Final Temporada 1
Sus manos chocaban sutilmente mientras caminaban. Había comenzado a nevar hace minutos y aunque hacía frío Seokjin miró a Taehyung y le sonrió cuando varios copos de nieve quedaron atascados en sus pestañas.
Lindo. Taehyung era muy lindo.
—¿Mañana?
Seokjin asintió y miró hacia su casa que estaba un poco alejada de la esquina en donde se encontraban.
—Te llamo, mi papá estos días ha estado un poco extraño conmigo.
—¿Extraño? —Taehyung se detuvo. Apoyó su espalda contra un enorme arbusto y estiró sus manos para tocar las mejillas frías de Seokjin.
—Más enojado de lo normal… Cada vez que tomo el teléfono me queda mirando, me pregunta por lo menos cinco veces con quién voy a salir incluso antes de tomar desayuno.
Taehyung arrugó su ceño pero tan rápido como lo hizo sus facciones se suavizaron al ver una sonrisa tímida y que por supuesto amaba más que a nada en el mundo.
—No te preocupes por eso, mis padres suelen ser unos metidos también. Supongo que es parte de la paternidad y todo eso.
—Padres normales querrás decir. —Seokjin se encogió dentro de su chaqueta, la nieve comenzó a caer con más fuerza —hace frío, Tae.
—Si. Deberías entrar.
Seokjin miró el rostro del azabache y su pecho se agitó, sus latidos fueron un poco más rápido mientras se acercaba para buscar calor. Sonrió al ver la nariz roja de Taehyung y sin pensarlo dejó un beso justo en el lunar que recientemente había salido allí. Enredó sus brazos en el cuello ajeno y cuando Taehyung lo abrazó por la cintura Seokjin suspiró.
Se quedaron mirando unos segundos antes de que el castaño cerrara sus ojos y deslizara sus labios casi fríos por los de Taehyung. Sintió el leve temblor en él y sin pensarlo abrió su boca para tomar los fríos labios. Su lengua entró apenas Taehyung le dio permiso y Seokjin lo atrajo mucho más cerca al escuchar un claro suspiro de satisfacción que no venía de él.
Como siempre su interior era un mezcla de sentimientos aterradores. Un poco por estar besando a su mejor amigo y sentirse demasiado bien con la idea de hacerlo todos los días en cualquier hora y lugar. Aterrador porque no debía querer a su mejor amigo como más que eso, como el amigo que siempre ha estado con él siendo su apoyo cuando nadie más estuvo a su lado. Cuando nadie lo trató como si su vida valiera la pena.
Y como todo lo bueno en la vida de Seokjin no duraba lo suficiente su cuerpo fue arrojado lejos de Taehyung y su rostro fue fuertemente golpeado. Seokjin cayó al suelo, la nieve de inmediato mojó su pantalón y el miedo lo sacudió mientras veía a su padre mirarlo como si fuera la cosa más asquerosa del mundo. Con tanto odio y asco que Seokjin se encogió aún más dentro de su chaqueta mientras se llevaba una de sus manos hasta su mejilla dolorida en donde su padre lo había golpeado.
—¡Deja de hacer tus espectáculos de maricón delante de los vecinos! ¡Levántate!
Seokjin lo hizo y se puso de pie sin mirar a Taehyung, no podía hacerlo de todos modos, sentía tanta vergüenza que se tragó sus lágrimas y cuando pasó por el lado de su mejor amigo le susurró un lo siento, que esperaba Taehyung pudiera escuchar porque era lo único que podría decirle.
Lo sentía por ser tan patético, lo sentía por tener un padre que lo odiaba tan profundamente que no le importaba que varias personas hubiesen salido de sus casas para ver el espectáculo. Lo sentía aún más porque sabía que las consecuencias de ese beso serían gigantescas y él no quería una vida sin Taehyung en ella.
—¡Y tú, maldito enfermo, no te vuelvas a acercar a mi hijo!
Seokjin quería vomitar, no podía ayudar a su mejor amigo aunque quisiera. Después de todo él era un cobarde que no sabía cómo lidiar con su padre o su madre, en realidad con ninguno de ellos. No podía lidiar con las humillaciones, ni con el odio que recibía todos los días y que todavía no tenía respuestas.
Entró a su casa asustado, con el ánimo por los suelos y es que ese día había sido tan genial en compañía de Taehyung que ahora, en ese momento se sentía como si todo lo de ese día hubiese pasado en otra vida.
Sin levantar la cabeza se metió a su habitación y se sentó en la cama todavía atónito. Jamás había bajado tanto la guardia cuando estaba cerca de su casa, a Felix jamás lo dejó besarlo cerca de ella pero con Taehyung había sido diferente. Todo con él era diferente.
Hacía frío en su habitación, no era novedad, pero esa tarde se sentía mucho más helada y más triste, sin vida, como si su padre con esos comentarios y ese golpe le hubiese quitado más que la voz para decidir a quien amar.
Amaba a Taehyung, Seokjin lo sabía. Amaba ser su amigo, amaba que él lo pusiera como una prioridad. Taehyung le hacía sentir importante, quizá un poco amado, no sabía exactamente de que manera Taehyung lo amaba pero eso de lo menos mientras pudiera estar cerca.
En la sala escuchó unos gritos y una discusión entre sus padres. Cerró los ojos y se abrazó cayendo a su cama después para dejar que las lágrimas bañaran sus mejillas. Sin entender el porqué de tanto odio, porqué su padre no le había pedido una explicación antes de lanzarse sobre él como un jodido animal.
Su puerta se abrió de golpe y Seokjin esperó lo peor, quizá su padre vendría a darle una paliza.
—Quítate esa ropa húmeda y ve a comer. Hice sopa.
Seokjin abrió sus ojos y sorpresivamente su madre lo estaba mirando desde la puerta. Sus ojos se veían brillantes y rojos, como si hubiese estado llorando.
Asintió y se sentó en la cama. Se quitó su pantalón y buscó su pijama. Tomó de su viejo armario los calcetines que la abuela Kim había tejido para él y se los puso. Seguía teniendo frío pero un poco menos y es que todas esas cosas abrigadoras se las habían regalado los Kim. El pijama de polar grueso había sido un regalo de Namjoon y aunque le quedaba un poco ajustado él lo amaba con todo su ser porque lo mantenía caliente en horas donde su habitación parecía un verdadero frigorífico.
Se quejó tantas veces de aquello frente a Taehyung, pero sin ninguna intención que le sorprendió cuando llegaron de a poco esos regalos a sus manos y supo que Taehyung si le tomaba atención cuando hablaba aún si parecía que estaba en la luna cada vez que estaban juntos.
Sin hacer ruido abrió su puerta y la calidez de la calefacción golpeó en su rostro. Dejó la puerta entre abierta para que algo de ese calor llegara hasta allí y es que a su madre no le gustaba que su habitación se viera cuando alguien estaba en casa y Seokjin jamás había entendido aquello ya que nadie los visitaba, con suerte en sus 17 años había visto a dos tíos, si es que se les podía llamar así.
Su padre no estaba por ningún lado por lo que se metió en la cocina, se sirvió un plato de sopa y tomó asiento en el pequeño comedor. Solo. Siempre solo. Seokjin tomó su cuchara y comenzó a comer, no tenía hambre pero su mamá le había ofrecido comida y eso se había sentido como el mejor gesto maternal que esa mujer había tenido con él alguna vez.
La sopa estaba deliciosa, su madre cocinaba bastante bien y en pocos minutos su plato estuvo vacío. Seokjin miró por la cocina y se levantó de un salto cuando escuchó a su padre. Tomó el plato vacío y rápidamente lo lavó, ni siquiera tomó un vaso con agua y salió de la cocina mientras escuchaba a su madre discutir en la habitación principal.
En el camino a su habitación vio a Mingyu mirando la televisión, ajeno a todo lo que estaba pasando o al menos eso pensó Seokjin que se acercó a él y se sentó su lado. Su hermano se levantó del asiento y lo miró con una mueca en sus labios.
—Papá dijo que eras un maricón. No me toques. Estás sucio.
Seokjin parpadeó varias veces y luego bajó los ojos hasta sus manos temblorosas. Él se puso de pie y antes de avanzar su hermano, ese mismo niño que años atrás dibujaba para él a escondidas, el mismo niño que alguna vez lo vio con ojos de cariño y ejemplo escupió sobre sus calcetines. El castaño cerró sus ojos brevemente y luego se fue del lugar.
Cerró la puerta detrás de él y se apoyó en esta buscando aire, de pronto la habitación parecía más pequeña, tenía calor pero un sudor frío recorría su espalda.
¿Por qué la vida había sido tan injusta con él?
¿Habría alguien que lo extrañara si él no estuviera?
Sí, contestó su mente de inmediato, ahora había alguien que sin duda lo extrañaría y Seokjin no sabía qué hacer con ese pensamiento. Taehyung era lo único que tenía, la única persona que lo entendía, el único que lo escuchaba y lo trataba bien. ¿Que pasaría si no pudiera verlo nunca más?
Seokjin ni siquiera quería pensar en eso, no podía verse a él mismo sin Taehyung, sin su calidez, sin sus bromas, sin su manera peculiar de ver la vida.
Respirando a tramos cortos logró calmarse y se metió entre las sábanas frías. Quedaba poco para su cumpleaños número 18 y Seokjin ya sabía, que si quería ser un poco de felicidad tenía que salir de esa casa. Tenía que alejarse de sus padres y hermano. Él no podía vivir en un lugar donde fuera repudiado por sus preferencias porque Seokjin ya no tenía dudas, a él le gustaban los chicos, le gustaba Taehyung.
Se abrazó aún más fuerte y los gritos de sus padres se escucharon mucho más fuerte pero él cerró sus ojos obligándose a dormir. Si dormía entonces la vida no era tan triste, no estaba solo ya que en sus sueños solía ver a Taehyung, a veces a la abuela Kim y a los perros de la familia Kim. En sus sueños él era feliz ya que todas las personas que veía le sonreían y lo miraban con profundo amor y respeto.
Seokjin se quedó dormido a pesar de que fuera de su habitación sus padres por primera vez estaban discutiendo y él era la razón de aquello.
***
—¿Tae?
Taehyung miró hacia su mamá y limpió su rostro pero era tan evidente que había estado llorando que ni siquiera podría ocultarlo si le preguntaba.
—Hola mamá.
Su madre llegó en dos pasos y lo tomó de las mejillas, su preocupación en todo su rostro hizo que Taehyung se sintiera mal, bueno, un poco más mal de lo que ya se sentía.
—Mi vida, ¿que pasó? —Mi Soo observó a su hijo menor y las bolsas que traía. —¿Peleaste con Seokjin?
—No —Tae dejó caer los dos regalos que había comprado para Seokjin y dio un respiro tembloroso mientras su madre lo abrazaba dándole su calor y consuelo aunque no supiera que estaba pasando. —El padre de Jinnie se enteró que le gustan los chicos —susurró.
—Oh dios mío, ¿le hizo algo? Dime, Tae.
—Le gritó y le pegó delante de mí, delante de muchas personas. —Taehyung bajó la mirada y por más que quería quitarse de la cabeza la mirada dolida y rota de Seokjin, no podía, una y otra vez veía al chico que amaba en su cabeza luciendo avergonzado y roto.
No lo merecía, Seokjin merecía solo amor y Taehyung todavía no entendía como se había mantenido cuerdo todos esos años mientras soportaba a esa familia y sus constantes humillaciones y desplantes.
—¿Quieres llamarlo?
—No lo sé —el azabache mordió su labio —no quiero causarle más problemas.
La culpa llegó a él al mismo tiempo que la tristeza, si él no hubiese besado a Seokjin en el cine ellos no tendrían que haberlo hecho tan cerca de su casa y eso era lo peor de todo. Ninguno de los dos se había detenido a pesar de lo peligroso que fuera que se demostraran cariño en público.
Para Taehyung no había problema, a él no le importaba besar a Seokjin en medio de un centro comercial, en su habitación o en cualquier lugar. Él quería hacerlo todo el tiempo y esa tarde no se había detenido a pensar en las consecuencias de hacerlo tan cerca del lugar de Seokjin.
—Cariño, ve a sacarte esa ropa y luego baja. Si quieres puedo llamarlo yo…
—No mamá, de todos modos mañana nos veremos.
Mi Soo asintió y Taehyung caminó por la sala para luego tomar las escaleras, esperaba que Seokjin no tuviera frío esa noche y es que no le alcanzó a entregar la manta extra gruesa y suave que había comprado para él.
En su habitación se acercó hasta la ventana y observó la noche que ya había caído en la ciudad, no era tan tarde sin embargo, pero en invierno oscurecía mucho más temprano que el resto del año.
Sin ánimos de nada se quitó sus zapatillas y se metió bajo las mantas, abrazó su almohada esperando que la noche para Seokjin no fuera tan mala y deseando poder verlo al otro día como siempre con su hermosa sonrisa que hacía que su corazón se apretara en su pecho.
Esa sonrisa que Taehyung amaba y que deseaba ver todos los días de su vida.
***
Seokjin abrió sus ojos de golpe cuando su puerta se azotó contra la pared de su habitación. Se sentó en la cama y no alcanzó a decir nada cuando su padre lo sacó de la cama empujándolo para que caminara. Tenía miedo, su padre estaba borracho y eso solo podía significar que esa noche no dormiría.
Su padre tropezó con la mesa de comedor en donde habían dos botellas vacías y una tercera llena. Se encogió en su pijama mientras el hombre frente a él lo miraba enojado.
—¿Sabes la vergüenza que me haces pasar? Todos estos años viendo tu maldita cara. Viendo tus pésimas clasificaciones que no me sorprenden, jamás vas a ser ni la mitad de lo sobresaliente que es Mingyu. Jamás lo serás Seokjin.
El castaño bajó los ojos, mordió su labio con fuerza porque quería discutir sobre eso, sus calificaciones no eran pésimas, quizá no era el más sobresaliente pero no era de los últimos, pero sabía que ni eso podría decirle a su padre. Nada le haría cambiar de opinión.
—Yo no quiero a un puto maricón en mi casa, comiendo de mi comida, esa mierda no es lo que te hemos enseñado. Es asqueroso. ¡No es normal!
—Papá —susurró Seokjin alzando su cabeza para defenderse pero el hombre lo tomó de la mejilla bruscamente obligándolo a mirarlo de frente.
—¡No me digas así!
Seokjin parpadeó asustado y el hombre que mantenía un fuerte agarre lo soltó. Luego comenzó a reír como un demente.
—¿Sabes? No me sorprende que seas un desviado, es más, no me sorprende nada de ti ya que no eres como nosotros. Tú no eres parte de nosotros, tu sangre está sucia y es por eso que jamás serás alguien.
Confundido y herido. Seokjin no tenía idea que estaba diciendo su padre pero dolía como nunca escuchar todo eso.
—Siempre me he avergonzado de ti, de tu maldito lugar en esta casa porque no eres un Kim legítimo, tu maldito lugar está en otro lado, quizá te abandonaron porque sabían que serías un fracaso, un maricón fracasado.
Seokjin sintió su mundo caer, ¿que había dicho?
—No eres nuestro hijo, maldita sea el día que ayudamos al puto sacerdote. Nadie te quiso, te abandonaron y nos hicimos cargo de ti.
Las piernas del castaño flaquearon y cayó al piso llorando como nunca antes. No quiso mirar al hombre que se tambaleaba y escupía a cada palabra.
Odio, el lo había sentido desde que era pequeño y ahora entendía.
Ahora sabía porque no lo querían, porque le habían hecho la vida tan difícil y dolorosa. Seokjin se abrazó sobre el frío piso y tragó sus lágrimas. No podía pensar en nada más. Todos los recuerdos invadieron su mente, uno a uno fueron llegando para burlarse.
Y mientras yacia en el piso llorando comenzó a atar las cuerdas de su vida. Ahora entendía el porqué nunca había sentido nunca amor de aquellas personas. ¿Mingyu sabría la verdad?
A medida que los recuerdos se agolparon uno a uno en su cabeza también lo hicieron las preguntas.
¿Por qué lo abandonaron?
¿Quienes eran sus verdaderos padres?
¿Si ellos estuvieran con él, lo habrían querido? Seokjin quería creer que si, que él hubiese sido amado por ellos, quizá hubiese tenido bonitos cumpleaños, quizá su verdadera mamá tendría fotografías de él por toda la casa, tendría recuerdos para atesorar y contarle en algún momento a sus hijos.
Pero esa no era su realidad…
Y esa noche una parte de él murió para siempre con la dolorosa verdad y el secreto de su nacimiento.
***
Bueno esto iba a pasar en algún momento 🥺.
Lxs amo mucho, gracias x seguir aquí. ❤️
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