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Tercer álbum | Losing my religion

Cool song no. 1 | Yes, I'm changing

Vancouver, enero 2017


—No es como si en verdad te importara, ¿o sí? —insistió, siguiéndola porque de repente ella caminaba más rápido que él justo cuando pasaron la puerta principal del bar—. No creo que se haya visto muy bien tu expresión de desprecio en esas fotos.

—Oliver, estamos tratando de crear algo—susurró, viendo a su alrededor como las personas les miraban con cierto recelo y al mismo tiempo muy curiosos hacia lo que Oliver Schlumberger y Tilda Ryd estaban haciendo en un lugar como ese—, al menos tratemos de ser convincentes—habló entre dientes mientras sonreía y tomaba la mano derecha del castaño y se alejaban de ahí en busca de los amigos del chico.

—No sabes en todas las respuestas que pensé donde demostraba que me importa poco—rió, dejándose llevar por la chica de cabello verde.

En realidad no le molestaba. Tilda le agradaba mucho y salir con ella solo por un juego le parecía entretenido hasta cierto punto, solo que el único problema era que no podía coquetear con nadie si el momento aparecía, como hace minutos en la acera con una chica que pagaba el parquímetro y la pareció atractiva.

Él había aceptado ese trato que Owen le planteó, para ayudar a Tilda en ese mundo en el que él ya tenía la mitad del cuerpo dentro y por un momento llegó a pensar que podía llegar a enamorarse de ella pero, después de meses, ese momento no pasaba.

—Pero ni siquiera somos novios o algo, se supone que solo salimos juntos...—añadió él.

—Sí, pero debes fingir que te importo y no coquetear con alguien frente a mí mientras hay un paparazzi frente a nosotros—dijo obvia.

—Esto de trabajar en una reputación me parece innecesario—se detuvo, buscando con la mirada a sus amigos—, yo ya tengo una. No es ejemplar pero tampoco es mala... ¿Cuál es el problema?

—Que es llamativa. No te están creando una reputación, sino a mí—hizo una mueca.

—¿Y te gusta?

—Hasta cierto punto, solo sé que me ayuda... —hizo una mueca—. ¿Hablamos de esto después? —le miró con seriedad.

—Ahí están—señaló una de las mesas del centro, donde escuchó la risa de Claire sobresalir entre todos en ese lugar repleto de charlas. Tomó con fuerza la mano de Tilda y se acercó a ellos.

Hacía casi un año que no pisaba ese lugar, el bar donde surgió su carrera y al que le debía muchas cosas. No porque lo olvidara sino porque no tenía mucho tiempo de pararse por ahí a pasar el rato. Pero esa noche tenía que ir a algún lugar con Tilda y Wesley había pedido reunirse ahí usando como pretexto que su cumpleaños estaba cerca.

Lo cual era muy raro pues Wesley no era una persona que organizara ese tipo de reuniones, cosa que lo llenó de curiosidad y supo que no fue el único cuando vio ahí a Fred hablar de algo que al parecer causaba gracia, pues tanto Claire y Sue no paraban de reírse de él. Silver estaba ahí, junto con Brad; un tipo de su clase que recursaba y que parecía ser el tipo más duro del mundo, pero cuando hablabas con él te dabas cuenta que era más blando y dulce que una bolsa llena de pudding.

—¡Hola! —Oliver interrumpió las risas, pero Claire volvió a reír mientras se ponía de pie para darle un fuerte abrazo como si no lo hubiese visto el día anterior—. ¿Llegamos temprano?

—Algo así—Sue respondió, recibiendo un beso en la mejilla de Oliver quien después pasó a hacer lo mismo con Fred recibiendo un gesto de disgusto del rubio—. No sé qué espera Wes...—miró el reloj de su muñeca, recién habían pasado tres minutos después de lo que acordaron.

—Lo ayudé con su mudanza hoy—Fred comentó—. Su nuevo departamento es... Genial, grande y genial—frunció el ceño.

—Sí, ya sabemos que te gustaría uno así—dijo Silver.

—¿Por qué no le pides mudarte con él? —Claire sonrió. Sabía que si fuese por los demás, Wesley regresaría al departamento junto con ellos, como antes. Pero nadie mencionaba esa opción.

—¿Y debemos tratarlo con respeto ahora?

—Yo no lo voy a respetar nunca—Oliver rió—, él no me respeta a mí—se encogió de hombros, miró a Tilda quien había terminado de saludar a los demás y corrió una de las sillas que estaba al lado de Fred para que ella se sentase y él tomó la otra que estaba del otro lado.

Al sentarse miró a Brad quien había quedado a su izquierda; el moreno tenía su brazo en el respaldo de la silla de Silver quien hablaba con Claire y le sonrió de una forma amigable como si quisiera iniciar una charla.

No era la primera vez que convivía con él, y no le caía mal pero deseaba tener al menos un pretexto para que fuese así. Pero por lo que sabía, Brad lo admiraba y no sabía nada respecto a Silver y él en el pasado, nadie lo había mencionado y no quería arruinar las cosas.

—¿De qué se reían? —preguntó antes de que Brad dijera algo y en cuanto sintió a Tilda sentarse, se inclinó más hacia ella queriendo olvidar las ganas de soltar la sopa como de costumbre y trató de convencerse que le gustaba más estar con la pequeña chica de cabello verde.

Silver le miró, deteniendo su charla con Claire y sonrió como si no le importara hacerlo.

—Fred nos contaba como intentó invitar a salir a Frida—Claire dijo, y volvió a reír.

—¿Por qué se burlan? —frunció el ceño—. Solo me dijo que no. Tampoco es como si fuese la primera chica en rechazarme.

—Ella se rió y dijo que eras tierno—Sue le recordó—. Ella no puede olvidar que aprendía a patinar sobre hielo mientras tú usabas pañales talla cero.

—Hey, tampoco es la primera mujer mayor que me rechaza.

—Ella creía que eras el niñero de Eleanor cuando te conoció—añadió Silver al tomar su botella de soda mientras reía.

—¿En serio? —Oliver arrugó su nariz y miró al chico.

—Sí... Bueno, ¿y qué? No es normal ver a un hombre joven y guapo con una hija en un parque—se encogió de hombros.

—Bueno, eso es cierto—Sue recargó sus codos en la mesa—. Hace unas semanas fui a la lavandería con Eleanor y un tipo se me acercó para preguntarme sobre el suavizante, Ele le agradó y me preguntó si era mi hermanita—rió—. Ele tiene un imán de chicos porque no es la primera vez.

—¿Qué? —Fred le miró—. ¿Utilizas a mi hija para coquetear?

—¿Qué acabas de contar? —enarcó una ceja.

—Es diferente.

—Oh, no me vengas con es mierda.

—Y Oliver, Tilda, ¿cómo les va? —Claire cambió el tema rápidamente haciéndolos callar.

—Bien, Oliver estará en Coachella este año—Tilda respondió.

—¿En serio? —Brad habló—. Eso es genial, siempre he querido ir a ese festival.

—Bueno, era un secreto—Oliver miró de mala gana a la chica y ésta solo rió tapando sus labios con su mano—, pero es cierto, el nombre de la banda sale en las letras pequeñas del cartel.

—Wow... ¿y puedo ir? —la rubia hizo su mejor cara a lo que el castaño rió.

—No creo que puedas.

—Demonios—hizo una mueca.

—¿No pueden darte unos días? —Silver preguntó.

—Estoy por graduarme—le recordó—, necesito estar más presente que nunca si quiero hacer mis pasantías con un buen lugar... ¿Por qué no llega? —se recargó en su asiento—. No tenemos su tiempo.

—¿Por qué no vino Roel? —Sue le preguntó, la verla impaciente y un tanto molesta, porque sabía que ver a su ex novio por compromiso no era una idea que le agradaba. No era la primera vez que lo hacía pero aún se sentía lo incómoda que Claire se ponía por intentarlo.

—Fue a ver a su familia... La verdad no pregunté mucho—miró a Oliver y éste asintió confirmando aquello.

—Ahí viene—señaló Brad a la puerta y todos miraron donde él decía.

Oliver notó el gesto de disgusto que el rostro de Claire expresó por medio segundo al ver que Wesley se acercaba a ellos. No por él, sino por la persona que venía detrás. Porque ya no se evitaban más, ya hasta podían charlar como si nada hubiese pasado y hasta reían con buenos recuerdos en compañía de todos, ella tenía alguien más y él también, no parecía haber problemas hasta ahora.

Wes se había graduado en septiembre en Toronto y desde entonces se había dedicado a buscar una manera de regresar a Vancouver, cosa que iba a pasar tarde o temprano y que aceptarlo en el grupo de nuevo era algo que no iba a ponerse en discusión; lo que si se ponía en duda era la duración de la extraña relación que tenía con Camille que, según Fred, no podía durar más de un mes.

Pero venía hacia ellos también, hablando por teléfono como si le molestara hacerlo mientras intentaba tapar su oreja restante con su bolso de mano.

Hubo un silencio un tanto incómodo que solo fue ignorado por Brad, Tilda y el mismo Wesley cuando llegó a la mesa saludando a todos de manera general e invitaba a Camille sentarse junto a él, cosa que hizo sin dejar la llamada pero sonrió amablemente a los demás y después siguió con su molestia al teléfono.

Oliver tosió a propósito y sonrió en grande a su amigo mientras se estiraba en su asiento—: ¿Cómo los trata Vancouver? —preguntó a todos.

Era la primera vez en casi dos años en la que todos estaban reunidos e ignorando los pequeños problemas de incomodidad, aquello le agradaba.

—Me está pateando en lugares que no sabía que existían—Fred comentó, recuperando el ambiente en la mesa causando que tanto Claire como Silver rieran.

—De hecho te ves más viejo—dijo Wes, señalando la creciente barba que el rubio tenía en su rostro.

—¿Verdad? —prosiguió a tocarla.

—Solo la hace crecer para verse mayor y que cierta madre lo considere un hombre—canturreó Sue mirando hacia otro lado.

—¿Frida? —Wes frunció el ceño—. Creí que ya habías pasado a otra cosa.

—Es que no lo comprenden—le dio un golpe a la mesa con la palma de su mano y rodó los ojos—. Es una mujer encantadora, si me quieren, querrán a una mujer encantadora conmigo.

—Ay, no puedo creer que estés diciendo eso—Silver negó con su cabeza.

Oliver reía, pero notó algo peculiar en Camille cuando ésta terminaba su llamada y guardaba su teléfono mientras intentaba meterse en la charla. Él no era bueno notando ni suponiendo cosas, pero el ver a personas que no veía desde hace tiempo causó esa sensación de querer saber todo lo diferente que había en ellos cada vez que se los topaba.

Brad parecía haberse encerrado en un gimnasio desde la última vez que lo vio, mientras que Silver lucía más pequeña de edad con su corte de cabello y ese flequillo en su frente; Fred dejaba crecer su cabello más de lo normal que lo hacía lucir más oscuro al igual que el vello en su rostro, Sue parecía retroceder el tiempo pues podía jurar que esa chica nunca había estado embarazada, mientras que Claire buscaba verse madura físicamente aunque su dulzura no se lo permitiese.

—Creo que esto va a ponerse feo—susurró, muy bajo hacia Tilda quien mantenía esos locos colores de cabellos desde que la conoció en la calle dos años atrás.

—¿Por qué? —preguntó, curiosa y Oliver le señaló a la pareja frente a ellos.

Wesley hablaba como si nunca se hubiese ido, no tan diferente a como se fue pero podía verse ese aire de alivio en él por sentir que su vida se veía estable. Con cabello más corto y una camisa azul que ya conocían debajo de ese abrigo, eran conscientes de que el viejo Wes aún seguía ahí, aunque su compañera desentonara con él con un aspecto costoso, y esa no era la perspectiva que Camille les daba años atrás.

—¿Y cuál fue la razón por la cual nos reuniste con tanta urgencia? —Oliver habló, después de casi cuarenta minutos en los que todos procuraron contar anécdotas, viejas y recientes mientras bebían con consideración.

—Sí—Sue le dio la razón—. Necesito irme temprano—miró el reloj de su muñeca—, dejar a Eleanor sola con mi madre es dañino para la salud de ambas.

—¿Una noche para reír como antes no es suficiente? —dijo él, moviendo en círculos la base de su botella de cerveza sobre la mesa, jugando con el agua que había soltado al estar fría.

—Suéltalo—murmuró Fred, buscando no ser partícipe de eso aunque era claro que lo era.

—¿Qué sucede? —Silver les cuestionó.

Wesley sonrió un tanto distraído como si no se atreviera, y eso era ciertamente extraño en él. Fred simplemente se dedicó a terminar su bebida llamando la atención de todos quienes aún se preguntaban que podía suceder.

—Wesley, solo dilo—Camille fue quien habló ésta vez, haciendo que todos le miraran mientras ella solo se enfocaba en el chico a su lado—. Para eso quisiste la reunión, ¿no? No te van a morder...—les miró—, eso espero.

—Uhm...—Wes se incorporó mejor en su asiento y asintió ante lo que Camille le decía, respiró hondo y les dio un último vistazo a cada uno de sus amigos—: Nosotros... Nosotros vamos a casarnos—espetó, seguro de que era eso lo que quería comunicar con la esperanza de que nadie se volviera loco.

El silencio se hizo presente de nuevo, aunque todos los demás en el bar aparte de ellos rieran o hablaran muy alto, esa mesa en especial se convirtió en un canal de lecturas de mente donde todos pedían con urgencia que alguien reaccionara.

—Wow...—Tilda rió—. ¡Felicidades! —al parecer había sido la única en encontrar lo que se debía decir

—Sí, felicidades—Brad le acompañó, ambos al ser los únicos que desconocían lo desconcertante del asunto, sonreían felices por ellos—. Espero que esta nueva etapa sea muy buena—añadió al darse cuenta de que nadie más diría algo.

—¿Quién se va a casar con quién? —Oliver cuestionó al salir de ese trance, rehusándose a escuchar bien.

—Yo—Wes alzó sus cejas—, y Camille.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —repitió Camille un tanto ofendida.

—Eso no está a discusión—Wesley interrumpió—. Era la noticia, quería contarles en persona y aproveché que estoy de vuelta.

—Está bien—Oliver rió—. Felicidades, no me lo esperaba en verdad.

—Creo que nadie—Sue sonrió—. Felicidades, a los dos—les miró, tratando de aminorar el impacto y después volteó hacia Claire quien no dejaba de sonreír de la misma manera desde que Wesley habló.

—Yo ya lo sabía pero tuve que guardar el secreto—Fred hizo un puchero—, ya no más sorpresas para mí.

—¿Y harán una boda? —Silver preguntó, feliz, fingido o no, parecía real.

—No—Camille hizo una mueca—, quizá una pequeña ceremonia en la alcaldía o algo así, nada religioso—se encogió de hombros—. No soy apta para eso—bromeó.

—Qué bien—Claire habló, haciendo que todos la miraran esperando por algo más—, felicidades, algo rápido pero eso no significa nada, ¿o sí? —rió nerviosa—. Estoy feliz por ustedes—tomó su copa de Martini y lo bebió todo.

—Gracias, Claire—Camille sonrió—. ¿Cómo va todo entre Roel y tú?

—Bien, gracias por preguntar—mordió la aceituna y de inmediato buscó a alguien para que pudiese traerle otro.

Oliver levantó su mano—: La pregunta más importante, ¿quién será tu padrino?

—Eso es obvio, seré yo—Fred se señaló.

—No es justo—el castaño arrugó su nariz y miró a Wesley con disgusto—. Ya eres el padrino de Eleanor, ¿por qué no puedo formar parte de algo así?

—Tú eres el padrino de Eleanor—Fred le recordó, con molestia.

—Tú serás padrino de Fred cuando se case—Wesley añadió.

Oliver bufó—: Claro, como si eso fuese a pasar.


Cool song no. 2 | What you know

Vancouver, febrero 2017





—Nadie lo entiende—limpió sus manos con la tela que colgaba en su hombro y negó con su cabeza—. La única persona con la cual él dijo que quería casarse era Claire, y que él diga eso es mucho... Pero ahora viene a decirnos que se casará con Camille solo porque sí, eso no tiene sentido—Fred tomó de nuevo su pincel y lo miró entrecerrando sus ojos.

—¿Por qué no se lo impediste? —habló entre dientes queriendo mantener su posición pues el rubio frente a él ya le había reñido demasiado por moverse, pero él no podía hacer eso, le era imposible.

—Porque no me lo dijo, me contó cuando ya lo hizo. Me ofendí porque esperaba a que fuese algo normal, ya sabes, que me cuenta que quiere pedirle matrimonio a su novia y me pide ayuda para planear eso... Pero no—siguió pintando en el lienzo parte del ojo derecho de Oliver y negó con su cabeza—, me llama y me dice que le dijo a Camille que se casaran cuando cenaban comida tailandesa y que ella aceptó. ¿Por qué Camille querría casarse con Wes? ¿No era lesbiana?

—No creo que sea lesbiana—Oliver rió—, o no del todo, pero igual sería divertido, podría tener amigas... —movió su pie, golpeándolo contra el suelo sin que el rubio se diera cuenta y se sintió más cómodo con eso—. Todos sabemos que ninguno de los dos se quiere así, ¿imaginas pasar el resto de tu vida con alguien como ella?

Fred hizo una mueca y después sonrió—: No me quejaría pero... Es una decisión muy, ¿repentina? Como si peor fuese nada...

—No es una decisión que Wesley tomaría.

—No, no lo es. Supongo que perdió el interés de conocer a alguien más y le entró esa crisis de sentar cabeza y esa mierda.

—¿Y sabes algo de Claire?

—Claire no me ha dicho nada, ni siquiera Silver, es como si no pasara. Supongo que eso está bien, ¿no? Algún día iban a seguir su vida en diferentes caminos, con diferentes personas, y tenían que enfrentarlo.

—Creo que, en el fondo, todos esperábamos que regresaran...

—A veces dejar de tener esperanza es una forma de liberarte.

—Wow, déjame escribir eso, suena bien para una canción—comenzó a mover sus hombros sin quitar la expresión de seriedad de su rostro.

—¡No! —Fred frunció el ceño y le miró—. Si vas a ofrecerte a ser modelo, hazlo bien.

—Pero no es fotografía, esto me aburre.

Fred rodó los ojos y dejó el pincel con la pintura a un lado.

—Bien, te tomaré fotos y de ahí haré la pintura—se retiró, buscando su cámara fotográfica. Oliver se puso de pie buscando su chaqueta en donde cargaba un pequeño cuaderno rojo—. ¿Cuánto tardas en escribir una canción?

—Depende, es como todo, como lo que tú haces, es inspiración la mayoría de veces... En otras ocasiones es sentarme frente a un teclado buscando ideas buenas—abrió el bolígrafo y escribió lo que Fred dijo, firmando al último el nombre del rubio ahí.

—¿Y son experiencias?

—Algunas me las invento. Owen dice que debemos intentar con más canciones de amor, que mi toque anarquista se embriague de amor y que todos entiendan que puedo ser alguien sensible—bufó—. Soy sensible.

—A ver— Fred tomó su pincel y se lo lanzó a la cara. Oliver cerró los ojos e hizo un gesto de disgusto pero no dijo nada más, simplemente rió—. No tanto.

—No dolió—tomó la tela que el rubio tenía y se limpió la pintura del rostro impregnándose el olor de desmanchante—. No tengo muchas historias de amor en mi cabeza como para enfocarme en ellas o sacarle provecho.

—Usa historias de amor que no sean tuyas.

—¿Cómo?

—Que te cuenten, y lo haces canción, es como inventártelas pero puedes tener certeza de que son verídicas—colgó su cámara alrededor de su cuello y la encendió.

—Oh... Bien—frunció el ceño, sentándose de nuevo en el banco que Fred le había dado y se acercó al mostrador con el cuaderno en su mano—. Dime.

—¿Qué?

—Sí tú, cuéntame.

—No, ¿por qué yo?

—Apestas en el amor más que yo, cuéntame, sé que hay mucho.

—Te odio.

—No tanto como odias a Wesley en este momento—canturreó.

—¡Ah! —dejó caer su cabeza hacia atrás volviendo a su estrés—. No puedo dejar que arruine así su vida, lo conozco y sé que está enfrentando algo sobre la edad, no lo sé, ¿me entiendes?

—No.

—Es como si te presionaras aunque ya lograste tus metas principales, ¿qué sigue? Fuiste a la universidad, lograste hacer una maestría en otro lugar muy lejos de tu hogar y te dices: ¿qué debería hacer ahora? ¿eh? ¿Casarme? Sería sensato, todo el mundo lo hace. Hey, chica con la que me acuesto solo porque sí, ¿querrías casarte conmigo para no estar solo toda mi vida? —imitó la voz de Wesley, a lo que Oliver rió—. Y ahora tengo que pensar en un discurso para decirlo en la cena como si fuera una pareja ejemplar: ¡C'est dégoutant!

—Wesley no es tan viejo—Oliver frunció el ceño mientras seguía escribiendo cosas vagas en su cuaderno—, y creer que él es viejo y decir que nosotros los somos también.

—Está más cerca de los treinta que de los veinte...

—¿Entonces qué? ¿Quieres ir a la iglesia y gritar: ¡Yo me opongo! Cuando le pregunten si acepta a Camille como su esposa?

—Sería interesante. Pero solo firmaran papeles bobos en la alcaldía.

—Podemos decirle a Claire que interfiera.

—A Claire ni siquiera le importa ya. Nosotros somos los densos.

—Eso creemos—le miró, resopló y negó con su cabeza—. Bien, Sue te bateó... ¿Cuántas veces?

—¿Por qué mejor no escribes algo sobre como detestas al novio de Silver?

—¿Lo detesto?

—Quieres arrancarle la cabeza.

—Eso no es verdad.

—¿Ah no? Le diste la dirección errónea de tu departamento hace unas semanas y lo mandaste a las afueras de Vancouver.

—Fue un error de dedo...—rió—. Bueno, sí, ¿y qué?

—No puedo creer que quieras a Silver después de todo este tiempo—se recargó en el mostrador y negó con su cabeza.

—¿A qué hora vas a abrir este lugar? —quiso cambiar de tema, señalando a la ventana y puertas cerradas que evitaban el paso de la luz en la pequeña tienda de Fred.

—No abro los domingos, es el día libre de Megan también.

—¿Cuánto le pagas a ella?

—Es mucho para ella si contamos con que es un empleo de medio tiempo y aun va a la preparatoria—sonrió—. Yo sería feliz con ese dinero... Y no me cambies de tema. Silver, ¿qué hay?

—¿Por qué ahora te interesa? Me golpeaste por eso—arrugó su nariz.

—Sí, pero si me convences que la quieres aún me harás creer que no te lo merecías y te dejaré devolverme ese golpe.

—No debiste decir eso.

—¿Entonces la quieres?

—Sí.

—¿Y qué pasa?

—Todo—se encogió de hombros—. Ella me dijo que encontró a alguien más y pues sabía que perderla era inminente.

—¿Y entonces decidiste dejarla solo así?

—¿Sabes? Se siente muy raro hablar de esto contigo. ¿Me dejas solo golpearte en la nariz y ya? 

—No me has convencido. Yo te veo saliendo con Tilda Ryd de un lado a otros como si quisieran ser Nancy y Syd.

—Bien—dijo de mala gana y rió—. Escribiré una canción—tomó su cuaderno y se alejó del mostrador, para después dejarse caer en el suelo lo suficientemente lejos de su amigo, quién después de eso solo le tomó una fotografía ahí.

  — Pero me das créditos por mis frases cuando se grabe.

— Sí, sí.



Cool song no. 3 | Disorder

Ottawa, abril 2017


—Si te soy sincero, no entiendo cómo es posible que las personas esperan mucho de una persona que no conoce, digo, mírame—se señaló así mismo con el bolígrafo que sostenía en su mano derecha y sintió como ese pequeño empujón por poco lo hacía perder el equilibrio; negó con su cabeza y continuó escribiendo en la servilleta—. ¿Cómo dijiste que te llamabas? —cerró un ojo con pena y miró a la chica que estaba frente a él con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiese perdido el habla—. Te llamaré Anna—dijo al notar que ella no hablaría en un buen rato—. Soy real—añadió al entregarle la servilleta que ella tomó rápidamente—, ¿estás bien? ¿Qué tal todo? —preguntó; la chica de no más de veinte años soltó un chillido de emoción al mismo tiempo que buscaba su teléfono celular.

—¿Puedo tomarme una fotografía contigo? —ignoró todo lo que Oliver dijo y a él no le quedó más remedio que asentir.

Ella colocó la cámara y él se acercó lo suficiente como para que ambos salieran en cuadro.

—¡Muchas gracias! —expresó presionando su teléfono en su pecho. Oliver solo sonrió y ella dio un paso hacia atrás en cuanto vio a Tilda salir del auto en el que llegaron.

—Mmh, ¿es todo? —enarcó una ceja, sintió como Tilda le sujetaba del brazo y más flashes de cámaras interrumpir el momento en el que él intentaba charlar con alguien más.

—Creo que tenemos que entrar—le susurró la chica de cabello azul.

Alguien lo empujó delicadamente hacia la entrada del edificio donde al cual más personas llegaban y las puertas comenzaban a hacerse pequeñas por la cantidad de fans y prensa que querían acceder. Era la primera vez que asistía a un festejo de ese tipo, Oliver no lograba sentirse parte de todo eso ni cuando un par de horas antes había conocido a Bryan Adams cuando éste pasó frente a él justo antes de que le tocase subir al escenario para presentar un premio junto con Tilda.

No había sido nominado, la banda estaba en un año de descanso y él fue el único miembro invitado y aunque no quería aparecerse por ahí sin Gordon, Win o Roel, la oportunidad de que más personas se grabaran su nombre no podía dejarse pasar.

Y ahora estaba ahí, pretendiendo saber qué hacer en un lugar lleno de músicos junto con Tilda que apenas si había comenzado a trabajar en su primer álbum tras sacar un sencillo hace un par de meses.

La fiesta después de la entrega de premios no era algo que le emocionaba y eso era muy extraño en él, a pesar de que ya tenía algunas copas de más que tomó en el hotel antes de llegar ahí y el emocionarse más por las cosas era algo que distinguía su embriaguez.

—Tal vez algún día ganemos un premio de esos, ¿no crees? —Tilda le soltó del brazo en cuanto sintió a la oscuridad cubrirlos por completo y la música animada llenarles más y más los oídos.

—Sí, claro—Oliver gritó—. ¿No te molesta? —preguntó, con el mismo tono acercándose al oído de la chica quien estaba muy ocupada buscando entre todas las cabezas de personas que estaban ahí.

En ese momento eran como inadaptados en busca de un refugio.

—¿Molestarme?

—Hacemos música popular, esperando a que suene en la radio pero solo reconocemos a algunos cuantos. Los chicos—enarcó una ceja—. ¿Por qué ellos no están aquí también?

—Ya te respondí esto—le miró.

—¿Ah sí?

—Es muy fácil de saberlo, Oliver. Lideras esa banda, es obvio, es fácil olvidarse de los otros, por más feo que suene.

—No somos buenos Syd y Nancy.

—¿Por qué uso un vestido de dos mil dólares y tu sales en portadas de revistas?

—Sí, eso creo—se cruzó de brazos y respiró hondo—. Al menos podemos ser los Syd y Nancy de este lugar—bromeó.

—No me voy a drogar.

—¿Qué más da? Todo el mundo cree que lo hacemos—rió—, todo el tiempo—añadió.

—Podríamos ser diferentes, no me agrada mucho ser una mala influencia—se cruzó de brazos también—. Creo que... Despediré a Owen.

—¿En serio?

—No me gusta a donde está dirigiendo mi carrera—le miró con seriedad—. Y apenas está comenzando, supongo que hacerlo cuanto antes, mejor.

—¿Estás segura?

—Lo he estado pensando.

—Mmh... Siempre creí que todo esto sería diferente—señaló con su cabeza a la multitud frente a ellos—, pero me siento igual, creo que lo único diferente es que todos me ven así, diferente. Porque creen que las personas que todo el mundo conoce son diferentes y por eso merecen ser conocidas, pero yo pienso que, ahora que estoy presenciando esto, que no son más que personas comunes y corrientes con trabajos extraordinarios y dinero para parecer intocables.

—¿No es eso obvio?

—No cuando estás a pocos pasos de convertirte en uno de ellos. Porque no lo quieres aceptar pero pasa porque no te das cuenta.

—¿No quieres ir a sentarte y hacer unos cuantos amigos famosos? —ella dejó caer sus brazos, intentando ver el lado bueno de las cosas—. Tal vez les guste tu filosofía alcohólica.

—Dame unos tragos más y daré una cátedra de filosofía digna de Harvard.





Cool song no. 4 | Starcrossed losers

Vancouver, mayo 2017





—No creo que debas hablar tanto de su niñez... Hablas casi diez... Once minutos—miró su teléfono celular y después a Fred quien estaba de pie frente a él con un cuaderno en sus manos.

El rubio de inmediato quitó la tapa de su bolígrafo con su boca y comenzó a hacer tachones ahí, molesto, indignado y harto de toda esa situación. Era la tercera vez que hacía su discurso para la boda y Oliver no dejaba de burlarse de ello.

—No sé por qué tengo que hablar.

—Eres el padrino—arrugó su nariz.

—Pero se va a casar con Camille, no quiero ser el padrino de eso—dijo obvio—. No puedo creer que mantenga esto en pie.

—No puedo creer que Eleanor tenga tres años—la señaló, con su soda para después beberla. La pequeña rubia estaba sobre la alfombra, dibujando en la mesa de café con montones de hojas de papel y crayones de colores rodeándola.

—Tío Oliver, estoy aquí. Y ya voy a cumplir cuatro—le dijo, sin mirarlo directamente mientras hacía círculos color naranja sobre la hoja, después de dos círculos más levantó ese papel en alto hacia Fred—. Papi, di esto.

Fred lo tomó, frunciendo el ceño ante todos los garabatos que ella hizo y pretendió que lo leía.

—No puedo decir esto—le dijo y ella le miró.

—Dices que tu discurso es tu regalo para el tío Wesley y yo quiero darte ideas, mmmh, ¡Ya sé! —tomó otra hoja de papel y un crayón de color morado.

—¿Cómo puedo hablar de una pareja que no conozco? —Fred habló de nuevo, con seriedad hacia Oliver.

Oliver bostezó, y negó con su cabeza dándole a entender que no tenía idea de cómo.

—Solo inventa cosas—dijo después.

—Mentir es malo—Eleanor dijo.

La puerta principal del departamento se abrió, y vieron como Claire entraba con bolsas de tiendas de ropa con ella y con Silver detrás, cargando con ellas también.

Fred ocultó detrás de él el cuaderno como si fuese un secreto y Claire rodó los ojos al ver lo mal mentiroso que era.

—Sabes que me importa una mierda esa boda—soltó, con gracia.

—Eso es una mala palabra—la niña frunció el ceño y después miró a Claire, acusándola.

—Oh, lo siento, cariño, no te había visto—la rubia de inmediato se acercó a ella, dejando sus compras en el sofá y tratando de darle un abrazo—. ¿Cómo está la niña más linda de todas? —quiso saludar.

—No soy linda, soy feliz—le corrigió, después de recibir el abrazo de la chica.

—Sí, claro, eso es más importante—le pellizcó la mejilla a lo que la niña rió.

Oliver no pudo evitar hacer lo mismo pero calló al intercambiar miradas con la otra chica en esa habitación que se había quedado de pie cargando sus compras como si esperara que Claire terminara de saludar.

—¿Qué pasa? —Oliver preguntó, sonriendo mientras que Silver no quitó la seriedad de su rostro y el castaño quitó esa sonrisa de nuevo.

—Nada—le aseguró—. Yo iré a mi habitación—quiso adelantarse como si quisiera escapar, Claire solo asintió sin querer separarse de Eleanor y Silver rápidamente se fue.

—¿Qué pasa? —preguntó el castaño de nuevo al trío de rubios que tenía frente a él.

Fred resopló.

—Terminó con Brad—dijo, y en cuanto dijo eso, Oliver se puso de pie.

—¿Qué?

—Hace una semana—Claire añadió.

—¿Brad es el bonito con bubis? —Eleanor preguntó ya dibujando otra cosa.

—Continúa con tu dibujo—Claire respondió.

—¿Por qué no me habían dicho? —Oliver insistió, dispuesto a ir con Silver.

—Porque eres un perro—Fred dijo.

—Hey, es mi amiga—se hizo el ofendido—. Me interesa saber si está bien o no.

—No lo hagas—Fred pidió—. Está triste, tal vez solo lo empeores.

—Yo no me meteré en esto—Claire se sentó junto a Eleanor para colorear con ella y evitó mirarlos.

—Solo déjame hablarle, la razón por la que no le hablaba era porque siempre estaba Brad junto a ella y no quería incomodarla.

No esperó una respuesta de Fred, simplemente se alejó de él y fue directo a la puerta de la habitación de Silver esperando verse un poco decente aunque ella ya lo había visto hace menos de cinco minutos. Y eso le hizo recordar cuando los dejaron solos por primera vez cuando ambos vivían ahí y él tenía que preguntarle que quería de cenar porque no se atrevía a pedir su número de teléfono para poder hacerlo desinteresadamente desde la comodidad de su habitación, como los millennials que son.

"¿Quieres pizza o algo?" fue lo que él gritó la primera vez que tocó a su puerta en un golpe de valor tras la advertencia de Fred sobre hablarle y, aunque ya lo había hecho antes, no lograba entender por qué le asustaba intercambiar miradas con una chica de diecisiete años como si en verdad fuese completamente prohibida y, tal vez, ese sentimiento fue lo que hizo que las cosas entre ambos fluyera como lo hizo.

Golpeó la puerta dos veces y, tras no obtener respuesta, lo hizo de nuevo. Esta vez la puerta se abrió mostrando a Silver confundida de que él estuviese ahí pero no dijo nada.

—Hey, Sil—saludó él, con una sonrisa repleta de tranquilidad queriendo transmitirle eso a la chica pero de un momento a otro, ella comenzó a cambiar el gesto en su rostro.

Sus lágrimas comenzaron a salir rápidamente y un sollozo se adueñó de ella cuando lo único que hizo fue abalanzarse sobre él y abrazarlo con la esperanza de que él hiciera lo mismo.

Oliver titubeó pero no preguntó, simplemente lo hizo.

*

—Solo inténtalo—se balanceó, mirando sus zapatos rozar contra la arena—. Te sentirás mejor—le miró.

Silver sujetaba las cadenas del columpio en el que la obligó a subirse hace minutos pero que no había tenido ganas de usar correctamente pues no sentía fuerzas para hacerlo.

—¿Esto haces para sentirte mejor?

—Esta es la más sana—dijo, riendo y, sorpresivamente, ella lo hizo también.

—Lamento hacerte perder el tiempo.

—Yo gasto mi tiempo con quien me dé la gana—se encogió de hombros.

Había llorado tanto ese día con él y no podía sentir más vergüenza, lo cual no comprendía a esas alturas. Quizá era por el tiempo que había pasado y que causó que se desconocieran casi por completo; pero Oliver no parecía importarle en lo más mínimo que las cosas ya no fuesen como antes, porque él transmitía la misma sensación que le hacía esperar cualquier cosa de él.

Cuando lloró, Oliver no dijo nada, solo esperó a que parara. Y después la invitó a ir a ese columpio a pesar de que ya pasaban de las siete de la noche y lo único que había en ese parque eran personas dando sus últimos minutos de ejercicio antes de regresar a casa.

Sentía su mirada sobre ella, esperando a que se columpiara como le pidió. Pero sus ánimos estaban tan bajo que apenas si podía mantenerse de las cadenas pues sentía que era lo único en lo que podía concentrarse.

—¿Fue muy malo? —preguntó él, Silver frunció el ceño sin entender a qué se refería y él hizo una mueca—. El fin—aclaró.

—Ah.

—¿Fue muy malo?

—No es lindo de recordar—dijo.

—¿Puedo preguntar por qué?

Silver apretó sus labios dudando si debían continuar hablando, pues aquello aún la tenía mal y Oliver era la última persona en la que pensó para contar eso. No quería hacer un escándalo y probablemente eso pasaría si le aclaraba las cosas del porqué deshizo su relación a Fred o a Claire, pero Oliver sería otro nivel, probablemente empeoraría porque lo conocía lo suficiente como para saber que lo primero que haría sería ir a buscar a Brad donde sea que esté.

—Solo... Solo no fue la persona que esperaba.

—¿Se echaba gases frente a ti? —enarcó una ceja.

Silver rió y negó con su cabeza.

—Brad es una persona que se enoja mucho.

—¿En serio? —arrugó su nariz—. Pero se ve muy... ¿Estamos hablando del mismo Brad?

—Sí, yo también creía lo mismo que tú—rió—. No me gustaba que fuese así, que explotara de repente, eso es todo—se encogió de hombros—, pero aún lo quiero, no puedes deshacerte de eso de la noche a la mañana, por eso lloro—quiso sonar convincente.

Oliver miró fijamente como Silver poco a poco bajaba sus brazos y comenzaba a balancearse con la ayuda de sus pies en la arena. Casi en la oscuridad queriendo convencerse que solo eso pasó, pero él notó como ella evitaba por completo mirarle al hablar, como si eso le ayudara a mentir más fácil pero por las lágrimas que aún tenía e intentaba limpiar con sus dedos, el castaño supo que mentía en casi todo.

—¿Se enojó contigo? —preguntó, como un interrogatorio que ella no iba a poder evitar porque lo primero que hizo fue asentir.

—¿Puedo confiar que eres mi mejor amigo? —ésta vez le miró, Oliver se aturdió ante eso pero solo lo aceptó para dejar de hacer aquello más largo—. No le digas a nadie que intentó golpearme—confesó.

—¿Qué?

—Pero no lo hizo, no lo dejé hacerlo. Me fui y le dije que no me buscara más.

—¿Qué demonios? —se puso de pie—. Sil, ¿qué demonios? —dijo más alto.

—Pero se acabó, ¿sí? Ya no importa más.

—Sí importa.

—No, si le sigo dando importancia seguirá presenta en mi vida, y no merece nada de eso.

Oliver relamió sus labios e intentó revisar cada centímetro de Silver tratando de encontrar alguna señal de que lo que decía era cierto, de que nunca la había llegado a tocar. Su rostro estaba enrojecido por el llano pero intacto, su antebrazo izquierdo solo contaba con una banda adhesiva por culpa de un mal movimiento con su cortador al hacer una maqueta y sus piernas debajo de su falda tenían los típicos moretes de Silver por culpa de los muebles.

—Créeme—oyó como ella lo pidió, con seriedad ante las dudas del castaño.

—Bien, te creo—aceptó, después de darse por vencido y tranquilizar sus ganas de buscar a algún culpable.

—¿Me empujas? —Silver quiso regresar el interés que él tenía por el juego, tomando de nuevo las cadenas y queriendo sonreír como una niña después de haber superado una dolorosa caída.

—No—regresó a sentarse al columpio de al lado—. Saltemos al mismo tiempo—le retó.

—Oh no, soy mala en eso.

—Solo tienes que saltar—insistió.

—Si me lastimo, es tu culpa—comenzó a columpiarse lentamente.

—Claro, mi culpa—rió.


Cool song no. 5 | Hurricane drunk

Vancouver, junio 2017

           

Se llenó la boca de pan para poder ahorrarse cualquier comentario al respecto, sobre todo y Oliver no podía evitar reírse de Fred, quien se veía desesperado y a punto de explotar en medio de la cena de la boda.

Wesley se había casado con Camille hace apenas dos horas. Habían firmado papeles frente a un juez y testigos cercanos que apoyaban eso por no saber con certeza lo que pasaba ahí. Y antes de que lo hicieran, ellos habían reconsiderado el hecho de impedir que pasara pero Sue se los prohibió aunque todos sabían que ella también quería hacerlo.

No llevaban más de media hora en la cena y Fred se rehusaba cada vez más a pasar a decir su discurso, estaba repleto de ansiedad y cólera, y se comportaba como un niño inquieto en la sala de espera del médico.

Oliver podría estar igual o peor, pero se sentía perdido tras la extraña combinación de felicidad que su amigo mostraba; Wesley, a pesar de la poca explicación brindada, se veía feliz. Con un traje reluciente y sujetando la mano de Camille yendo de un lado a otro agradeciendo las presencias como si en verdad le importase que aquello se realizara de tal forma.

—Parece un lunático—Sue comentó, sacándolo de su trance al mismo tiempo de cortar un trozo de galleta para Eleanor que estaba sobre sus piernas, debajo de ese enorme moño blanco que adornaba su cabeza—. Enloqueció por completo, tal vez ir a Toronto le hizo mucho daño.

—¿Y si Camille lo hechizó? Ya sabes, tampoco está muy cuerda—Oliver miró a Sue y ésta hizo una mueca considerándolo como una opción—. Podría ser.

—¿Por qué ella se querría casar con Wes? —Fred preguntó, exasperado.

—Pues no es por una boda costosa ni un vestido de princesa—dijo ella, señalando con su cabeza el vestido blanco, corto y discreto que Camille usaba.

—Quiero ser una princesa—Eleanor se metió a la charla, masticando la galleta y sonriendo por ello.

—Tú no necesitas eso—Sue intentó peinar su cabello con su mano.

—¿Entonces? —Fred arrugó su nariz, confundido.

—¿Dinero? Digo, es abogado ahora—enarcó una ceja—. Aunque si lo ves desde cierta perspectiva, Wesley no es un mal partido, quizá maduraron y ella llegó a quererlo...

—No, detente—Fred le miró de forma retadora—. No vuelvas a decir esas vulgaridades.

—¿Qué es vulgaridades? —Eleanor preguntó.

—Decir que tu tío Wesley quiere a su esposa—respondió convencido de que aquello no sonaba mal, pero Sue lo miró con molestia y él rodó los ojos—: Palabras malas—dijo después.

—¿Tío Wesley no quiere a Camille?

—Mira lo que hiciste—le dijo ella.

—No es mi culpa que sea una grabadora—miró a la pequeña—. Cariño, no digas eso.

—¿Saben a qué hora van a servir la cena? —Oliver miró el reloj de su muñeca—. Muero de hambre.

—Hey, Fred—Wesley lo sorprendió, colocando sus manos sobre sus hombros sobresaltándolo—. ¿Listo para el brindis?

—No.

—Lástima, ven acá—sonrió hacia el otro par y se acercó a Sue—. Hey, Ele, tu abuelo por allá me dijo que quiere verte—pero más que decírselo a la niña, fue un permiso para Sue. Después señaló a la mesa del restaurante en el que sus padres estaban y los de Fred hacían compañía.

—¿La llevas? —Sue cuestionó y Wesley asintió, tomando a Eleanor en sus brazos quien aceptó ir emocionada.

—Papá está molesto por su discurso—señaló al rubio quien intentaba releer la hoja de papel que había reescrito por semanas.

—Le di mucho tiempo para que lo preparara.

—Pero no me diste mucho con qué hacerlo—enarcó una ceja. Wesley simplemente rió, rodando los ojos y alejándose con Eleanor hasta la mesa de sus padres.

—Y... ¿Quién será el siguiente? —Oliver preguntó.

—¿Siguiente de qué? —Fred frunció el ceño aún leyendo.

—De casarse.

—A mí no me miren—Sue buscó su copa de vino blanco y lo bebió casi por completo.

—Yo sigo en la espera de Frida pero—el rubio hizo una mueca y negó con su cabeza—, siento que no deja de verme como un tierno hermanito que metió la pata y ahora está metido en la paternidad.

—Es medio cierto—la morena se encogió de hombros y rió.

—¿Eleanor no les pregunta sobre eso?

Fred y Sue intercambiaron miradas, tratando de recordar algún momento en el que su hija les haya preguntado sobre ellos. Pero no lograban encontrar uno.

—Creo que... —Sue comenzó—, una vez lo mencionó al ver a mis padres y le dije que simplemente no todos los padres son iguales. Tampoco le toma mucha importancia, creo que lo hará cuando comience el jardín de niños.

—Nos ve casi todo el tiempo juntos, no creo que lo sienta tanto—Fred dejó de leer y se puso de pie—. Creo que estoy listo.

—¿Borraste la línea final sobre Wesley y sus malas decisiones en la vida como esta boda?

—¡No! —Oliver arrugó su nariz y la miró—. ¡Esa es mi parte favorita!

—No lo arruinen—dijo obvia—, sé que todos lo queremos pero no es nuestra vida.

—Casi—murmuró Fred, sacando un bolígrafo de su bolsillo y tachando esa última parte—. Vamos, Oliver.

—¿Yo? —preguntó confundido, tomando la copa frente a él.

—Sí tú, pasarás conmigo a hacer el ridículo.

—Bien, ni que fuera la primera vez—se tomó todo el vino de un trago como si con eso quisiera darse valor y se puso de pie, como si fuese a luchar en una pelea de boxeo.

Ambos caminaron hacia la mesa de los novios donde Wesley y Camille se habían sentado, esperando por eso. Todos comenzaron a callar en el momento en el que Fred golpeó su copa para llamar la atención. Se posicionó detrás del micrófono que habían colocado ahí y obligó a Oliver a pararse a su lado quien no dejaba se sonreír como tonto ante todos.

—Hola—tartamudeó Fred—. Mi nombre es Fred Gainsbourg y soy el mejor amigo de Wesley desde que tengo memoria.

—Yo soy Oliver, soy su amigo desde que lo conocí en el baño de la universidad—le interrumpió, rápidamente. Fred lo vio mal y Oliver se encogió de hombros pidiendo perdón por eso.

—No soy bueno con esto, porque créanme, lo escribí—torpemente sacó su hoja de papel, maltratada y sucia—, pero también quería que fuese autentico—lo guardó—. Porque hablar de Wesley es hablar de muchas cosas y no tengo palabras para explicar lo que un tipo gigante significa para mí, como mi amigo y mi hermano.

—Bien, si no tienes palabras—Oliver volvió a interrumpir—. Siempre he admirado a Wesley por las decisiones que ha tomado y ésta realmente me sorprendió, no lo esperas, nadie pensaba que Wesley fuese el primero en nosotros en casarse y miren, aquí estamos. Éste tipo a mi lado se saltó esa parte y fue directamente por el bebé—señaló a Fred—, pero Wesley está haciendo las cosas bien. Y creo que es lo que todo el mundo querría de hijo, amigo, compañero y creo que quizá también lo sea de esposo. Camille—volteó hacia ellos—, no lo maltrates tanto aunque a veces se lo merezca... Ha pasado por mucho y decir que la vida los ha puesto juntos en este momento, debe significar algo...—miró a lo lejos, en cuanto notó que Silver llegaba después de que desapareció por casi quince minutos, procurando escuchar el discurso con atención, con una copa de champán en su mano y sujetando la mano de Brad que envolvía su cintura mientras le susurraba algo en el oído que la hizo sonreír—, algo... Bueno, se alejaron y se volvieron a encontrar. Comencemos a creer que fue una señal—relamió sus labios, cortando sus palabras y alejándose del micrófono dándole de nuevo la oportunidad a Fred quien le miraba extrañado.

—Conocí a Wesley, yo estaba llorando en mi casa un día que estaba aburrido... Y Wes me dijo que me callara, lo primero que pensé fue que era muy malvado—rió—, después conocí a sus hermanos y entendí que si existían personas peores—rió de nuevo, observando a la pareja de gemelos que reían también en una de las mesas de la familia.

Oliver se perdió en las palabras de Fred sin poder dejar de ver la escena al fondo en el que Silver olvidaba todo eso que había dicho sobre Brad semanas antes. Y aquello no se sintió bien, y no sabía si era porque tal vez no había sido una buena decisión darle otra oportunidad o porque de nuevo sentía que la perdía aunque en verdad en ningún momento la tuvo. De cualquier forma, sintió que cayó; y se golpeó, fuerte, y por primera vez sintió que algo dolió de verdad.

*

—¿Hay oportunidad de que me amputen el brazo?

—Oliver, cállate—Claire continuó vendando parte de la muñeca del chico, con sumo cuidado y a la vez muy harta de que hablara tanto.

—¿Te lo imaginas? Yo, sin un brazo.

—No te van a amputar el brazo—lo miró fijamente e intentó sonreír.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —el chico sonrió, pero era una sonrisa muy despistada y chueca que no era difícil leer. Con ojos perdidos y más optimismo de lo normal; estaba a punto de reñirle por eso pero sabía que estaba metido en tantos problemas que mejor calló.

—Es urgencias, siempre estoy aquí y cuando una enfermera te reconoció, gritó, y vine a verte; me dejaron atenderte.

—Eres fantástica.

—Es mi trabajo—miró el reloj de la pared, eran poco más de las tres de la mañana y después a Oliver quien estaba sentado en una cama apartado de los demás con cortinas—. ¿A quién podemos llamar para que venga a ayudarte?

—¿Entonces no morí?

—No.

—Wow, juro que vi mi vida pasar frente a mí.

—Oliver... Tuviste un accidente y la policía está aquí por ti; te pasaste una señal y te golpeaste con un poste de luz, saliste casi ileso—explicó, tocando con delicadeza su golpe en la frente y revisando después los puntos que le habían hecho en la barbilla—. Es casi increíble que no te hayas roto algo, ni siquiera una costilla. Ya descartaremos si no hay una astillada.

—¿Voy a ir a prisión?

—No estoy segura.

—No puedo ir a prisión, Owen me mataría.

—Piénsalo mejor cuando conduzcan ebrio—se cruzó de brazos—. No lo hagas de nuevo.

—Sí... En realidad, estaba hablando por teléfono también, estaba enojado—frunció el ceño recordando eso, poniéndose de pie pero Claire lo obligó a sentarse de nuevo cuando éste hizo un gesto de dolor.

—¿Qué? ¿En qué pensabas?

—¿Dónde está mi teléfono? —comenzó a buscarlo a tientas en su ropa, mientras que Claire negaba con su cabeza.

—Destrozado en el auto, tal vez. Un testigo de otro auto dijo que quiso saber si estabas bien y lo primero que hiciste fue salir a buscar tu teléfono y después te desmayaste en la calle.

—¿Podrías decirle a Silver que estoy bien?

—¿Estabas hablando con ella?

—Sí.

—¿Por qué? Es tarde.

—Ha sido una noche muy larga—frunció el ceño, rehusándose a responder.

No quiso decir más, pues ella sabía muy bien de qué lugar había salido pues el esmoquin no pasaba desapercibido y recordarle la fecha que tenía meses en la mente de todos, no iba a ser ningún bien. Claire había sido invitada, y había aceptado ir pero canceló de último momento por cubrir un turno en el hospital aunque él era el único que sabía que lo había hecho a propósito y así tener un pretexto.

—¿Fue bonito? —preguntó.

—Fred y yo dimos un discurso—respondió.

—¿Lloraron?

—No.

—¿Y por qué terminó tan tarde?

—Terminó temprano—hizo una mueca—, yo fui a ahogarme a otra parte—sonrió de mala gana—. Lo más cobarde, ¿no? —rió—, creo que ahora te comprendo y envidio lo fuerte que has sido.














10 de junio, aniversario de Wesley y Camille jojo

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