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Capítulo 38

Los días pasaron rápido. Hermione trabajó duro para poder cumplir su pacto con Shacklebolt, incluso Bellatrix dejó sus propios negocios de lado para ayudarla con todo lo relativo a la protección de los centauros, los unicornios y todas las criaturas con las que ella se llevaba bien. No obstante, no permitían que el trabajo les quitara tiempo de estar juntas. Apenas salían de casa más allá de los propios terrenos de la Mansión y tampoco lo necesitaban. La gryffindor también se encargó de establecer una ruta por los países que visitarían al año siguiente. Bellatrix movió sus contactos y obtuvo la localización de los padres de la chica en menos de una semana. Llevaban una vida tan organizada como apasionada.

Cuando llegó el día de su aniversario, Hermione despertó a su novia con una tarta que ella misma había creado utilizando de base sus galletas favoritas, mucho chocolate y todos los dulces que le gustaban. Bellatrix comió más esa mañana que el día en que escapó de Azkaban. No habían planeado nada especial, así que la chica le preguntó qué prefería hacer.

-Quiero ir a la fiesta del maldito Hogwarts -gruñó la bruja.

-¿En serio? -preguntó la chica ilusionada, no habían vuelto a hablar del tema- No quiero que lo hagas solo por mí...

-No es solo por ti. Aún tengo ropa y cosas por recoger en mi habitación. Y no soy una cobarde: tengo que despedirme de ese condenado lugar. Por otro lado, tengo una novia veinteañera que además de ser la más inteligente de su generación, está buenísima y seguro que eso jode profundamente a la vieja McGonagall, a los Weasley y a varias personas más. Nada me hace más feliz que fastidiar al prójimo -expuso la bruja sonriendo.

Hermione se rió, la besó y le dijo que entonces tenían que salir en una hora y que necesitaba buscar algo que ponerse. La slytherin aceptó y quedaron en el salón de la planta principal.

El problema de la escasez de ropa que la joven había sufrido durante sus primeras citas con su bruja era ahora el inverso: en su habitación-vestidor colgaban decenas de vestidos que Bellatrix le había regalado cuando se fue a vivir con ella simplemente para que los estantes no se viesen tan vacíos (y sospechaba que también para desterrar sus atuendos muggles). Algunos los había estrenado en sus cenas con ella, pero seguía habiendo un montón de opciones elegantes con la etiqueta aún puesta. Tras ducharse y alisarse un poco el pelo, optó por un vestido granate hasta la rodilla en honor a gryffindor y en honor a que le hacía muy buen culo y su novia disfrutaría con la visión. Cuando estuvo lista, bajó a buscarla. La encontró entretenida bebiendo.

-¿Quieres? -le ofreció alargándole el vaso- Es para los nervios.

-¿Es una tila? -preguntó Hermione con inocencia.

-Casi. Whisky de alta graduación.

La chica sacudió la cabeza. Entendió que la slytherin realmente lo necesitaba: volver a Hogwarts requería más esfuerzo del que estaba dispuesta a reconocer. Se lo terminó de un trago. Llevaba un vestido verde oscuro con encaje negro, ajustado en la cintura; el escote no era de los más pronunciados, pero la novedad era que le cubría solo hasta medio muslo. A la bruja le faltaba un año para cumplir cuarenta, de normal aparentaba unos treinta y pocos y sin las faldas largas parecía que seguía en la década de los veinte. Llevaba unas botas de terciopelo negro casi hasta la rodilla y había pasado de las medias a pesar de estar en pleno diciembre. "¡Joder!", exclamó la castaña lanzándose a besarla sin poder contenerse, "¿Nos da tiempo a uno rápido?". "No", se rió la duelista, "Pero descuida que encontraremos tiempo. Ahora vámonos. Venga, camina delante de mí que quiero disfrutar de las vistas" dijo empujándola y mirándole el culo sin ninguna discreción. Se pusieron las capas con un hechizo para calentarse y Hermione las apareció a la entrada de los terrenos de Hogwarts.

En cuanto llegaron, la sabelotodo notó que su compañera cogía aire y se daba ánimos internamente. Enseguida vieron a un pequeño grupo de unos quince alumnos, padres y profesores reunidos cerca de las puertas de entrada al castillo saludándose y contándose sus últimas aventuras. Bellatrix confió en poder saltarse esa parte. Sin acercarse a ellos, informó a su novia:

-Ve saludando mientras entro a empaquetar mis cosas para que Kreacher me las pueda llevar a casa; ese elfo me sigue a todas partes, no lo veo pero te juro que lo siento.

-De acuerdo -aceptó Hermione sonriente- pero no desaparezcas, quiero que vean que mi novia podría matar de un infarto a cualquier sin ni siquiera sacar la varita.

La duelista sonrió, le guiñó un ojo y se convirtió en una nube de humo negro para poder desplazarse sin que la vieran. La chica se alisó el vestido bajo la capa, se atusó la melena y corrió a saludar a sus amigos. La recibieron con alegría y tanto los profesores como sus compañeros le resumieron su situación actual y le preguntaron por la suya. La señora Weasley la saludó con ilusión al verla sola e intercambió un guiño con su hijo. McGonagall también felicitó a su alumna favorita por su gran trabajo en el Ministerio y antes de que Hermione pudiera explicarle que su ex profesora la había acompañado, la directora comentó:

-Lo sé, la he sentido al entrar. Gracias por convencerla.

Hermione asintió y tomó nota asombrada de que Minerva era capaz de notar cuándo un mortífago pasaba junto a ella. Siguieron departiendo un rato mientras esperaban a los pocos alumnos invitados que faltaban por llegar. A pesar de haber sido invitada, Tonks no asistiría porque ella y Pansy se habían ido de viaje a una isla griega para liberar tensiones; Hermione adoraba la filosofía de vida de la metamorfomaga. Mientras Harry y Ginny le contaban a la chica su semana de vacaciones viajando para ver partidos de quidditch, Ron se acercó y demostró que nunca se cansaba de insistir:

-¿Qué, la pirada de tu novia te ha dejado sola para irse a torturar a alguien?- ironizó el chico.

No captó la mirada de advertencia que le dirigía Harry, el gesto de angustia que se dibujaba en el rostro de su hermana, ni la sonrisa que Hermione contuvo. Así que nada le preparó para escuchar una voz burlona a sus espaldas:

-¿Para que me iba a ir si tú estás aquí, Weasley? -preguntó Bellatrix con un gesto despectivo- Además, creo que aunque usara crucio en ti hasta que perdieras la poca cabeza que tienes, Shacklebolt me daría una condecoración para agradecerme que libre al cuerpo de aurores de semejante lastre.

La última parte la susurró para que el resto de profesores y la enfurecida madre del chico que se acercaba a ellos corriendo no pudieran escucharla. Ron sintió escalofríos y balbuceó hasta casi vomitar de los nervios. Hermione podría jurar que se le había soltado la vejiga... Harry no pudo echarle un cable porque estaba absorto en los ojos negros de la duelista que reflejaban una determinación exacta a la que vio en los ojos de su padrino al luchar junto a él.

-¿Y a ti que te pasa, Potter? Se me hace raro que me mires a los ojos...

El chico se sonrojó porque las piernas y el escote también habían tenido su turno.

-Tienes los mismos ojos que...

-Eso es lo único que tengo en común con ese blandengue -le cortó la bruja.

De inmediato, llegó la señora Weasley que atrajo a su hijo hacia sí en un gesto protector. McGonagall al darse cuenta de que las dos antiguas rivales se enfrentaban intentó acercarse lo más rápido que pudo.

-¡Como se te ocurra amenazar a mi hijo...! -empezó Molly levantando su varita hacia Bellatrix.

De inmediato, el arma salió disparada hacia la mano de Hermione que se colocó delante de la duelista frente a la madre de Ron.

-Señora Weasley, ha sido usted en muchas ocasiones como mi propia madre; pero como se le ocurra amenazar a mi novia...

Todos tragaron saliva y abrieron los ojos como platos al ver a Hermione expresar en términos tan llanos que estaba saliendo con Bellatrix. La bruja la abrazó por la espalda, ver a su chica increpando a su enemiga la excitó notablemente. Antes de que la sangre llegara al río, llegó McGonagall.

-Nadie va a amenazar a nadie -aseguró con voz grave.

Hizo un gesto para tranquilizar a Molly y a su hijo y seguidamente se giró hacia su ex compañera:

-Bellatrix, me alegra que hayas podido venir. ¿Has pensado en lo que te dije sobre...?

-Sí. Y no tengo ningún interés.

-¡Pero es un gran reconocimiento! Muy pocos magos tienen la medalla de la Orden de Merlín de primera clase y a ti quieren darte dos por tu...

-Te lo agradezco, Minerva, pero que me dejen en paz será suficiente agradecimiento.

La directora asintió sabiendo que no había más que hablar. Harry miró a Hermione con gesto interrogativo. La chica se encogió de hombros. Bellatrix no se lo había mencionado, seguramente porque aquello le producía más rabia que ilusión. Mientras varios profesores les explicaban cómo habían arreglado el exterior del castillo, la chica se arriesgó a comentárselo:

-Es un detalle que por lo menos valoren lo que has hecho...

-Un detalle habría sido que esa misma gente no me hubiese metido a Azkaban.

La chica asintió y la cogió de la mano mientras escuchaba a Flitwick enumerar los hechizos protectores con los que habían vuelto a levantar las defensas del castillo que destruyeron los mortífagos. A la castaña no se le escapaba que si se habían reunido unas veinte personas, probablemente la mitad la estaba mirando mal por su relación con su antigua profesora y la otra mitad estaba mirándole las piernas a la susodicha. Bellatrix mantenía el gesto aburrido ante las explicaciones y parecía que su cabeza se hallaba lejos de ahí. Al rato, Hermione le dio un apretón en la mano para llamar su atención. Al parecer, McGonagall estaba hablando de algo que la atañía:

-Como varios de los mortífagos aún siguen en paradero desconocido -explicaba la directora- y ya saben cómo debilitar los hechizos que protegían Hogwarts antes, hemos invertido mucho tiempo en crear unos nuevos para formar una barrera protectora lo más sólida posible. Ni siquiera nosotros podemos aparecernos aquí. Lo malo es que los mortífagos no se aparecen exactamente igual y no lo hemos podido probar...

Tanto la ex profesora como su antigua alumna lo entendieron. Minerva necesitaba que alguien con magia oscura probara a atravesar la barrera protectora transparente que cubría el castillo. Como era una mujer decidida que no se andaba con rodeos, decidió descararse y pedirlo abiertamente:

-Bellatrix, querida, si fueras tan amable...

Hermione tenía dudas de si su novia iba a aceptar. La mirada de diversión que vio en sus ojos disperso cualquier incógnita. Todos iban a horrorizarse al verla convertirse en la escalofriante nube de humo negro que caracterizaba a los siervos de Voldemort. Y Bellatrix jamás desperdiciaba una oportunidad para desquiciar a alguien. "Será un placer" aceptó sonriendo. Soltó la mano de Hermione y dio el paso previo a la aparición que la permitía desplazarse como una estela oscura. Todos menos su novia y la directora desplegaron un abanico de emociones que fue desde un respingo de sorpresa hasta un grito de pánico. Sintieron como la magia oscura flotaba en el ambiente. Dedicaron un micro segundo a mirar a Hermione para comprobar si ese nuevo dato la sorprendía. Al ver que no, volvieron a vigilar la sombra que rodeaba la zona en busca de vulnerabilidades. Un minuto después, Bellatrix volvió a tomar tierra.

-Enhorabuena, Minerva, ningún mortífago podrá atravesarla. Incluso a mí me costaría varios minutos abrir una grieta...

-Gracias, Bellatrix. Aceptaré cualquier consejo que se te ocurra para mejorarlo.

La duelista asintió. Si Molly Weasley ya tenía ganas de montar el follón cuando la vio transformarse, al oír el tono altivo en el que insinuaba que ella sí que podría franquear las protecciones, casi perdió la cabeza. Tras un gesto de su hija para que se tranquilizara, apretó los puños y se calló. La slytherin tomó la palabra de nuevo.

-Ninguna persona podrá atravesarla, ¿pero habéis probado con objetos?

-Sí -confirmó Flitwick- La espada de gryffindor no penetró en las defensas. Ni siquiera el veneno de un colmillo de basilisco pudo atravesarla.

-Hay magia más oscura que la de los basiliscos... -murmuró Bellatrix- ¿Os importa si...?

-Haz las pruebas que quieras -la invito McGonagall.

La bruja deslizó una mano por su muslo ofreciendo una visión que a Harry le costó un puñetazo de Ginny en el hombro. Extrajo una daga de plata con un mango en forma de serpiente y la sujetó entre sus dedos durante unos segundos. La agarró por la empuñadura y apuntó a un árbol que se hallaba al otro lado de la barrera. El arma se desplazó hacia el objetivo sin desviarse ni por un segundo al atravesar las defensas del castillo. En cuanto lo alcanzó, las hojas del árbol cayeron, el tronco se retorció mustio y las raíces desparecieron corroídas haciendo que el árbol cayera al instante. Bellatrix extendió entonces el brazo, el arma se soltó de la corteza y voló de vuelta a su mano. La atrapó ante las miradas atónitas del resto de visitantes. Se encogió de hombros y murmuró: "Ahí tenéis una fuga...".

-¿¡Qué diablos lleva eso!? -preguntó Harry resumiendo el sentimiento general.

-Veneno de un horrocrux cedido a voluntad.

-¿Cómo? -insistió Hermione.

-La sangre de unicornio o las lágrimas de un fénix son mucho más poderosas si el animal te las da voluntariamente, lo mismo ocurre con el veneno de un horrocrux.

-¿Pero cómo? ¿Qué horrocrux...?

-Nagini. Su veneno ya era mortífero de por sí, pero a mí me lo entregó para que lo utilizara para fortalecer mis armas. No creo que ni siquiera una lágrima de fénix pudiera con esto. Creo que aún guardo algún frasco... Te ayudaré a buscar la forma de solucionarlo, Minerva.

La mujer asintió y hubo unos segundos de calma tensa durante los que los congregados asimilaron la información mientras Bellatrix volvía a ocultar la daga; solo era mortífera al cortar, le gustaba sentir el riesgo de llevarla pegada al muslo. La imagen de la mascota de Voldemort siseándole a Bellatrix que le regalaba su veneno era dura de procesar. Fue Molly Weasley la primera en reaccionar:

-¿¡Pero veis como esta mujer esta mal!? Os lo llevo advirtiendo hace décadas. ¡Habla con serpientes como Voldemort y...!

-Yo también hablo con ellas y también me han llamado loco por ello -sentenció Harry- De no ser por Bellatrix, estaríamos todos muertos o en Azkaban, así que ¿podemos acabar ya con la tontería?

La directora le dio la razón e invitó al grupo a volver al castillo para enseñarles las reparaciones en el interior. En todo momento evitaron acercarse o mencionar el Bosque Prohibido: el trágico enfrentamiento entre la duelista y su Maestro seguía demasiado reciente como para revivirlo de nuevo. Durante el camino de vuelta, Bellatrix le puso una mano en el hombro a Harry y comentó:

-Esa -comenzó señalando con desprecio a Molly Weasley- me acusó de lo mismo durante un duelo que mantuvimos cuando éramos estudiantes. Invoqué un puñado de serpientes, pero me pareció excesivo y les susurré en parsel que se retiraran. Se volvió loca gritándome insultos (la mujer, las serpientes se alejaron tan tranquilas). Esa vez tampoco me dio tiempo a defenderme porque alguien lo hizo por mí.

El chico frenó indicándole a su novia con un gesto que se adelantara y miró a Bellatrix.

-Nunca nos llevamos bien pero nos respetábamos. Y por mucho que creyese firmemente que su prima era una demente, no permitía que me lo dijera nadie que no fuese él.

Harry asintió con profundad gratitud al darse cuenta de que igual que él veía a su padrino en los ojos de la duelista, ella lo veía en él.

-Siento no haber estado en la batalla del Ministerio -añadió al fin en un susurro.

El joven llevaba meses con opiniones encontradas sobre Bellatrix, pero la balanza se inclinaba a su favor tras la visión que compartió con él y en ese momento, decidió que estaba por completo de su parte. Se acercó a ella y la abrazó. La bruja oscura no esperaba el gesto y se sintió brutalmente incómoda. Su novia acudió al rescate:

-¡Qué bien! ¿Ahora sois amigos? ¿Vas a adoptar finalmente a Harry como ahijado? -bromeó.

-Ni en mil años -sentenció la duelista con un gesto de repulsión.

Harry la soltó y pensó que si seguía insistiendo un poco, tendría una nueva madrina que podría contarle historias de su querido Sirius. Aprovechó la coyuntura para preguntarle a la duelista por algunos de los encantamientos más complejos que le estaban enseñando en su formación como auror y que le costaba ejecutar. Como la magia sí era un gran interés para ella, le dio una clase práctica en medio del terreno de Hogwarts. El resto de la comitiva en seguida se giró para observar con fascinación a los dos grandes héroes de la guerra. Gracias al talento natural de "El Elegido" en Defensa contra las Artes Oscuras, con la ayuda de su ex profesora en seguida fue capaz de ejecutar los tres hechizos que lo tenían desesperado desde hace meses.

-¿Por qué has dejado de dar clases? -preguntó el chico maravillado- ¡Eres la mejor!

La bruja iba a responder, pero una vez más, la madre de Ron se le adelantó:

-Sí, pero nunca ha sabido invocar un patronus.

-Les pasa a todos los mortífagos... -comentó Ron en tono despectivo.

Bellatrix se puso nerviosa. Todos la miraron con sorpresa y curiosidad. Hermione iba a interceder por ella cuando vio que la bruja volvía a sacar su varita. Pronunció el encantamiento -no podía hacerlo de forma no verbal, no era como si fuese un crucio- y un enorme dragón plateado apareció ante ellos. La admiración del público creció al mismo nivel que el odio de Molly Weasley, que se adelantó al castillo apretando los puños y escuchando de fondo las exclamaciones de: "¡Nadie tiene una criatura mitológica de patronus!", "¡Ni siquiera el fénix de Dumbledore era tan alucinante!" y "¡Además está mucho más buena que Dumbledore!". La gente estaba casi tan asombrada como la propia bruja. Hermione se acercó a ella y le preguntó discretamente:

-¿Habías practicado?

-No -susurró ella-, ha sido un salto al vacío. Ha sido el primero de mi vida.

La chica la miró, vio la alegría en sus ojos y la abrazó con fuerza. Le preguntó con timidez qué recuerdo feliz había usado para invocarlo. Bellatrix le respondió de inmediato:

-La imagen de Rodolphus desangrándose por los cuatro costados y su cara cuando le susurré que me había costado veinte años pero iba a cumplir mi promesa de matarlo.

Hermione buscó en sus ojos alguna pista de si era verdad o le estaba tomando el pelo, pero su habitual mirada de superioridad y su sonrisa de satisfacción no dejaban entrever nada. Así que entraron al castillo y siguieron a McGonagall y Flitwick que continuaban con el tour. El edificio estaba como nuevo, habían preservado su vetusta nobleza pero actualizando parte del mobiliario y la decoración para que resultara más funcional. Habían incluido retratos y homenajes a aquellos caídos durante la batalla. Se emocionaron al volver a ver a Fred, Lupin y a tantos otros. Después, comieron en una sala especial para la ocasión. Hermione aprovechó ese rato para contar sus planes para el año siguiente a sus amigos (salvo a Ron, que se había aislado con su enfado) e informarles de que al día siguiente se iban a Australia para recuperar a sus padres. Bellatrix, incómoda con aquella comida de confraternización, solo habló con McGonagall y no tocó su plato.

Cuando terminaron, pasaron finalmente al Gran Comedor. Solo conservaba los bancos laterales que hubo durante la guerra y aún no estaban montadas las mesas. Los profesores no se ponían de acuerdo en la idea de terminar finalmente con la división entre las cuatro casas y fomentar una relación más fluida o seguir con el sistema de siempre. Harry, Hermione, Ginny, Neville y Luna debatieron sobre si eso reduciría la discriminación de los slytherins hacia los alumnos de sangre diferente o si por el contrario, les facilitaría el acoso. Quisieron creer que algo había cambiado tras la segunda guerra, pero lo mismo habían pensado sus antecesores al finalizar la primera y poco había tardado la siguiente... Hermione llevaba rato absorta en el debate cuando vio que Harry carraspeaba y señalaba hacia el fondo con un gesto disimulado. Vio que Bellatrix estaba sola, sentada en uno de los bancos laterales con expresión ausente. Por mucho que ella derrotase a Voldemort, la gente seguía teniéndole demasiado miedo y respeto como para hablarle... y tampoco es que ella hiciera nada para fomentar el diálogo. La chica se disculpó con sus amigos y se acercó a la duelista. Tenía el cuerpo girado en dirección al lugar donde solía estar la mesa de los profesores, en concreto, contemplaba la esquina donde solían sentarse ella y Snape. Decidió intentar animarla.

-Hey -la saludó Hermione con cariño- ¿Estás bien?

La bruja asintió. Su mirada parecía venir desde muy lejos, desde una época tristemente lejana. "Le echo de menos" murmuró. La gryffindor quiso entender que se refería al profesor de pociones.

-Le alegraría saber que has venido a despedirte.

-¡Qué va! Me habría echado la bronca por no comer -murmuró la bruja con una breve sonrisa.

Hermione la cogió de las manos y le acarició la cara para centrar su mirada en la suya. Notó como todos los demás, a pesar de estar alejados, monitorizaban todas sus interacciones por el rabillo del ojo. La chica decidió ignorarlos y centrarse en su novia.

-Hoy hace un año desde que te prometí que te cuidaría y aunque hemos tenido una relación intermitente, quiero seguir haciéndolo siempre. Eres la persona más inteligente, valiente, guapa, divertida y completamente loca que jamás he conocido. Me has salvado de muchos más miedos de los que eres consciente y nunca podré agradecértelo lo suficiente.

La bruja sonrió con suavidad. No entendía a qué venía aquello, pero siempre le había gustado que la alabaran; era una Black, orgullosa por naturaleza. Así que la dejó seguir. Al ver que todas las conversaciones habían cesado, la chica decidió darles algo de lo que hablar:

-Y aunque gracias al cielo no tenga nada con qué compararlo, apostaría mi vida e incluso mi historial académico a que nadie en toda la comunidad mágica es tan increíble en la cama como tú, eres la mejor duelista del mundo en todos los campos.

"Tú eres la bruja más brillante, así que tendrás razón...", comentó Bellatrix, "Además, todos mis amantes comparten tu opinión". Hermione se rió. Sabía que aquel comentario no iba dirigido a ella sino a hacer rabiar a Ron y a su madre que blasfemaban en voz alta y a demacrar a todos los demás con el exceso de información. La chica retomó la seriedad y continuó:

-Me has enseñado a hacer magia en todos los sentidos y quiero seguir despertando a tu lado y escuchar tus gruñidos de protesta durante el resto de mis días. Así que, Bellatrix Black -le dijo con tono solemne mientras extraía un pequeño estuche de terciopelo de un bolsillo oculto en el pliegue de su falda- ¿te casarás conmigo?

El anillo consistía en una serpiente enroscada de plata oscura con dos diamantes negros por ojos. La bruja la miro a ella y a la joya con la boca abierta sin saber cómo reaccionar. Al rato sacudió la cabeza y pareció dispuesta a decir algo que la chica intuyó. La frenó con voz tranquila pero firme:

-Como se te ocurra intentar disuadirme alegando tu estado mental o los veinte años que nos separan, te juro que te mato. Llevo viviendo peligros y dramas toda mi vida; si los dejara de repente probablemente entraría en coma por aburrimiento, así que te necesito. Además, como te niegues, le cuento a Narcissa que fuiste a un restaurante muggle en vaqueros y dejo que te mate ella por humillar así vuestro apellido.

La duelista la miró horrorizada sabiendo que eso sería exactamente lo que haría su hermana. Así que no tuvo excusas.

-Sí... ¡Sí, claro que sí! -exclamó ilusionada mientras Hermione le colocaba el anillo y observaba como brillaba en su mano- Te quiero.

Hermione fue consciente de que era la primera vez que le decía "te quiero" y eso se sumó a los intensos nervios que llevaba minutos experimentando.

-Sé que no es el típico anillo de pedida, pero creí que te gustaría...

-Es lo más bonito que he tenido nunca -sentenció la bruja sin dejar de mirarlo- Pero siento que debería darte algo yo también... No quiero que tengas que ser tu el hombre de la relación.

-¿Quieres ser tú el hombre? -rió la chica.

-No con estas tetas, preciosa-comentó distraída.

"Esto valdrá" murmuró quitándose el anillo de oro con el escudo de la familia Black que siempre lucía con orgullo. Se lo puso a la chica que comentó azorada: "¿Estás segura? ¿No se retorcerán tus padres en sus tumbas?". La duelista se rió casi con crueldad. "Ya me aseguré de que esos dos no tuvieran tumba en la que descansar...". Y añadió volviendo al anillo: "Te lo presto hasta que encontremos otro que te guste más". No le dio tiempo a responder porque la slytherin la besó como si no hubiese veinte personas mirándolas. En cuanto rozó sus labios, la chica volvió a sentir la magia chispear por todo su cuerpo como si fuese la primera vez y supo que aquella sensación no desaparecería nunca.

Harry había intuido el primero lo que pretendía su amiga y estaba sujetando a Ron mientras la directora hacia lo mismo con su madre para evitar que estropearan el momento. Sin embargo, parecía que en cualquier momento se iban a liberar y a salir corriendo hacia Hermione gritándole "¿¡Qué haces, loca!?".

La pareja permanecía ajena a aquella disputa. Bellatrix se separó de la joven sin soltarla y le preguntó:

-No me lo has pedido solo porque estaba triste, ¿verdad?

-¡Claro que no, tonta! Me hacía ilusión pedírtelo en Hogwarts porque yo amo este lugar y me da pena que nunca hayas tenido recuerdos felices aquí... Así al menos tienes uno.

-¡Oh, tengo más de uno! -exclamó la slytherin- Está el de cuanto dejaste de ser virgen en mi cama, el de cuando lo hicimos en la tuya, el de cuando repetimos en la mesa de mi despacho...

La chica se sonrojó violentamente y murmuró avergonzada: "Eso último nunca pasó, Bella".

-¿No? -preguntó la duelista sorprendida- ¿No he cumplido mi fantasía erótica de aprovecharme de una alumna en mi despacho? ¡Entonces tenemos que arreglarlo!

En el momento en que Molly Weasley se lanzaba corriendo hacia ellas (Ron no pudo por Harry le tumbó de un puñetazo), Bellatrix le dirigió una sonrisa burlona, abrazó a su prometida y ambas desparecieron en una nube de humo negro que se alejó a toda velocidad.

Cuando Hermione volvió a abrir los ojos, estaba en el antiguo despacho de su profesora de Defensa. Tenía el corazón acelerado por la emoción de los últimos acontecimientos y la inundaba la sensación de la magia oscura de Bellatrix recorriendo cada centímetro de su cuerpo. La bruja aprovechó su bloqueo para quitarse la capa y sentarse sobre su escritorio con mirada severa. Con un par de hechizos, bloqueó la puerta e insonorizó la sala.

-Así que solo ha sacado un "Supera las expectativas" en el examen final de mi asignatura, ¿eh, Granger? -comentó con frialdad.

La chica estaba más que dispuesta a aceptar el papel.

-Así es, profesora, lo siento mucho. Pero estoy dispuesta a hacer lo que sea por subir a un "Extraordinario"...

-Desnúdate -ordenó Bellatrix mientras apartaba a un lado su varita y su daga.

La chica, que se sentía extrañamente nerviosa bajo el rostro impasible de su ex profesora, se quitó la capa dejándola a un lado y deslizó lentamente el vestido por su cuerpo intentando hacerlo despacio y ofrecer un espectáculo digno. Le dio la espalda pero giró el rostro para no romper el contacto visual. Cuando la prenda cayó finalmente al suelo, se acarició la espalda hasta llegar al cierre del sujetador. Lo soltó y se giró lentamente cubriéndose los pechos con un brazo. Por mucho que la duelista se contuviera, era evidente que esta disfrutando y que le costaba respirar con normalidad. La chica bajó el brazo hasta la cintura permitiéndole ver su cuerpo desnudo únicamente con las bragas granate y los botines de tacón. No sabía si tenía que seguir o Bellatrix preferiría ocuparse del asunto ella misma. Fue lo segundo.

-Ven aquí -ordenó con voz ronca.

La gryffindor se acercó con timidez al escritorio donde la bruja seguía sentada. Despacio, con una mano, le arañó el cuello sin llegar a provocarle sangre pero sí escalofríos por todo el cuerpo. Siguió arrastrando sus uñas por sus clavículas. La chica miraba al suelo con gesto de contrición. Finalmente, la duelista le estrujó ambos pechos arañando su contorno y pellizcando sus pezones que se endurecieron por completo en escasos segundos. Dedicó un rato a disfrutar con aquello, como si realmente fuese una profesora humillando a su alumna. La chica sentía las bragas tan mojadas que le daba vergüenza.

-No tienes mal cuerpo para ser una estudiante tan mediocre -comentó la morena bajando una mano para comprobar el estado de la prenda interior de la chica.

Hermione estaba profundamente excitada. Había fantaseado con aquel escenario desde que la profesora empezó a darles clase tres años atrás. ¡La de tutorías que había tenido con ella y lo que le había costado centrarse!

-Estás empapada... No deberías estar disfrutando con esto, Granger. No sé quién va a querer contratarte, a no ser que necesiten putas en el Ministerio...

-Para eso ya tienen a Harry y a Ron, Madame Black -comentó la chica para provocarla.

A Bellatrix le supuso un esfuerzo titánico no reírse ante aquello.

-¡Claro! Por eso eres tan amiga suya, ¿verdad? -preguntó agarrándola con fuerza por la barbilla.

La chica bajó los ojos al suelo fingiendo timidez.

-Venga -ordenó Bellatrix obligándola a inclinarse sobre la mesa- Dale mejor uso a tu lengua y demuéstrame cuánto deseas que te suba la nota.

Hermione no necesitó más. Le levantó el vestido, le quitó las bragas (que tampoco estaban precisamente secas...) y hundió la cabeza empezando a succionar. La bruja se quitó el vestido y cruzó las piernas sobre sus hombros para obligarla a profundizar más. La castaña le sujetó el culo clavándole las uñas alentada por los gemidos que no era capaz de reprimir. Lamió sus capas e introdujo la lengua lo más profundo que pudo, metiéndola y sacándola sin pausa.

-Joder, Granger... eres una alumna... muy mala... -jadeó- Joder, sí... ¡Justo ahí, más fuerte!

La chica continuó el tratamiento siguiendo sus pautas y movió una mano para jugar con el clítoris de la bruja que también requería atención. "Me voy a correr" la avisó la ex profesora gimiendo con fuerza. "En eso confío, Madame Black" jadeó Hermione parando durante un segundo para continuar al siguiente. Bellatrix cumplió su promesa y tuvo un potente orgasmo tumbada sobre su escritorio con su alumna atrapada entre sus piernas. Intentó recuperar la respiración y jadeó sin soltar a la chica: "Límpiame bien por si alguien más quiere subir nota". Su novia ni la escuchó, estaba demasiado ocupada disfrutando de su sabor favorito. Cuando terminó, la obligó a trepar a la mesa y a tumbarse sobre ella. Le devolvió el favor y, una vez más, Hermione se corrió bastante antes de lo que hubiera deseado. Pero el éxtasis seguía siendo el mismo, la euforia no parecía cesar nunca.

Pasaron unos minutos desnudas, abrazadas y tumbadas en el escritorio de la bruja oscura. Cuando esta recuperó el aliento, comentó:

-Puedo hacerlo de verdad. Aunque de los exámenes finales se encarga el Ministerio, puedo hacer que te suban a "Extraordinario".

Hermione era totalmente contraria a hacer trampas y hacía ya unos meses que sus calificaciones no le importaban lo más mínimo. "No", respondió, "No me lo merezco, creo que tendré que seguir haciéndole favores, Madame Black". La bruja soltó una carcajada y estuvo completamente de acuerdo. Pasaron un rato sin moverse, entrelazando los dedos y contemplando sus respectivos anillos. Bellatrix seguía sin creerse que algo tan bonito le estuviese pasando a ella.

-Vamos a tener que volver antes de que venga alguien a comprobar que no te he asesinado -murmuró la duelista incorporándose y recuperando su ropa.

Hermione se levantó a regañadientes. Se vistió y Bellatrix le arregló el pelo, el suyo propio hacia tiempo que lo había dado por perdido (no así su hermana que amenazaba con volver a convertirla en su muñeca). Volvieron al Gran Comedor donde algunos de los invitados ya empezaban a despedirse. Los Weasley se habían marchado hacia tiempo completamente indignados y humillados. Harry felicitó a Hermione y la abrazó; recibió una mirada de Bellatrix como advertencia de que ella ya había tenido bastantes abrazos. McGonagall también les deseó suerte y les recordó que Hogwarts siempre sería su hogar. Bellatrix tuvo la elegancia de ahorrarse el comentario irónico. Cuando la chica se hubo despedido de todos, salieron para caminar hacia las verjas y poder aparecerse. Bellatrix la frenó.

-Hermione, hay algo que tengo que hacer. Necesito despedirme... -la informó con cierto nerviosismo en la voz.

-¿Despedirte...? -preguntó la chica confundida.

-De Él -susurró señalando el Bosque Prohibido con la mirada.

-Ah... Claro, te acompaño -aseguró cogiéndola de la mano.

La gryffindor sintió que, de alguna forma, aquello ayudaría a su novia a cerrar definitivamente el capítulo de su vida con Voldemort.

Conforme se acercaban, la atmósfera se volvía más pesada, más cargada, como si recordara la explosión de magia oscura que había vivido hacía pocos meses. De hecho, incluso en la lejanía se veían los tocones carbonizados de los árboles que se alzaban en el perímetro de aquel último combate. Bellatrix seguía amando el bosque y a sus criaturas, pero daba gracias de conocer otras entradas independientes de la de Hogwarts porque no se había atrevido a volver a acercase ahí. Cuando llegaron, Hermione vio que el ligero temblor desaparecía y la determinación ocupaba sus ojos. Entendió que era algo que necesitaba hacer sola.

-Te dejo despedirte, ¿vale? -susurró alejándose unos metros y dando la espalda a la escena.

La bruja asintió y le dio las gracias. Entró al claro que se había formado y escuchó cómo las cenizas crujían bajo sus botas. Observó el aire como si esperara encontrar aún partículas de su Señor flotando en el ambiente. Pero no estaba ahí. Había muerto, ella lo había matado. Tenía grabada a fuego aquella última mirada de sorpresa en sus ojos. También el sentimiento de satisfacción y la casi certeza de que ella también iba a morir. Recordaba lo fácil que había sido ejecutar el hechizo duplicador y dejar que la prueba resbalase de su mano y la tierra la ocultara. El bosque era parte de su alma como lo había sido Voldemort y supo que había guardado su secreto y estaba dispuesto a devolverle lo que le pertenecía. Sus labios se curvaron en una sonrisa involuntaria tras el accio no verbal.

-Adiós, Tom -murmuró- Te recordaré siempre.

Se giró y vio que que Hermione la miraba con cariño. Se acercó a ella, la besó y le pasó un brazo por la espalda. Caminaron en silencio hasta la salida del colegio. Dedicó un último pensamiento a su fallecido Maestro: "Sabías que podía dominar el mundo sin ti...". Abrazó a su prometida y sonrió de nuevo mientras acariciaba la varita de sauco oculta en su manga.

La más respetada, la más temida. La bruja más poderosa del mundo mágico. 

FIN

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