Una casualidad
—Me equivoqué de cuarto— quiso salir, pero lo cogí por las orejas.
—¿A dónde crees que vas?
—Voy por algo de tomar.
—Si no eres Anzai, entonces, ¿eres un acosador? — le hice las cruces.
—No soy como tú. De todas la personas que existen, ¿por qué precisamente contigo? — golpeó su frente.
—No sabía que te desagradaba tanto, pues siento mucho no ser lo que esperabas, tú tampoco lo eres — me crucé de brazos.
—No, no era lo que quería decir. Solo me tomó por sorpresa— llevó su mano a la nuca.
—Ahora no vas a querer jugar más conmigo, ¿cierto?
—Esto no tiene que afectar nada, tonta — acarició mi cabeza y mis mejillas se enrojecieron.
Entraron mis amigas y nos vieron en esa incómoda situación. ¿No pudieron haber entrado en otro momento?
—¿I-interrumpimos algo? — preguntó Abigail.
—No, para nada— ambos sacudimos la cabeza en negación.
—No nos dijiste que invitaste al chico nuevo.
No podemos decir la razón por la cual está aquí.
—Fue casualidad. Vine con unos amigos y me encontré con ella— aclaró Jadiel—, pero ya me iba.
—No, no te vayas. Quédate con nosotras— le pedí.
Fui yo quien lo invitó, no podría dejarlo ir así.
—Puedes quedarte con nosotras. Nos podemos divertir más — dijo Abigail.
Con tanta presión de todas partes, no le quedó más remedio que quedarse. Nos sentamos todos y compartimos juntos. Jadiel se veía fuera de grupo, recuerdo que una vez me dijo que no le gustaban las fiestas. Estuve pendiente de todos sus gestos. No sabía que era tan serio, cuando es Anzai es mucho más amable y hablador. Saber que era Jadiel con quién estuve hablando por tantos meses es incómodo. No puedo creer lo pequeño que es el mundo. Es una casualidad inesperada, aunque no fue para nada decepcionante o desagradable. Solo espero que las cosas no cambien por esto.
Mis amigas solo estaban hablando de libros, no es un tema que sea de interés para Jadiel. No sé si lo hacen por él estar presente o simplemente porque disfrutan el tema. Ninguna de las tres habíamos estado en compañía de un hombre y al principio fue extraño. Todo cambió al pasar el tiempo. Jadiel se integró a la conversación y todas se estaban sintiendo más cómodas, incluyéndome.
El resto de la tarde fue más agradable y llevadera. Estuvimos varias horas compartiendo, por lo que ya era hora de irnos, no podíamos quedarnos más tiempo o nos van a despescuezar con la cuenta.
—Espero podamos salir en otra ocasión— dijeron mis amigas.
—No hay problema.
Caminamos todos juntos a la casa. Se quedaron mis amigas por el camino, ya que la casa de ellas queda un poco antes que la mía. Me quedé a solas nuevamente con Jadiel. Había un silencio entre los dos y me dispuse a romper con ese silencio tan incómodo.
—¿Vas a jugar hoy?
—Sí, ¿por qué no?
—¿Cómo la pasaste?
—Me divertí mucho, gracias por haberme invitado— nunca lo había visto sonreír, pero tiene una sonrisa bastante bonita y envidiable.
Mi corazón parecía estar en una carrera de caballos.
—Así que debería establecer un horario para el juego, ¿eh?
—Oye, no uses esas cosas en mi contra. Mis estudios no se ven afectados por eso.
—Ese no es el punto— me defendí—. Quisiera ser como tú.
—No creo que quieras ser como yo— su expresión se volvió algo sombría.
—¿Por qué no? Eres inteligente, lindo, bueno en los juegos, amable, tienes muchos amigos, algo que alguien como yo jamás podría...— antes de que terminara de decirlo, acortó la poca distancia que había entre los dos, y quedé derecha como un soldado.
—¿Me dijiste lindo?
Mis mejillas ardían de la vergüenza.
—Estás muy cerca...
—¿Qué creíste que haría, tonta? — se apartó, riendo despreocupado.
—No se vale que juegues así — desvié la mirada.
—¿Esperabas algo más?
—No, claro que no.
—No lo parecía. Ya entra. Mañana hay un torneo, podemos prepararnos esta noche.
—Gracias por acompañarme hasta casa.
—No hay de que.
Entré, cerrando la puerta detrás de mí y pegando mi espalda contra ella. ¿Qué fue eso de hace un momento?
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