Capítulo 30.
Cory observó como el chico se acercaba a él mientras fumaba un cigarrillo.
-¿Tienes el dinero? -le preguntó. El desconocido, quien tendría la misma edad que él aunque parecía algo más joven, no dejaba de mirar a todos lados, nervioso. Le tendió unos billetes arrugados.
-Está todo -le aseguró, pero de todos modos Cory lo contó. Tras comprobar que todo estaba bien, hicieron un rápido intercambio y cada uno se fue por su lado, sin apenas despedirse.
Cuando Cory llegó a su casa, Aaron y Paul ya estaban allí, bebiendo cerveza.
-¿Donde estabas? -preguntó Aaron al verle entrar.
-Trabajando.
Paul soltó una ligera carcajada.
-Si quieres llamarlo así...
Sin embargo, Aaron no sonreía. Aaron nunca sonreía cuando hablaban de aquello.
-Sabes que no está bien lo que haces, ¿verdad?
-Hay muchas cosas que no están bien -dramatizó Cory, haciendo que su amigo pusiera los ojos en blanco. -Además, yo nunca he dicho que esté bien y tan solo es un poco de marihuana.
-Sigue estando mal -se quejó Aaron.
-¿Es que prefieres que me muera de hambre? Tengo que ganarme la vida de alguna forma y, por ahora, está es la única manera de conseguirlo.
Esta vez Aaron no dijo nada pues sabía que tenía razón.
-Y tampoco es que la gente se muera por contratarnos -le recordó Paul. Conseguir trabajo allí era una cosa complicada pero a ellos se le dificultaba el doble.
-Quizás el hecho de que seáis las personas que más veces han pisado un calabozo en los últimos años tenga algo que ver -agregó Aaron que a pesar de todo, sonrió un poco pensando en lo desastre que eran sus vidas en realidad.
-Al parecer, a las empresas no les gusta las personas que han tenido problemas con la ley -dijo Paul.
-Increíble, ¿verdad?
Aaron sabía que, dentro de lo que cabía, él podía considerarse afortunado; tenía una familia estupenda que lo quería y siempre podía ganar algo de dinero ayudando a su padre en el taller o a su madre en la tienda de alimentación.
-¿Cómo está Ezra? -preguntó entonces Cory, después de un rato hablando de cosas sin importancia. De inmediato, los tres se pusieron algo más serios ahora.
-Él... bueno, está bien. O eso es lo que me dice él, al menos -respondió Paul y tras unos segundos en silencio, añadió: -Gracias por dejar que sea yo el que vaya a verle los sábados.
-Solo puede ir una persona y debes ser tú. Y de todos modos, Ezra quiere verte a ti -respondió Aaron, poniéndole una mano en el hombro de manera amistosa. Lo cierto es que ambos se morían de ganas por ver a Ezra pero no podían ser egoístas; sabían que Paul era quien lo merecía, el que de verdad lo necesitaba.
-De todos modos, gracias -repitió -. Y si alguno quiere ir algún día, no me importa quedarme en casa, de verdad, no quiero que penséis que me voy a enfadar o algo parecido. Tenéis el mismo derecho que yo y yo quiero que lo veáis y...
-Paul -le cortó Cory, impidiéndole así que siguiera hablando-. Si Ezra nos ve aparecer a alguno de nosotros en vez de a ti, probablemente se de media vuelta y nos mande a la mierda.
Paul sonrió un poco pero en su rostro se podía ver la tristeza. Soltó un gran suspiro, como si hubiera estado reteniendo éste durante un gran rato.
-Quiere que me olvide de él -dijo al final. Estaba acostumbrado a hablar de sus sentimientos con ellos; siempre se contaban todo, sin embargo, nunca solía hablarles demasiado de su relación con Ezra, sobre todo porque esta siempre había sido perfecta y todos podían verlo. Pero desde que Ezra no estaba, a Paul le gustaba acudir a ellos para que tan solo le oyeran quejarse acerca de lo mucho que lo echaba de menos. Tampoco es que tuviera a nadie más a quien acudir y, de todas formas, ellos siempre lo escuchaban. Siempre, por mucho que se repitiera.
-No quiere que te olvides de él -respondió Aaron -, pero piensa que para él que tú estés aquí fuera esperándole también es doloroso.
-Pero voy a seguir haciéndolo. Voy a seguir esperándole.
Cory esbozó una sonrisa al oírle. Admiraba los sentimientos de su amigo, lo intensos y puros que eran. Él sabía que Paul lo esperaría durante toda una vida si hiciese falta, que lo haría aún cuando no hubiera ningún tipo de esperanza para ellos.
Horas más tarde, cuando Aaron tuvo que irse a ayudar a su padre, Cory y Paul seguían tirados en el suelo, éste último a punto de quedarse dormido y algo borracho. Cory estaba cansado pero, sin embargo, le resultaba imposible conciliar el sueño, no cuando se había acostumbrado al cuerpo de Brooke cada noche.
-¿Puedo hacerte una pregunta? -habló entonces, aunque no estuvo seguro de si Paul seguía despierto. Pero unos segundos después, él emitió una especie de gruñido, haciéndole saber que le estaba escuchando. -¿Cómo supiste que te gustaba Ezra? Quiero decir... ¿en que momento te diste cuenta de que, bueno... de que sentías algo por él?
Ante el silencio de su amigo, Cory se arrepintió de inmediato de la pregunta. Deseó no haber hablado. Entonces, Paul habló.
-Si lo que quieres es saber si te gusta Brooke, ya te lo digo yo: sí, te gusta.
-Vete a la mierda -le soltó Cory, tirándole una colilla de las tantas que había en el cenicero.
Paul rió.
-¡Lo siento, lo siento! Estoy un poco borracho -se justificó, pero seguía sonriendo -. En realidad, soy un mal ejemplo porque en cuanto vi a Ezra lo supe. Quiero decir, sé que suena como una jodida película pero... le vi y lo sentí, ¿sabes? Lo tuve claro desde el principio.
Cory permaneció en silencio y, sin poder evitarlo, pensó en la primera vez que había visto a Brooke, como ella había estado con su grupo de amigas y como sus miradas se habían cruzado en aquel lugar lleno de gente. Después, ella se había levantado de la mesa, desapareciendo de allí y Cory perdió entonces el interés de permanecer en aquel lugar. Salió a fumar un cigarrillo y entonces encontró a esos ojos verdes que parecían haber visto más allá de él, de su fachada. Parecía haber sido un juego del destino; como si él la hubiera estado buscando y ella hubiera estado allí, esperándole. Recordó como había sentido en esos momentos, ese leve cosquilleo cuando sus ojos se cruzaron por primera vez. El mismo que aún seguía sintiendo cada vez que la miraba.
Ante el silencio de Cory, Paul volvió a hablar.
-Quieres saber como estar seguro de si te gusta alguien, ¿no?
-Simple curiosidad -contestó, tratando de restarle importancia. Pero la sonrisa de Paul seguía sin desaparecer. Era la primera vez que Cory hablaba de algo así.
-No creo que exista un momento exacto, no creo que funcione así. Puede que te guste alguien, supongo que es es algo que ocurre con facilidad. Pero entonces, un día te encuentras tú solo en casa y te preguntas que estará haciendo esa persona o estás en medio de una fiesta rodeado de gente y deseas que estuviera allí contigo porque en realidad es la única persona que quieres tener a tu lado en ese momento. Y entonces su sonrisa hace que todo sea más fácil para ti, que tú mismo quieras ser el causante de todas ellas. Y si sufre, de alguna forma deseas que todo ese dolor pase a ti, para que así no tenga que ser esa persona quien lo soporte. Y no puedes para de pensar en ella, la tienes presente en todo momento: al despertarte, a la hora de comer, cuando vas a cualquier sitio y tan solo deseas encontrarla o cuando llega la hora de dormir y piensas como sería hacerlo a su lado. Sientes que podrías mirarla durante horas, te gusta todo de ella, incluso las cosas que detestarías en cualquier otra persona. Y también te gusta la forma en la que te sientes cuando estás con ella y como te impulsa a hacer mejor las cosas.
Cory odió el calor que comenzó a subir por sus mejillas. Quiso controlarlo pero no pudo y es que, por su mente tan solo aparecía un rostro; el mismo que había estado a punto de besar el otro día y no se atrevió.
Dio un nuevo trago a su cabeza.
-Joder, ¿desde cuando hablas tan bien? -preguntó, algo impresionado por las palabras de Paul.
-Tío, creo que es el alcohol. ¿Tienes alguna duda más que quieras consultarme. Aprovecha, hoy estoy que me salgo.
-Creo que por ahora eso es todo.
Se quedaron en silencio. Quedaba menos de una hora para que el reloj diese las diez de la noche. Dentro de poco iría a casa de Brooke. Justo cuando creyó que Paul ya se había quedado dormido, volvió a hablar.
-Es probable que vuelvas a mandarme a la mierda después de esto pero, ¿quieres saber porque sé que te gusta Brooke?
Y aunque su primer impulso si fue mandarle a la mierda, la curiosidad pudo con él.
-Sorpréndeme.
-Por la forma en la que la miras. Nunca te había visto mirar a alguien de ese modo y... bueno, me recuerda a la manera en la que yo miraba a Ezra cuando estaba a mi lado.
Tras esas palabras, Paul se quedó dormido pero pudo escuchar como Cory, con la voz muy debil y algo rota, le dijo:
-Vete a la mierda, Paul.
*
-No puedo creer que vayas a dejarnos tiradas otra vez -se quejó Amber desde la otra línea. Brooke ya sabía cual sería la reacción de sus amigas y era tan cobarde que agradeció que al menos aquella conversación fuera por teléfono. Desde el otro lado de la habitación, Cory escuchaba con disimulo la conversación.
-Lo siento, de verdad, pero mi tía nos ha pedido a mi madre y a mi que la ayudemos con unas cosas y debemos ir a su casa estos días. -Al decir aquello, miró a Cory quien enarcó una ceja al oír la mentira. En su cara parecía leerse un ¿en serio? -De verdad que me apetecía mucho ir, no os hacéis una idea de lo mucho que me molesta perdérmelo. -Volvió a mentir y Cory parecía estar a punto de echarse a reír. Brooke la sacó el dedo corazón y tuvo que darse la vuelta y dejar de mirarlo para no reír también.
Cuando colgó, él habló.
-¿Eres consciente de lo mala que eres mintiendo, no?
-Pues yo creo que soy bastante buena -se defendió -. Y la gente parece creerme siempre así que tu opinión no cuenta mucho.
La boca de Cory se torció en una pequeña sonrisa.
-Eso es porque la gente no se fija bien. Siempre que mientes, muerdes un poco el labio y te tocas las puntas del pelo.
Brooke se sorprendió. Ni si quiera ella misma era consciente de aquello. ¿De verdad era tan obvia o tan solo él se fijaba demasiado?
-No sabía que fueras tan observador.
Él se encogió de hombros, quitándole importancia.
-Sólo con quien me interesa -respondió, de una manera tan natural e insiginicante, como si no hubiera provocado que el cuerpo de Brooke se descontrolase al escucharle. ¿Acaso estaba insinuando que ella le interesaba?
Se obligó a si mimsa a cambiar de tema, a relajarse, a hacer que el rojo desapareciese de su rostro.
-Bryan sabe que tenemos las fotos -soltó entonces. Quizás había sido demasiado brusca. La expresión despreocupada de Cory desapareció y ahora se puso en alerta, más serio.
-¿Cómo?
Le explicó lo sucedido en el coche de Meg.
-Voy a pasar por alto el hecho de que hayas decidido contarme esto dos días después -se quejó, pasándose una mano por el pelo. Siempre hacía aquel gesto cuando estaba nervioso. Brooke también era observadora. -Ese chico me está cabreando demasiado.
-Bueno, estoy segura de que nosotros a él también. ¿Qué vamos a hacer? Sabe que tenemos las fotografías.
-Yo las tengo, ¿de acuerdo? Soy yo quien las tiene -habló Cory y se acercó a ella, mirándola directamente a los ojos. -Quiero que se lo digas. Dile que soy yo quien las cogió y que tú no tienes nada que ver con todo esto. Que lo solucione conmigo. Dile que ya no tenemos contacto, que te has dado cuenta de la clase de personas que somos y que no quieres saber nada más de nosotros.
-¿Te has vuelto loco? No pienso decirle eso. Nunca le diría eso.
Cory cerró los ojos durante un instante, con frustración. Ya se había esperado aquello. Sabía lo cabezota que Brooke podía ser, pero también sabía que esa era una de las cosas que tanto le gustaban a él de de ella.
-Si lo haces, quizás te deje en paz aunque sea durante un tiempo. Brooke, tienes que convencerle de que tú ya no formas parte de nada de esto. Dile que yo me quedé las fotografías.
-Te repito que no pienso hacer nada de eso -insistió ella, que lo miró con tanta decisión y seguridad que incluso Cory se sintió intimidado -. Estamos juntos en esto. Tú mismo me lo dijiste hace un tiempo... y no me importa correr peligro, no pienso hacer nada que te perjudique a ti o a los demás.
A pesar de todo, Cory tuvo que hacer un esfuerzo por no sonreír en aquel instante, por no atraerla hacía él, por no tocarla y aferrarse a ella. ¿Cómmo podía alguién con un aspecto tan delicado e inofensivo ser tan valiente? ¿Cómo podía alguien despertar todo ese cúmulo de emociones en él? ¿Por qué él seguía permitiéndolo?
Luchó contra todos sus deseos y, en su lugar, lo único que pudo decir fue:
-Eres una inconsciente.
-Quizás.
-Y también estás un poco loca.
-Es probable.
-Pero tienes razón. Estamos juntos en esto.
* * *
Y hasta aquí el capítulo de hoy :) Espero que os haya gustado! Este ha sido un poco más de transición para prepararos para lo que se avecina!!
Os quería hacer unas cuantas preguntas, me encantaría que las respondierais!
1. ¿Cuál es vuestro personaje favorito?
2. ¿Tenéis algún modelo/actor que toméis como inspiración para imaginaros a algún personaje? Y si es así, ¿quien? :)
3. ¿Os está gustando la historia? ¿Qué es lo que más os esta gustando por el momento?
¡¡Os estaré leyendo en los comentarios!!
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Un saludo a todas!! xx <3
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