Capítulo 21
Una semana después, llegó la guerra.
Las clases se habían reanudado para los cursos inferiores a séptimo pero solo con algunas materias fundamentales. Harry había pasado aquella escasa semana investigando con Luna todo lo referente a la diadema perdida de Rowena Ravenclaw, puesto que aquel objeto parecía la única opción viable para albergar un horrocrux. El chico llevaba días intentando hablar con la Dama Gris y sacar algo en claro, pero le era esquiva y no se fiaba de sus intenciones. Empezaba a estar desesperado.
Los miembros de la Orden buscaron aliados entre todas las criaturas que podían resultar afines a su causa. Los gigantes se negaron, los centauros igual y la mayoría ni siquiera querían sentarse a hablar; el temor a Voldemort era demasiado grande. El clima cada vez era más tenso.
Hermione, por su parte, había probado a mandarle cartas a Bellatrix con Pigwidgeon y con diferentes lechuzas de Hogwarts pero sin resultado. Los animales ni siquiera emprendían el vuelo. Era evidente que la bruja oscura había eliminado su rastro. Por lo menos, aquel tiempo le había servido a la joven para hacer las paces con Tonks y practicar con los miembros del Ejército de Dumbledore diferentes hechizos para defenderse y atacar. Estaban todo lo preparados que podían estar.
Cuando los profesores advirtieron a sus alumnos que el castillo había sido sitiado y rodeado, comenzó el caos. McGonagall y sus compañeros lanzaban hechizos protectores, los mortífagos buscaban puntos vulnerables en las barreras para atravesarlas, la gente corría y gritaba por todas partes.
Hermione tenía miedo, mucho miedo de perder, de no volver a ver a sus padres, de que sus amigos murieran... Pero lo que le provocaba un pánico irracional era ver a su antigua amante luchando del lado de Voldemort. Aunque no la atacase a ella como le prometió, aquello sería devastador. La chica se sacudió esos pensamientos cuando oyó a Harry pedirle a la directora que le proporcionara todo el tiempo posible para terminar la misión que le había encomendado Dumbledore. Ella y Ron lo siguieron corriendo hasta la Sala de los Menesteres donde finalmente el fantasma le había revelado que escondió el objeto.
Tras varios encantamientos, localizaron la diadema. La rodearon con temor reverencial y se quedaron mirándose dubitativos. Ninguno se atrevía a empuñar el colmillo de basilisco, recodaban perfectamente lo que había pasado la última vez. No tenían tiempo para otro episodio de lucha mental contra Voldemort.
-Si tuviéramos la espada... -empezó Harry- Igual sería más fácil.
-¡Tiene que haber una forma de destrozarla sin tocarla! -gimoteó Ron.
En ese momento, el cerebro del grupo recordó una conversación que tuvo la mañana que se despertó en la cama de Bellatrix mientras ella conjuraba criaturas de fuego. "Se trata de un hechizo muy poderoso, el fuego causado podría incluso destruir un horrocrux" había susurrado la duelista. Una vez más: ¿se fiaba de ella? "En lo relativo a incendiar cosas, estoy segura de que sí" se aseveró Hermione.
-Igual habría una forma... Un fiendfyre puede destrozar un horrocrux porque es tremendamente poderoso. El problema es que si lo lanzamos...
Antes de que la sabelotodo pudiese desarrollar la dificultad de sofocar un fuego así, Ron, con pocas ganas de meditar y muchas de acabar, gritó: "¡Fiendfyre!".
El horrocrux estalló y Harry sintió que había sido eliminado. El problema fue que el resto de la sala también empezó a estallar víctima del descomunal dragón de fuego que parecía incontenible. En un acto reflejo -un tanto estúpido- los tres probaron a lanzar varios aguamenti y todos los hechizos de agua que se les ocurrieron. No solo no funcionaban en absoluto, sino que parecía que el monstruo ígneo se alimentara de ellos.
-¡Tenemos que salir de aquí! -gritó Harry cogiendo una escoba y lanzándoles otras a Ron y Hermione.
Mientras Hermione se encaramaba al aparato exclamó:
-¿Y qué vamos a hacer? Aunque salgamos de la sala, el fuego se extenderá. No bastará con cerrar la puerta sin más, estallará y se propagará. ¡Es un hechizo demasiado poderoso y más cuando se lanza sin controlar!
Decidieron dejar ese problema para cuando llegara el momento. Esquivaron las llamas como pudieron y tras algún susto al verse arrinconados, lograron alcanzar la puerta. Pero, una vez más, la castaña tenía razón. Empezaron a lanzar hechizos de contención, no con la idea de apagar el fuego si no de evitar que saliese de la sala. Ni siquiera se molestaron en cerrar la puerta, casi sería peor que al reventar, actuara como metralla. Harry mandó un patronus; Hermione tenía miedo de no ser capaz de proyectar a su nutria. Tras dos minutos de angustia en los que creyeron que nadie vendría porque los mortífagos parecían haber roto finalmente las barreras protectoras de Hogwarts e intentaban entrar al castillo, apareció Ojoloco. Hermione nunca creyó que volvería a alegrarse de verlo, pero así fue. El auror empezó a lanzar hechizos y parecía que el fuego comenzaba a remitir, pero no era suficiente. Pocos minutos después, llegó Tonks. Se unió a su mentor y en menos tiempo del que creían, el fiendfyre se extinguió por completo. Moody felicitó enormemente a su discípula justo antes de echarles la bronca a los jóvenes.
-¡Maldita sea, Potter! ¿Qué pretendían, volar el castillo? Por lo menos espere a que los del otro bando estén también dentro...
Aleccionó mientras él y el chico encabezaban el grupo para bajar al Gran Comedor y comprobar cuál era el estado de la batalla. "Lo siento, teníamos que destruir una cosa... Pero ya está" contestó el Elegido. Aprovechando que se habían quedado rezagados, Ron miró a Hermione. Tras el pánico al fuego y el miedo a una muerte próxima, decidió lanzarse. La besó. La chica estaba tan sorprendida que no supo reaccionar. Su cerebro, una vez más, estaba dividido: tenía que pasar página, la propia bruja se lo había sugerido, y cuanto antes empezara, mejor. Pero no estaba bien permitir a Ron hacerse ilusiones, estaba enamorada de otra persona. Era como serle infiel a su novia (aunque ya no lo fuera). No obstante, con el mismo pensamiento de la muerte amenazante, decidió sonreír levemente y no defraudar a su amigo. Ya le explicaría las cosas cuando todo terminara... o igual para entonces no seguían vivos y se lo ahorraba.
Al separarse y mientras Ron la cogía de la mano, la chica se dio cuenta que Tonks los había estado esperando y la miraba ligeramente sorprendida. La sabelotodo vio en sus ojos que la metamorfomaga había deducido lo de su relación con Bellatrix y no entendía bien aquel giro. Hermione se acercó a ella mientras seguían a Ojoloco y a Harry a cierta distancia y murmuró:
-Tonks, te lo puedo explicar...
-No me tienes que explicar nada, Hermione. Entiendo perfectamente que lo que tuvieras con mi tía era solo una fase, nada serio; esa mujer no está bien. Haces mucho mejor pareja con él -contestó Tonks mirándola.
Hermione entendió que su amiga esperaba una respuesta. Estaban literalmente en medio de una guerra. No era el momento de explicarle por qué una vez más se equivocaba, ni de confesarle que amaba profundamente a su malvada tía. Así que asintió y le dio las gracias.
Llegaron al Gran Comedor. Todo ahí era caos. Los mortífagos acababan de entrar. En un primer vistazo, la castaña no vio a Bellatrix por ningún sitio, aquello la tranquilizó un poco. Desenvainó su varita y se lanzó a ayudar a Ginny y a Luna que luchaban contra los hermanos Carrow. Vio como Harry salía en pos de Voldemort. Pensó en ayudarle, pero sabía que se trataba de un asunto únicamente entre los dos.
Transcurrió una hora. Ron y Hermione luchaban contra un hombre lobo que acababa de asesinar a Lavander cuando Harry volvió. Reunió a sus amigos y a Neville y Ginny que estaban junto a ellos:
-¡Escuchad, ya habrá tiempo para explicaciones! Es la serpiente, es el último, ¡hay que matar a Nagini!
El Elegido había presenciado el asesinato de Snape y recogido sus lágrimas, pero ya habría tiempo para esas revelaciones.
-¡Ron, Hermione! -los retuvo cuando el resto se habían alejado-. Yo también tengo que morir, soy el séptimo horrocrux. Voldemort me tiene que matar.
Gritos, llantos. Intentaron impedírselo. No hubo manera. Decidió salir al bosque a buscar a su verdugo. No obstante, todos los mortífagos del castillo querían ser los encargados de matar al maldito muchacho. Así que sus amigos le cubrieron las espaldas. Ron se rezagó luchando contra Walden Macnair para que sus dos compañeros pudieran seguir esquivando a la gente. No obstante, cuando ya casi habían logrado salir del castillo, Harry vislumbró la melena rubio platino de Lucius Malfoy.
-¡Tú! - gritó encolerizado mientras se lanzaba hacia el mortífago que asesinó a Sirius.
-¡Harry, no! - le suplicó Hermione siguiéndole.
Ambos se enzarzaron en una lucha contra el patriarca de los Malfoy. Su hijo y su mujer parecían haber desertado porque nadie acudió a respaldarle. No obstante, igualaba sin problema las fuerzas de los chicos. Harry intentó lanzarle un crucio y comprobó que, efectivamente, como les había explicado su profesora, no valía con la rabia. Lucius simplemente cayó de rodillas. En cuanto se recuperó, el mortífago agarró a Hermione por el cuello y obligó a Harry a tirar la varita. Cuando estaba apunto de hacerlo, apareció Tonks.
-¡Desmaius! -gritó la auror.
-¡No valdrá con eso! -gritó Harry desesperado- ¡Se escapará!
-¡Scintilla! - gritó de nuevo la chica -Ya está, de cabeza a Azkaban.
Hermione comprobó que su tía le había enseñado bien (pese a que lo hiciese contra su voluntad). Lucius Malfoy cayó al suelo envuelto en una red invisible de chispas. En cuanto Harry se cercionó de que a cada movimiento del rubio una barrera le impedía moverse y le causaba dolor, se dio por satisfecho. Los tres juntos salieron del castillo. Pero antes de poder poner dirección al bosque, Rodolphus Lestrange se cruzó en su camino.
-¡Sigue, nosotras nos ocupamos! - le aseguró Tonks.
Hermione asintió con más seguridad de la que sentía. Harry partió hacia el bosque. La castaña miró a Tonks que con su varita y su ropa de combate lanzaba diferentes hechizos al mortífago. Ella puso también manos a la obra. Esperaba de verdad que se bastasen solas para inmovilizarlo... Se alegró al ver que era evidente que tras la derrota a manos de su tía, la metamorfomaga había estado practicando. Se movía con más agilidad y sus movimientos eran más precisos. Absorta en estas observaciones, no vio como Rodolphus le arrojaba un hechizo aturdidor que la lanzó dos metros por los aires.
-¡Hijo de...! -lo maldijo la auror- ¡Sectumsempra!
Al instante, Lestrange cayó al suelo víctima de numerosas heridas como cuchilladas que iban apareciendo por su cuerpo. Se retorció en el suelo mientras insultaba a Tonks. Hermione, que empezaba a recuperar el sentido, observó como la metamorfomaga se acercaba al mortífago y le susurraba algo. El insulto debió ser grande porque el hombre abrió los ojos desmesuradamente y empezó a farfullar. El dolor le impedía decir nada inteligible y Hermione, por su naturaleza compasiva, se apiadó.
-Tonks, eso es cruel. No podrá ir a Azkaban si...
-Tienes razón -aceptó ella- ¡Avada kedavra!
Rodolphus Lestrange maldijo por última vez. Murió con los ojos abiertos y un gesto grotesco en su cara. La estudiante miró a su amiga horrorizada.
-¡Hermione, esto es la guerra! No podéis atacarles con expelliarmus y confiar en que no huyan y se entreguen.
La chica aceptó con dolor que Tonks igual tenía razón. Emprendieron el camino de nuevo cuando de repente, se oyó la voz de Voldemort. Harry estaba muerto. Los supervivientes de ambos bandos salieron al terreno exterior del castillo hacia el Bosque Prohibido. Vieron como Hagrid entre lágrimas llevaba al chico en sus brazos.
Hermione lo presenció todo como desde fuera de su cuerpo, a cámara rápida. Ginny lloraba. Voldemort se jactaba y exigía la gente que se rindiera. Neville, en un último arranque de coraje, desenvainó la espada de Gryffindor que se le presentó en un momento de necesidad y mató a Nagini. El último horrocrux. El Mago Tenebroso chilló enfurecido. Intentó atacar a Neville, pero alguien desvió el ataque. ¡Harry! ¡Estaba vivo! La sabelotodo entendió que Voldemort había matado al horrocrux que residía en el chico, pero su amigo había sobrevivido. Volvió a respirar, aliviada. El mundo recuperó su velocidad normal.
De forma inconsciente, se creó un círculo humano dividido entre el bien y el mal, con Harry y Voldemort en el centro como adalides de ambos bandos y separados a bastante distancia de todos los observadores. Con la varita de sauco que había sustraído del ataúd de Dumbledore, Voldemort lanzó otro avada kedavra. Había matado a Snape, su último dueño (fue él quien desarmó al director, ya que Draco tampoco fue capaz de eso) y la varita le obedecía sin ningún problema. Harry intentó hacer lo mismo, pero no tenía la fuerza necesaria para ejecutar la maldición.
Sospechando que el chico no podría hacerlo, Ojoloco lo apartó y lanzó también la maldición asesina. Colisionó con la del Señor Oscuro durante unos segundos. Poco le costó a la varita de sauco ganar la batalla y el veterano auror expiró. Hermione buscó a Tonks con la mirada. Sabía cuánto quería a su mentor. La expresión de la metamorfomaga no dejaba entrever nada. Simplemente miraba hipnotizada como Harry les exigía a todos que no se entrometieran. Su enemigo lanzó la maldición asesina una tercera vez. El Elegido también probó el mismo hechizo. Una vez más, su conjuro era débil. Los haces de luz verde colisionaron en el centro. Todos vieron como el rayo del Señor Oscuro ganaba terreno a cada segundo. Cuando estaba apunto de alcanzar a Harry y sin que nadie pudiera advertirlo o impedirlo, Remus Lupin se lanzó frente al cuerpo del chico para protegerlo. Ni siquiera le dio tiempo a lanzar un contraataque. Lupin cayó al suelo y murió de inmediato.
Harry gritó de nuevo. Todo el mundo miraba como el chico abrazaba al que había sido su profesor favorito. Voldemort lo observaba mientras reía a carcajadas. No tenía ninguna prisa en matarlo. Aquella acumulación de cadáveres para salvar al Chico que Sobrevivió estaba resultando realmente entretenida. Era como ver un avión estrellarse, nadie podía apartar la vista. Salvo Hermione que, una vez más, preocupada porque su amiga acababa de perder también a su marido, miró a Tonks. Su hijo se había quedado sin padre. Pero no había dolor en sus ojos, solo una profunda determinación.
Nadie supo reaccionar cuando la auror se liberó de McGonagall que la tenía sujeta desde hacía varios minutos y dio un paso al frente. Corrió hacia Harry. Lo agarró del brazo con una fuerza y una mirada de ira que nunca había visto en la joven metamorfomaga.
-¡Lárgate de aquí, pequeño bebé Potter! Déjanos a los que sabemos – le espetó Tonks apartándolo de un empujón- Le prometí a ese idiota que te protegería.
Harry retrocedió inconscientemente con los ojos desorbitados. Ginny lo agarró mientras él buscaba a Hermione. Nymphadora avanzó con firmeza hasta que apenas seis metros la separaban de Lord Voldemort. Se oían gritos aislados a sus espaldas en medio del silencio asfixiante, gente exclamando que su hijo se quedaría sin padres. El Señor Tenebroso soltó una carcajada maléfica que heló la sangre de todos los supervivientes provocando que retrocedieran varios pasos.
-¡Qué optimista que una metamórfaga de sangre turbia crea que va a poder lograr lo que ni los viejos aurores, ni Dumbledore, ni el famoso Potter han logrado! - se burló él.
Tonks avanzó un metro.
-Muy bien -sentenció Voldemort alzando su varita- ¡Ven a morir, mestiza!
-Solo uno de nosotros es mestizo, Tom -respondió con calma- Y no soy yo.
En ese momento, la melena de Tonks se oscureció y cayó como una oscura cascada de rizos sobre su espalda. Su cintura se estrechó, su altura disminuyó y el abrigo de cuero negro se adaptó perfectamente a su figura. Al principio creyeron que simplemente estaba mutando como metamorfomaga. Hasta que arrojó hacia la multitud la varita que había estado usando y de su antebrazo se deslizó aquella varita curva que era casi una extensión de su cuerpo. Cuando los efectos de la poción multijugos se desvanecieron por completo, Voldemort retomó la palabra y aunque lo hizo con calma, su sonrisa de suficiencia y diversión se había esfumado.
-Mi querida Bellatrix... ¿Vas acaso a enfrentarte a tu maestro?
Como respuesta, ella lanzó un hechizo sin pronunciarlo. Sin esfuerzo alguno, él lo esquivo. Contraatacó con otro conjuro ofensivo que la bruja desvió también con facilidad. Se sucedieron los haces de luz, las explosiones, los gritos de la gente. Ambos tanteaban el terreno pero ninguno se atrevía a lanzar la ofensiva final. Sus miradas reflejaban rabia, odio, un ligero miedo... pero sobre todo respeto. Los dos sabían que se enfrentaban a un oponente que las futuras generaciones estudiarían en los libros de texto.
Hermione notó la fuerza con la que Harry la sujetaba. Todas las piezas empezaron a encajar en su mente. Tonks luchando con una destreza y una elegancia innatas, la capacidad de apagar un fiendfyre, el uso de la maldición paralizante en su cuñado que hacía una semana no había sido capaz de lanzar, el asesinato a sangre fría del que quiso ser su marido contra su voluntad... Pero olvidó todo aquello cuando recordó que la bruja la había visto besando a Ron. La propia Hermione le había dado a entender al no rebatirle nada que su relación había sido una fase, que consideraba que no estaba bien de la cabeza y que prefería a Ron. Iba a morir con esa idea. Hermione empezó a acompañar las lágrimas con temblores. McGonagall ayudó a Harry a sujetarla.
Mientras, Voldemort seguía intentando recuperar a la recluta perdida:
-Sería un desperdicio, mi querida Bella, con tu sangre, sería un desperdicio. ¿Quieres que la noble y antigua casa Black se extinga contigo por defender una causa tan débil?
-Voy a correr el riesgo, Tom- contestó Bellatrix con firmeza.
-No te valoran -siguió el mago-. Nadie ha sabido valorar ni alimentar tu poder como hice yo. Siempre serás para ellos la loca de las hermanas Black, tu propia familia te dio la espalda. Vuelve a mi lado, mi Bella, mi más fiel seguidora, mi mejor guerrera. Vuelve a mi lado. Ninguno de ellos cree en ti.
En su fuero interno, Bellatrix deseó estar loca de verdad para poder convencerse de que esas palabras eran mentira. Pero no pudo. Por unos segundos le tembló el pulso y no pudo evitar mirar de reojo a Hermione. Tal vez para recordar esos meses en los que creyó que alguien la cuidaría o quizá porque era lo último que deseaba ver antes de morir. La chica la miró con lágrimas en los ojos. Voldemort aprovechó ese instante de duda para pronunciar la maldición imperdonable.
-¡Crucio! -exclamó para sorpresa de todos.
La bruja oscura cayó de rodillas y cerró los ojos durante tres segundos. Luego nada. No chilló, no gruñó, no se retorció, no manifestó ningún dolor. Solo apretó los dientes. Y a pesar de experimentar una sensación peor que mil cuchillos al rojo vivo clavándose en su piel, se puso de pie, sacudió los hombros y el hechizo se rompió. "¿Eso es todo?" preguntó con voz burlona. Voldemort bajó la varita y sonrió casi con el orgullo de un padre.
-Nunca dejas de sorprenderme, querida. Ningún otro mortal es tan fuerte como tú. Ni uno solo de los magos que hay aquí ni de los que ha habido desde los tiempos de Merlín hubiese podido interrumpir una maldición de la varita de sauco. Solo tú, mi Bella. Podemos dominar el mundo juntos, ¿lo sabes, verdad?
La bruja intentó disimular el orgullo sin mucho éxito, no estaba acostumbrada a la falsa modestia.
-Si te soy sincera, Tom, creo que podría dominarlo yo sola.
La bruja contestó con franqueza. La determinación en su mirada demostraba que al menos uno de los dos iba a morir. Voldemort sacudió la cabeza con lástima al aceptar que Bellatrix no volvería a unirse a su causa.
-Sabes que vas a morir por una gente que ni te valora, ni te quiere. Lo sabes, ¿verdad, Bellatrix?
-Lo sé- contestó ella con sinceridad-. Así que muramos juntos, Tom. ¡Avada kedavra!
-¡Avada kedavra!
La luz verde surgió simultáneamente de las dos varitas y colisionó en el centro generando una esfera creciente de energía oscura. Voldemort gritó mientras focalizaba toda su fuerza en desplazar el hechizo hacia el lado de su antigua lugarteniente. Por su parte, la bruja oscura vio evidente que con tal cantidad de magia concentrada, solo había un final posible. Y era el que ella misma había predicho en su última sentencia. Miró a su alrededor. Los rostros aterrados de la gente, la fascinación y el miedo de los pocos mortífagos que no habían huido. No se veía semejante duelo desde que Dumbledore derrotó a Grindelwald.
-¡Alejaos de aquí! - gritó Bellatrix sin apenas girarse mientras sujetaba su varita con toda su energía, su cuerpo entero temblando del esfuerzo.
La gente no era capaz de reaccionar.
-¡Alejaos de aquí, joder! -bramó Bellatrix girándose un segundo para mirar a McGonagall – ¡No aguantaré mucho más!
La directora lo entendió y obligó a la gente a retroceder. Algunos no necesitaron más y echaron a correr hacia las ruinas del castillo. Otros buscaron un lugar lo suficiente alejado como para poder seguir mirando el morboso espectáculo sin miedo a daños colaterales. Para evitar que Hermione corriera hacia la bruja oscura, no quedó otro remedio que utilizar un hechizo inmovilizador y llevársela contra su voluntad.
Bellatrix miró una última vez en la distancia hacia donde se hallaba la chica llorando y gritando en brazos de Harry y Ron. Respiró profundamente. Haciendo acopio de la energía que le quedaba, invocó la varita de sauco. Para sorpresa de todos, la varita se escurrió entre los dedos del mago tenebroso y voló hacia ella. La lucha de los haces de luz terminó y aunque el estallido impactó al momento en el cuerpo de Voldemort, ella supo que también iba a morir. Pero con una diferencia: había vencido al Señor Oscuro, había matado a Lord Voldemort. No era la causa a la que le gustaría haber dedicado su vida, pero era la que le había tocado. Era una guerrera, lo sería hasta el final. Era el único consuelo que le quedaba.
El mago tenebroso se desgarró en un aullido inhumano y su cuerpo estalló desintegrándose en mil pedazos. Su antigua lugarteniente esbozó una sonrisa triste y pensó: "He sido la bruja más poderosa del mundo mágico". Iba a morir con su maestro a la entrada del Bosque Prohibido. Era su momento, su lugar, su destino. Antes de que la onda expansiva del hechizo la alcanzara, Bellatrix cayó al suelo, perdió la consciencia del mundo y todo se volvió negro.
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