Capítulo 4.
Brooke había perdido la cuenta sobre el tiempo que llevaba caminando aunque sabía que tampoco podría ser mucho: apenas habían pasado unos cuantos minutos desde que dejó de escuchar la música del pub y ese silencio tan solo la hizo sentir más sola. No veía la hora de llegar a casa.
Estar sola a esas horas, caminando por una carretera vacía, le inquietaba. No bajaba la guardia, estaba todo el rato en alerta y cada pequeño sonido, por inofensivo que fuera, le hacia estremecer. Incluso sus propias pisadas, el sonido de éstas al chocar con el suelo, le provocaban escalofríos. Una parte de ella deseó haber perdido su dignidad y haberse subido en el coche con Scott y otra parte también de ella también anheló el no haber aceptado la oferta de Cory, aquel chico del cual quizás lo mejor que pudo haber hecho fue huir de su lado.
Fue entonces cuando sucedió. Un fuerte ruido hizo que se parara en seco. Hizo que su sangre se congelara. Brooke sabía a que pertenecía aquel sonido; era difícil no saberlo. El disparo la había dejado anclada al suelo, incapaz de moverse, sabiendo que había sucedido demasiado cerca de ella. Se encontraba sola, rodeada de árboles y a unos pocos metros de la misma carretera donde sabía que algo había pasado, algo horrible. Pocas veces ese tipo de sonidos traía algo bueno.
Estaba sola lo que era peor: sola y con una persona que probablemente estaba armada. Trató de calmarse a si misma, trató de hacerse creer que había sido un cazador que sin razón alguna había decidido ir a cazar a esas horas de la noche o que quizás se debía a un incidente, alguien tratando de impresionar a sus amigos había hecho disparar la pistola. Nada funcionó; el presentimiento de que a escasos metros de ella había pasado algo terrible se iba haciendo más y más fuerte. Sabía que tenía que hacer algo, que debía moverse, salir corriendo, llamar a alguien, encontrar un lugar donde refugiarse; cualquier cosa sería mucho mejor que quedarse allí parada pero su cuerpo no era capaz de reaccionar, como si de alguna forma sus pies se hubieran hundido en el suelo y no pudiera hacer nada por liberarlos.
Oyó unas voces que venían de la carretera. A pesar de que encontraba a una cierta distancia, fue capaz de oír los gritos pero no logró entenderlos. Brooke era consciente de que debía alejarse pero sin embargo, una vez que volvió a controlar sus piernas, éstas le llevaron al lugar de donde las voces venían. Dentro de ella había dos fuerzas: una que le decía que corriera lo más rápido posible y la otra, que le alentaba a que se acercara un poco más, que intentara descubrir que era aquello... al final, la curiosidad pudo más que la coherencia.
Se movió de manera sigilosa, trató de que sus pisadas fueran lo más silenciosas tranquilas y tan solo esperó que los arbustos, árboles y oscuridad la camuflaran. Sin embargo, lo que vio una vez que pudo ver lo que sucedía en la carretera la dejó sin respiración, arrepintiéndose de haber sido tan curiosa, tan poco inteligente. Vio tres hombres que no reconoció; uno se encontraba muy nervioso, moviendo las manos sin parar mientras que los otros dos apenas gesticulaban, como si fueran unas estatuas. Clavó sus ojos en el más alto de todos, era el único que estaba en frente de ella mientras que los otros estaban de espaldas, y a pesar de que no pudo ver su rostro con claridad, si pudo ver el arma que sujetaba en su mano. Era alto, demasiado, vestía un abrigo largo negro y era pálido; desde esa distancia parecía como si su rostro no tuviera ni ojos ni boca, algo que Brooke supo que no podía ser verdad pero que aún así le hizo estremecerse. Aún así, no fue eso lo que hizo que todo su cuerpo temblara, fue el cuerpo tirado al lado de ellos, fue el charco de sangre que lo rodeaba, haciéndose cada vez más grande. Sabía que aquella imagen sería la protagonista de sus siguientes pesadillas pero aún así no pudo apartar la vista, por mucho que deseara hacerlo.
Quería hacer muchas cosas: correr, vomitar, llorar, gritar, socorrer a aquel chico aunque ya fuera demasiado tarde, Seguía mirando al ya fallecido preguntándose quien era, si sus padres estarían esperándole en casa, lo que sentirían al saber que ya nunca lo haría.Se preguntó si tendría hermanos, amigos, pareja, personas que quedarían destrozadas al enterarse de lo sucedido.
Pasaron unos segundos y poco a poco, el cuerpo de Brooke fue reaccionando. Comenzó a salir del estado de shock en el que se había sumergido y supo que tenía que salir de allí, que tenía que hacerlo lo antes posible. Así que comenzó a retroceder con el mismo sigilo aunque ahora se encontraba mucho más nerviosa y torpe. Según iba adentrándose en el bosque, aquellos hombres comenzaron a hacer más pequeños, más lejanos y cuando ya no pudo verlos, intentó convencerse de que nunca habían existido, que quizás todo tan solo haya sido un producto de su imaginación, que le habían echado algo a su bebida y le había provocado terribles alucinaciones. Durante un pequeño instante, se aferró a esa tonta idea.
Pero todo había sucedido. Aquellos hombres eran reales, aquel otro estaba muerto. La sangre había sido real.
Fue en ese momento, mientras seguía retrocediendo, andando de espaldas todo este tiempo para no quitar la vista de la carretera, cuando sintió como una fuerte mano rodeaba su muñeca y al mismo tiempo otra le cubrió la boca, ahogando así el grito que acababa de salir por su garganta.
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