Cuarto álbum | Chasing cars
Cool Song No. 1 | Stolen dance
Vancouver, Agosto 2017
Oliver respiró hondo mientras pasaba su lengua por toda su boca, cerró sus ojos y rascó su barbilla, esperando a que todo lo golpeara para poder irse a la cama y quedarse ahí hasta que todo pasara.
—¿Aún te duele? —su amigo llegó, y él ignoró por completo lo que hizo y negó con su cabeza a lo que Roel preguntó.
—Ya nada—fue lo único que dijo al ver como éste se acercaba
—Ya no se te nota tanto—Roel entrecerró sus ojos tratando de ver lo que había quedado las puntadas de la herida de Oliver en su barbilla—, ya casi eres un chico lindo otra vez—bromeó, alejándose y jugando con su cigarrillo en sus labios mientras intentaba escoger algo de refrigerador.
—No te pregunté—dijo el castaño, bostezando.
—Bien—rió—. ¿Me prestas la habitación de invitados? —preguntó al sacar dos latas de refresco.
—¿Para qué? —frunció el ceño.
—Ya sabes—enarcó una ceja riendo. Señaló hacia los demás quienes tenían una charla animada, todo por el cumpleaños número veinticinco de Oliver. Habían ido a un club y recién llegaban al departamento del chico para continuar la fiesta ahí.
Oliver notó como Roel se refería a Claire.
—Ah, sí claro—se encogió de hombros un tanto desorientado—. Creí que ya no estaban juntos.
—No lo estamos—hizo una mueca—, pero somos buenos amigos—sonrió después.
—Oh, bien—frunció el ceño. No muy seguro de cómo tomar eso.
Salió de la cocina tratando de ahuyentar aquella imagen de su mente al ver la puerta abrirse, mostrando a Wes con una expresión de cansancio quien claramente no queremos estar ahí; seguido de Camille quien parecía más alegre que de costumbre.
—¿No iban a irse a casa? —preguntó al parase frente a ellos.
—Si quieres nos vamos—Wesley bromeó señalando la puerta principal, pero al mismo tiempo esperando que le dijera que sí.
—No, está bien—Oliver no entendió el chiste; no tenía muchas ganas de pensar en realidad—. Wow, luces como la viuda más orgullosa del mundo—la señaló de arriba abajo, haciendo énfasis en el estilizado vestido negro que llevaba esa noche y apenas hasta ese momento notó.
—Oh, gracias—dijo con ironía—. Se me hacía aburrido volver a casa tan temprano—habló, queriendo acomodar su cabello y respiró hondo al ver la botella de cerveza que Oliver tenía en su mano. El castaño olvidó dejarla, pues estaba vacía.
—Hay en la cocina—dijo él.
—No, no puede beber—Wesley le recordó, a lo que ella rodó sus ojos como si ahora quisiera hacer un puchero.
—Esto apesta—se quejó fingiendo una sonrisa—. Sinceramente, ya nada es divertido—se encogió de hombros—. Pero qué hacemos, ¿eh? Estoy en casa todo el día y comienzo a sentirme como la esposa trofeo de un millonario.
—Oh—Wes pronunció enternecido—, cree que somos millonarios—se burló—. Estás todo el día visitando a amigos y comiendo en restaurantes a los que nunca he ido—enarcó una ceja—, si sigues así, no creo que podamos ser millonarios algún día.
—De alguna forma me tengo que divertir—dijo obvia.
Wesley rodó los ojos y simplemente se alejó de ellos, excusándose en voz baja con que quería ir al baño, pero ambos vieron como primero paró donde Fred y lo saludó para después quedase charlando ahí.
—¿Por qué no encuentras un pasatiempo? —cuestionó Oliver.
—Cocinar es mi pasatiempo—fingió ofenderse—, pero ya no tengo a quién cocinar.
—No sabía que te gustaba hacer eso.
—Yo tampoco—se encogió de hombros—, pero cuando papá me corrió de casa y fui a donde mi madre, ella me condicionó y tuve muchos empleos, la mayoría en restaurantes; después me di cuenta que no me disgustaba la cocina y quise tomar un par de cursos, al parecer la comida no me sale tan mal, no como todo lo demás.
Oliver rió.
—También me corrieron de casa.
—Y así fuiste a caer con Wesley y Fred—asintió, después de todo ya sabía la historia—. Al menos puedes decir que no tuviste todo en bandeja de plata.
—¿Cuál bandeja de plata?
Camille frunció el ceño y al notar que él en verdad no entendía, mejor quiso dejarlo como estaba.
—Y si cocinas bien, ¿por qué no buscas un nuevo trabajo que tenga que ver con eso?
—¿Acaso parece que necesito hacer eso?
Oliver la miró fijamente intentando adivinar lo que ella quería decir, pero al mismo tiempo se sentía tan lejano de la situación que no lo intentó demasiado pues no faltaba mucho como para que todo dejara de tener sentido.
Sabía que eran pasadas de la una de la madrugada del día después de su cumpleaños, hace unas horas había estado divirtiéndose con música y decenas de personas que al parecer lo conocían pero no lo suficiente como para él conocerlos a ellos. Personas que solo aparecieron por el buen momento que estaban presenciando.
Había recibido obsequios, numerosos mensajes de felicitación que no alcanzó a leer y tantos abrazos que ya dolía mantener una sonrisa de agradecimiento después de terminarlos.
—¿Te pasa algo? —Camille le miró con cuidado, mientras intentaba tomarle del brazo para moverlo y que él saliera de ese pequeño trance.
—Estoy bien—respondió en seco—. Felicidades—dijo, viéndola con una sonrisa tratando de aparentar.
—Felicidades también—dijo no muy segura de que él estuviera bien.
—Entonces el cambio de Wes a Vancouver es definitivo...
—Yo quería quedarme en Toronto—se encogió de hombros y suspiró—. Su empleo era mejor pero él no quería estar lejos de su familia y bla, bla, bla.
—¿Puedes hacerme un favor? —relamió sus labios, tomándola del hombro para que ella notara que hablaba en serio. Camille asintió perpleja haciendo énfasis al tacto que él le dio—. Creo que me voy a dormir, podrías pedirle a Fred que se encargue de que todo esté bien, que cuide que todos se vayan a casa, que puede quedarse en la habitación de invitados... Ah, no, se la prometí a Roel—se golpeó la frente cerrando sus ojos, tratando de pensar—. Bueno, solo dile eso—se dio por vencido.
—Bien...—respondió, confundida y vio como Oliver se alejaba lentamente hasta las habitaciones.
Oliver no era bueno guardando secretos, y no porque no lo intentara sino porque de alguna u otra forma, su cerebro olvidaba que no debía decir todas esas cosas. Estaba experimentando cierta nostalgia combinada con preocupación que no quería admitir, era extraño porque nunca se había sentido de esa manera pero, en ese momento, al darse cuenta de que, entre la tenue música que se combinaban con las charlas de sus amigos, había una voz que resaltaba del resto, le hizo sentir como estaba a punto de explotar ahí mismo.
Silver hablaba, reía y contaba anécdotas bonitas que pasaron entre ella y Brad la semana pasada. Las escuchó antes de ir a la cocina por ayuda y las escuchó cuando estaban en sus mesas del club, y ya las había escuchado una vez más esa mañana que fueron a la cafetería con Fred y Claire.
Por poco se para en medio de todos, los hacía callar para después gritar que todo eso era una gran mentira. Pero no, por primera vez en su vida había guardado un secreto que prometió no soltar hasta que ella se lo pidiese. Porque nadie se lo había preguntado ni había tenido una oportunidad, ya que al parecer nadie notaba que pudiese haber algo mal en ellos desde la última vez que regresaron a estar juntos en la boda de Wes.
Y quisiera decir que aquello que le confesó Silver esa tarde en los columpios había sido la única vez, pero no es así. Apenas habían pasado dos meses de eso y Silver había llorado por teléfono con él más de dos veces por razones parecidas; para después hacerlo prometer que no diría nada a los demás.
Quería solo culpar a Brad, pero Silver lo permitía como si fuese cualquier cosa, aun sabiendo que lo que él hacia estaba mal. Y no podía ayudar a alguien que se cegaba cada vez más aunque todo fuese más claro que el agua. Ella era cómplice de todo eso.
Ya no quiso saber más, abandonó la reunión y se sumió en el silencio de su habitación, tumbándose en la cama para poder esperar a que todo le golpeara como planeó. No pasaron más de cinco minutos cuando así pasó.
Cool song no. 2 | Flourescent adolescent
Vancouver, Octubre 2017
—Solo digo que podría ser un buen experimento—acomodó el teléfono celular entre su oreja y su hombro para poder abrir la puerta del departamento mientras escuchaba a Roel decir sus propuestas aunque no la estuviera reteniendo en su mente y respondiera lo primero que se le venía a la mente—. ¿Y ya añadiste la colaboración con Tilda? —insistió, tras abrir y golpear sus zapatos contra el suelo para que todo el exceso de agua en ellos se quedara afuera—. Sería genial, ¿no crees? —entró por completo y lo primero que vio fue a Luigi conducir en la pantalla de la televisión—. Te llamo luego—dicho eso, terminó la llamada y cerró la puerta detrás de él.
—Hey, Wes—saludó al adivinar a quién le pertenecía la cabeza de la persona que estaba en el sofá, él tenía a Eleanor en su regazo—. Hola, El—añadió yendo directamente hacia la cocina. Miró de reojo como la niña intentaba conducir el juego con un mando en forma de volante de auto, pero Wes hacía todo al colocar sus manos sobre las de ella.
—Sé conducir—respondió la niña después.
—Sí, te prestaré mi auto a la próxima—dijo Oliver entrando a la cocina y abriendo el refrigerador en busca de algo de beber—. ¿Qué haces aquí?
—¿Qué hago aquí? —Wes rió—. Me aburría en casa.
—¿Y Camille?
—Salió con no sé quién en busca de algo para ponerse en la fiesta de Acción de gracias de la firma—enarcó una ceja sin dejar de ver la televisión—. Dice que ya nada de su ropa le queda—se encogió de hombros—. Lo cual no es cierto y eso que se la ha pasado comiendo como loca.
—¿Sabes qué es lo bueno de la paternidad?
—Mmh... ¿El amor que sientes por humanos pequeñitos? —Wes enarcó una ceja intentando adivinar.
—Iba a decir que la leche en polvo pero eso es genial también.
—¡Gané! —Eleanor levantó sus manos emocionada al ver terminada la carrera y miró a Oliver—. ¡Gané! —repitió.
—¿Me dejas jugar? —preguntó el chico acercándose a la sala.
—No—frunció el ceño y tomó de nuevo el mando.
—¿Y tú qué haces aquí? —preguntó Wes, buscando una nueva carrera para jugar.
—No tenía comida en casa.
—¿Por qué no?
—Porque olvido comprarla. Casi no estoy ahí—se excusó.
—¿Saben? Cuando alguien se muda, esperas que esa persona no siga apareciendo como si aún viviera aquí—la voz de Fred llamó la atención de los tres, el rubio salió del pasillo, notando al recién llegado mientras secaba sus manos con una toalla pequeña.
—Hola, bebé—saludó Oliver bebiendo de su lata de refresco y después llevando sus ojos a la televisión—. Después te regreso las llaves.
—¿Aún no le has regresado las llaves? —Wes rió.
—Tú tampoco—Fred le recordó.
—Es mi recuerdo—se defendió.
—¿Hay planes hoy? —Oliver preguntó pero nadie respondió realmente. Wes hizo una mueca que demostraba no saber mientras que Fred se cruzaba de brazos tratando de pensar en algo.
Era la primera vez en semanas que se encontraba con ellos dos juntos, tenían más suerte si era por accidente que planeando una reunión con días de anticipación. Wesley trabajaba todo el tiempo y en sus momentos libres a veces era llamado para seguir con ello; Fred iba a la universidad, recogía a Eleanor del jardín de niños y después se la llevaba lo que restaba de la tarde a su estudio donde se quedaban hasta que fuese hora de cerrar, y cuando regresaba a casa a esperar a Sue ya estaba muy agotado como para aceptar una salida como antes.
—Encontré una cana en mi cabeza—dijo después al darse cuenta de que no seguirían ningún plan en específico.
—Yo tengo algunas—Wesley dijo sin tomarle importancia—. ¿Qué tiene de malo?
—No quiero ser viejo—se encogió de hombros.
—¿Sabes qué es peor? —Fred dejó caer sus brazos y caminó hasta el sofá donde estaba Wes y Eleanor y se dejó caer ahí—. Papá está casi calvo—arqueó sus cejas—, mi destino está escrito.
—Yo acaricio la cabeza del abuelo Bastian y pido un deseo—Eleanor dijo.
—Si yo hago eso, me gano ser desheredado.
—Esta niña no le teme a nada—Oliver rio.
—Creí que ya estabas desheredado—Wesley rió sin dejar de ver el videojuego, frunció el ceño al meterse en él de nuevo.
—Bueno, no sé—miró a Oliver—. Creo que ya estoy haciendo las cosas bien y ha escrito mi nombre de nuevo en su testamento.
—¿Tan difícil era hacer las cosas bien desde un principio? —su mejor amigo arqueó las cejas y le dio un vistazo de medio segundo.
—Oye, es que nos gusta jugar a la vida en nivel leyenda—Oliver lo defendió.
—Él me crió, debía saber a qué se enfrentaba.
—Cuando te llaman de la oficina del director diciéndote que tu hijo se peleó con otro niño solo porque se llamaba igual que él, creo que es una buena señal—Wes rió.
—¿Te peleaste por eso? —Oliver carcajeó sin poder entender.
—¡No fue mi culpa! —dijo de inmediato. Procurando que Eleanor no escuchara que él había peleado alguna vez pero notó como ella parecía muy entretenida "conduciendo" —. Fue culpa de Wes.
—No creí que fueses tan tonto.
—¿Qué le dijiste? —Oliver cuestionó al castaño quien solo negó con su cabeza con una sonrisa recordando.
—Le dije una vez, que cuando conociera a alguien con su mismo nombre, ambos tenían que pelear a muerte para saber quién lo merecía más—rodó los ojos—. Se le quedó grabado y empujó a Fred Robinson al lodo y... lo demás es historia.
Oliver ahogó su carcajada esta vez y prefirió terminarla bebiendo de su lata.
—Ya, ya—el rubio se mostró molesto—. Wesley estaba tan traumado con las bromas de sus hermanos que me las hacía a mí, la típica historia de un chico violentado.
—Mis hermanos a mí, yo a ti, tú a Laurie...
—¿Y Laurie a quién?
—A ti también, eso es recíproco—Wesley rió recordando algo —, Una vez—pausó el juego y Eleanor se quejó, enojándose también—. Espera, debo contar esto—le dijo de inmediato y la niña se cruzó de brazos molesta—. Lo reté a que yo soportaría más golpes en la cabeza que él. Aceptó el reto y lo golpeé durante casi veinte minutos hasta que ya no sintió su cabeza; cuando fue su turno de golpearme, solo dejé que me diera un golpe y me quejé de dolor dándome por vencido. Festejaba ese triunfo hasta que lo entendió cuando íbamos en secundaria.
Oliver arrugó su nariz.
—¿Fred te ganó en una competencia de golpes? —bufó.
—Creo que no entendiste—el rubio frunció el ceño mirándolo.
—¿Quieres jugar? —Wesley enarcó una ceja.
—Bien, pero voy primero—Oliver se acercó emocionado.
—No, creo que no entendió.
Fred suspiró después.
—Eleanor, vamos, tienes que darte un baño.
—Pero me bañé ayer—hizo un puchero, mirando a su padre al levantarse del regazo de Wes—. Quiero jugar—señaló la televisión.
—No lo voy a pedir otra vez—dijo son seriedad—. La última vez tu mamá se enojó porque no te diste un baño temprano—le recordó.
—Mamá siempre se enoja.
—Sí, pero se enoja conmigo y no contigo—insistió.
—No dejes que te controle, papi.
—Eleanor...—dijo en tono más serio.
—Pero ahora que tiene nuevo novio, está más feliz—Eleanor dijo obvia, haciendo que el rostro de Fred cambiara drásticamente abandonado su molestia fingida y se cruzó de brazos al desconocer ese dato.
—¿Tú mamá tiene novio? —enarcó una ceja, la pequeña rubia asintió bastante segura de ello sin darse cuenta de lo que significaba eso.
—¡Sí! Tiene los ojos así—con sus dedos, jaló sus ojos desde la comisura de éstos y después sonrió—. Park, como un parque. Park, Park—inclinó su cabeza de un lado a otro.
—Park—corrigió Fred seguro de eso.
—Sí, me compró un helado mañana—sonrió más al recordar el gesto.
—No creo que deberías hacer eso para referirte a las personas coreanas—Wesley dijo cambiando el tema—. Creo que es racista...—intentó explicar.
—¿Qué es racista? —preguntó ella.
—Bueno, no lo hiciste con mala intención, dejémoslo así—Wes dio punto final al tema.
—¿Por qué Park otra vez? —dejó caer sus brazos, harto.
—¿Por qué no? El chico no se rinde—bromeó Oliver ganándose una mirada de pocos amigos de Fred—. ¿O sí? —se encogió de hombros.
—¿Saben? No es bonito enterase de que otro hombre le compra helados a mi hija además de mí.
—Por Dios, Fred—su mejor amigo arrugó su nariz—. Ele no te va a cambiar—miró a la niña—. ¿Verdad?
Ella negó seriamente con su cabeza.
—Ve y haz feliz a papá, ve a darte un baño—le movió el brazo para que dejara de ver a Fred, Eleanor simplemente asintió y corrió hasta el rubio, dándole un corto abrazo a sus piernas y después se dirigió al baño.
—Sí, porque después vas a terminar como el Señor de las moscas—bromeó Oliver.
—¿Nunca leíste ese libro, verdad? —Wes enarcó una ceja.
—¿Es un libro? —el castaño frunció el ceño.
La puerta principal se abrió mostrando a Silver hablando por teléfono, sosteniendo una pila de libros que por poco se cae mientras intentaba hacer que su evidente enojo no los lanzara contra los demás. Decía muchas cosas que casi no se lograron entender y prácticamente ignoró que ellos estuvieran ahí; cerró la puerta con su pierna maldiciendo por ello y toda esa rabia acumulada se transformó en llanto que quiso ocultar alejándose de la sala casi corriendo hasta encerrarse en su habitación.
—Oh, no—Fred golpeó su rostro con la palma de la mano y negó con su cabeza.
—¿Otra vez? —Wes hizo una mueca.
—¿Cuántas veces han terminado en lo que va del año?
—Si terminaron hoy... Ésta sería la cuarta vez... Quinta, tal vez—respondió el rubio.
—¿Por qué permites que ande con ese tipo feo? —Oliver arrugó su nariz, mirando a Fred quien simplemente se encogió de hombros.
—No puedo prohibirle cosas.
—¿Pero si podías prohibirme a mí?
—Eres un caso especial, ella era menor de edad—se excusó.
—¿Y esto es mejor?
—Muy bien—Wesley se puso de pie—. Silver está llorando ahora mismo, ¿no deberíamos hacer algo?
—Ni siquiera sabemos si terminaron—Fred dijo.
—¡Papá! —Eleanor gritó desde el baño.
—¿Ya estás dentro de la bañera? —gritó también.
—¡Sí!
—¿Ya quieres salir?
—¡Sí!
—¡Ya voy! —suspiró—. Iré a ponerle shampoo, después hablamos de esto—caminó rápidamente hasta el baño.
—Amarías tanto que Silver dejara a Brad, ¿no es así? —Wesley sonrió hacia Oliver quien de un momento a otro ya estaba respondiendo un mensaje en su teléfono.
—Mmh... No tanto por mí—respondió sin dejar de leer—. Creo que nadie debe tener un novio violento que te insulta solo porque no respondes sus mensajes ni que te obliga a dejar de hacer lo que te gusta solo porque está celoso de tus amigos —murmuró.
—¿Qué?
—Oh, no debí—dejó de ver la pantalla del móvil y miró a Wes con algo de miedo.
—Sí, si debiste.
—Prometí que no lo diría.
—Oliver, si algo malo está pasando debes decirlo—dijo entre dientes.
—Pero se lo prometí a ella, y ella dijo que lo dejaría.
—Y no lo cumplió.
—Bien, ya, te lo dije, ¿y qué hago? Sigue estancada con él aun sabiendo lo que es.
—Piensa como su amigo, Oliver, solo eso.
—Quiero arrancarle la cabeza a Brad.
—Y yo te doy permiso de eso.
—¿No eres alguien que respeta las leyes o algo así?
—Ah, es cierto—hizo una mueca—. ¡Fred!
—¿Qué? —se escuchó desde el baño.
Wesley respiró hondo y fue hasta él, seguido por Oliver, ambos se asomaron en el pequeño cuarto y vieron como el rubio estaba en cuclillas frente a la bañera, con las mangas de su camisa hasta los codos y muy salpicado de agua mientras intentaba hacer más espuma en la cabeza de Eleanor, quien solo reía como si disfrutara ver a su padre así.
—¿Qué? —repitió, tallando su ojo derecho con sus manos llenas de jabón y de inmediato se quejó buscando una toalla.
—¿Sabes dónde puede estar Brad ahora mismo? —preguntó Wesley, de una forma tranquila y con una sonrisa que reflejaba malicia.
—Creo que estaciona coches en L'Abattor, no estoy seguro—respondió, sin dejar de hacer lo que hacía, y les miró al captar lo que querían—. ¿Qué van a hacer?
—Lo visitaremos—Wesley respondió.
—¿Para qué?
—No fue mi idea—Oliver dijo de inmediato señalando a Wes al notar la mirada de Fred en él.
Wes insistió con su mejor amigo, intentando tener una charla telepática con él mientras el rubio simplemente pensaba, quitando el jabón del cabello de Eleanor quien estaba muy atenta a los hombres que estaban afuera del baño interrumpiendo su baño.
—Espera, cambio a Eleanor y nos vamos—fue lo único que Fred dijo, a lo que Wesley sonrió y se retiró de ahí.
—Pero... ¿Qué van a hacer? —le siguió Oliver.
Cool song no. 3 | Bad reputation
—Aun no entiendo la idea—Oliver masticaba una barra de chocolate que encontró en el auto de Wes y después de eso se fijó en la fecha de caducidad que esta tenía—. ¿Qué esperamos?
—Debí haber dejado a Eleanor cuando vimos a Sue en la entrada—murmuró Fred, en el asiento trasero viendo como Eleanor dormía después de su baño sobre su silla especial.
—Así está bien—Wes se giró para ver a su mejor amigo—, así Sue se encarga de consolar a Silver—dijo.
Oliver siguió comiendo la barra de chocolate e intentó ver por su ventana a donde todos procuraban al estacionarse frente al restaurante que Fred había dicho, donde Brad charlaba con sus compañeros de trabajo mientras esperaban por algún comensal que quisiera estacionar su auto.
—No puedo creer que haya conseguido eso después de mí—se burló, en voz alta, a lo que Wesley rió.
—¿Ideas? —el castaño dijo, Oliver le miró confundido.
—¿No tenías una idea ya?
—Mmh...—Wes miró a Fred atrás y el rubio simplemente negó con su cabeza quitándole cualquier idea que tuviese—. Ya no podemos hacer ese tipo de cosas—se encogió de hombros—, ya tenemos cosas que perder.
—¿Qué pensabas hacer?
—Bueno, recordé la humillación pública que le hicimos pasar al novio de nuestra amiga Janeth... Su novio en aquél entonces—rió.
—Jesse era el chico más grosero y repugnante del mundo, digo que era porque no sé si ha muerto—Fred continuó—. Hizo que Janeth dejara de hablarnos porque le parecía mal que tuviese amigos hombres y después hizo que ella dejara la clase de música porque la mayoría de sus compañeros eran chicos, ¿sabes qué tan ridículo es eso? ¡Mucho! Porque después de tocaron fondo, Janeth se declaró lesbiana—rió—. Oh, Jesse.
—Nuestro cerebro de quince años nos hizo buscar a Jesse después de ver a Janeth llorar, no quería dejarlo porque tenía miedo de que todos supieran que le gustaban las chicas, en fin; otro par de amigos y nosotros fuimos hasta su trabajo en McDonald's e hicimos un escándalo que por poco termina en golpes y... Wow, se ve más divertido en mi cabeza—Wes paró de hablar y se recargó en su asiento analizando aquello.
—¿Y cuál crees que es la razón por la cual Silver no lo abandona? —Oliver preguntó—. ¿Creen que sea lesbiana también y le de miedo admitirlo?
—Creo que lo sabríamos—dijo Fred.
—Bien, ¿qué haremos? —Wes regresó, viendo de nuevo por la ventana de Oliver y negando con su cabeza al ver a Brad reír.
—¿Quién no tiene algo que perder? —Fred cuestionó.
—Soy figura pública—Oliver dijo de inmediato—. Estoy condicionado después de mi accidente.
—Mi trabajo se basa en seguir las leyes—Wes se encogió de hombros, y después de eso, ambos voltearon hacia Fred quien simplemente se sintió ofendido.
—¡Hey! Tengo cosas que perder—miró a Eleanor dormir—. Se supone que estoy forjando a una persona.
—Está dormida, vamos—Oliver le guiñó el ojo.
—¿Qué harías si una persona le hiciera eso a Eleanor en un futuro? —Wes quiso persuadirlo, pero Fred simplemente rodó los ojos y de mala gana comenzó a abrir la puerta para salir.
—Si Eleanor despierta—se asomó por la ventana de Oliver—, intenten que duerma de nuevo—dicho eso, cruzó la calle tras respirar hondo.
—No debimos—Wesley se arrepintió tras ver a su amigo acercarse a Brad, quien a la vez parecía muy sorprendido de verlo ahí.
—Fred no necesita mucho para hacer un escándalo—Oliver dijo, mordiendo la barra de chocolate otra vez y subiendo el volumen de la radio—. Estoy en la radio—dijo un tanto emocionado, subiendo más el volumen tras reconocerse.
—Estás en la radio desde hace dos meses.
—Cuando estés en la radio, quiero que no te emociones ni un poco.
—En serio, creo que no debimos—Wes ignoró lo que Oliver dijo, ambos miraron como Fred comenzaba a hablar sin parar al chico quien solo sonreía fingiendo que no sabía qué pasaba.
—Lo detesto porque actúa como si fuese la persona más agradable aun cuando es un chico repulsivo y violento que golpea a su novia solo porque no puede controlar sus impulsos.
Wes frunció el ceño, golpeó el brazo de Oliver y éste se quejó de inmediato mirándole con enojo.
—¿Silver te dijo eso?
—¿Qué?
—¿Ha intentado golpearla? —preguntó, con un tono de alto y bastante molesto.
—Sí...—dijo con algo de miedo—. Nadie deberían contarme secretos—se dijo a sí mismo.
—¡Oliver!
—¿Qué? Ella lloró, y me hizo prometer que dejaría que ella se encargaría de eso, no me pegues, soy humano—soltó rápidamente.
Wesley negó con su cabeza, quitando su cinturón de seguridad y abriendo la puerta lo más rápido que pudo; quitó la sortija de matrimonio que tenía en su mano izquierda y la dejó en el portavasos.
—Cuida a Eleanor—dijo antes de salir y cerrar su puerta.
—Pero...—Oliver frunció el ceño, molesto también al ver como Wes cruzaba la calle e iba donde Fred quien parecía que ya había entrado en calor pues varias personas ya se habían detenido a presenciar aquello—. Eleanor, perdóname por esto—salió del auto, y fue hasta la puerta más cercana a la niña para tomarla en sus brazos, procurando ser cuidadoso y no despertarla pero en el momento en el que intentó quitarle el cinturón de seguridad, ella abrió sus ojos, pero volvió a cerrarlos en cuanto Oliver la cargó y de inmediato le rodeó el cuello con sus brazos.
Cruzó la calle con cuidado de los autos y poco a poco comenzó a escuchar más la discusión que Fred había creado y a la cual Wesley se había metido también, todo eso mientras Brad apenas si respondía algo, muy confundido.
—¡Fred! —Oliver se paró detrás de él, con Eleanor en sus brazos y tratando de que dejara de soltar amenazas como si se tratara de un padre a su hijo, pero casi dispuesto a regresar un golpe si Brad lo soltaba primero.
Wesley empujó a su mejor amigo para que se retirara de ahí, casi arrastrándolo, ahorrándose todos los comentarios que se creó al salir del auto y ver el problema que se había creado. Oliver rápidamente le cedió a Eleanor haciendo que Fred dejara de hablar y, sin dejar de mirar con odio a Brad, tomó a Ele alejándose un poco ignorando completamente que las personas miraban.
—Brad, veníamos realmente convencidos de que queríamos romperte la cara— Oliver habló, siendo ahora el centro de atención.
—Yo lo hago sin problemas, no me importa—dijo Fred atrás.
—A mí tampoco me importa—Oliver sonrió, maliciosamente haciendo que Brad se retractara un poco mirando a su alrededor buscando a alguien que parara eso—. Pero definitivamente no creo así aprendas una lección—rió—. En realidad, no creo que la aprendas nunca porque con ninguna oportunidad que Silver te ha dado, lo has hecho.
—No sé de qué demonios están hablando, chicos—Brad sonrió, fingiendo demencia mientras trataba de convencer a los demás que los tres eran unos locos.
—He soportado este secreto por meses, ¿sabes? He soportado las ganas de arrancarte la cabeza por estar dañando a una de las personas que más quiero—Oliver dijo, en un tono más bajo y serio—. Solo... Púdrete... No sé, solo no vuelvas a su vida, ¿sí? —dijo no muy seguro de lo que estaba diciendo ni de la forma en la que lo dijo a pesar de que tenía cosas mejores para gritarle, pero por alguna razón no sintió que valía la pena insultarlo ahí
Quiso dar media vuelta para marcharse pero lo primero que vio fue a Silver salir de un taxi, seguida de Sue quien intentaba pagarlo.
—Oh, no—se dijo a sí mismo en cuanto vio el enrojecido rostro de la chica tan enfurecido que ni siquiera se dignó a mirarlo cuando pasó a su lado.
—¿Cómo sabían que estábamos aquí? —masculló Wesley a Sue pero la chica le miró con desgano y fue donde Fred para ver a Eleanor.
—Fred me lo dijo cuando corría por las escaleras y solo me entregó el bolso de sus cosas en vez de a mí hija—dijo de mala gana, asegurándose de que la niña estuviera bien.
—Te detesto, siempre te detesté—lo empujó como pudo cuando llegó a él—. No sé en qué estaba pensando cuando creí que podría quererte de verdad. Ni siquiera sé por qué confiaba en que podías cambiar, eres la persona más perversa y mala que he conocido, y todo este tiempo sentía que era mi culpa sentirme de esta manera pero no, fuiste tú quien hizo que yo me creyera tus ideas locas de que todo lo malo que nos acontecía era por mi culpa...—Silver respiraba agitadamente, sin poder creer todo lo que acababa de decirle a Brad por impulso. Rápidamente limpió las lágrimas que alcanzaron a salir. No tenía preparado algo, solo salió, por el momento y, quizá, si ella hubiese estado a solas con él nunca se habría atrevido a hacerlo. Brad simplemente le miraba seriamente, como siempre cuando ella hacía algo que no le gustaba, esperando a que se disculpara o dijese que bromeaba aunque era difícil que alguien creyera eso—. Nunca me gustaron tus estúpidas cartas repletas de faltas de ortografía ni las rosas de disculpas, ni siquiera me gustan las rosas, ni siquiera tus estúpidas listas de reproducción de mal rap. Vuelve a tocarme y haré lo que sea, no me importa qué, para que te pudras y lamentes cada momento en el que creíste que te saldrías con la tuya.
—Yo creo que se ha entendido todo—escuchó en su oído como Oliver intentaba llevarla lejos de ahí. La sujetó gentilmente del brazo pero Silver se zafó de ese agarre.
Con todo el impulso que pudo tomar, pateó la entrepierna de Brad tal cual pelota de soccer y se marchó de regreso junto a Sue esperando que ella supiera a donde ir. Todos enmudecieron ante el gesto de dolor del chico enorme que poco a poco se encogió hasta casi quedar de rodillas, sin más remedio que retorcerse ahí.
—Lo siento, macho—le susurró Oliver antes de marcharse junto a ella.
Nadie dijo algo en camino al auto de Wesley, ni siquiera cuando intentaron entrar todos juntos ahí aunque pudiesen darles una infracción. Silver limpiaba cada lágrima que salía de sus ojos en un gesto repleto de orgullo y todos intentaban mirar su rostro esperando a que les dijera algo importante.
—Gracias por hacer lo que sea que intentaban hacer—murmuró la chica, quien venía en el asiento trasero justo en medio de Fred y Sue.
—Agradezco que hayas sido tú quien lo hizo porque si no...—Oliver rió con un ruido extraño en la garganta como si quisiera imaginar lo que tenía en mente.
—¿Quieres hablar de eso? —preguntó Fred, con Eleanor aún dormida en sus brazos.
—No ahora, solo quiero olvidar que fui muy estúpida.
—¿Por qué creíste que llevar a Eleanor con ustedes era buena idea? —le reclamó Sue entrando en razón.
—Mira, era eso o dejarla sola en el auto—Oliver se excusó, mirando por el espejo retrovisor—. ¿Acaso quieres que todos esos activistas con teléfono tuviesen evidencias de cómo fue abandonada en un auto?
—Además, está bien—Wes se encogió de hombros—. Duerme como una roca, como Fred pero en versión linda.
Cool song no. 4 | Tell me It's real
Vancouver, noviembre 2017
—¿Por qué me haces venir hasta acá? Apenas puedo subir las escaleras—se quejó.
—Te dije que esperaras en el auto.
—Necesito el baño.
—Y yo necesito el correo.
—Ya te dije que cambiaras tu dirección—dijo molesta.
—No, tengo la severa sospecha de que alguien se roba el correo, es mejor aquí.
—¿Y por qué no le dices a Fred que te la lleve a casa? —enarcó una ceja, quizá queriendo que él aceptara el hecho de que quería regresar a ese departamento por cualquier excusa pero la verdad no era esa.
Wesley usó la llave que aún no había regresado a Fred y abrió la puerta del su viejo hogar, dejando que Camille entrara primero.
—¿Saben? A veces siento que entrará alguien a robar y me asusto en verdad—Fred salió de la cocina con un bowl de papas fritas y negó con su cabeza—. Tu correo está sobre la mesa—señaló al centro de la sala—. Y Camille, ahí están los libros que le pediste a Sue.
—Wow, no creí que fuesen tantos—arqueó sus cejas al ver la pila de libros que había junto al correo de Wes—. ¿En verdad leyó tanto?
—Creo que si—Fred se encogió de hombros.
—Ahora parece tan difícil—miró a Wesley en busca de ayuda pero el castaño simplemente rió al revisar todo su correo.
Camille tomó uno de los libros y se sentó en el sofá para hojearlo, no pensaba leerlos en verdad, o no todos. Cuando Sue se ofreció a prestarle libros de maternidad imaginó que solo sería un par, no alrededor de siete.
—¿Mis pezones se harán oscuros? —paró en una página y arrugó su nariz—. ¿Qué? —frunció el ceño, y miró a Wes de nuevo—. ¿Por qué dejé de tomar esas pastillas? —se dijo a sí misma.
—Fue tu idea—Wesley le recordó—. ¿Qué te pasó en la nariz? —preguntó a Fred quien parecía tener un moretón sobre ésta.
—Oliver cobró venganza—sonrió con ironía y después ésta se fue con evidente molestia.
—Ahora estoy metida en un lío doble—dijo ella entre dientes, ignorando por completo la charla de ellos, siguió hojeando—. Espero que se parezcan a ti porque mamá dice que tanto Ben como yo, no nos callábamos toda la noche—hizo una mueca—. Vaya, creo que este libro sobre tus cambios durante el embarazo es mejor anticonceptivo que cualquiera—se burló—. ¿Por qué alguien quisiera tener más de un embarazo? Digo, todo te molesta, no puedes dormir en más de una posición, tienes hambre y sueño todo el tiempo, te hinchas y no importa cuanto lo desees, no puedes tener sexo.
—Sí, si puedes—Fred dijo, riendo.
—¿En serio? —Camille enarcó una ceja—. Sue y tú, ¿lo hacían?
—No, pero no por esa razón—se encogió de hombros.
—Pero... Tú—señaló a Wesley—. ¿Me tienes en abstinencia solo porque estoy gorda?
—No—Wes rió, al encontrar el sobre que encontraba—. Es solo que me da miedo—le miró.
—¿Miedo de qué? ¿De qué te aplaste?
—Gracias, Fred—Wesley dijo, sabiendo que aquello no se olvidaría fácilmente.
—¿Qué llegó? —Camille quiso cambiar de tema al darse cuenta de que si seguía, probablemente Fred sería testigo de algo feo. Wesley sacudió el sobre que importaba y se sentó a su lado.
—Una tarjeta.
—¿Y tiene buen crédito?
—No, porque es de débito.
—Ah, iré a hacer unos deberes, por favor cierren la puerta cuando salgan de mi casa—hizo énfasis en la última palabra y se marchó a su habitación.
—¿En serio te da miedo que te aplaste? —sonó molesta en cuanto sintió que Fred ya no estaba.
—No—rodó los ojos—. Es solo que me da miedo que pase algo malo.
—¿Sabes qué es malo? No disfruté la última vez que te llamé papi, ahora ya no podré hacerlo sin sentirme mal.
—No puedo creer que pienses en eso ahora.
—Bueno, estoy desesperada, mis hormonas están alocadas—se puso de pie lo más rápido que le permitió su vientre de cinco meses—. Iré al baño—le recordó, acomodando su oscuro cabello hacia un lado con una mano mientras que con otra bajaba su vestido pues éste subía al sentarse.
—Sí—él murmuró, leyendo con cuidado el sobre.
No pasó mucho en silencio, la puerta comenzó a hacer su típico ruido molesto gracias al truco que se tenía que realizar para que pudiese abrirse, y en su mente logró adivinar de quién se trataba. Quiso ser invisible por primera vez en su vida pero después simplemente se sintió patético por seguir sintiéndose de esa manera. No le importó en lo más mínimo y quiso recibirla con una sonrisa amistosa, pero ésta cayó al ver que ella no podría regresarle esa sonrisa aunque quisiera.
No porque aún se sintiera molesta o aquello fuese incómodo, había algo ajeno a ellos que le atormentaba en ese momento pues el rostro enrojecido de Claire y ese estallido de lágrimas que no pudo evitar en cuando Wes le dedicó una mirada, lo asustó. Se puso de pie dispuesto a preguntar pero Claire volvió a salir del departamento como si de repente le avergonzara aquello.
No lo pensó mucho como de costumbre, rápidamente fue tras ella aunque no sabía qué podía pasar exactamente. Abrió la puerta y salió cerrándola detrás de él. Claire negó con su cabeza y respiró hondo queriendo tranquilizarse para demostrar que estaba bien.
Se veía agotada y la suciedad en su ropa lo corroboraba pues al parecer no se había detenido a cambiarse antes de salir de su turno en el hospital como interna.
Wes enarcó una ceja evitando hablar y ella negó con su cabeza nuevamente.
—No creo que sea nada—dijo, lentamente y con algo de cuidado, pues no recordaba cuando había sido la última vez que hablaron a solas.
—Es algo tonto, si lo ves desde cierta perspectiva—respondió, respiró hondo y cerró sus ojos—. Estoy bien.
—¿No quieres hablar?
—Estoy bien—insistió con determinación y un tanto harta de repetirlo.
—¿Pasó algo malo con Roel? —él intentó adivinar.
Claire rió.
—¿Por qué todo tiene que ver con hombres? ¿Eh? —relamió sus labios y siguió negando con su cabeza, él simplemente se encogió de hombros.
—No se me ocurre otra cosa, creo fueron pocas las veces que te vi llorar, y todas esas veces fueron relacionadas con... nosotros.
—Sí, gracias—se apresuró a decir—. No es sobre eso, ¿sí? Es solo que... — dudó—. Vi a una niñita morir en urgencias por un accidente y, no es la primera vez que me toca ver algo así pero la niña era más o menos de la edad de Eleanor y comencé a ponerme nerviosa y no pude separar mi trabajo de mis sentimientos y eso me enoja mucho.
—¿Te enoja sentir empatía? —enarcó una ceja—. Lamento lo de la pequeña, en verdad...
—No quiero que esto me pase otra vez, solo...—acomodó su cabello detrás de sus orejas y negó con su cabeza—. Es tonto, lo sé.
—Las vidas no son tontas, te importan, y eso es bueno.
—Pero no puedo ponerme a llorar con cada persona que aparezca ahí—arqueó las cejas—. Mi mamá no quería que eligiera esta carrera porque decía que mi lado sentimental no me dejaría—bufó—, y que por eso no todos se atreven a poner su vida en manos de médicos mujeres.
—Entonces demuéstrale lo contrario...
—Eso trato pero no puedo sacarme de la cabeza el llanto de la madre de esa niña y que no hayamos podido hacer mucho... Fue horrible, todavía siento una pesadez enorme en mí y eso fue en la mañana.
Wesley sonrió, tranquilo.
—La relacionaste con Eleanor, eso es todo. Probablemente yo estaría igual que tú.
Claire pudo notar ese aire de extrañez que salía de Wes, muy diferente a lo que ella percibía de él antes y hasta cierto punto pudo encontrarse cómoda en la situación como si ya nada importara, y eso era cierto aunque no quisiera aceptarlo: ya nada importaba.
Wesley le parecía más alto y al mismo tiempo más delgado, mientras que ella se sentía más vieja y con un par de kilos de más, aunque probablemente solo ella podía ver esa diferencia. Se veía bien de cerca con su barba recién afeitada y ese olor a café que, podía jurar, se la pasó bebiendo toda la mañana en la oficina pues esa mancha de café negro en su camisa lo delataba.
Por un momento sintió el impulso de darle un abrazo y refugiarse en él. Pero pensó de nuevo y se detuvo.
—¿Si éstos fuesen un par de gemelos? —cuestionó, pregunta que prácticamente se le escapó y que Wesley entendió al ver la reacción de la rubia repleta de arrepentimiento.
—Más aún—respondió.
La puerta se abrió, mostrando a Camille confundida quien, según Claire, se veía mejor en esa faceta que en las demás, pues cargar con gemelos hacia que se viese tierna de alguna forma y abandonara esa impresión de chica mala que todos le otorgaban.
—Hola—Claire saludó, tallando su ojo derecho con fuerza—. Iré a dormir un poco—avisó, aunque sabía que eso no les importaba pero fue bueno para que, tanto Wesley como Camille se movieran y la dejaran entrar. Con pasos rápidos se alejó de ellos para no escuchar cualquier cosa que dijeran y se encerró en su habitación.
Camille miró a Wesley seriamente y él simplemente negó con su cabeza.
—¿Por qué lloraba? —ella preguntó, insistente. Queriendo que le respondiera que no tenía nada que ver con él.
Wesley negó con su cabeza rehusándose a darle importancia al momento—. Toma tus cosas, vamos a casa.
Cool song no. 5 | Mess is mine
Vancouver, Diciembre 2017
—¿Recuerdan a la madre sexy del parque? —Fred susurró, en cuanto colocó el pastel de cumpleaños de Eleanor sobre la mesa, aprovechando que solo Wesley y Oliver estaban ahí.
—¿Frida? —Wes adivinó.
—Sí.
—¿Conseguiste al menos entablar una conversación con ella? —Oliver se burló, queriendo meter su dedo en la cubierta del postre pero Fred le quitó la mano prohibiéndoselo.
—Tenemos una cita—dijo emocionado por ello.
—Que yo conseguí—Sue apareció detrás de él, con una pila de platos pequeños y un cuchillo arriba de ellos.
—Claro que no—frunció el ceño.
—Claro que sí—miró a ambos chicos que oían atentos—. Fui con él al parque y cuando Fred fue a pasear a Eleanor en los columpios, charlé con ella y resulta que el niño con el que Eleanor juega no es su hijo, sino su sobrino. Después dijo que el pequeño ama nuestro cuento y no podía creer que nosotros lo hayamos hecho—movió a Fred con su cadera y éste se quejó de ello—. Es veterinaria, tiene veintiséis años y es soltera sin ánimos de salir con alguien.
—Pero tiene la cita, ¿no? —Wesley preguntó.
—Sí, porque Fred rogó un poco hasta que al parecer ella se convenció con el hecho de que él dibujó todo el cuento, está anonadada por eso. Lo siente casi como una celebridad.
—¿Y le dijeron que me conocían? —Oliver bufó—. Prácticamente con eso ella ya aceptaría casarse contigo.
—¿De qué me sirve una chica que se tu fan? Se llenaría de decepciones conmigo—comenzó a poner las velas en el pastel, sumando un total de cuatro. Después de eso, Sue comenzó a encenderlas.
—¿Por qué celebramos el cumpleaños de Eleanor hoy? —preguntó Silver poniéndose de pie y tomando la mano de la pequeña rubia para que la acompañara hasta los demás en la mesa—. Es mañana.
—Porque tendré dos fiestas de cumpleaños—dijo ella, muy emocionada por eso.
—Iré a Vernon mañana para año nuevo—Fred aclaró—. Y Ele se quedará aquí y la familia de Sue hará su propia fiesta.
—¡Fiesta! —gritó la pequeña emocionada al escuchar la palabra.
—Bueno, yo daré mi obsequio primero porque necesito irme temprano—Oliver se puso de pie, bostezando mientras buscaba con la mirada el regalo que había comprado hace semanas. Estaba justo en la mesa de café de la sala—. Necesito dormir un poco antes de abordar el avión y ni siquiera he terminado de empacar—tembló gracias a los escalofríos que recorrieron su cuerpo y negó con su cabeza queriendo sacarlos de ahí.
—¿A qué hora sale tu avión? —preguntó Camille, quien intentaba ponerse de pie desde el sofá.
—A las 5 de la mañana, lo cual es terrible sabiendo que yo duermo hasta las once—se apresuró a llegar donde ella y la ayudó ofreciéndole su brazo para que se sostuviera.
—Buena suerte con eso—Camille sonrió como agradecimiento y fue donde los demás a la mesa.
—¿Me recuerdan que nombres piensan ponerle a los pequeños frijoles? —guiñó un ojo tratando de recordar mientras tomaba la caja de regalo que traía a Eleanor y se acercó de nuevo a la mesa.
—Nigel y... —Wes frunció los labios mirando a Camille mientras le cedía su silla.
—Travis—dijo ella, a lo que Wesley asintió no muy seguro.
—Probablemente esté en España cuando nazcan—dudó—. Buscaré un obsequio para ellos, tal vez un llavero con su nombre—rió, entregando la gran caja de regalo a Eleanor quien ya estaba sentada sobre la mesa mientras miraba atenta el fuego de las velas.
Sue sostenía sus manos pues ella sentía la necesidad de tocarlas aunque ya más de una vez éstas quemaron sus dedos.
—¿Vas a pedir un deseo? —preguntó Oliver colocando su obsequio frente a ella.
—Deseo que sea un dinosaurio—lo señaló.
—Cariño, si dices tu deseo, éste no se cumplirá—Silver dijo.
—Ah—frunció el ceño mirando de nuevo las velas y después sonrió—. ¿Puedo desear que todos me sigan queriendo aunque los bebés de tío Wes lleguen?
—No lo digas—Fred rió.
—Bueno—hizo un puchero. Cerró sus ojos y sonrió justo antes de apagar el fuego de sus cuatro velas de cumpleaños—. ¡Es un dinosaurio, ¿verdad?! —abrió sus ojos, extendiendo sus brazos hacia Oliver quien acercó la caja más a ella, la cual era casi más grande que ella, causando que todos rieran por eso.
—Averígualo.
Eleanor no lo pensó dos veces cuando retiró la tapa de la caja y sacó una gran cantidad de papel como si su vida dependiera de ello y gritó emocionada cuando lo descubrió.
—¡Triceratops! —sacó el enorme dinosaurio de plástico y lo abrazó como si se tratara de una muñeca de trapo—. ¡Gracias! —lo revisó como si quisiera cerciorarse de que era perfecto como imaginó.
—Bien, hora de la fotografía—Fred cambió el tema, riendo con su cámara en mano mientras se alejaba e intentaba colocara en un tripié.
—¿No esperaremos a Claire? —Sue preguntó, quitando las velas apagadas del pastel de cumpleaños.
—No ha regresado y Oliver tiene que irse—Fred dijo—, tomaremos otra después.
Sabía que nadie quería convertir la reunión en una despedida con sabor a nostalgia. Si, iba a irse por varios meses pero tampoco sentían la necesidad de decirle adiós como si nunca fuese a regresar; era trabajo y todos parecían felices por él, la única diferencia existente era que no lo verían todo el tiempo como se habían acostumbrado últimamente en todo ese tiempo que la banda estuvo en descanso.
La verdad era que no esperaba encontrar mucha diferencia en los próximos ocho meses, o al menos nada que lo tomara por sorpresa.
Dijo adiós con bromas sobre el futuro y lo que acontecía estar en otro continente. No fue tan sentimental como la primera vez que él salió de la ciudad por el mismo motivo, pensó que quizá era el hecho de que ya estaban acostumbrados a ello que no quisieron entrar en esos temas tristes y solo le desearon buena suerte; la única que lloró fue Eleanor pues todavía no comprendía que significaba irse solo por un tiempo, y lo entendía; porque el tiempo no se te escapa tan rápido cuando eres un niño.
—Ya sé dónde está la puerta—comentó Oliver, como una vaga broma para poder ahuyentar el silencio que tenían desde que salieron del departamento.
—Necesito hablarte de algo—Silver dijo, abrazándose a sí misma pues olvidó ponerse su abrigo al salir.
—Lo sé, pero no lo haces—se detuvo en la puerta principal, pero no la abrió pues hacía más frío afuera y sabía que ella lo lamentaría más.
Silver quiso sonreír, un tanto nerviosa y sin dejar de mirar sus zapatos como si de pronto hablarle fuese algo del otro mundo. No lo habían hecho desde lo que pasó con Brad, no lo habían mencionado; ya nadie tocaba ese tema. Fue olvidado como si nunca hubiese existido y al parecer todo estaba bien así. Sabía que ella lo hablaba con Claire pero con él no fue así, como si todas esas llamadas que ella le hizo, en las cuales lloraba por Brad, nunca hubiesen pasado.
—Dudo que pueda extrañarte cuando existe internet—bromeó.
—No es lo mismo—enarcó una ceja y ella rió.
—Lamento todo este desastre.
—Está bien.
—¿Me puedes prometer que te cuidarás?
—Sé cuidarme solo—sonrió sin comprender—. ¿Hola? Estás hablando conmigo.
Silver no se dio oportunidad se reír ante el chiste y negó con su cabeza haciendo que él quitara su sonrisa. Ella le miró enternecida pero al mismo tiempo incrédula de que él no se diese cuenta de nada.
—Me refiero a cuidarte de ti mismo—dijo, seriamente y esperando a que él comprendiera a lo que se refería.
—¿De mí mismo? —quiso reír.
—Oliver—se abrazó más fuerte, algo incómoda de comentar eso—. Lo que pasó en tu fiesta de cumpleaños...
—No ha vuelto a pasar, Sil—le aseguró—. Y no creo volver a hacerlo más. Toqué fondo esa noche.
—Ambos tocamos fondo—ésta vez quiso bromear, al sentirse más tranquila con su respuesta pero al mismo tiempo sentía que mentía, pues era la típica respuesta que todos dan cuando no quieren aceptar su problema—. Por Dios, qué desastre—añadió, riendo nerviosa y bajando su mirada nuevamente.
—¿Me amas? —preguntó, con la misma seriedad que Eleanor tenía al preguntarle lo mismo a todos en cuanto supo que vendrían más bebés como ella.
—¿Qué? —le miró extrañada.
—¿Me amas? —repitió de la misma manera.
—Si—tartamudeó—, claro que lo hago—relamió sus labios analizando la expresión que Oliver tenía pero él parecía bastante seguro de su respuesta si ella llegaba a preguntarle lo mismo.
—Esto es demasiado—hizo una mueca como si quisiera jugar con la confesión y después rió.
Silver frunció el ceño pero poco a poco comenzó a tranquilizar su rostro quitándose la esperanza de que él confesara lo mismo, a tal punto de que sus ojos comenzaran a brillar avisando algo que él no quería ver más.
—No lo sé—él detuvo aquello—. No recuerdo que esto haya pasado, lo único que sé es que hace tiempo me di cuenta lo mucho que iba a doler si te dejaba de nuevo.
—¿Lo estás sintiendo ahora?
Oliver asintió.
—¿Quieres acompañarme a terminar de empacar? —dijo después.
—¿Solo a empacar?
—Solo a empacar, te extraño de una manera diferente.
Silver relamió sus labios, dándole un vistazo rápido a las escaleras preguntándose qué tanto podría extrañarla arriba y después regresó a Oliver quien estaba esperando ansioso por su respuesta.
—Está bien—aceptó.
Oliver sonrió, de lado a lado dándole esa sonrisa enorme que se caracterizaba por ser siniestra tal cual niño al pensar en sus travesuras, pero a ella le causó gracia. Había pasado un largo tiempo desde la última vez que lo vio así gracias a ella.
Él se quitó su abrigo con cuidado y se lo cedió tras notar el delgado suéter que ella llevaba puesto—: Al fin la suerte regresó a mí.
SALÍ VICTORIOSA DE MI TRIMESTRE <3
Hay grupo de Facebook para lectores, les dejo el link en mi perfil :-)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro