Nos topamos en la parada de bus. Fue porque llegue tarde, pues antes, otras veces. No se detenía si era yo quién esperaba y él llegaba después. Pretendiendo, caminaba hasta la siguiente parada.. Llego a ignorarme tantas veces que ahora más que costumbre es natural. Por eso de las ocho empezó a chispear. Con el viento arrastrando el navarro apestar a tormenta y las gotas caían. Y volvían a caer más pesadas.

...Esa tarde fue hasta saciar nuestro deseo...Un dios con el adiós que supone la despedida. Un lecho en cada abrazo. La almohada encerrada en una caricia. Hay quienes les fastidia el rosa, otros se cansan de amor porque el amar siempre es el mismo. Yo del azul de verte y despertar esa pesadilla. El azúcar se humedece y se me entremezcla con el agua que gotea dulce del hielo azucarado. Y sigue siguiendo, ese sueño que recuerdo cuando cruzo con tu voz. 

El corazón se adormece. Los capullos de rosa engordando, ensanchando en cada pétalo el eterno velo y su palpitar. Candado que se esconde, candado que se cierra. Jugábamos en el jardín. Estaban las paredes y no llegaba el sol. Se ponía la tarde y nada quedaba sino el césped bañado entre el azul del día y nuestras confusiones.

-Es broma, es broma. - Decías mientras de un lazo hacías un nudo y me lo colocabas al cuello y pretendíamos que no era mas que un lazo. Yo quise alcanzar la rama, pero no podía y te pedía la alzaras. No sé como ese banquito llego a nosotros. Esa sillita sin respaldo, ¿quién la colocó bajo el árbol? ¿A qué invitaba a subir?

-Es divertido, ver a alguien que se cree mejor que tú cuando tú crees lo mismo. Me prende la curiosidad de algún modo ¿Qué puede pasar? solo seré un poco más alta. - pero el aún me abrazaba, besándome en la frente sin permitirme subir.

Y la tela que era lazo pasaba por la rama. Así con  ese azul alrededor del cuello. Azul gris, azul polvoso sin serlo, acaso debió ser terciopelo. Al pensar en la funda y el cierre, corriéndose morbosos, la idea de una cicatriz vino y no llegó. Papelillos enredados entre crayones y corazones de nuez. En comienzo fue una escalera, un pasito bamboleante, pero la entristeció. Junto con su vida también iba un puntapié, el azote sonido final, acaso ese golpe. Pronto estaría en el pasto y flores viejas y blancas sustituiría al aliento que ahora era suyo. Los pliegues de mi falda ondeándose como campana sin iglesia, pronto darían misa.

Amistades que apretaban distancias. No sabía subir, se imaginaba. Su zapatito, se doblaría pequeño y regordete, la tela y el final de su encaje...La resbalarían, la cansarían...acaso después se hartara de morir. Una silla bajita, bajita, como un escalón pequeño ¿Quién la colocó bajo el árbol? Se veía tan apetecible estar en ella...

-Entonces tú la alejarás no es cierto? pero, quizás,..no. Ahora solo debo dejarme caer. Es como una obra de teatro, cuando termine. Solo deberás marcharte.

Eran tres y todavía además de eso, pronto asomaría vida o muerte

Miraba distraída como paseante la tela. El final temblante, desdeñandose, comía el verde de las hojas. Se entumecía en su humedad. Alzando su vista, la luz había vuelto. Lo miró; el trazo de sus lentes cayendo. La sombra deslizando quedando atorada entre botones en su hombro, su, su. Si se levantaba, iba a llegar tarde. La flor se abría y se ruborizaba. Ya no podía ser tomada después de eso. Dejándolo, subió primero, o hizo ademán de subir porque bajo y tomando uso de sus manos. Rodeo sus hombros, su cuello. Llevando en su tristeza la palidez de él en sus labios.

-Es que es tu novia. - soltó en otro tiempo, envuelta en resentimientos.

-¿que tiene mi novia? - Sus ojos volvieron como antes, una luz entre lo castaño y café.

-Que me gustas...No, no eso...Ni se lo que digo, desde que nos encontramos allá en el cine. Todo se ha vuelto confuso, yo solo quería. Y luego, y yo...

-¿Te gusto? - No, no sé. Lo siento

-No, no aguarda un momento. -No debí venir, estuvo mal. Déjame.

-Eh, eh. Que no es el fin del mundo

-¿Entonces que es Luis? Me duele.

Se agitan los sentimientos, como un batido de emociones con los vivos colores a frutilla. Las manos sin osar desprenderse continuaban alejándose sin separar sus puntas. Disminuiría la risa

-Estas seguro? Podría estar embarazada. Quiero decir ¿Quién sabe lo que pasa sobre la mesa de tu cocina?

-No tomaste las..

-¿Porque tendría que tomarlas? Yo me pregunto porque no traías una bolsita de conejo metida en el bolsillo.

Envueltos en un vestido, recordó, aturdiéndola.

-¿Oyes? siento como si esto, que mis tacones golpeen sobre el banquillo. Es como colgar una llamada. Te quiero y aún sigues aquí ¿no es una maravilla? Mira, toma mis manos. Ya no hablaremos, tu me dirás y las flores tendrán que crecer para darte respuesta. ¿No lo ves? Somos tres tú yo...