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—¿Eres tan inútil que te suspendieron en el primer día de clases, Seokjin?

El chico bajó la cabeza sin decir palabra alguna, sus dedos se entrelazaron y solo esperó a que todo terminara.

—Eres una vergüenza.

Sus ojos se aguaron.

—Odio tener un hijo como tú.

Su madre seguía diciendo esas palabras que herían y se quedaban en lo profundo de su ser. Palabras que dolían lo suficiente como para querer desaparecer de la vida de todos.

Quizás así serían todos más feliz...

—Desde hoy no hay más cena para ti y tampoco te quiero ver en el almuerzo, no sé que harás pero aquí no comes.

Él solo asintió.

—Hoy era el primer día de tu hermano y ni siquiera pude quedarme a tomarle fotos por ir a arreglar tus problemas. Haces todo mal Seokjin, ojalá crezcas pronto y te vayas de esta casa.

Él finalmente rompió en llanto, alzó la mirada para observar a su madre, quería entender por qué no lo quería, ver si en sus ojos estaba la respuesta de por que ella lo aborrecía de esa manera.

¿Por que?

¿Que había hecho?

Hye soo lo miró con tanto rencor que su estómago dolió al verla.

—Ahora vete a tu habitación, cuando llegue tu padre hablaremos.

Seokjin hizo caso y de fue hasta su habitación. Y cuando estuvo solo se tiró en su cama y lloró.

Su cuerpo temblaba ante los sollozos que trataba de ahogar tapando la boca con su mano. Se sentía tan triste, tan solo y desprotegido que el sentimiento lo asustó.

¿Que sería de su vida de adulto?

¿Sobreviviría a sus padres?

Un chico de 14 años temía de su futuro, eso no estaba bien.

Seokjin quería ser amado, necesitaba saber si habría alguien que lo quisiera, que lo escuchara. Si merecía ser querido.

Limpió su nariz con su manga cuando se giró sobre la cama, luego limpió sus pómulos y miró al techo. Las lágrimas seguían cayendo una tras otra.

Respiró varias veces para calmarse,  dio resultado a los diez minutos.

Su estómago dolía por el hambre que sentía, su cabeza daba vueltas y vueltas. Cerró los ojos y trató de dormir, su pecho todavía se sentía pesado, la pena seguía estando en él y sabía que pasarían varios días antes de que él pudiera tratar de olvidar las palabras de su madre.

Aunque eso era lo más difícil, nunca olvidaba los insultos de ella.

Y todavía faltaba que su padre hablara con él.

Tenía miedo.

Pero ya nada podía hacer al respecto, se había metido en un problema por ese chico Taehyung.

Taehyung.

El chico era divertido, hablaba bastante. Era buena compañía aún si Seokjin no hablaba tanto. Le caía bien, solo deseaba no haber sido tan tímido aquella mañana cuando el chico Kim había buscado conversar con él. Pero él realmente era malo haciendo amistades.

La mayoría de sus compañeros se burlaban de él por ir a la iglesia, la otra parte de ellos, los menos, lo ignoraban como si él no existiera.

Se giró sobre su cama y pensó en que haría al volver a clases. Una pequeña sonrisa tiró de sus labios al darse cuenta que quería volver al instituto y estaba seguro que ese chico Taehyung tenía que ver en aquellas ganas.

Finalmente Seokjin se durmió y no supo cuánto tiempo pasó hasta que escuchó la puerta de entrada cerrarse.

Se sentó en la cama de golpe y buscó su maltratado reloj de pulsera que tenía hace tanto años y revisó la hora.

Corrió fuera de su habitación hasta la cocina. Ya no pasaría hambre.

Ya no.

Luego de tantos castigos y falta de comida, había aprendido una lección.
Debía usar todos aquellos momentos en que pudiera asaltar el refrigerador cual ladrón.

Aunque estuviera en su propia casa.

Seokjin tomó un paquete de galletas y algunos planes. Tomó la mermelada y queso. Se hizo varios sándwiches con lo que encontró. Luego tomó un vaso plástico, de esos que su madre usaba para los cumpleaños de Mingyu y lo llenó de gaseosa.

Volvió a su habitación y dejó todo en su mesita auxiliar. Cuando quedó todo acomodado corrió hasta la cocina y limpió todo lo que ensució.

Con el trabajo listo se fue de vuelta a su dormitorio para comer lentamente y así hacer durar los alimentos escogidos. No sabía por cuántos días duraría su castigo, seguramente su padre tendría muchas cosas que decir y lo más probable es que alargue la agonía un poco más.

Siempre había sido así, desde que era muy pequeño lo habían privado de la comida cuando su comportamiento había hecho enojar a sus progenitores.

Y él había tenido que ingeniárselas para poder conseguir alimento. Los últimos años los castigos habían disminuido por que Seokjin cuidaba mucho su comportamiento, ese día no había pensado en las consecuencias que tendría el haberse metido en una pelea, aunque no era la primera vez, pero esta vez él fue descubierto en el acto.

Suspiró y tomó un poco de su gaseosa. Las burbujas le hicieron cosquillas en su nariz a lo que él sonrió tiernamente.

Dejó el vaso y se acostó de nuevo en su cama. No tenía nada más que hacer que mirar el techo.

Quizá podría leer...

Pero ese libro de Stephen King ya lo había leído tantas veces que se lo sabía de memoria. Pero bueno, siempre era bienvenido leer un poco sobre aquel cementerio de animales que estaba maldito.

Seokjin todavía recordaba la primera vez que había leído el libro y que hizo que no quisiera pasar por el cementerio de animales que estaba a un costado de su escuela, por meses Seokjin desvío su camino de aquel lugar aunque ese cementerio distaba mucho del que se imaginaba en el libro.

De todas formas él no había pasado por ese lugar durante meses. Luego se le pasó el miedo y ahora no tenía problema de estar ahí incluso.

¿Taehyung habría visto el cementerio?

Jin cruzó sus brazos en su pecho y pensó en ese chiquillo sonriente.

Sintió un hormigueo en su estómago al pensar de nuevo en él. Lamió sus labios y cerró los ojos.

Había sido un idiota al haberlo defendido de Hoseok, pero algo dentro de él se había encendido al verlo de esa manera, tan vulnerable y asustado. Y no había pensado en eso hasta ahora en que estaba tirado en su cama con los ojos cerrados y con un extraño calor en su estómago. Que no era raro, lo había sentido antes, pero no con la intensidad con la que lo estaba sintiendo en ese momento.

Entonces rozó su parte más baja y sus ojos se abrieron en demasía al encontrar un bulto duro allí. Quitó la mano rápidamente ya que no estaba bien, no debía tocarse en ese lugar, el sacerdote de la iglesia a la que asistía les había dicho a él y a un puñado de chicos de una edad parecida a la de Seokjin que tocarse estaba mal. Que ellos no estaban preparados y un montón de cosas más que él no quiso seguir escuchando por la vergüenza que sintió en ese momento.

Era algo tan privado que Seokjin no entendía por qué el sacerdote había hecho esa pequeña charla.

Olvidando ese momento vergonzoso abrió sus ojos y miró sobre su mesita auxiliar. Dentro del cajón tenía un rollo de papel higiénico de la última vez que se había resfriado.

Mordió su labio.

¿Que tan malo sería tocarse allí abajo?

Él lo había hecho una vez y había sido tan raro y sucio que decidió que no quería hacerlo nunca más en su vida. Pero seguía duro y sabía que eso era algo natural y normal ya que lo había leído en uno de los libros que Mina, la niñera de Mingyu, le había mostrado.

Eso también había sido muy vergonzoso.

Aunque a Mina le tenía bastante confianza, ella era tan divertida y segura de si misma que Seokjin se encontró envidiado un poquito la forma de ser de ella.

Volvió a tocarse por sobre su pantalón pero el ruido de la puerta de entrada lo asustó por lo que se levantó de inmediato.

Escuchó su nombre y su piel se volvió de gallina ante el estremecimiento al saber que su padre ya había llegado a casa y lo más probable ya estaba enterado de lo que había ocurrido temprano esa mañana.

Salió de su habitación todavía vistiendo su uniforme de colegio y con miedo llegó hasta el comedor.

—¿Donde está tu madre?

—Fue por Mingyu al colegio —Seokjin no lo sabía con exactitud pero por la hora era lo más probable.

—¿Que pasó hoy contigo?, ¿Desde cuando te comportas como un matón?

Seokjin agachó la cabeza pero luego la alzó y se enfrentó al enojo de su padre. —Lo siento —murmuró asustado —estaba defendiendo a un compañero de clase.

Kim Donghae se cruzó de brazos pero luego negó con la cabeza molesto y ya no dijo nada más. Y Seokjin se sintió un tanto perdido en medio de la sala sin saber que hacer.

Su padre no lo había insultado ni nada.

Entonces él volvió a su habitación y se cambió de ropa. Tomó un holgado suéter rojo y su pantalón deportivo favorito. La ropa de iglesia era lo bastante bonita si se busca bien, pensó Seokjin mientras miraba su reflejo en el espejo pequeño que tenía a un costado de su cama.

Su madre siempre decía que las personas con dinero regalaban las cosas aún si no las usaban. A opinión de ella eso los beneficiaba a personas como ellos.

Seokjin observó su cama y se volvió a acostar, ya no tenía que más hacer y cada vez que lo castigaban dormía mucho.

Entonces se acurrucó sobre sus mantas y cerró los ojos. Imaginó un mundo diferente al que veía todos los días, una vida más feliz… Recibir un abrazo cariñoso.

Jin no sabía lo que era ser amado. Solo tenía la vaga imagen de una familia cariñosa cuando lo veía en los demás, había visto a madres llorar en los actos de fin de año de su colegio, padres orgullosos en los actos deportivos, pero en su entorno eso no lo veía, no con él al menos.

Una lágrima rodó por su mejilla pero no la quitó, simplemente se quedó sobre su cama tratando de aliviar su corazón con pensamientos positivos y de que en algún momento las cosas para él no serían tan difíciles.

Que algún día encontraría su lugar.

Y eso era lo que él más deseaba con todo su ser.

  

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Hola!!! Espero que estén bien, bueno vengo a dejar este capítulo después de tanto tiempo 😔. Subiré dos hoy y el otro con suerte podrá estar para mañana ❤️

Muchos cariños y cuídense mucho! 





 

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