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02


Seokjin se giró sobre su cama y sintió un peso pequeño colarse entre sus mantas. No se movió cuando su hermanito Mingyu lo abrazó buscando un poquito de calor.

El mayor sonrió sin abrir sus ojos, ya era algo habitual que su pequeño hermano de ocho años se metiera en su cama algunas noches, no era siempre pero lo hacía y Seokjin amaba esos momentos.

Mingyu lo hacía sentir querido.

—¿Jinnie? —susurró el menor de los dos. —¿Estás despierto?

—Ahora si, ¿qué pasó?

—Te hice un dibujo ayer —murmuró.

—¿Si?, ¿donde está?

El niño suspiró —mamá lo rompió.

—Oh, ya veo.

El peso que sintió en su pecho no se lo esperaba, ya debería estar acostumbrado a aquellas cosas pasaban todo el tiempo.

"Seokjin no toques a tu hermano"

"Seokjin deja tranquilo a Mingyu"

"Seokjin, ya estás grande para jugar como si fueras un niño"

Todos los días su madre tenía algo que decir, Seokjin muchas veces no entendía porque ella no quería que estuvieran juntos. Él no era de esos hermanos malos, no le haría daño, solo quería jugar con él.

Seokjin quería a su hermanito y por eso no entendía por qué su mamá no quería que ellos fueran cercanos.

—¿Por que mamá no quiere que te haga dibujos Jinnie?

—No lo sé, pero es mejor que le hagas caso ¿eh?

—No quiero, mi dibujo era bonito, eras tú rodeado de mariposas en el bosque... ella lo rompió —el mentón de Mingyu tembló y su cuerpo también.

Seokjin lo abrazó más fuerte y alzó una de sus manos para acariciar su cabello.

—Ya pasó, ya pasó... no llores Gyu, pueden escucharte.

El niño asintió en silencio limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano. —Haré otro dibujo y lo voy a esconder.

Jin sonrió y asintió, su hermanito, apesar de tener solo ocho años era un niño que desafiaba constantemente a sus padres, muchas veces había sido regañado, pero nada más que eso.

A Mingyu jamás lo habían castigado dejándolo sin comer por todo un día, tampoco a sus ocho años tenía que pasar horas y horas en la iglesia a la que sus padres iban todos los fines de semana.

Mingyu jamás se quedó en la lluvia castigado por no comer su almuerzo.

Mingyu no estaba teniendo la misma infancia que Seokjin y eso estaba bien para él. No quería ver a su hermanito pasar por las mismas cosas que pasó él cuando niño... Incluso ahora que tenía catorce él no quería que Mingyu tuviera malos recuerdos.

Eso no estaba bien.

—Creo que es hora que vuelvas a tu habitación enano, mañana quizá podamos ir al parque, le diré a Mina que te lleve y así podemos jugar un momento ¿que te parece?

—S-si —murmuró —después no nos veremos tanto.

—Por supuesto que sí, cuando vuelva del colegio nos veremos enano.

—Yo también quiero ir a tu colegio.

Jin suspiró, ellos jamás irían al mismo colegio ya que el de Mingyu era una institución privada y la de Seokjin pública, por alguna razón que el castaño no conocía, ellos habían sido matriculados en colegios diferentes, y eso estaba bien, Seokjin estaba bastante conforme en su lugar de estudio.

Lo que nunca llegaba a comprender era que si sus papás vivían quejándose que no tenían dinero, como es que podían pagar por el colegio de Mingyu.

—Anda a dormir enano, yo también tengo sueño y me tengo que levantar en un par de horas más.

—¿Donde irás?

—A la iglesia.

El pequeño finalmente se levantó y abrió muy despacio la puerta, para luego cerrarla. Seokjin sonrió al escuchar los pasos apurados de su hermano hasta el otro lado de la vivienda.

Se acomodó entre sus mantas y cerró los ojos.

Pero no pudo volver a dormir por lo que se quedó mirando hacia su techo en la oscuridad de su habitación.

Muchas veces era así, miles de cosas pasaban por su cabeza, muchas preguntas sin respuestas pero lo que más le pesaba era el hecho de ir creciendo y sentirse solo.

No tenía amigos, algunos compañeros de clases le hablaban, todos lo veían como el chico raro que va a la iglesia prácticamente todos los días. No era invitado a ninguna de las fiestas que organizaban en su clase, jamás lo invitaban a jugar a lo que sea, nunca.

Eso, sumado a que sus padres jamás tenían tiempo para hablar con él, lo tenía sumido en una tristeza y soledad inagotable.

Suspiró y recordó la invitación de Sowon, estaba casi seguro que su madre jamás le daría permiso para asistir. Su madre tenía algo así como una rivalidad con la madre de la chica.

Y era algo así por que a ojos de Seokjin la madre de Sowon era una mujer cariñosa y delicada. Muy sonriente siempre y con muchas ganas de trabajar en la iglesia.

Bueno si se ponía a pensar, su madre también era una mujer sonriente y trabajadora en la iglesia, pero eso cambiaba completamente cuando nadie más la veía. Cuando estaban lejos de las miradas aduladoras de las otras voluntarias, su madre se volvía tosca y chismosa.

Seokjin odiaba esa faceta, era como si la mujer se pusiera una máscara al llegar a la iglesia y ayudar al comité de organización. Esa máscara duraba toda la estadía y luego cuando caminaban de regreso al hogar, la mujer se la quitaba y le mostraba la peor cara a él.

Pasaron horas quizás cuando dos golpes a la puerta lo asustaron, quitó las mantas y se levantó inmediatamente.

—Hace el desayuno. Ahora.

Su padre lo miró con el ceño fruncido.

Seokjin volvió a su pequeño dormitorio y buscó sus pantuflas para luego salir corriendo de su habitación y dirigirse a la cocina para hacer el desayuno para la familia.

Con sus cabello todo revuelto y con frío se dedicó a hacer las preparaciones.

—¿Por que Mingyu estuvo en tu habitación?

Su madre estaba detrás de él con esa voz que derramaba odio cada vez que se dirigía a él. Seokjin siguió revolviendo los huevos y no contestó enseguida por lo que la mujer dio los pasos que los separaban y se paró a su lado imponente como siempre. Seokjin no quería mirarla, ya no podía hacerlo, no le gustaba el odio que veía en esa mirada.

—Estuvo un momento solamente mamá, no volverá a ocurrir —se disculpó temeroso de que le llegara algún golpe por decir aquello.

—Que no se vuelva a repetir Jin, no es bueno que tú estés cerca de tu hermano.

Seokjin solo asintió y suspiró aliviado cuando la mujer lo dejó solo en la cocina.

Cuando terminó todo corrió llevando los huevos antes que se enfriaran.

Su papá odiaba comer las cosas frías.

Luego puso todas las cosas en la mesa, cuatro puestos.

Pero su padre le negó el sentarse con ellos.

—Desde hoy en adelante comerás en la cocina —su padre habló.

—Sigues sin hacer caso Seokjin, no puedes dormir con Mingyu —dijo su madre.

Mingyu se encogió en su lugar luciendo tan culpable como se sentía.

Seokjin tragó y se llevó su taza a la cocina, se sentó en la mesa de diario y revolvió el agua que no tenía nada, solo agua.

Se limpió la lágrima que logró bajar por su mejilla y se dijo que todo tenía su razón, sus padres le estaban enseñando ¿cierto?

¿Así de crueles eran los padres de todos?

¿Por que no podía dormir con su hermanito? ¿que había de malo con eso?

Seokjin no entendía, pero mientras miraba su taza pensó que en algún momento las cosas cambiarían, era positivo.

No le quedaba más que tener esperanza. Pero los años pasaban y las cosas se volvían más difíciles de entender y por supuesto, más dolorosas de sobrellevar.

No comió nada y estaba casi seguro que le harían lavar la loza del resto. Pero eso no pasó y Jin estuvo aliviado de que así fuera, se sentía triste y desganado.

Volvió a su habitación y se sentó en la cama, en unas semanas más empezaría un nuevo año escolar y estaba un tanto ansioso por eso. No por que extrañara a sus compañeros de clases, no, ellos no eran los mejores tampoco, pero era mejor estar todo el día en el colegio que en su casa.

Lamió sus labios resecos y se levantó, debía ordenar su pequeña habitación. No quería hacer enojar más a su madre, aunque no importa que hiciera, ella siempre estaba enojada.

Cuando hubo hecho todo apagó la luz y salió hacia la sala, su habitación era muy fría.

Sus padres y su hermano estaban en el sofá mirando televisión, Seokjin se sentó en uno de los sofás y se quedó mirando la televisión también.

Se suponía que esa mañana irían a la iglesia, pero al parecer eso no iba a ocurrir.

—La madre de esa mocosa que te habla en la iglesia me dijo que te había invitado para que vayas a su fiesta de cumpleaños, ¿eso es verdad?

El castaño miró en su dirección y observó a su madre, su mirada dura lo hizo tragar. Nunca sabía que decir cuando su madre le preguntaba algo, ella parecía nunca estar conforme con sus respuestas.

—S-si, Sowon me invitó.

—No irás, no me gusta esa chiquilla, siempre está pendiente de ti.

Seokjin asintió despacio y bajó la mirada.

No esperaba ir, pero de alguna manera se sintió decepcionado al saberlo.

Se acurrucó en el sofá mientras veía como sus padres le daban besos a Mingyu y como lo miraban con tanto amor.

Amor que para él no alcanzaba ni un poquito.



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Segundo capítulo 💔

Gracias por el apoyo 💜

De a poco vamos a ir viendo los cambios en la relación de Seokjin con su hermano y como llegan a lo que leyeron en "Nadie como tú"


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