemos hacer es robarla. -explicó, como si fuera obvio. -Hagamos esto: yo me acerco, le golpeo y consigo dejarlo inconsciente y entonces ambos cogemos los bidones de gasolina y volvemos al coche con Amy como si nada hubiera pasado. Es bastante fácil.
En el rostro de Brooke tan solo hubo perplejidad. En un primer momento creyó que Cory estaba bromeando, que no decía aquello en serio pero en él no había ningún tipo de vacilación, ninguna muestra de broma. Y entonces, unos segundos después la chica se dio cuenta de que en realidad, ni si quiera le sorprendía aquel plan, es solo que a veces se le olvidaba quien era Cory, como se había criado y lo que había estado haciendo durante la gran parte de su vida. Supuso que no sería la primera vez que robaba en algún sitio, que no sería la primera vez que golpeaba a alguien
-Cory, no vamos a hacer eso. -sentenció Brooke, no dando ningún lugar a negociación. -No vamos a pegar a alguien inocente.
-Tampoco es como si fuera a hacerle demasiado daño, se exactamente donde golpear para que pierda el conocimiento, ni si quiera lo notará y...
-Pero, ¿tú te escuchas cuando hablas? -le cortó. -No podemos hacer eso. Además, él ya nos ha visto la cara.
-De acuerdo, ¿entonces qué propones tú? -quiso saber él ahora, algo molesto por no poder seguir adelante con su plan. Estaba convencido de que si hubiese estado con Paul, éste no hubiera tenido ningún problema en seguirlo.
-Volvamos con Amy, quizás ella puede dejarnos el dinero y en cuanto volvamos a nuestro coche se lo devolvemos.
Cory guardó silencio durante un instante y a pesar de que le gustaba mucho más su propuesta, acabó cediendo.
-Ahora venimos. Guárdanos eso, ¿vale? -le dijo al empleado.
Ambos salieron del local y volvieron al coche donde la mujer, por suerte, seguía esperándolos.
-¿Todo resuelto? -preguntó.
-Ha surgido un problema. -respondió Brooke, poniendo las mejores de sus sonrisas mientras le contaba lo sucedido. Amy escuchaba atentamente y por la manera en la que su rostro se arrugó, pareció como si realmente lamentara la mala suerte que tenían.-¿Podría dejarnos el dinero para así pagar al chico? En cuanto regresemos a nuestro coche se lo devolvemos, por supuesto.
- Ay, cariño, no tendría ningún problema en dejároslo, de verdad... pero apenas llevo dinero encima. Me habéis pillado justo cuando había ido a la tienda a coger un par de cosas y solo llevaba lo justo.
Brooke sintió como el mundo se caía a su alrededor. Las cosas parecían ir cada vez peor. Miró a Cory, como si al hacerlo las cosas se fueran a arreglar, como si él tuviera la solución a todo lo que estaba sucediendo, pero al fin y al cabo Cory tan solo era un chico igual de perdido que ella. Y como si de alguna forma él hubiera notado que ella necesitaba su apoyo, acercó lentamente su mano a la suya y entrelazó su dedo meñique con el de la chica. Brooke pensó entonces en lo que le había dicho hacía tan solo unos minutos atrás, que no eran amigos, que él no quería ser su amigo y ella aún seguía sin estar muy segura de que quería decirle con aquello pero bien sabía que quizás no fueran amigos, que quizás tan solo eran dos aliados unidos por unas horribles circunstancias pero que fueran lo que fueran, estaban juntos, se tenían el uno al otro.
La voz de la mujer interrumpió sus pensamientos.
-Aunque si se me ocurre una cosa: el hostal en el que trabajo y vivo está aquí al lado. Podemos ir en un momento y coger así el dinero.
No era lo que habían pensado, tampoco era lo que querían, el perder más tiempo, pero sabían que en aquellos momentos era la única opción que tenían así que volvieron a subirse al coche.
Amy tenía razón: el hostal tan solo estaba a unos pocos minutos de la gasolinera. Era un edificio pequeño, de tan solo tres plantas y parecía algo viejo, como si hubiera llevado allí demasiados años y tampoco se hubieran preocupado demasiado por conservarlo. No había nada más alrededor, por lo que parecía ser el típico sitio donde los turistas se hospedaban antes de llegar a su destino.
-Pero no os quedéis en el coche, ¡entrad! Dentro se está caliente y también podéis comer algo. -les ofreció la mujer cuando abrió la puerta y Cory y Brooke no pudieron evitar mirarse durante un instante: por muy amable que resultase la propuesta de Amy, lo único que realmente querían era volver a su coche, pero sin embargo, ninguno de los dos sabía como hacérselo saber, como declinar aquella invitación sin parecer unos desagradecidos. Al ver que ninguno contestaba, volvió a insistir. -Venga, por favor, quiero agradeceros por haber sido tan amables conmigo en la carretera. Me gustaría presentaros a mi marido.
Y es que a los dos les agradaba la mujer, les había caído bien y se sentían demasiado avergonzados como para decirle que no. Así que tras una última mirada, ambos preguntándose con sus ojos lo que hacer, Cory dejó que fuera Brooke quien tomara la decisión, sabiendo que él le seguiría.
-Bueno, supongo que si podríamos comer algo. -dijo, aún cuando no había demasiada seguridad en su voz.
-¡Genial! -exclamó la mujer y ambos la siguieron.
El marido de Amy era un hombre alto, parecía tener la misma edad que ella y bastante más mal genio. Mantuvo el ceño fruncido en cada momento mientras su mujer los presentaba, como si no tuviera ni idea de porqué estaban esos dos jóvenes en su hostal si no tenían pensado gastar nada de dinero.
-Vamos a darles algo de comer, se tienen que estar muriendo de hambre. -le dijo la mujer y a pesar de que el otro gruñó, acabó yéndose hacía la cocina donde cocinó algo con rapidez. Era él quien se encargaba de la comida para los huéspedes.
Los condujeron hacía un pequeño comedor donde había varias mesas que ahora se encontraban todas vacías y se sentaron en una con seis sillas. La conversación fue manteniéndose con cierta fluidez aunque la mayor parte del tiempo fueron Amy y Brooke quien la mantuvieron. Su marido se mantenía en silencio, sin comer, y Cory apenas pegaba bocado mientras miraba al hombre cada cierto tiempo.
Sentía que había algo que no estaba bien. Había algo que no le gustaba, que le hacía sentir en alerta todo el tiempo. Y se preguntó si Brooke lo notaba igual y simplemente estaba fingiendo normalidad.
-¿No hay nadie hospedado en el hostal ahora? -preguntó, con curiosidad.
-Justo esta mañana se han ido los últimos, una pareja muy agradable. -respondió Amy y eso tan solo hizo inquietarlo más.
El matrimonio se levantó tras recoger los platos y Brooke y Cory volvieron a quedarse a solas.
-Ahora en cuanto vengan nos despedimos y nos vamos. -murmuró Cory con seriedad.
-Aún tiene que llevarnos hacía nuestro coche, del cual ahora estamos mucho más lejos. -le recordó y Cory maldijo por lo bajo.
-Hay algo que no me gusta, Brooke.
-Lo sé. A mi hay algo que no me gusta desde que nuestro coche se quedó parado. -admitió y Cory se alegró al ver que sus sospechas no eran fruto de la paranoia, al ver que Brooke seguía siendo la misma chica inteligente que recordaba.
Justo cuando estuvo a punto de decir algo más, el matrimonió apareció y nada más hacerlo notaron cierto cambio en ellos; parecía algo más tensa, como si su sonrisa ahora fuera más forzada.
-¿Habéis visto la hora que es? -les preguntó de repente. -¡Son casi las doce de la noche!
-Sí, lo cierto es que se nos ha hecho algo tarde pero bueno, cuanto antes cojamos nuestro coche antes podremos... -pero no dejó que Brooke terminara de hablar.
-En realidad, nosotros habíamos pensado que podíais quedaros a pasar la noche aquí y ya mañana temprano podéis seguir con vuestro viaje. -añadió Amy que aún detrás de esa amabilidad, podían notar que había algo más detrás.
-Oh, no es necesario, de verdad. -respondió Brooke que también sintió como comenzaba a crearse cierta tensión en el ambiente. -Además, ni si quiera tenemos dinero, no podríamos pagaros la habitación.
-El dinero no es ningún problema, de verdad.
-Pero... -quiso volver a rechistar, pero de nuevo, ahora una voz mucho más grave, la cortó.
-Consideradlo un acto de agradecimiento, por lo que habéis hecho hoy por mi mujer. -habló esa vez el hombre, que era de las pocas veces que había abierto la boca y al hacerlo, a Cory le gustaba aún menos. -Os quedáis esta noche.
Y hubo algo en su tono, en su forma de hablar, en la manera en la que parecía más bien una orden que una propuesta lo que hizo sentir que Brooke sintiera un ligero escalofrío.
-De acuerdo. -dijo esa vez Cory, sorprendiendo a Brooke. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué era lo que estaba tramando? -La verdad es que me vendría bien una buena siesta.
Brooke seguía sin entender nada pero aún así decidió confiar en Cory sabiendo que si estaba haciendo aquello era por algo.
-¡Perfecto! Venid a que os enseñemos vuestras habitaciones.
A pesar de que aquello era lo que menos deseaban, los siguieron. Subieron las escaleras y llegaron hacia la primera planta donde había un pequeño rellano rodeado de cuatro puertas donde parecían estar todas las habitaciones.
-Esta es tu habitación, Brooke. -le dijo la mujer y abrió la primera puerta, aquella que tenía un uno escrita.
-En realidad, preferiríamos compartir habitación. -saltó rápidamente Cory, acercándose un poco más a la chica.
-Aquí la gran mayoría de nuestras habitaciones son individuales. -habló esa vez el hombre y una vez más Brooke sintió esa necesidad de salir corriendo. -Las únicas que tenemos de pareja son las suites y esas si que se pagan.
-Seguro que podéis aguantar separados una noche, ¿verdad? -canturreó Amy pero la forma tan exagerada en la que habló y esa sonrisa cada vez más forzada que se esforzaba por mantener hizo tan solo que todo tuviera peor pinta de la que ya tenía.
Cory y Brooke volvieron a mirarse, lo que menos deseaban eran separarse pero algo dentro de ellos les decía que debían de seguirles la corriente, que debían de seguir cada cosa que dijeran. Cory tenía la sensación de que si comenzaban a negarse con sus propuestas, sus métodos a la hora de volver a pedirlas serían mucho menos pacificas.
Tenían que salir de allí, lo tenía claro.
Así que Brooke, con paso lento, entró en esa fría habitación; un pequeño cuarto que tan solo contaba con una cama en medio, un armario de madera lo suficientemente grande como para que ella entrara en él y un diminuto baño separado por una puerta. Sabía bien que no podría conciliar el sueño de permanecer allí toda la noche.
-Si necesitas cualquier cosa, estaremos abajo. -le hizo saber Amy y ella les dirigió una última mirada, confiando ahora cada vez menos en ellos. Por último, sus ojos se posaron en los de Cory que estaba parado en la puerta, mirándola con preocupación, demasiado serio, con un claro miedo reflejado en su rostro.
Entonces, el chico se dirigió a ella, entró en la habitación con paso firme y la abrazó con fuerza. Acercó su boca a su oído.
-Bloquea la puerta, no dejes que nadie entre y estate preparada para salir corriendo. Vendré a buscarte en cuanto nos dejen solos. -Tras decir eso la apretó aún más fuerte, queriendo transmitirla cierta fuerza que ella recibió.-Todo va a ir bien.
Y al separarse de ella, cogió su cara con ambas manos y plantó un ligero en sus labios, tan corto y delicado que ella tuvo que hacer un esfuerzo por no derrumbarse allí mismo.Ni si quiera se había recuperado de ésto cuando él la soltó y comenzó a andar hacía la puerta, aún mirándola. Como despedida, el asintió ligeramente con la cabeza y ella repitió el gesto, haciéndole saber que había entendido lo que le había dicho y entonces, salió por la puerta y ésta se cerró y se dirigió con rapidez hacía ella para bloquearla tal y como él le había ordenado pero entonces, la preocupación la ahogó al pensar que Cory se había quedado a solas con ellos, que quizás podían hacerle cualquier cosa.
De repente la costó un poco más respirar y su cuerpo comenzó a temblar. Posó su oreja en la puerta tratando de oír cualquier cosa pero le fue imposible.
Los minutos pasaron, no sabía muy bien cuantos fueron, pero si supo que ya no podía aguantar más, que no podía quedarse allí sin saber que estaba pasando, sin saber si Cory estaba bien, así que aún después de lo que éste le había dicho, abrió la puerta de la habitación, salió de nuevo hacía el rellano y justo cuando fue a bajar las escaleras para llegar a la planta de abajo, las luces se fueron y todo quedó en una terrible oscuridad acompañada de un apabullante silencio
Fue en ese momento en el que Brooke sintió como un brazo rodeaba su cadera y una mano tapaba su boca, ahogando el grito que salió por ésta.
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