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Capítulo 48

Y así los días fueron pasando, días en los que ninguno pudo encontrar ni un solo momento de paz. Paul no se despegaba del teléfono, esperando que, en cualquier momento, a cualquier hora, una llamda le comunicase una terrible noticia, que le dijeran que algo había ocurrido con Ezra, que no habían podido hacer nada. Casi parecía haberse convencido de ello, de que tarde o temprano aquello llegaría, pero entonces la semana pasó y el día de su visita volvió a llegar y cuando vio a Ezra tras el cristal, mirándole, acercándose a la silla e incluso sonriéndole, con las heridas curándose poco a poco... casi se echa a llorar.

-Estás bien... -murmuró Paul más para si mismo que para Ezra, pero aun ási, el chico le guiñó el ojo.

-Sabes que hace falta mucho más que una paliza para acabar conmigo. -presumió, aunque Paul le conocía tan bien que podía ver como en sus ojos aún había parte del miedo que había pasado reflejado.

-¿No han vuelto a molestarte?

Ezra negó con la cabeza.

-Lo cierto es que incluso me han salido una especie de... amigos. -explicó, poniendo una cara extraña ante esa última palabra. -Aunque en realidad parecen más bien unos guardaespaldas pues me siguen a todas partes. Pero, no sé, parecen buena gente... nos reímos a veces.

Paul ni si quiera se paró en pensar en lo extraño que le parecía aquello, pues el simple hecho de verle bien, o al menos todo lo bien posible, era más que suficiente para él.

-Te quiero, lo sabes, ¿verdad? -le soltó de repente pues en cierta forma sentía que no lo decía demasiado, que debía de pronunciarlo cada vez que tuviera la oportunidad.

-Por supuesto que lo sé. -respondió Ezra, sonriendo. -Y tú sabes lo mucho que yo también te quiero y siempre lo haré, Paul, incluso si tú algún día decides que... bueno, conoces a alguien y...

Pero Paul no le dejó terminar pues bien sabía lo que vendría a continuación.

-¿Por qué iba a querer concer a alguien más teniendo a la mejor persona para mi a mi lado? -espetó, provocando de nuevo una sonrisa en Ezra, una sonrisa que también tenía cierta tristeza.

-Pero es que yo ya no estoy a tu lado, Paul, al menos no de la forma en la que ambos queremos.

-Tú siempre vas a estar a mi lado y yo siempre voy a estar a tu lado. Siempre, Ezra.

Aaron se había refugiado en sus estudios, esos que había descuidado en las últimas semanas pero a los cuales no le había costado recuperar el ritmo. Él siempre había pensado que tenía una especie de don, un regalo, pues solo le bastaba con leer un par de veces la misma página para comprender lo que ésta quería decir y una tercera vez para memorizarlo entero. Nunca había sacado malas notas, pero tampoco habían sido las mejores y sabía que en parte se debía a que tampoco se esforzaba demasiado: sus profesores siempre le decían que si estudiara tan solo un poco más, podría llegar a ser el mejor de su clase pero en realidad, a él no le interesaba ser el mejor... simplemente le bastaba con ir tirando, graduarse y convertirse en un buen abogado. Tú serás el que evite que vaya a la carcel en un futuro. Le decía de vez en cuando Cory, en tono de broma, pero una parte de Aaron temía que aquello realmente llegase a suceder, que quizás cualquier día tuvieran que enfrentarse a eso y, ¿qué pasaría si él no conseguía salvarlo, si llegse a ser él el culpable de que acabara entre rejas? Aaron sabía que eso era lo que realmente le motivaba a seguir y seguir, a intentar mejorar y llegar a ser bueno, lo suficientemente bueno para no fallar a su amigo. Y quien sabe, quizás algún día podía hacer algo por Ezra.

Pero cuando Cory se presentó en la puerta de su casa esa tarde, cuando él recien había sacado sus apuntes, supo que no iba a estudiar esa tarde.

-¿Estás ocupado? -le preguntó nada más verlo. Aaron sabía que si le decía que iba a estudiar, Cory se iría de inmediato, que realmente lo preguntaba en serio porque no quería molestarlo de ninguna forma.

Y aún así, él negó con la cabeza.

-¿Qué pasa? -quiso saber, casi con miedo, pues últimamente sentía que no paraban de pasar cosas en su vida, que ésta se había vuelto una serie de sucesos horribles.

Pero Cory no parecía especialmente preocupado, aunque claro, de todos modos, su amigo no es que destacara por expresar lo que sentía en todo momento.

-¿Puedes acompañarme a un sitio? -preguntó y durante un leve instante, incluso Aaron se sorprendió al notar cierta vergüenza en el tono de su amigo. Pero, ¿desde cuando Cory tenía vergüenza?

-¿Corremos el riesgo de ser asesinados en ese sitio al que quieres ir? -le cuestionó Aaron con la ceja alzada y Cory no pudo evitar soltar una ligera sonrisa.

-Por desgracia, no... es un plan bastante seguro.-contestó aún con el fantasma de una sonrisa.

-Claro, porque las salidas emocionantes y peligrosas las reservas para Brooke, ¿no? -bromeó Aaron y la manera en la que Cory ladeó su cabeza, de forma divertida, le hizo saber que así era.

Aaron se sorprendió aún mas cuando unos minutos después aparcaron en frente del centro comercial, y no de ese pequeño edificio con unas cuantas tiendas que había en su barrio, sino en el gran centro comercial del otro lado del pueblo.

-Vale... creo que de todos los lugares a los que podrías haberme llevado, éste es, sin duda, el más raro de todos. -comentó mientras ambos seguían en el coche. -¿Qué hacemos aquí?

Y entonces, Cory pareció más avergonzado que nunca.

-El cumpleaños de Brooke es dentro de dos semanas, he pensado que quizás aquí podía encontrar algo para ella.

Aaron casi soltó una pequeña risa al notar el tono de Cory; molesto, como si casi le molestase el hecho de querer comprarle un regalo a alguien.

-¿No has avisado a Paul? -le preguntó mientras esperaba a que su amigo terminara su cigarrillo. Cory negó con la cabeza. -¿Sigues enfadado por lo de... bueno, ya sabes?

-¿Qué? No, por supuesto que no. Mira, creo que no podría enfadarme nunca con Paul y está muy claro porqué hizo lo que hizo... no puedo reprochárselo. -explicó y soltó un ligero suspiro. -Es solo que... no lo sé, Aaron, la persona que él quiere está encerrado en una celda, no pueden estar juntos, quien sabe si algún día lo estarán de nuevo, y ¿de verdad quiero que venga conmigo a comprarle un regalo a la persona que a mi me gusta, alguien con quien puedo estar todos los días? Siento que en cierta parte es como restregarle en la cara algo que él nunca más podrá hacer... no quiero hacerle daño.

-Sabes que Paul se alegra por ti, que él es más que feliz de verte al lado de Brooke.

-Lo sé, por supuesto que lo sé, pero... -Cory volvió a suspirar. -a veces pienso que quizás él nos ve y también ve todo lo que no puede tener y siento que no merezco eso, que no merezco ser yo quien disfruta de algo mientras que él no.

Por supuesto que Aaron entendía lo que su amigo quería decir y también comprendió en ese momento que aquella visita al centro comercial no era la única razón por la que Cory lo había llamado: él quería hablar, quería alguien que lo escuchara, dejar salir de su pecho una pequeña parte de lo que tenía guardado... algo que no solía hacer. No puedo evitar sentirse algo afortunado, especial, al ser él en quien hubiera confiado para desahogarse.

-Claro que lo mereces, Cory, lo mereces quizás más que nadie. -le hizo saber. -Mira, no sé porqué te has empeñado en creer que no mereces nada bueno, que no mereces tener felicidad en tu vida o personas que te quieran.. pero no es verdad. Eres una buena persona, aunque tu no lo creas, una persona a la que le han pasado cosas malas...

-Y que también ha hecho cosas malas. -añadió con cierta dureza.

-Todas esas para proteger a las personas que querías. -le corrigió Aaron. -Mereces cosas buenas en tu vida, Cory y si has encontrado a alguien que puede dartelas, por favor, no la alejes.

-No creo que pudiera hacerlo aunque quisiera...

Pero Aaron no estaba tan seguro de ello pues bien sabía lo autodestructivo que en ocasiones era su amigo, lo mucho que podía esforzarse para impedirse ser feliz.

Se quedaron en silencio durante un instante y justo en el momento en el que el cigarrillo se consumió y él aplastó la colilla contra el cenicero del coche, Aaron soltó una ligera sonrisa.

-¿Te has dado cuenta de que has vuelto a admitir que te gusta Brooke?

Quiso reir aun más cuando notó como los colores subían por las mejillas de Cory.

-Callate la puta boca.

Brooke pasaba las horas mirando una y otra vez las fotografías que había recibido en su buzón, hace ya una semana. Aún seguía sin saber quien las había podido mandar, mucho menos cual era el propósito de todo aquello. ¿De verdad había alguien que quería ayudarla o era tan solo una trampa más? Ella sabía que no podía confiar en otra persona que no fueran Cory, Aaron y Paul, porque sí, seguía confiando en él a pesar de todo y sabía que siempre lo haría. Aún podía recordar como las lágrimas habían caido por sus mejillas mientras confesaba todo; lo destruido que estaba y el miedo que los había tenido, miedo porque se había convencido de que iban a abandonarle, de que se iba a quedar solo y que, encima, lo merecía.

No pudo sino pensar en el abrazo que Cory le había dado, en como lo había sostenido entre sus brazos durante un buen rato, susurrándole que todo iba a estar bien y que no estaba solo... Brooke supo en ese momento, observándole, que le gustaba, que aquel chico le gustaba demasiado. Aunque quizás llevaba sintiendo eso mucho tiempo atrás, desde los primeros días con él.

Minutos después mientras seguía sumida en sus pensamientos, escuchó como llamaban al timbre de su casa. En un principio pensó que sería su madre, que quizás se había olvidado una vez más las llaves en su casa, pero fue la cara de Amber la que vio al abrir.

-Hola, ¿crees que podríamos ir a tomar algo? No quiero estar en casa. -Y a pesar de que, a diferencia, estar en casa era todo lo que Brooke deseaba, no pudo negarse a Amber. No podía negarle nada después de todo lo ocurrido con Meg.

Fueron a esa cafetería que las tres solían ir en mejores tiempos, cuando todo estaba bien, cuanod la vida era mucho más sencilla y durante un instante se quedaron en silencio, ambas pensando en la silla que quedaba vacía.

-Es raro estar aquí sin ella... -murmuró su amiga, pegando un pequeño sorbo a su café.

-Es raro estar sin ella. -añadió Brooke, sintiendo un pequeño pinchazo en el pecho. Aún podía recordar su última conversación con su amiga, como la había soltado la mano, como la había dejado sola y lo tracionada que se había sentido.

Las chicas hablaron durante unos minutos, de cosas sin demasiada improtancia pues al final, era el silencio el mayor protagonista de todos. Sin embargo, ambas sintieron que les venía bien ese rato juntas, aunque lo único que hicieran fuese mirarse la una a la otra.

-Bueno, dime, ¿qué tal te va con tu delincuente? -preguntó entonces Amber con cierta picardía. -Así era como le llamaba Meg.

-Sí, lo recuerdo. -respondió Brooke con una pequeña sonrisa en sus labios pues aunque en un principio había odiado ese apodo, ahora sabía que incluso a Cory le haría gracia. Y entonces, de tan sólo pensar en él, sintió como sus mejillas comenzaban a arder. -Nosotros... bueno, supongo que las cosas van bien. Somos amigos... creo.

Amber alzó ambas cejas.

-¿Crees? -preguntó, aún con ese tono divertido en su voz.

-Sí, bueno... no lo sé. Él no es un chico que considere amigos a muchas personas, ¿sabes?

-Y aún así, pasáis juntos la mayor parte del tiempo. Supongo que, entonces, la palabra amigos es la que más se os acerca... a no ser que haya más. -comentó, dejando caer eso último. Brooke sabía que su amiga esperaba una confesión, que esperaba obtener algo que ni si quiera ella sabía si podía darle. Pensó en la manera en la que Cory la había besado, en como en ocasiones sujetaba su mano, buscaba su contacto físico y, sobre todo, en como la sonreía, en como le dedicaba todas esas sonrisas que no esbozaba con nadie más. Brooke podría haberle contado todo eso a su amiga, podría haberle hablado de todos esos detalles con ella pero de cierta forma, sintió que esos momentos tan solo le pertenecían a ellay a Cory, que eran solo suyos.

Así que simplemente dijo:

-Creo que es... complicado.

En el rostro de su amiga volvió a formarse una nueva sonrisa.

-¿Y qué cosa no es complicada, Brooke? -preguntó y supo que en eso no podía llevarle la contraria. Lo cierto es que una pequeña parte de ella disfrutaba de esa conversación, de hablar de Cory con Amber, de ver que ella no parecía juzgar de ninguna forma la relación que ambos tenían. No, a su amiga no parecía importarle el lugar donde Cory se había criado ni tampoco las cosas que había hecho... lo que realmente parecía interesarle a Amber era si Brooke era feliz y por extraño que a ésta la pareciese... sí, lo era. A pesar de todo lo que había sucedido, a pesar del peligro que corría y de todas las cosas horribles que le habían sucedido... cuando estaba con Cory, ella era feliz, al igual que cuando estaba con Paul y Aaron. Parecía una gran contradicción, pero así era.

Las dos amigas siguieron hablando durante un rato, mientras pedían un segundo café para acompañar. Brooke pensó en lo distinta que era la relación que tenía con Amber que la que tenía con los chicos; ésta última era mucho más alocada, desenfrenada. Cuando estaba con ellos se veía a si misma riendo de cualquier cosa que Pual decía, intrigada con cada palabra que Aaron pronunciaba e hipnotizada por la presencia de Cory. Y con ellos, a Brooke no le daba miedo ser ella misma del todo; sentía que podía decir cualquier cosa, actuar como quisiera, compartir todo lo que pasara por su mente y sabía que no sería juzgada, al contrario, la escucharían y en ocasiones, incluso veía en ellos ciertas miradas de respeto hacía ella, de cariño. Con sus antiguas amistades, esas personas que habían estado antes de ellos, todo era diferente: era como si todos quisieran encajar, como si tuvieran que seguir una especie de normas para ser uno más, para no salirse del camino que los demás esperaban de ellos. No se había reído tanto antes, tampoco se había permitido compartir tantas cosas ni soltarse del todo. Sin embargo, sabía que su relación con Amber era especial, quizás por todos los años que habían compartido juntas, pues entre ambas existía un vínculo que aún a pesar de haberse debilitado un poco en los últimos meses, ahí seguía y no se rompería.

Fue entonces, después de un rato más de charla, cuando Brooke ya había acabado con su segundo café y el de Amber se había quedado frío, cuando a su amiga le cambió durante un instante el rostro, como si hubiera visto algo que le hubiese sorprendido.

-Vaya... mira quien ha vuelto. -murmuró, mirando detrás de ella de manera disimulada. -Dios mio, ¿y qué le ha pasado en la cara?

Brooke no pudo saber de quien hablaba, pues se encontraba de espaldas a la puerta, y al final, debido a su curiosidad, no pudo evitar darse la vuelta. El pulso se le aceleró cuando vio a Bryan entrar en la cafetería, con un aspecto bastante desmejorado; el pelo alborotado, la ropa sin planchar y el rostro lleno de golpes que no parecían ser recientes, sino que ya se habían vuelto cardenales morados y verdes. En un principio no pareció verlas pues se dirigió directamente hacía la barra para hacer su pedido.

- Creí que se había ido del pueblo junto a su hermano... -siguió diciendo su amiga en voz baja y Brooke tuvo que morderse la lengua para no revelar la verdad del hermano de Bryan. En realidad, ni si quiera le salieron las palabras; lo único que pudo hacer fue quedarse mirándolo fijamente, siguiendo todos y cada uno de sus pasos, esperando a que el chico se girase y la mirara, que se diera cuenta de que estaba allí. Pero Bryan siguió con su recorrido; pagó al camarero de la barra, cogió su bebida para llevar y abandonó la cafetería.

Y claro, una vez más, Brooke no pudo dejarlo pasar.

-¿Me esperas aquí un momento? -le pidió a Amber y se levantó del asiento antes de recibir una respuesta.

-Sí, claro... pero, ¿dónde vas? ¿Que ha pasado? -pero las preguntas sonaron distantes en la cabeza de Brooke que ya había comenzado a caminar hacía la puerta.

Él ya estaba casi al lado de su coche cuando ella corrió hacía él.

-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó, casi gritando. -¿Qué es lo que quieres?

Al girarse hacía ella, pudo ver cierta sorpresa en el rostro del chico, como si él fuera el primer extrañado en haberse encontrado con Brooke. Durante un instante, la chica pensó en que quizás no estaba allí por ella, que quizás todo se debía a una retorcida casualidad pero... eso no podía ser, ¿verdad? Dudó. Nada parecía ser una casualidad con esa gente. Y sin embargo, su expresión parecía tan real...

-Yo... yo no sabía que estabas aquí. -musitó con una débil voz y fue ésta, junto al estado en el que estaba su cara, lo que volvió a hacerla dudar.

-¡Y una mierda! -exclamó. -¿Qué es lo que quieres, Bryan? ¿Por qué nos estáis haciendo esto?

-Yo... yo no he hecho nada. O al menos, si he hecho algo, no ha sido porqué yo haya querido.

-Habéis estado amenazando a Paul, lo sabes, ¿verdad? Lo habéis destrozado y tú eres consciente de ello.

-Sí, lo sabía. -musitó y si Brooke pudiera creerlo del todo, diría que incluso estaba avergonzado de ello. Y entonces, levantó la vista y la miró. -¿Cómo te crees que te has enterado de eso, Brooke? Te enviaron un paquete a tu casa avisándote de que no confiaras en ellos, ¿quién crees que hizo eso?

No hizo falta que contestara pues, por la forma en la que la estaba mirando, ella ya supo la respuesta.

-Fuiste tú. -murmuró, arrugando la frente, sabiendo que había algo que se le estaba escapando. Bryan asintió con la cabeza.

-Lo hice para que así creciera en ti la duda, para que llegaras a dudar de ellos y al final descubrieras lo que estaba sucediendo con Paul. Quería ayudarlo a él también, para que se librara de ese peso que tenía encima.

Por la mente de Brooke comenzaron a surgir demasiadas preguntas tras esa información. No entendía nada, no entendía que era lo que Bryan le estaba diciendo y tampoco entendía el porqué, una pequeña parte de ella, le creía.

-Tú me enviaste las fotografías, las que nos robaron del apartamento de Bryan... -dedujo y el chico volvió a asentir. -Pero, no lo entiendo... ¿por qué harías algo así?

-Porque quiero ayudarte, Brooke, quiero ayudaros. Por muy extraño que te parezca, yo no soy el villano de esta historia.

-Pero tú estás con ellos, os he visto juntos. Tú sabes lo que le hicieron a tu hermano y aún así sigues a su lado sin hacer nada. Por tu culpa Amber y Meg tuvieron ese accidente. Tú sabes lo que le hicieron después a Meg, estuviste allí, con ellos. Has estado haciendo de nuestras vidas un completo infierno en este tiempo, ¿por qué se supone que debo de creerte ahora? ¿Por qué debería creer que quieres ayudarme?

-Porque es la única verdad. -respondió, con cierta rendición en su voz. -Estoy atrapado, Brooke, al igual que vosotros pero sin embargo, en mi caso, estoy obligado a hacer cosas que no quiero hacer. Sé que no tienes porqué creerme, ni si quiera te pido que lo hagas, pero si que te pido que me escuches.

-¿Y qué es lo que debería de escuchar? - preguntó, sintiendo como la curiosidad iba creciendo en ella. Una parte le gritaba que saliera corriendo, que él era un mentiroso, que no podía fiarse de él. Y sin embargo, la otra parte le obligaba a permanecer allí,a escuchar.

-Todo, Brooke, te contaré todo.

Y por supuesto, la tentación pudo con ella. Sabía que no podía decir que no y Bryan también lo sabía; él bien sabía que ella no iba a negarse.

-De acuerdo, pero no será ahora. -respondió, intentando sonar todo lo firme posible. Aún estaba Amber esperándola dentro y no iba a dejarla tirada. Además, sabía que necesitaba a los chicos a su lado. -Y no voy a hablar contigo a solas. Nos tendrás que contar todo, a los cuatro. A ellos también.

Durante un momento vio la duda en el rostro del muchacho pero al final acabó asintiendo.

-Vale, os lo contaré todo. 

* * *

Aquí tenéis el nuevo capítulo! Tengo que avisaros de que no quedan muchos capítulos de Aliados! Pero no os preocupéis ya que oficialmente HABRÁ UNA SEGUNDA PARTE <3 En un principio tengo pensado que sean dos libros aunque, quien sabe, quizás acabé siendo una trilogía. Lo importante es que tendréis de Brooke, Cory, Aaron y Paul para rato y que además, las cosas están a punto de ponerse muy intensas!


Os leo en los comentarios <3 Un besazo a todas y muchas gracias por leerme :) 

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