Capítulo 31
-Ah... -respondió la gryffindor nerviosa sacando su varita- Seguro que puedo...
Al entender que los encantamientos de Grimmauld Place no iban a permitirla entrar con su novia, Hermione intentó recordar cuáles eran exactamente y pensar en cómo podía neutralizarlos.
-Espera, déjame a mí. Tengo curiosidad por saber cuánto me habría costado.
Hermione asintió con cierto recelo y miró el reloj.
-Apártate un poco por si acaso.
La chica obedeció y retrocedió.
Vio como empezaba a murmurar conjuros. La puerta pareció arder, aunque permaneció intacta. Una especie de espectros oscuros salieron del interior de la casa e intentaron atacar a la bruja sin éxito. Hermione se asustó y desenfundó la varita para ayudarla, pero parecía igual de tranquila y segura de sí misma que siempre. Después, una luz verde lo envolvió todo. Aquello duró poco. En seguida, la puerta se abrió y cualquier tipo de amenaza se esfumó. La chica miró el reloj y Bellatrix se giró con gesto interrogativo.
-Cincuenta y tres segundos -informó.
-¡Os podría haber masacrado en otros veinte y sin despeinarme! -rió la bruja sacudiendo la cabeza- "La Orden del Fénix", menuda panda de engreídos...
-¡Eh! -protestó Hermione.
-A ti no, peque -le susurró al oído- Te me habría quedado para llevarte a mi mansión y hacerte cosas oscuras día y noche.
La chica sintió calor y humedad en una parte del cuerpo que la tenía desesperada. Entraron juntas. Bellatrix no bajó la varita por si había algún otro hechizo protector, pero no pasó nada. La joven seguía asombrada de que hubiese burlado las protecciones de Ojoloco y Dumbledore con tanta facilidad. Le preguntó cómo era posible.
-El propio viejo me enseñó -confesó la bruja- Cuando Tom me confió el horrocux le pedí a Dumbledore que me enseñara encantamientos protectores y cómo quebrantarlos para poder esconder la copa de su propio dueño. Y lo hizo. No los necesitaba especialmente, pero quería conocer los trucos del enemigo.
-Creí que lo odiabas...
-¡Claro que lo odio! Pero es evidente que fue un gran mago del que merecía la pena aprender. Y me proporciona un gran placer usar la sabiduría de alguien contra él mismo.
Sí, aquella táctica sonaba muy a Bellatrix. Subieron a la habitación de Hermione. La chica sacó sus maletas y empezó a llenarlas con movimientos de su varita. Su acompañante se tumbó en la cama y la observó. De vez en cuando le exigía que le explicase el funcionamiento de algún objeto muggle, pero esa fue toda la ayuda que ofreció.
-Si me echaras una mano acabaríamos antes ¿sabes?
-Mm... No, gracias, prefiero mirarte -contestó la bruja sonriente.
Cuando Hermione ya casi había terminado de empaquetar y tras quitarle a Bellatrix varios bolígrafos que había conseguido robar para dibujarse un nuevo tatuaje, un marco de fotos llamó la atención de la bruja oscura. Con un gesto de su mano, voló hacia ella.
-¿Son tus padres?
La chica asintió con la cabeza. Era una foto que se habían hecho los tres durante un verano en Escocia y que hubiese ocultado de saber que iba a atraer la atención de su compañera. Los adultos salían sonriendo y abrazando a su hija con orgullo. Antes de que la slytherin pudiese hacer la siguiente pregunta, reveló:
-Están quietos porque las fotografías muggles no se mueven.
La bruja frunció el ceño pero no dijo nada. Más que la quietud la sorprendía ver imágenes de familias felices, entre las estirpes de sangre pura aquello no solía darse. Sin levantar la vista del marco preguntó:
-¿Cuándo vas a ir a buscarlos?
Hermione no quería responder a esa pregunta y llevaba meses evitándola. Ese tema siempre le provocaba ganas de llorar. Le daba vergüenza confesarle a Bellatrix que tenía miedo de que algo saliera mal, de no poder hacerlo, de no ser capaz de encontrarlos o de que se enfadaran al saber lo que había hecho. Alguien tan poderosa como la duelista no lo entendería y se reiría de ella. Sintió la necesidad repentina de huir y estar sola. Con la mayor normalidad posible, la informó de que tenía que bajar un momento para escribirle una nota a Harry para quedar con él al día siguiente y hablar. La bruja oscura asintió. La castaña bajó corriendo las escaleras. Se sentó en el sofá y hundió la cara en un cojín para ahogar su llanto. Conforme más lo pensaba, peor se lo imaginaba. ¿Y si Voldemort los había encontrado y los había matado? ¿Y si no era capaz de localizarlos? Australia no es un lugar precisamente pequeño...
Los adversos presagios no tomaron peores derroteros porque pronto sintió que alguien la abrazaba. Hermione soltó el cojín y hundió la cabeza en el cuello de Bellatrix que se había sentado a su lado. La ex mortífaga la sujetó mientras le acariciaba la espalda en silencio sin tener claro cómo actuar. La chica la abrazó con fuerza como si temiese perderla a ella también. Cuando terminaron los hipidos y los sollozos, se separó un poco. Bellatrix le limpió las lágrimas con los pulgares y le acarició las mejillas.
-¿Me cuentas que pasa, peque? Ya sé que soy la peor consolando a la gente (de hecho suelo ser la causa de que la gente llore) y que no entiendo estos temas, pero me puedes contar lo que sea y haré lo que pueda por ayudarte -la animó con voz suave.
Hermione la miró agradecida, para ser la peor en el tema, siempre sabía encontrar las palabras que ella necesitaba oír. Se movió para sentarse en el regazo de la bruja, la miró e intentó confesarle sus temores:
-Echo mucho de menos a mis padres, pero me da miedo no encontrarlos, o que el hechizo no funcione, o que estén...
Antes de que mentar a la muerte volviera a causar sus lágrimas, la duelista la cortó.
-Hermione, no te ofendas, pero localizar a un muggle es más fácil que ahogar un duende... Cosa que por supuesto tu adorable novia jamás ha hecho -añadió viendo la expresión de horror de Hermione.
Aún así, eso la tranquilizó un poco. Pero el resto de miedos seguían ahí.
-¿Y sí...?
-No, Él no los atacó. No podía interesarle menos una pareja de muggles... Además, puedes fiarte de mí: si hubiese dado la orden (porque Él jamás movía un dedo) de matar a la familia de los amigos de Potter, Molly Weasley hubiese sido la primera. Si se trataba de una misión delicada igual no me avisaba a mí, pero te aseguro que cuando la cosa iba de asesinar, yo era siempre su opción favorita.
-¿Es necesario que añadas un comentario siniestro a cada dato tranquilizador? -preguntó Hermione más animada al darse cuenta de que eso tenía sentido.
-Sí, soy así -informó- ¿Qué hechizo usaste? No fue obliate, ¿verdad?
-No. Un encantamiento desmemorizante para que olvidasen todo lo que tiene que ver conmigo.
-¡Eso se soluciona sin ningún problema! Con memoriam revoco no tardarán ni un minuto en recuperar cualquier memoria que desvanecieras previamente.
-¿De verdad, estás segura de que funciona? ¿Lo has probado? -preguntó la chica emocionada.
Había investigado bastante sobre ese hechizo, pero no era algo que pudiera probar en alguien y menos experimentar con muggles. Le daba miedo arriesgarse a usar de nuevo magia en sus padres, no sabía cuál sería la reacción, siempre era más complicado intervenir a gente no mágica. La bruja se rió.
-Puedes jurar que lo he probado... Una vez logré que Lucius olvidara a Vol... a Vol...
-Bella, puedes decir su nombre. Está muerto, no volverá a hacerte daño.
-Lo sé, pero sigue siendo difícil -susurró la mujer.
Hermione asintió y le pidió por favor que le contara la anécdota.
-Bueno, hice que Lucius lo olvidara una noche que Él iba a venir a una reunión en la Mansión Malfoy. Cuando se presentó, oí como mi cuñado chillaba al ver a un hombre con cara de tortuga descolorida aparecerse en su casa. No era capaz ni de articular palabras coherentes -la bruja se rió felizmente ante el recuerdo-. Mientras lo torturaba, me llamó para preguntarme si sabía qué le pasaba, por qué chillaba y parecía más asustado de lo normal. Con toda la tranquilidad del mundo le contesté: "Porque es profundamente estúpido, mi Señor". A Él le hizo gracia, a veces se reía conmigo...
A la chica también le estaba costando aguantar la risa ante aquella imagen tan cruel pero cómica.
-En cuanto Vol...demort se giró, utilicé el contra-hechizo para que Lucius volviera a recordarle. Hubo poca diferencia: siguió balbuceando, gimoteando y mirándome con odio al darse cuenta de lo que le había pasado. Intentó explicárselo, pero el castigo fue a peor y decidió cerrar la boca ante mi mirada amenazante. Fue un gran día... -comentó la bruja sacudiendo la cabeza ante el recuerdo- Pero bueno, la cuestión es que realicé mil experimentos como ese (tanto en magos como en muggles) y el hechizo nunca falló.
La chica no quiso pedir más datos de dichos experimientos. Prefería centrarse en que su novia le había quitado un peso enorme de encima. La besó en la mejilla mientras jugueteaba con la larga melena de la ex mortífaga.
-Gracias, Bella -susurró Hermione- ¿Vendrás conmigo a Australia?
-Sí -respondió al instante- Podemos ir dentro de un mes, en Navidad, cuando te den vacaciones en el trabajo.
La chica la miró perpleja.
-¿En serio? ¿Así de fácil? ¡Me ha costado mucho más que vinieras a esta casa cinco minutos! ¿Vas a acompañarme a buscar a unos muggles a un lugar lleno de muggles?
-Sí -repitió la duelista- Es muy importante para ti. Odio a los muggles, pero te quiero más a ti. Además, tus padres igual son un pelín menos inútiles que los demás, si te tuvieron a ti... ¡Y siempre puedo matar a muggles que no sean familia tuya!
Hermione -obviando de nuevo la última parte- confirmó en ese momento que nunca podría adorar tantísimo a nadie. Aprovechó que seguía sentada sobre sus rodillas para besarla. Bellatrix le acarició la espalda y respondió al beso. La chica hundió sus manos en la melena de la bruja para evitar la tentación de tocar zonas prohibidas. Estaba tan absorta en recorrer con su lengua el interior de la boca de la bruja que ni siquiera oyó la puerta abrirse. Al contrario que su novia, que decidió no parar: por un lado, estaba disfrutando y por otro, seguro que aquella visión permanecía indeleble en el cerebro de Potter por mucho que intentase borrarla. Así fue.
Lo último que Harry y Ginny esperaban encontrar en su sofá era a Hermione besando apasionadamente a su antigua profesora y mortífaga. Bellatrix sabía que la chica se iba a morir de vergüenza también, pero ya había mostrado demasiada bondad ese día; culpa suya por haberla obligado a acompañarla. Por el rabillo del ojo vio como el chico enrojecía del bochorno y la pelirroja se demacraba del susto. Fue Harry el primero que reunió valor y carraspeó. Hermione dio un respingo del susto y se levantó del sofá de un salto. Entre eso y el recuerdo de Lucius balbuceando ante Voldemort, a la slytherin le estaba costando mucho aguantar la risa. Se retrepó en el sofá para disfrutar del espectáculo.
-Habéis vuelto pronto... -evidenció la joven.
-Sí... Molly quería que la ayudáramos a limpiar otra plaga del jardín y hemos huido... -contestó Harry visiblemente incómodo.
-¿Qué haces aquí con ella? -inquirió Ginny cortante.
La pelirroja, al igual que su hermano, sentía cierta animadversión hacía la bruja oscura debido a los comentarios de su madre. Hermione vio que Bellatrix abría la boca para soltar alguna replica borde, pero en honor al agobio de la chica, se calló. La gryffindor decidió exponer la situación sin más:
-Me voy a mudar con Bella y hemos venido a recoger mis cosas para que Kreacher las lleve a su mansión. Sabes que me encanta vivir contigo, Harry, pero ya es hora de que te deje vivir tranquilo en tu propia casa. En fin, podrían producirse situaciones incómodas... -comentó con ironía.
Bellatrix soltó una carcajada. Harry cortó con una mirada el comentario despectivo que Ginny estaba dispuesta a lanzar y miró a su amiga.
-Ah... Claro, Hermione. Sabes que no eres ninguna molestia, esta es también tu casa. Pero ahora mismo llamo a Kreacher para que te ayude con el equipaje
El joven llamó al elfo que solía permanecer oculto en alguna alacena. Apareció al poco con la cabeza gacha y maldiciendo en voz baja. Hasta que levantó la mirada y para sorpresa de los gryffindors, los ojos de la criatura se iluminaron como los de Dobby cuando miraba a Harry. Con un tono de adoración que jamás habían creído posible escuchar en su boca y casi arrodillándose ante ella, proclamó:
-¡Madame Black! ¡Qué gran honor es para Kreacher volver a verla! No sabe lo duros que han sido estos años sin ningún Black digno del apellido... ¡Qué alegría verla, sigue igual de joven! Siempre fue usted la más poderosa de la familia y la más hermosa...
-Sí, sí, estamos todos de acuerdo -comentó Bellatrix mientras los tres jóvenes contemplaban atónitos.
-¡Y cuando por fin murió el traidor de Sirius, va y le deja la casa al mestizo de su ahijado!
Harry estaba tan pasmado con la efusividad y la alegría del elfo que ni siquiera logró articular palabra para defender a su difunto padrino o a sí mismo. Hasta a la sabelotodo le daba respeto interrumpir el reencuentro.
-Kreacher está desesperado -siguió el elfo- Ahora está todo infestado de sangre sucias y traidores de sangre...
-Y que lo digas, ¡están por todas partes! -exclamó Bellatrix dramáticamente.
-¿Podría... podría Kreacher ir alguna vez a la Mansión Black? Sería un placer servirla a usted. Podría hacer cualquier cosa... -se ofreció el elfo- Reparar habitaciones que estallen, cocinar, retirar cadáveres... ¡lo que usted pida!
"¡Alguien tiene que decir algo, esto es surrealista!" exclamó el cerebro de Hermione al escuchar la proposición de los cadáveres, pero su boca no respondió.
-Bueno -respondió la bruja con desgana-, mientras te mantengas alejado de mi vista, puedes venir.
El elfo definitivamente se arrodilló ante la ex mortífaga dándole las gracias repetidamente. Como parecía que Bellatrix se había aburrido de la función, Harry recuperó el habla: "Puedes hacerlo ahora mismo, Kreacher: sube al dormitorio de Hermione y lleva sus maletas a la Mansión Black". A pesar de que se lo hubiese ordenado su amo, el elfo miró a Bellatrix con gesto interrogativo. La bruja asintió y la criatura obedeció de inmediato. La duelista se levantó del sofá y decidió que lo mejor era irse y dejar a los jóvenes criticarla tranquilos, pero Hermione la retuvo:
-¿Esa es tu política para tratar a los elfos? ¿Que trabajen para ti pero que tú no tengas que verlos?
-Es mi política para tratar a todo el mundo, peque -informó la slytherin con su habitual sonrisa burlona.
La chica se sonrojó al ver que la bruja la llamaba por su apelativo cariñoso delante de sus amigos. El detalle tampoco pasó inadvertido para ellos. Ginny sintió especial rabia ver que Hermione había dejado a su hermano por aquella mujer tan altiva y que tanto odiaba a su familia.
-Es evidente que no tenéis nada en común -comentó la pelirroja intentando camuflar su odio con un tono condescendiente- No sé qué ves en ella, Hermione.
-Si no lo sabes es que no has mirado bien, Weasley -se adelantó a responder la bruja echando los hombros hacia atrás provocando que su escote resultase aún más pronunciado- Pero tranquila, que ya se fija tu novio por ti -añadió con mordacidad.
Tenía razón. Por mucho que fuese "el Elegido", Harry también era un hombre y en cuanto Bellatrix se había puesto de pie, su mirada se había desplazado inconscientemente de sus ojos hacía sus otros encantos.
-¡Eh! -exclamó Ginny con rabia dándole un puñetazo al chico en el brazo.
-¡Eh! -exclamó Hermione indignada pasándole un brazo por la cintura a Bella para indicar que era suya y nadie más tenía derecho a comérsela con los ojos.
La cara de Harry mutó en un rojo más brillante que el pelo de su novia. Balbuceó durante unos segundos y se frotó el brazo -Ginny tenía bastante fuerza- e intentó disculparse avergonzado:
-Lo siento mucho...
-No te preocupes, tu padrino hacía lo mismo. Y eso era peor porque era mi primo... Aunque claro, en la familia Black lo raro es cuando no hay incesto... -meditó la bruja ladeando la cabeza.
Harry se tragó el orgullo y las ganas de defender a su último familiar. Después de ver en los recuerdos de Snape cómo su padre y su padrino lo humillaban y se burlaban de él, no iba a volver a poner la mano en el fuego por mucho que lo quisiera. Así que intentó la disculpa de nuevo.
-De todas formas, Madame Black, le repito que...
-Puedes llamarme Bellatrix. Aquel idiota casi me hace adoptarte y ya no soy tu profesora, así que...
-¿Que Sirius hizo qué? -preguntaron Harry y Hermione al unísono.
-¿No te lo contó? -preguntó la ex mortífaga sorprendida- No, claro... ¡Cómo iba a hablar bien de su loca prima Bellatrix!
Una vez más, el chico no pudo replicar ni defender al animago.
-Después de una vida de odio y desprecio mutuo, a la vez que me pidió que te protegiera, insistió en que aceptase ser tu madrina para que tuvieras a alguien más. Lo mandé a la mierda muy rápido. Su favorita siempre fue Andrómeda con mucha diferencia, le sugerí que se lo pidiera a ella y me dejase a mí en paz. Pero siguiendo con su espíritu de joderme hasta el final, por si acaso moría, dejó un testamento en el que solo hacía falta mi firma para hacerlo oficial. El día en que Dumbledore me llamó a su despacho tras la muerte de Sirius para entregármelo y pedirme que firmara le sugerí con palabras encantadoras por dónde podía metérselo. No es nada personal, Potter, pero antes adopto a un kraken que a alguien que tuviera relación con mi primo.
El chico estaba de nuevo perplejo y no sabía cómo procesar la nueva información. Sirius debía apreciar o al menos valorar a Bellatrix mucho más de lo que le había confesado... Las otras dos chicas se sentían igual de violentas. Dándose cuenta de la situación y de que Harry necesitaría hablar con Hermione sobre su mudanza, decidió darles intimidad.
-Voy a saludar a tía Walburga, hace años que no hablo con ella -informó.
"¡Estoy hoy que me salgo con tantos buenos actos!" pensó Bellatrix para sí misma.
-¿Te llevas bien con ese retrato? -preguntó Hermione horrorizada.
-¡Claro! Yo era su favorita, fue la que me presentó a... Da igual. El caso es que odiaba a sus hijos y me prefería a mí. Aunque que mi padre me odiaba, podían haberme intercambiado por Sirius o Regulus y todos habríamos salido ganando -comentó como si tal cosa.
"¡Pero en qué familia me he metido!" se preguntó Hermione de nuevo mientras contemplaba a la bruja alejarse con elegancia en dirección al pasillo donde descansaba el retrato.
-¡Voy contigo! -exclamó Ginny que también quería dar a Harry intimidad con su amiga.
-Mi día de suerte -suspiró Bellatrix con causticidad.
-Oye, Bellatrix... -protestó la pelirroja.
-Madame Black -la corrigió la bruja mientras se alejaban.
Harry y Hermione se miraron sin saber qué decir. La castaña tomó la palabra y le resumió el estado de la cuestión. Le contó lo de su reconciliación, la realidad de cómo se había sentido los últimos meses, su preocupación por la salud de Bellatrix, su ilusión por vivir con ella, su reciente plan para ir a buscar a sus padres juntas... Al chico le bastó el brillo en los ojos de su amiga para notar que estaba completamente segura de su decisión.
-En resumen: que la quieres.
-Sí, mucho... -respondió la chica con timidez.
-Pues me alegro por ti, Hermione, de verdad. Te echaré de menos, pero es evidente que me vas a abandonar para irte a la mansión de la familia de sangre pura más noble y antigua de Inglaterra -bromeó con aire solemne.
-¡No seas tonto! Me iría con ella aunque viviese en la cabaña de Hagrid -confesó.
-La haría estallar en dos minutos -imaginó Harry.
-Probablemente -rió la sabelotodo.
Se abrazaron y prometieron que se seguirían viendo por los pasillos del Ministerio y quedarían todas las semanas para cenar o al menos tomar unas cervezas de mantequilla.
-Oye... ¿podrías hacerme un favor?
-Claro que sí, Harry. Ya sabes que estoy contigo hasta el final.
-¿Crees que podrías convencerla de que me enseñara el recuerdo? El de cuando Sirius le pidió que me protegiera y eso... Es que le echo mucho de menos, viví tan poco con él... Y mataría por poder verlo y conocer más de su relación con Bellatrix.
La chica sopesó la idea, no se esperaba esa petición. Estaba segura de que compartir sus recuerdos con el chico sería un "no" rotundo para la duelista. Podía probar a ponerle caritas lastimeras y que lo hiciera como favor hacia ella pero sabía que si presionaba a la bruja, el asunto acabaría estallando de alguna forma.
-Bueno... -empezó la chica dubitativa- Puedes probar a pedírselo, igual hay suerte...
-¿Tú crees? ¡Muchas gracias, Hermione! Porque lo de que fuese mi madrina sí que es imposible, ¿verdad?
Antes de que la chica pudiera decirle que ni se le ocurriera, apareció Ginny furibunda.
-¡Tu "novia" está loca! -exclamó mirando a la castaña.
-¿Te ha hecho algo? -inquirió Harry al instante.
-No, me ha ignorado. Pero está hablando con su "tita Walburga" que la adora aún más que Kreacher. La mujer del retrato le ha dicho que está aún más guapa que a los veinte años, le ha preguntado que por qué ha tardado tanto en venir a verla y si se ha casado finalmente con Tom en lugar de con el idiota Lestrange. Le ha respondido con tranquilidad que esta casa esta llena de indeseables y que se casó con Tom en una suntuosa ceremonia -desarrolló Ginny con rabia.
Sus interlocutores tragaron saliva ante la mención de Voldemort. Al parecer Bellatrix tenía un don para llevarse bien con los seres que despreciaban a todo el mundo. Antes de que pudieran comentarlo, la ex mortífaga debió juzgar que ya habían tenido suficiente intimidad y volvió también al salón. Inmediatamente Hermione la interceptó:
-¿¡Le has dicho a esa mujer chillona que te casaste con Voldemort!?
-Sí. Y que tenemos tres hijos preciosos y veraneamos en una idílica villa de la Toscana -respondió alegremente.
Los tres chicos la miraron como si le hubiesen crecido dos cabezas más.
-Pero, pero, pero... ¡¿por qué?!
-¡Cómo que por qué! -replicó con indignación- ¡Es una señora mayor! ¡Una señora mayor muerta! ¿¡Por que iba a negarle su única ilusión!? Por Circe, tenéis menos tacto que un dementor... -les recriminó sacudiendo la cabeza como si se avergonzase de ellos.
Tampoco supieron cómo tomarse eso ni cómo responder. Bellatrix aprovechó el momento para intentar otra retirada. "Te espero fuera para que puedas despedirte de tus amigos" le dijo a Hermione mientras se dirigía a la puerta.
-¡Espera! -la frenó Harry.
"¡Mierda!", pensó la slytherin, "Ya casi rozaba la libertad...". Se giró hacia el chico con gesto impaciente. Él miró a Hermione y ella asintió nerviosa.
-Madame... Bellatrix, me gustaría mucho, si fuera posible, ver el recuerdo de Sirius en el que te pidió que me protegieras...
La ex mortífaga abrió los ojos tan sorprendida como ellos antes. Su novia la miró de inmediato suplicándole con la mirada que le concediese aquello. Entonces Hermione escuchó su voz en su cabeza. "¿Por qué iba a permitir a ese idiota fisgonear en mis recuerdos?". "Por favor, por favor, Bella, es muy importante para él...". "¿Y a mí que? Para mí es muy importante mi privacidad" replicó la duelista mentalmente. "Lo sé, ¡por favor, por favor! Encontraré la forma de compensarte, te lo prometo", suplicó la joven. "Más te vale que sea con algo muy caro o muy sangriento..." la advirtió. La otra pareja las miraba impacientes notando que algo sucedía entre ellas pero sin entender el qué.
-De acuerdo, Potter -suspiró- ¿Tienes un pensadero? -preguntó la bruja oscura acercando su varita a su sien izquierda.
-No... Pero hay uno en el Ministerio, podría...
-¡Y un cuerno van a estar mis recuerdos en el Ministerio! -replicó airada bajando la varita- Ven a casa una tarde y te lo enseñaré.
-¡Muchísimas gracias! -contestó el chico con emoción.
"Ven solo. Ningún Weasley va a pisar mi mansión" resonó en la cabeza de Harry. Dio un respingo: desde que Voldemort murió no había vuelto a escuchar voces dentro de él. Aún así, la miró a los ojos y asintió en silencio. "¡Vaya trabajo desastroso hizo Sev con tu oclumancia! Puedo ver tus recuerdos desde que llevabas pañales" escuchó de nuevo. El chico enrojeció y se hubiera enfadado si no fuera porque la duelista acababa de acceder a compartir sus memorias.
-Puedes venir conmigo mañana por la tarde, después del trabajo -ofreció Hermione para planearlo antes de que la afectada se arrepintiese.
-¡Genial! Si le viene bien a...
-Va a ser igual de molesto un día que otro -respondió Bellatrix saliendo finalmente del piso.
-Tu novia es una dulzura -comentó Ginny con ironía.
-Toda ella -aseguró Hermione con mordacidad.
Ginny se ruborizó al captar el doble sentido. Harry le dio las gracias por su ayuda y quedó en pasar a buscarla por su oficina después de su jornada laboral del lunes. Se despidieron con un fuerte abrazo y el chico le deseó suerte en su nuevo hogar. Ya junto a la puerta, la castaña se giró como recordando algo e informó al moreno con una amplia sonrisa:
-Harry, si vuelves a mirar a mi novia a cualquier parte que no sea su cara, vas a desear que Voldemort hubiese acabado contigo.
Sin borrar la sonrisa, salió de Grimmauld Place y buscó a Bellatrix que se divertía molestando a los muggles de la zona con diversos hechizos. La abrazó para distraerla y para darle las gracias por ser amable con Harry.
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