Capítulo 20
-¿Qué demonios ha pasado? - preguntó Tonks levantándose con dificultad.
Aceptó la mano que le tendía Shacklebolt, quien parecía tan desorientado como ella tras despertarse del hechizo. Ninguno de los dos tenía heridas visibles, tan solo algunas magulladuras.
-¿Se ha escapado? - insistió al no obtener respuesta.
-Sí – respondió Moody secamente.
La rabia en la voz de su mentor era más que evidente, así que la chica no hizo más preguntas pese a su ansiedad por aclarar aquello. Se aseguró una vez más de que Hermione estuviera bien y de nuevo empezaron a buscar la salida del bosque. Al poco rato, nadie pudo aguantar más y a pesar de su estado casi catatónico, comenzó el interrogatorio de la joven.
-¿Qué ha pasado antes de que llegáramos? - le preguntó Shacklebolt.
-¿Qué pretendía secuestrándote? Entregarte a Voldemort para así atraer a Harry, supongo -aventuró Tonks.
-¿Qué? ¡No! ¡Ya os lo he dicho! -exclamó la chica enfadada- Fui a coger unas plantas para Pociones a la orilla del lago, vi que la cabaña de Hagrid estaba ardiendo e intenté apagarlo. En ese momento, Rabastan Lestrange, Mulciber y otro mortífago aparecieron y me arrastraron con ellos al bosque para llevarme ante Voldemort. Intenté luchar contra ellos pero no pude con los tres. Entonces apareció Bellatrix, los... derrotó, me curó y me dijo que volviéramos al castillo. ¡Y aparecisteis vosotros e intentasteis matarla!
El tono de su voz ascendía con cada frase. Había decidido omitir la parte del centauro y su predicción porque las caras de incredulidad ya eran suficientemente explícitas.
-¿Qué? Pero la cabaña de Hagrid estaba bien cuando hemos pasado, ¿no? ¿Y qué pasó con los mortífagos? Los que has nombrado fueron los que aparecieron para matar a Dumbledore.
-Bella arregló la cabaña y apagó el fuego -respondió la chica agotada, ya le daba igual usar el nombre cariñoso de la profesora-. Y respecto a los mortífagos... Bueno...
No estaba segura de que decir la verdad ayudase a la causa de la duelista, pero tampoco veía cómo podía empeorar la situación.
-Están todos muertos y sus cadáveres desaparecidos en el bosque -confesó agotada.
Silencio. Miradas entre ellos.
-¡Finite incantatem! - exclamó Tonks apuntando a Hermione con su varita.
No sucedió nada.
-¡Pero bueno! ¡¿Y a ti que te pasa?! - preguntó la castaña cuya paciencia hacía aguas.
-Creía que te había hechizado con Imperio o algo... - murmuró la metamorfomaga.
La castaña se había recuperado de la parálisis: sus ojos echaban chispas y agarraba su varita con fuerza. Quería a Tonks, era una buena amiga, pero esa noche estaba siendo demasiado. Demasiado.
-Lo que quiere decir es que no dudamos de ti, Hermione, pero lo que cuentas suena un poco... raro... -terció Shacklebolt intentando suavizar la situación.
En ese momento, salieron del bosque definitivamente.
-¡Mirad! -gritó Hermione sacando el bote con las plantas y arrojándolo delante de ellos- ¡Estas son las malditas algas! Y mirad la cabaña de Hagrid -señaló con un gesto- ¿veis que todo el interior está negro, que apesta a humo y que todos los muebles están carbonizados? ¿¡Lo veis o es que me estoy volviendo loca del todo!?
Comprobaron que, en efecto, la chica decía la verdad. A la ida estaban tan enfervorecidos con la idea de atrapar a la bruja oscura que no habían prestado atención a nada más. Tonks y Shacklebolt se disculparon. Le explicaron que Hagrid seguía de viaje intentando convencer a los gigantes de apoyarlos en la guerra y había dejado a Fang cuidando la cabaña. Moody seguía con gesto iracundo y la boca cerrada.
-Perdona, Hermione, estamos todos muy nerviosos con lo de Dumbledore. Igual mi tía tiene una mínima parte de bondad... bueno, al menos parece que se preocupa por ti... - añadió la auror.
-Pero aunque a ella la ayudara, si estaba en el bosque con los mortífagos es porque iba con ellos. El hecho de que luego los matara porque está chalada será solo un cargo más en su juicio -la cortó Moody de mala gana.
-No estaba en el bosque ni iba con ellos, la llamé yo. Le mandé un patronus pidiéndole ayuda, vino y me salvó la vida -corrigió ella sin mentir y mirando a Ojoloco añadió- y repetiré lo mismo en un tribunal con veritaserum si es necesario.
-De acuerdo. Yo te creo, Hermione, pero ¿por qué le mandaste el patronus a ella? ¿Por qué no a Harry o a uno de nosotros? -cuestionó su amiga refiriéndose a los aurores.
-¿Por qué a ella y no a uno de vosotros? -repitió Hermione con una sonrisa burlona– Creo que os acaba de demostrar porqué... y ni siquiera ha sudado... -comentó con profunda admiración.
Shacklebolt agarró a Moody del hombro para advertirle que se tragase su bilis hasta que estuviesen solos. Anduvieron unos metros en silencio. Los aurores seguían sin considerar a Bellatrix inocente del asesinato de Dumbledore, pero era evidente que a Hermione la había salvado. Al poco, Tonks no pudo aguantar la pregunta que la carcomía por dentro desde que la bruja oscura sugirió a la chica que huyeras juntas:
-Hermione, ¿qué relación tienes con ella? - cuestionó en voz baja.
La chica se puso visiblemente nerviosa, se sonrojó ligeramente y agachó la cabeza. Cuando iba a abrir la boca para explicarle que en ese momento solo era su profesora favorita (y por desgracia era verdad), la joven auror la interrumpió de nuevo:
-¡Eh! - exclamó- ¡¿Por qué llevas el colgante de mi madre?!
-¿Qué? - respondió ella confundida.
-¡El diamante de hielo! -le dijo tocando su colgante- Como no es tuyo, está apagado, como si solo fuese cristal. Pero llevo viéndoselo a mi madre desde pequeña. Nunca se lo prestaría a nadie, me confesó que era el único regalo que sus padres les habían hecho jamás. Ni a mí me lo deja porque dice que soy muy manazas...
Inmediatamente Hermione bajó la vista y se dio cuenta de que tenía razón: la joya que antes brillaba en su cuello porque todos los recuerdos alegres de la duelista le pertenecían se había apagado por completo. Ahora se trataba de un simple colgante sin valor ni económico ni mágico. Lo acarició y pensó en ella. No sintió nada, no pasó nada. ¡Tenía tantas ganas de estar sola para poder llorar hasta quedarse dormida!
-No es de tu madre – fue lo único que pudo responder con voz temblorosa.
-¡Claro que sí! -insistió la hija de Andrómeda- Dudo mucho que te hayan regalado el suyo Narcissa o...
Entonces se dio cuenta.
-¡Oh, por mis muertos! ¡Por eso te encontró tan rápido, fue su patronus! Te lo pregunto otra vez: ¿qué relación tienes...?
Gracias a cielo, en ese momento, campo a través, McGonagall, Harry, Ron y la profesora Vector corrieron hacia ellos. Los refuerzos a por los que Ojoloco había mandado a los jóvenes aurores llegaban un poco tarde. El hombre sacudió la cabeza con rabia. Lo último que necesitaba era narrar la reciente humillación.
-¿Qué ha pasado? - preguntó preocupada la recién nombrada directora.
-¡Por Merlín, Granger! ¿Estás bien? ¿¡Qué te ha hecho esa arpía!? - añadió la profesora Vector mientras Harry y Ron abrazaban a su amiga.
Hermione sacudió la cabeza. No podía más. "La sangre no es suya" empezó a relatar Shacklebolt viendo que a la chica le costaba incluso tenerse en pie. Les refirió lo que les había contado la estudiante con ayuda de Tonks y luego llegó a la parte en la que ellos las encontraron.
-¿Os enfrentasteis a Bellatrix Black vosotros tres solos? - preguntó la directora casi con incredulidad- ¿Y cómo es que seguís vivos? ¿Tenía un mal día?
Moody relinchó. Shacklebolt intentó resumir la batalla sin dejar al cuerpo de aurores demasiado mal, pero Hermione le corrigió mordazmente cada vez que intentó sugerir que Bellatrix había hecho trampas o había tenido ayuda.
-Es evidente que esa bruja no está en sus cabales, Dumbledore nunca debió contratarla - exclamó Vector soliviantada.
La directora vio la mirada de odio que le dirigía la agotada Hermione, era evidente que la chica apreciaba a la duelista e intervino mientras todos ponían rumbo al castillo.
-Esté de nuestro lado o no, solo un necio negaría que Bellatrix Black es una bruja muy poderosa. Siempre lo ha sido. Si hubiese querido acabar con alguno de ustedes, probablemente ya estarían muertos. Se ha enfrentado a enemigos peores.
McGonagall tenía esa maravillosa capacidad de narrar historias y embelesar a todo su público (salvo a Moody que seguía gruñendo al oír la loa hacia su némesis). La profesora vio que Hermione parecía sentirse un poco mejor y más tranquila al oírla hablar bien de la slytherin, así que siguió.
-Durante la Primera Guerra Mágica, cuando la Orden estaba a punto de vencer y parecía que a Voldemort no le quedaban fuerzas, Fenrir Greyback y su manada acudieron para ayudar a los mortífagos. Eran casi una decena de hombres lobo contra una Orden muy debilitada que no podía defender ese nuevo frente. Y menos con el miedo a ser mordidos... Bellatrix y su primo acabaron con todos. Fue una victoria fundamental para ganar la guerra.
Al instante, Harry intervino:
-¿Su primo? ¿Sirius? ¿Se llevaban bien? ¡Creía que se odiaban!
-Su relación fue siempre complicada. Aunque su carácter y arrogancia fuese similar, sus ideas eran opuestas y representaban el máximo exponente de la rivalidad entre Slytherin y Gryffindor. Bellatrix siempre envidió lo popular que era su primo y las aventuras que vivía con tu padre y sus amigos. Y Sirius siempre deseó que su magia fuese tan poderosa como la de ella, nunca fue capaz de derrotarla en un duelo. Pero se respetaban. Y ambos tenían esa mirada de locura y placer cuando combatían. Se complementaban bien. Pero tomaron caminos opuestos y no permitieron que el otro les ayudara a reforzar el aspecto que envidiaban.
Harry y todos los demás -incluso Ojoloco- escuchaban absortos esas nuevas revelaciones. Aunque se inclinaban más a creerse su lado oscuro y vengativo, nadie tenía claro qué pensar de la duelista.
-Estoy segura, míster Potter -siguió la directora entrando al castillo- de que Madame Black tiene tantas ganas de vengarse del patriarca Malfoy como usted. Aunque en su caso sea más por rabia y orgullo que por amor. Que el idiota de su cuñado matara a un miembro de la noble y antigua casa Black le produjo tal ataque de ira que destrozó por completo el Gran Comedor... Tardamos días en repararlo -suspiró sacudiendo la cabeza.
Harry asintió intentado procesar la nueva información sin entender cómo le hacía sentir aquello. Como era ya de madrugada, la directora ordenó a los aurores que se fueran a sus puestos y que investigaran cómo habían entrado los mortífagos. A los chicos los mandó de inmediato a la cama. Salvo a su alumna predilecta, notaba que la chica estaba apunto de romperse y no saber cómo ayudarla le partía el alma.
-Miss Granger -le dijo suavemente la directora al despedirse- si hay algo que yo pueda hacer para ayudarla, ya sabe que me tiene siempre a su disposición.
-Muchas gracias, profesora -contestó ella con gratitud sintiendo la sinceridad de sus palabras-. No, no creo que nada... Bueno, igual una cosa -se interrumpió teniendo una idea- ahora que es directora ¿sabe cuál es la contraseña de Slytherin?
McGonagall la miró con asombro y extrañeza por la petición.
-No estoy autorizada a revelar esa información...
Hermione asintió y se dispuso a marcharse. McGonagall le puso una mano en el hombro como despedida y mientras se alejaba susurró "Pitón Birmana". Hermione le dio las gracias internamente y prácticamente corrió hasta las mazmorras. Le daba igual que fuesen las dos de la mañana o despertar a todo el castillo. Solo quería llegar lo más rápido posible y no salir de la cama nunca más. Aún así no se topó con nadie ni de camino, ni una vez hubo entrado en la guarida de las serpientes. Le costó menos que nunca encontrar el cuadro deseado. Musitó la contraseña y entró.
Obviamente ella no estaba allí, tampoco lo esperaba. Sospechaba que no iba a volver nunca. No obstante, le sorprendió comprobar que muchas estanterías estaban vacías y faltaban numerosas prendas de su vestidor. Imaginó que como quedaba apenas un mes de curso y había jurado largarse al acabar, se encontraba ya inmersa en el proceso de llevarse sus cosas de vuelta a su mansión. La otra opción era que realmente preveyese la muerte de Dumbledore y hubiese recogido por si tenía que huir. No quiso darle más vueltas.
Los objetos daban igual. Lo que ella buscaba todavía estaba ahí, por todas partes. El olor. Por todas partes. Por desgracia, los recuerdos también. La mesa donde cenaron en su primera cita, las estanterías que curioseó mientras la duelista le confesaba que nunca tuvo amigos, el sofá donde le sonrió y le tendió la mano para que se sentara sobre ella si quería quedarse aquella noche... Esa vez sí la agarró. No era consciente de que estaba llorando. Cuando entró al dormitorio fue peor. El mueble donde se había quemado la mano, el vestidor donde había pasado largos minutos decidiendo qué ropa robarle para volver a su sala común, la cama donde por primera vez... Hermione tenía claro que de eso no se arrepentiría jamás. Dejar de ser virgen de la mano de Bellatrix era lo más bonito, emocionante y a la vez salvaje que le había pasado nunca. Igual no era buena idea haber vuelto cuando echaba tanto de menos a alguien a quien no iba a volver a tener...
Llevaba llorando tanto tiempo que ni siquiera notaba las lágrimas. Entró al baño para quitarse la ropa ensangrentada y darse una ducha. El espejo donde se miró aquella primera noche para darse ánimos, la bañera donde Bella le había lavado el pelo, el mueble donde le había dejado la ropa limpia para que durmiera junto a ella... No, no había sido buena idea.
Se metió en la ducha. La sangre y el sudor se deslizaron por el sumidero; sabía que los recuerdos jamás tomarían ese camino. Cuando al fin se sintió limpia -hubo largos minutos de enjabonarse y frotar con rabia- se enroscó una toalla y pasó al dormitorio a buscar algo que ponerse para dormir. No sabía donde guardaba los camisones, no los había visto en el vestidor. Imaginó que sería en algún cajón de la mesilla de noche. Cuando iba a abrir el primero, separó la mano recordando el encantamiento ardiente. Recapacitó. Ya le daba igual. Si se quemaba, al menos tendría algo que le recordaría a ella. Agarró el tirador y lo abrió. Nada de quemaduras, no había hechizos. Tampoco había pijamas. Había objetos que la bruja querría tener a mano: papel y una pequeña pluma, un reloj, algunas joyas, un par de dagas con diamantes en la empuñadura... Lo normal. En el segundo había tubos con pociones de todo tipo: para dormir, para no tener sueños, pociones revitalizadoras y otras que Hermione desconocía. En el último cajón por fin encontró el camisón que Bellatrix le había dejado la noche que la cuidó tras destruir el horrocrux. Lo sacó y cuando iba a cerrarlo, vio que había algo debajo. Le pareció que el cajón tenía un falso fondo. ¿Era buena idea cotillear? Se encogió de hombros. La bruja no estaba ahí y algo le decía que no iba a volver. No le importaría. "Ese es el problema, que ya no le importas" le siseó una voz cruel en su cerebro. Tras unos minutos de forcejeo, consiguió levantar la tapa.
Ahora Hermione sí que era consciente de que estaba llorando. Ahí, en una caja de terciopelo, guardadas con mucho cuidado, estaban todas las cartas y notas que le había mandado a Bellatrix. También las fotos que se hicieron la última noche que la llevó a cenar. Ambas sonreían y se abrazaban en un bucle eterno. No podía soportarlo más. Dejó todo donde estaba, lloró otro rato, se odió con más ganas, se puso el camisón y se metió en la cama. Se durmió de inmediato abrazando la almohada de la duelista y envuelta por completo en su olor.
. . .
Cuando Hermione despertó a oscuras no sabía dónde estaba ni recordaba nada de la noche anterior. Solo sentía un terrible dolor de cabeza. Bellatrix estaba con ella. No la veía, pero la sentía. Todo olía a ella. "¡Lumos!" susurró. Aquella luz iluminó también su memoria. No estaba con ella. Estaba sola en su habitación. Miró el reloj. Las cuatro de la tarde. Se encogió de hombros. Le daba igual, podía ser cualquier hora. Los recuerdos de la velada previa volvieron a acosarla. Un pensamiento fugaz la hizo reaccionar. Se llevó la mano al cuello. Nada. El colgante seguía frío, muerto. Pensó en quitárselo, era lo más sensato, ahora solo le aportaba dolor. No fue capaz.
Encendió la luz y pasó varios minutos mirando al techo con la mente en blanco. De repente no sentía nada. Sabía que tenía que salir y no volver a aquella habitación, que sus amigos la estarían buscando, que estaban en guerra... ¿por qué todo parecía importarle tan poco? En eso estaba -en nada- cuando un Jack Russell Terrier atravesó la puerta. El patronus de Ron. Era un perrito adorable, pero ahora le parecía tan ridículo en comparación con el dragón que antaño ella misma podía invocar... La voz del pelirrojo sonó en la habitación. Querían saber si estaba bien, no la encontraban en su habitación y habían quedado para una reunión de la Orden. Hermione sacudió la cabeza. Hora de ser responsable de nuevo.
Se levantó de la cama, le dolía todo el cuerpo. Una vez más, no tenía ropa limpia. Todas sus prendas de la noche anterior estaban ensangrentadas y sudadas. Se las puso igual tras un pequeño hechizo que arregló poco. No quería coger nada de Bellatrix si no iba a poder devolvérselo y aún sería más duro volver a sentir su olor envolviéndola. Salió de la habitación. Al atravesar la sala común varios slytherins la miraron sorprendidos. Le preguntaron enfurecidos que qué hacía allí y cómo se había colado. Se giró y les miró. La sangre de su ropa unida a su oscura mirada los silenció al instante. Salió de ahí. No le preocupaba en absoluto. ¿Qué iban a hacer, chivarse a Snape por la intrusión? No. El maestro de pociones también se había dado a la fuga. ¿Y si estaban juntos en ese preciso instante? Hasta Moody había dicho que él era el único amigo de Bellatrix... Que más daba, ya no era nada suyo, podía estar con quien quisiera y como quisiera, no era asunto suyo. "¡Ja!" se burló su cerebro.
Llegó a su habitación y se cambió de ropa. Se miró al espejo. Estaba desastrosa y los moratones en cara y cuerpo no ayudaban nada. Se encogió de hombros. Tendría que valer. Puso rumbo a la Sala de Menesteres donde Ron le había comunicado que estaban los miembros de la Orden y simpatizantes. Ahí estaban sus dos amigos, la actual directora, los aurores de la noche anterior, Remus Lupin, los padres de Ron y sus hijos Percy y Bill. Se dividían en pequeños grupos y de vez en cuando se fusionaban en un debate general. La saludaron con efusividad y la acosaron a preguntas hasta que pidió que respetaran un poco su dolor de cabeza. La dejaron tranquila de inmediato. Le contaron que McGonagall había reunido a los alumnos por la mañana y les había anunciado la muerte del director. El funeral sería esa misma tarde. Algunos padres se habían llevado a sus hijos. No sabían si iban a continuar las clases: los profesores de Pociones y Defensa contra las Artes Oscuras estaban desaparecidos, el director muerto. Todo el mundo hacía cábalas sobre cuándo iba a empezar la guerra de verdad. Repentinamente, Harry interrumpió la conversación sobre cómo fortalecer los muros del castillo al darse cuenta de que Hermione se había perdido el inicio de la reunión. Los aurores habían investigado y averiguado cómo habían entrado los mortífagos.
-¡Yo tenía razón! -exclamó el chico al contarle la historia- ¡Dejó entrar a sus compañeros mortífagos a través de un armario evanescente, los aurores lo han confirmado y además está el hecho de que ha huido... ¡Fue su culpa que mataran a Dumbledore! Te lo advertí y me llamaste loco.
Así que era verdad... Había sido Bellatrix. Ya ni siquiera eso le afectaba. Se habían mentido mutuamente... pero también se habían querido. Le daba igual. Tenía claro que ella siempre estaría del lado del bien (si es que aún podía considerarlo así) o por lo menos del lado de Harry matando a Voldemort. Sin embargo, no podía culpar a la bruja oscura por odiar al hombre que la había condenado a aquella vida de operaciones encubiertas que la había trastornado, ni por elegir la causa errónea siendo que nadie había creído nunca en ella. Sí, era una derrota personal, Hermione podía haberla salvado y no lo había logrado. Ahora era el enemigo. Pero nunca dejaría de quererla.
-Lo siento, Harry, tenías razón -contestó simplemente.
Hermione no era capaz de mirar a Ojoloco, no se veía con fuerzas de soportar la expresión de superioridad de aquel hombre al que antaño admiraba. Su amigo asintió y siguió narrando sus averiguaciones: "De hecho, escuché cuando les espiaba desde el piso de abajo en la torre de Astronomía que Voldemort le encargó matar a Dumbledore, pero no fue capaz. Por eso intervino Snape". Hermione le miró sorprendida.
-Me extraña mucho que Bellatrix no fuese capaz de...
-¿Qué tiene que ver Black con nada? ¡Merlín, Hermione! -exclamó bajando un poco el tono- Estás obsesionada con esa mujer...
-¿Qué? - preguntó ella totalmente desconcertada.
-Hermione, fue Malfoy... Draco Malfoy fue quien dejó entrar a los mortífagos -reveló Tonks con cierto remordimiento en la voz- Ella no tuvo nada que ver... al menos en esa parte.
-¿Qué? -volvió a preguntar la castaña en voz baja mientras se hacía el silencio.
Levantó la vista y vio que McGonagall y Lupin la contemplaban con lástima, la metamorfomaga y Shacklebolt con arrepentimiento, Moody apartó la vista y los Weasley miraban a todo el mundo aturdidos sintiendo que se habían perdido algún capítulo.
-¿¡QUÉ!? -volvió a preguntar esta vez gritando y con una mirada de odio de la que Bellatrix se hubiese sentido orgullosa.
-Aunque sea inocente de eso -empezó Moody- podía haberse entregado cuando se lo pedimos, no haber huido y usó una maldi...
-¡La ibais a encerrar en Azkaban sin preguntas ni juicios! ¡La vez anterior amenazasteis a su hermana para llegar hasta ella! - gritó Hermione encolerizada.
-¿¡Qué!? -intervino Harry en un tono muy similar al de su amiga.
La castaña se giró hacia él y vio la rabia en sus ojos. Era evidente que durante la noche había reflexionado sobre las revelaciones de McGonagall y había decidido que la prima de su padrino merecía otra oportunidad. La directora y Lupin murmuraron algunas palabras para intentar rebajar los ánimos.
-Aunque no participase en el asesinato del director, es evidente que está de parte del lado oscuro -atajó Molly Weasley.
-¡Pues claro que lo está! -exclamó Hermione para sorpresa de todos- ¿Cómo no iba a a estarlo si aquí nadie la ha ayudado?
Shacklebolt intervino con su tacto habitual intentando suavizar las cosas:
-Hermione tiene razón, Bellatrix no luchará de nuestro lado. Solo nos queda esperar que tampoco lo haga del de Voldemort.
-Es una guerrera, no renunciará a una batalla -sentenció Lupin con cansancio.
-Ya... Pero si no tiene confianza en ningún bando... -intervino Tonks.
"Sí que la tiene. Alguien sí que la apoyo" murmuró Hermione cerrando los ojos abatida. Todas las miradas volvieron a centrarse en ella.
-Después de que recientemente, para ayudarnos, fallase en la misión más importante que le había encomendado Él -empezó la chica sin nombrar los horrocruxes pues solo Harry y Ron estaban al tanto-, Voldemort la llamó para exigirle explicaciones.
-¡Después de semejante tortura -interrumpió Arthur dando por hecho que el mago tenebroso la habría castigado- seguro que no se pone de su parte!
Hermione sacudió la cabeza.
-Le dijo que la perdonaba, que no era culpa suya y que creía en ella. No le tocó ni un pelo.
Aquel fue el silencio más largo de la velada. Nadie había imaginado aquello, no creían que las técnicas de manipulación del enemigo fuesen tan sutiles. Y a la mayoría tampoco se les escapaba que la bruja oscura, con todo su secretismo y desconfianza, le había confesado aquello a Hermione. Tonks volvió a dirigir la mirada al colgante que la chica llevaba oculto bajo el jersey.
-Luchará con los mortífagos entonces – resumió así la directora el temor general.
-¡Veis como es una mala bruja! Si la hubiésemos dejado en Azkaban... -empezó Ojoloco.
Hermione le miró enfurecida. Cayó entonces en la cuenta de que si la tarde anterior los aurores no hubiesen aparecido, esa noche ella habría dormido con Bellatrix entre sus brazos y no con su almohada. Recordó a la bruja abrazándola en el claro del bosque tras derrotar a los mortífagos: "Estás a salvo, estás bien. Estás conmigo...". Y realmente lo sintió así. Ya nunca volvería a sentirse así de segura, no sin ella. Lo habían estropeado todo.
-¡Se acabó! - gritó Hermione levantándose y dirigiéndose a la puerta -Harry, sabes que puedes contar conmigo hasta el final, te ayudaré en lo que haga falta. ¡Pero de la Orden, de esto -espetó señalando a los aurores con desprecio-, no quiero saber nada más!
Dio un portazo y se marchó. Rezó porque Harry y Ron entendieran que necesitaba estar sola y no la siguieran. Por suerte fue así.
Aquella noche todo giró entorno al extenso ritual que conllevó el funeral del director al que los tres chicos asintieron juntos. Curiosamente, Hermione fue la única del trío que no derramó una lágrima. Una vez terminó, los tres se reunieron en la habitación de prefecta de la chica para comentar cómo iban a seguir la misión sin Dumbledore. Recordaban que les había dicho que seguramente un horrocrux seguiría en Hogwarts. Hermione apuntó que siendo que ya habían destruido objetos relacionados con tres de las casas, debía ser algo relacionado con Ravenclaw. A los chicos les pareció una idea brillante y Harry decidió que lo investigaría con ayuda de Luna.
Una semana después, llegó la guerra.
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