Anécdota #4
La semana pasada bajé con mi madre a la primera planta del hospital, a la zona entre el hospital de día y rayos, pues ahí hay unas ventanas que... ¡SE ABREN! capacidad que no conciernen las otras. Había estado cerca de media hora frente a la ventana disfrutando de la imponente brisa contra mi rostro escuchando música cuando me canso y se me ocurre huir de mi madre que se encontraba en una salita con paredes de cristal dispuesta en ese pasillo. De modo que corrí en sentido contrario por el que había venido y luego me desvíe del pasillo para coger un ascensor ¿El fallo? Que los ascensores aquí son muy lentos y cuando había esperado la mitad del tiempo que tardó en bajar mi madre llegó. Lo bueno fue que al llegar a la octava planta el segurata nos dejó pasar a pesar de que eso estaba prohibido pues ese piso era únicamente para despachos y oficinas, dato que no sabíamos, y nos abrió la puerta a la azotea donde logré vislumbrar toda mi ciudad y el cielo azul. Fue genial, colgaré las fotos que capté y la canción que escuché aquella tarde cuando consiga wifi.
¡Hoy empieza un nuevo día! ¡Mucha suerte a todos! ¡Esta tarde me darán el alta! Votad y comentad. Un beso. ;*
PD: ¿Habéis probado alguna vez a escuchar el mundo? ¿Mirarlo? Resulta gratificante y a mí aquella tarde me inspiró un poema que escribí y resultó ideal. Con decir que mi lírica transmite tristeza y con este participaré en un certamen con la felicidad como tema.
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